El director de ‘Egunkaria’ hasta su cierre en 2003 por orden de la Audiencia Nacional explica cómo el Gobierno «atentó contra la libertad de expresión» para dar «un aviso a navegantes».
En febrero de 2003 el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo dictaba el cierre del único diario íntegramente en esukera, Egunkaria, al considerar que estaba a las órdenes de ETA. Con la clausura también fueron detenidos diez de sus directivos, a los que acusaba de ser dirigentes terroristas. Siete años después, el 12 abril de 2010, en el primer juicio por esta causa todos los acusados fueron absueltos. Pero el daño ya estaba hecho, el director del diario, Martxelo Otamendi, y varios de sus compañeros denunciaron haber sido torturados por agentes de la Guardia Civil.
Esta semana Otamendi vino a Madrid para participar en el Congreso Internacional contra la Represión que se ha celebrado en el Ateneo de la capital. En la ponencia relató cómo él, al igual que sus compañeros, fue incomunicado cinco días y en tres de ellos fue sometido a torturas. «Estuve los tres días sin dormir. Tenía que estar de pie mirando a una pared y sólo me dejaban sentarme 20 minutos cada cinco horas. Me golpearon, me sometieron a la técnica de la bolsa en la cabeza, tuve que hacer ejercicios físicos y sufrí vejaciones. Me pusieron un hierro en la cabeza que hizo ‘click’ y luego me hicieron tocar la pistola». El periodista continuó relatando los malos tratos que sufrió en dependencias policiales.
Hace dos meses el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo condenó a España por no investigar las denuncias de tortura que había interpuesto. Dictaminó que el Estado había violado el artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos (prohibición de tratos inhumanos o degradantes) y que la Audiencia Nacional «permaneció pasiva» ante las denuncias.
¿Cómo valora esta sentencia?
El Tribunal ha condenado al Gobierno español a pagar una indemnización de 24.000 euros, 4.000 por gastos de abogacía y 20.000 para resarcirme de los daños causados. Me parece una sentencia muy interesante porque necesitábamos un soporte judicial de una instancia europea que dijera que España no ha investigado. Nos hubiera gustado más que se dijera que se nos ha torturado y que se hubiera reproducido el juicio en un tribunal independiente para investigar las torturas.
Después de esta sentencia, ¿cree que cabe la posibilidad de que España rectifique o reabra el caso?
No, España no hará nada. En estos casos lo que hace es actuar como si no hubiera sucedido nada, ni siquiera sé cuando librará el pago de los 24.000 euros. El Gobierno no quiere ruido, ha puesto punto y aparte. No se va a meter a pelear o intentar recurrir, no le interesa que haya ruido mediático con estas cuestiones.
Habrá que esperar a que haya cambios políticos en el País Vasco y que allí se puedan investigar los casos de torturas. Si un día fuéramos un país independiente podríamos empezar a investigar estos casos, pero tampoco tengo muchas esperanzas.
¿Cómo se enmarca su caso dentro de la situación de violencia política que ha vivido el País Vasco durante las últimas décadas?
Nuestro caso no es el primero que se da contra un medio de comunicación. Ya se cerró en julio de 1998 por orden de la Audiencia Nacional el diario Egin, vulnerando un derecho fundamental como es el derecho a tener medios de comunicación propios. Y quiero recordar que los directivos de ese diario están aún en la cárcel.
El cierre de Egunkaria «fue un aviso a navegantes de que España es una cosa muy seria»
Nosotros no esstábamos sometidos a la criminalización que Egin sufría por parte de la prensa y la opinión pública española, por lo que en su caso fue más difícil organizar una estructura de apoyo. Pero el hecho de que Egunkaria fuera íntegro en euskera y que sus directivos fueran gente con gran proyección social en la cultura vasca hizo que hubiera una gran contestación social. De hecho, la manifestación más grande que ha habido en la historia en San Sebastián fue la del cierre de Egunkaria, que colapsó toda la ciudad. Y esto hizo reflexionar al Gobierno. Fue un test para ver si había músculo de respuesta y efectivamente lo había. El mismo día nació un diario puente y al poco tiempo Berria.
