Relato en este artículo, sucintamente, el origen y situación actual del movimiento de militares republicanos, cuyo referente más próximo en el tiempo es la antigua Unión Militar Democrática (UMD), de la que fui miembro.
Lo fueron también otros militares demócratas, entre ellos el coronel Luis Otero, el comandante Juli Busquets y el capitán Bernardo Vidal -tres entrañables compañeros republicanos, ya fallecidos- de cuya amistad guardo imborrable recuerdo.
La UMD fue una organización clandestina de militares creada en septiembre de 1974 y disuelta en junio de 1977, que acompañó a la oposición democrática a la dictadura durante sus últimos años, a fin de disuadir a los mandos franquistas de una potencial intervención que liquidase el proceso democrático en curso.
Todos compartíamos, por tanto, la exigencia del fin de la dictadura que dictó las Leyes de Sucesión, que siguen aún vigentes; éramos mayoritariamente conscientes de la necesidad de la República.
El referente histórico de la UMD se remonta a los años 30 del siglo pasado: la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA).
La UMRA Fue una asociación de militares republicanos creada en 1934 como respuesta a la actividad monárquico-fascista de la clandestina Unión Militar Española (UME), creada en 1933.
Pese a que la UMRA alertó en numerosas ocasiones al Gobierno de la actividad conspirativa de la UME, la relativa pasividad de los ministros del ramo acabó allanando el camino al golpe militar de 1936.
El apoyo militar y político inmediato del nazi fascismo alemán e italiano a los militares rebeldes desencadenó la Guerra de España (1936-1939), preludio de la II Guerra Mundial (1939-1945).
El movimiento de militares republicanos es una corriente de opinión defensora de los valores democráticos en los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire.
El colectivo Anemoi mantiene, junto a otros colectivos de militares demócratas, un combate ideológico firme y sostenido contra las estructuras franquistas del régimen de la Monarquía heredada de la dictadura.
Venimos alertando, junto a dichos colectivos, de la insidiosa agitación ultraderechista en los cuarteles. La inacción de los Gobiernos del Rey, cuando no connivencia, es causa de la represión que sufren muchos de nuestros compañeros y compañeras.
Tal es el caso del teniente Luis Gonzalo Segura, expulsado del Ejército por denunciar la gigantesca corrupción existente, pese a que ha aportado pruebas fehacientes de ello; también del cabo Marco Antonio Santos, militar expulsado por oponerse a un manifiesto firmado por cientos de oficiales, la mayoría en situación de retiro, enalteciendo la figura del dictador genocida Francisco Franco; o también de la artillera Cristina Valdearcos, militar expulsada tras un auténtico calvario urdido por las cloacas militares.
No es objeto de este breve artículo hacer un relato pormenorizado de todos los compañeros y compañeras militares acosados o represaliados injustamente, que con gran dignidad y valor siguen en la brecha defendiendo los valores democráticos. Valores contrarios a la continuidad del régimen de la Monarquía, impuesto por la dictadura mediante la fraudulenta complicidad de una parte de la oposición.
La reforma de la dictadura, auspiciada por la Monarquía, consistió en cambiar formalmente el sistema político, sin reformas de fondo -en particular de sus Fuerzas Armadas- para que el poder político-financiero, que sustentó el franquismo, continuase su dominación de clase. Complicidad que allanó el camino para que nada verdaderamente fundamental de ese poder cambiase: un poder constituido por una oligarquía propietaria de grandes compañías constructoras, eléctricas y entidades financieras, entre otros grupos de presión procedentes del franquismo.
Es decir, la llamada Transición impuso la continuidad de unos poderes ilegítimos, ajenos a la soberanía popular. La falsa Ley de Amnistía de 1977 constituyó la piedra angular de tal pacto de continuidad.
El profesor Vicenç Navarro, eminente intelectual, nos alerta:
“La desmemoria histórica que existe en España es consecuencia de la enorme influencia que las fuerzas conservadoras, herederas de los vencedores de la guerra civil, tienen en la vida política y mediática del país, resultado de una Transicion Inmodelica”.
Los militares de la UMD fuimos, digámoslo claramente, traicionados. Quedamos pues abandonados a los pies de los caballos; especialmente los compañeros procesados, condenados y finalmente excarcelados, pero no amnistiados por aquella Transacción.
Por si fuese poco, transcurrido casi medio siglo, salta a los medios la siguiente noticia:
“El 16 de marzo de 2020 la Ministra de Defensa dictó resolución por la que acuerda la desestimación del recurso de alzada contra la resolución del General de Ejército Jefe de Estado Mayor del Ejército, por la sanción de resolución de compromiso – expulsión del Ejército – al cabo Marco Antonio Santos Soto.”
Pese a la escandalosa resolución dictada por la Ministra de Defensa, la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo se ha visto finalmente abocada a la anulación de las sanciones que la autoridad militar impuso a nuestro compañero. Sin duda como resultado de su entereza, así como del valioso apoyo jurídico proporcionado por los letrados Enrique Santiago y Juan Moreno.
El escándalo internacional hubiese sido mayúsculo de haber tenido que recurrir ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Lo que hubiese puesto de manifiesto el grave desajuste existente entre las instituciones de nuestro país y las existentes en Europa; especialmente en el origen y contenido de la Constitución del 78 en todo lo referente al Rey y las Fuerzas Armadas.
Seria larga la enumeración de los compañeros y compañeras que sufren la persecución implacable del aparato represor del régimen de la Monarquía. Se trata de un acoso continuo, ejercido contra militares republicanos por militares franquistas, mayoritariamente monárquicos, escudados en una supuesta justicia militar.
La justicia militar actúa en la práctica como guardia pretoriana del Rey, jefe supremo de las Fuerzas Armadas e inviolable jefe del Estado español, impune aunque delinca.
Una posible salida a la irreversible crisis del régimen del 78 -agudizada por el evidente declive de la Corona, principal obstáculo a cualquier planteamiento de futuro- sería la formación de un amplio bloque popular capaz de dar los pasos necesarios para la proclamación de la República.
Dicho bloque habría de diseñar la estrategia a seguir junto a las fuerzas soberanistas, que reclaman su derecho a la autodeterminación, sin cuya participación la necesaria proclamación de la República sería pura ficción. Lo prueba una realidad insoslayable: el 45% de la población del Estado español vive en territorios con una lengua distinta al castellano. Lo cual no obsta para reconocer la influencia e importancia universal del castellano, pues es la lengua materna de más de un 90 % de hablantes americanos.
Una victoria compartida abriría un proceso constituyente que posibilitaría la aprobación de una Constitución más democrática.
El régimen de la Monarquía, impuesto por Franco, formateado y supervisado por los USA tras el asesinato del almirante Carrero, es irreformable. Su crisis nos aboca a una evidente regresión en las libertades y derechos arrancados a la dictadura por nuestros mayores en el siglo pasado.
Manuel Ruiz Robles es capitán de navío, miembro de Anemoi, colectivo del movimiento de militares republicanos.
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