Es hora ya de hablar claro sobre lo que ha ocurrido en nuestro país en este período de fuerte recesión económica. Resulta que España, según sus gobernantes, tenía un sector financiero saneado y una economía con mejor situación que el resto, y que estaríamos mejor que nadie para salir de la crisis. Se achacaba todo […]
Es hora ya de hablar claro sobre lo que ha ocurrido en nuestro país en este período de fuerte recesión económica. Resulta que España, según sus gobernantes, tenía un sector financiero saneado y una economía con mejor situación que el resto, y que estaríamos mejor que nadie para salir de la crisis. Se achacaba todo el problema a causas externas de las finanzas internacionales y a la globalización. Algunos incluso llegaron a apuntar desde el Gobierno que los españoles «dejábamos mucha propina en los bares» y no nos habíamos acostumbrado al euro, o que había un factor «psicológico» de miedo a no consumir por si la cosa iba mal en el futuro. Se llamaba «desaceleración». Yo, ante esto, rápidamente le puse un psicólogo a mi escasa cuenta corriente.
La verdad, ya se ha dicho y reconocido por ilustres economistas, es otra bien diferente. España en los últimos 20 años, con gobiernos distintos, pero idénticas políticas económicas de PP y PSOE, ha basado gran parte de su crecimiento económico en la especulación urbanística, y en el empleo de mano de obra barata. Vamos, que el crecimiento económico era pura delincuencia, pues se inflaba irrealmente el precio del suelo y la vivienda. En ello participaban y colaboraban todas las instituciones públicas que recibían grandes beneficios e ingresos, exprimiendo al ciudadano necesitado de un bien básico como es la vivienda. Este ha sido un negocio redondo de los bancos y cajas que daban los préstamos, obteniendo así mucha más rentabilidad que la de los dividendos de la cotización en bolsa. Comienza así el auge de la banca de inversión y su caída… Actualmente Bancos y Cajas en España, tienen puesto en el mercado inmobiliario más de 360.000 millones de euros, de difícil recuperación por lo que se ve…
Entre tanto, nuestro país entra en la moneda única europea y somos la octava potencia mundial ( en la «Champions League»), con una economía coja, basada en la construcción y el turismo. La llegada del euro en el año 2000 llevó aparejada una subida generalizada y abusiva de precios, no refrendada con equiparación de salarios, lo que abre una brecha enorme entre los beneficios empresariales y el poder adquisitivo del trabajador. Los riesgos de una política económica única en la Unión Europea, con economías tan diferentes unas de otras,como la de Alemania y Francia, eminentemente exportadoras, han llevado a que decisiones como la del Banco Central Europeo de subir los tipos de interés entre el 2005 y el 2007, hundan las economías familiares de los españoles, ya de por sí muy frágiles y endeudadas muy por encima de sus vecinos europeos. Aquí todo el mundo se compraba piso, pues el alquiler o no existe o está muy alto, y la vivienda pública ha sido testimonial.
La consecuencia de todo ello es que más de 19 millones de españoles tienen un sueldo por debajo de 1000 euros, de los cuales la mitad están hipotecados y deben emplear el 70% para pagar su vivienda habitual, y por lo tanto contraen su gasto en otros sectores. España es un país cuyo PIB depende al 60% del consumo interno, por lo tanto, si cae el consumo la economía se debilita. Esto está pasando desde finales del 2006, cuando comenzó la escalada del tipo de interés hipotecario y se acompañaron subidas continuadas del IPC. Ya en 2007 se paraliza la compra de nuevas viviendas y cesa la construcción debido al excesivo stock( hemos edificado en los últimos 10 años tantas viviendas como Francia, Alemania e Inglaterra juntas) y a que los precios comienzan a bajar. El turismo, desde la llegada del euro, ha tenido un paulatino declive hacia destinos más baratos y se ha mantenido por el aporte nacional, hasta que éste se ha contraído también.