¿Cuál cree que era el objetivo del Gobierno a la hora de cerrar Egunkaria?
Era un aviso a navegantes. Avisar a la población de que España es una cosa muy seria y no juegue con cosas como el derecho de autodeterminación, que ya se estaban introduciendo en el diccionario político vasco con el ‘Plan Ibarretxe’. Y para que ustedes realmente se crean que esto no lo vamos a permitir vamos a dar un susto, vamos a cerrar Egunkaria, que es la niña mimada de la cultura vasca, la fibra sensible del sentimiento cultural del País vasco. Y no sólo vamos a cerrarlo, sino que vamos a detener a sus directivos, acusarlos de ser miembros de la dirección de ETA y pedirles 14 años de cárcel. Además, vamos a torturarlos, para que sepan que con España no se juega. «Cerrando un diario siempre se atenta contra la pluralidad» En un diccionario ilustrado de lo que es la libertad de expresión aparecería el diario Egin y el diario Egunkaria. Es un atentado contra el derecho de los periodistas a ejercer el periodismo y también contra el derecho de los lectores a recibir información. También es un ataque al derecho de los ciudadanos de tener una oferta plural en el quiosco y a poder leer en la lengua que quieran. Cerrando un diario, el que sea, siempre se atenta contra la pluralidad.
Hablemos de torturas. ¿Los casos que ha habido han sido excesos puntuales por parte de agentes de la Policía?
La tortura es estructural y es un método de trabajo. Y así se demostrará cuando se escriba el libro negro de la tortura, que es mejor que lo hagan autoridades internacionales no contaminadas por la situación. Ese es el gran libro pendiente, el que recoja los casos y las respuestas de los magistrados y los ministerios de Interior.
Es estructural como demuestra que Intxaurrondo sea el mayor centro de tortura en Europa en los últimos 40 años. Esto no lo decimos nosotros, que ya se sabe que nos inventamos las torturas, lo dice la justicia española, que acumula una infinidad de condenas por torturas allí. Esto es así hasta el punto que el policía español, en este caso Guardia Civil, más laureado por su lucha contra ETA, al que se le atribuyen el mayor número de de comandos desarticulados, tiene una sentencia de 75 años de cárcel por el asesinato de Lasa y Zabala. Estamos hablando del general Galindo.
«La tortura es eficaz para los magistrados, para la Policía y para el Ministerio de Interior»
Cuando te están torturando y te dicen «esto es la Guardia Civil y olvídate de todos los derechos», como me dijeron a mí, eso es estructura, eso no son excesos puntuales. La tortura es eficaz para los magistrados, que la toleran y porque de cada 100 casos que abren un gran número acaba en la cárcel. Es eficaz para la Policía, porque demuestra que hace bien su trabajo. Y ess eficaz para el Ministerio de Interior porque pone detenidos sobre la mesa.
Una justicia que investigue es más lenta y más cara. El 80% de las condenas que están cumpliendo los militantes de ETA están sustentadas sólo en base a declaraciones hechas en dependencias policiales. Y yo no digo que sean inocentes de los delitos.
Se ha dicho que ETA ordenaba a sus militantes denunciar torturas según eran detenidos. ¿Ha habido casos de denuncias falsas?
Se habla de un manual que dice eso, pero nadie lo ha visto nunca. Estamos hablando de más de 7.000 torturados vascos desde la aprobación de la Constitución por cuestiones políticas. Yo no pongo la mano en el fuego por todos, pero sí la voy a poner por un porcentaje altísimo de ellos. Es más fácil que alguien que ha sido torturado se lo calle que uno que no lo ha sido se lo invente. Yo conozco casos de gente que ha sido torturada y por el acojono que llevan encima no lo dicen.
Más de la mitad de los agentes condenados en el País Vasco por torturas han sido indultados
Por eso la tortura es estructural, porque se indulta. Es una manera de trabajar y si luego a última hora te pillan pues te indultan. Es el caso de Galindo, que tenía 75 años de cárcel y sólo cumplió cuatro. A Rafael Vera (condenado por financiar los GAL) lo pusieron en la calle porque estaba deprimido. Por lo visto era el único español deprimido en la cárcel.
El Estado no abandona a sus esbirros. Si no tiene otro remedio los juzga y los codena, pero luego siempre les puede dar un indulto.
¿La sociedad española es consciente de esto?
Una parte de la izquierda extraparlamentaria está muy concienciada y es muy solidaria. A mí me han apoyado muchas personas y estamos muy satisfechos con el apoyo que hemos recibido de muchos españoles.
Yo entiendo que la actividad de ETA haya podido funcionar como un somnífero para mucha gente que diga «ellos se lo han buscado». Pero nuestro trabajo es intentar llegar cada vez a más gente y convencerles de que todo esto ha sucedido.
«Si hay un conflicto político muchos son españoles antes que demócratas» De todas formas, en España se tortura más a no vascos que a vascos. Las torturas a detenidos sociales, personas sin papeles o migrantes, han sido denunciadas por Amnistía Internacional y las cifras son de escándalo.
Éste es un conflicto político y entonces prima tu posicionamiento político sobre tu posicionamiento respecto a los derechos humanos. Yo entiendo que la gente piense «están matando a personas y es lo que hay». La tortura blanda la votaría en referéndum mucha gente. Si hay un conflicto político muchos son españoles antes que demócratas. Esto también le ha pasado a una gran parte de la prensa. Pero yo entiendo que suceda.
¿A día de hoy se siguen cometiendo abusos como los que sufrió usted?
Es más difícil porque ya no se detiene a tanta gente en este nuevo periodo que ETA ha acabado con la actividad armada. Todavía se detiene a personas acusadas de atentados anteriores pero ya no se hacen interrogatorios como los que se hacían antes.
¿Y cómo valora esta nueva etapa en el País Vasco una vez que ETA ha dejado las armas?
Es un escenario interesante porque en el Parlamento volvemos a tener representadas a todas las fuerzas políticas del país. Dos fuerzas vasco-españolas, PSE y PP, y dos fuerzas abertzales, PNV y EH Bildu. Ahora tenemos que ver cómo Catalunya marca el norte y qué pasa con Escocia.
«Yo no tengo por qué reconciliarme con quienes me torturaron»Por otra parte, tenemos pendiente la solución del conflicto. Y en este sentido nos quedan tres puntos en la agenda: los presos, las víctimas y un acuerdo que marque unas nuevas normas de convivencia política. No estoy hablando de reconciliación. Necesitamos un pacto firmado por las cuatro grandes fuerzas y los agentes sociales que establezca los nuevos pilares de la política vasca y en el que se respeten todas las opciones siempre que sean mayoritarias democráticamente. Antes de afrontar un proyecto de construcción nacional como el de Catalunya tenemos que solucionar los problemas de esta agenda. No podemos hacerlo con más de 700 presos en la cárcel.
Más allá de la normalización política, ¿es posible la reconciliación?
La reconciliación es algo personal. Ha de ser respetada cualquier opción y no debiera tener una influencia directa sobre el proceso político. Yo no tengo por qué reconciliarme con los que me torturaron. Me parece muy bien que haya gente de ETA que intente acercarse a las víctimas e intentar explicarles el contexto en el que se produjeron los atentados. También entiendo a las víctimas que no estén dispuestos a escucharles. Es una cuestión ética y personal, hay que respetar que se haga y que no se haga.
Fuente: http://www.publico.es/espana/447042/la-tortura-es-estructural-es-un-metodo-de-trabajo