La llamada «burbuja inmobiliaria» que inflaron Felipe González, y José María Aznar, le ha explotado en toda la cara a José Luis Rodríguez Zapatero, y a todas las autonomías, los ayuntamientos, inmobiliarias, constructoras, bancos y cajas de ahorro, y al propio ciudadano que colaboró sin quererlo en este juego económico. La responsabilidad no es de la coyuntura internacional, sino de los gobiernos, que viendo el problema no pusieron remedio, o no quisieron verlo por razones electoralistas.
Ahora parece que la culpa es del trabajador que debe jubilarse más tarde, bajarse el salario y aceptar contratos en los que no sea un problema mandarle a la calle a las primeras de cambio. Entre tanto, no faltan los aprovechados que han hecho «limpieza de cajones» y han mandado al paro a todo el que molesta o sale caro, o deslocalizan empresas allí donde sale más barata la mano de obra. ¿Por qué España genera tanto paro? Pues porque tenemos la tasa más alta de la UE de contratos temporales( 33%),en los que sale gratis despedir. Así que abaratar el despido no es razón para crear empleo estable, sino todo lo contrario.
Una vez analizadas las causas busquemos soluciones. La salida a esta crisis española no pasa por dar más razones y argumentos a las políticas neoliberales que nos trajeron hasta esta situación traumática de 4 millones y medio de parados. ¿Dónde ha quedado el estado del bienestar que fundamentó las políticas comunes de Europa? Habrá que pensar en políticas de pleno empleo de calidad, vivienda pública y derechos sociales. Si queremos favorecer el consumo, debemos aumentar los salarios y disminuir el coste de los alimentos básicos, vestido, vivienda, energía, educación, servicios sociales y sanidad, o bien asegurarlos por ley como un servicio público. Si al españolito le sobra algo de sueldo a final de mes, habrá más ventas, y por el «efecto dominó» en la economía, más producción, más empleo y más ingresos para las arcas públicas. Si se mejora la fiscalidad y se pone el foco en las grandes fortunas, en los paraísos fiscales y en la economía sumergida, aprovecharemos para olvidarnos de subir los injustos impuestos indirectos como el IVA, que graban más a quien menos tiene. Debemos seguir aumentando la productividad para reducir el tiempo de trabajo y reducir la edad de jubilación, pues ello propiciará que los jóvenes tengan más oportunidades de empleo. Hagamos un catálogo de profesiones en las que debe ser anticipada la jubilación, por razones sólo de dureza de las condiciones de trabajo. La cuantía de las pensiones deben ser acordes con lo cotizado por el trabajador, dejándole escoger la opción que más le favorezca en cuanto a su forma de cómputo. El Gobierno no puede consentir que existan en España trabajadores sin contrato, con condiciones laborales y salarios tercermundistas, principalmente ocupados por mano de obra inmigrante, que degradan al resto de trabajadores por aquello de » si no lo haces tú, ya lo hará otro». Vigilancia y sanciones.
Si queremos participar de la idea de Europa, antes debemos parecernos a otros países de nuestro entorno en protección a la familia, seguridad en el trabajo, salarios, gasto en educación e investigación, infraestructuras, etc. El riesgo de asumir una moneda única, sin posibilidad de tener un control efectivo de los ciudadanos sobre las decisiones económicas que se toman, nos llevan a este tipo de catástrofes económicas, entendidas como daños colaterales. Acabemos con las deslocalizaciones de empresas dentro de la UE. Hagamos que los estados democráticos gobiernen la economía en función de los intereses de los ciudadanos y no de los lobbys económicos. La responsabilidad última de lo que ha pasado y pasará está en el votante. ¿Cambiamos de turno de partidos o de política económica?. Ustedes deciden.
Jesús Ojeda Calvo. Licenciado en Geografía e Historia. Ex concejal de Izquierda Unida del Ayuntamiento de Burgos.
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