Estamos hartos y hartas de aquellos que ante su impotencia y miedo, nos imponen su agenda de locos, su caos, sus cabalgatas de caballos desatados, descompuestos… Y nos distraen de las tareas principales, constantemente, sin solución ante ellos, salvo aclararnos los demás, sumar esfuerzos, pensar reflexivamente y luego actuar en consecuencia, darles el ultimátum y si no reaccionan, la espalda: seguir sin ellos, por el camino que debemos tomar. Otro, el que esta nueva realidad nos exige, el que nos está marcando la ley de la supervivencia que no es la de las dentelladas y mordiscos, el canibalismo, el yo primero, el no me importas, sino precisamente, lo contrario. Cuesta, es cambiar el rumbo, el paradigma, la costumbre, la neurosis, por trabajo, organización, unidad, movilización, aunar voluntades…
La tensión, la crispación social no puede alimentarse en modo alguno y menos, jugando su juego; no puede dejarse engordar desde los poderes que sí tienen los resortes adecuados para investigar, frenar, o llevar a los tribunales a los golpistas si los hubiera, como así parece y representaran un peligro para la democracia, la integridad de las personas y el resurgimiento del odio, como también parece. “Ejecutivo” es una palabra, que en el reparto de poderes democrático quiere decir exactamente eso: ejecutar.
Apartarlos y apartarse de ellos, de los salvajes, de ello, de todo lo que conllevan. El daño, ni puede ser infinito, ni puede tolerarse más. Es lo que toca. La cuestión ahora mismo es trabajar en una vía constructiva, de reparto, social en su amplio sentido y prioritariamente, antes que nada, reforzar los servicios sanitarios y a los propios sanitarios: contratos dignos, más personal, más material, para poder acometer la próxima escalada.
Seguir escandalizándonos sin más antes los “argumentos”, las burlas, las provocaciones, el lenguaje, los gestos, la desobediencia a la cuarentena, las salidas más que de tono, los insultos al Gobierno y las amenazas a personas en concreto dentro de él, no sirve más que para alentar el incendio que otros quieren provocar y tensionar aún más a la población atemorizada y enjaulada que sí obedece con su deber ciudadano las recomendaciones sanitarias y de las autoridades. Pero que está agotada, pendiente de eficacia constante, exigente para que no se normalicen las limitaciones a la libertad y se enquiste la restricción de sus derechos como personas y ciudadanos.
No es de recibo cargarnos el mochuelo por inacción o estrategias de hacerse los desentendidos. Quien lo esté haciendo, que haberlos, haylos. A este respecto recomiendo el siguiente artículo.
Junto a él uno de hoy mismo, día 19 de mayo de Iñigo Errejón alojado en www.el diario.es señalando acertadamente que “el Gobierno necesita una tensión que no venga de las derechas o se puede acomodar”.
Es difícil la tarea, mucho, en medio de una circunstancia excepcional y que se repite rara vez en la historia como es una pandemia, pero siguiendo el hilo racional y de ejemplos básicos que todos entendemos, sería necio pretender que comprendamos que ante conflictos familiares, quienes tienen más medios, recursos y autoridad, dejen por descuido o lo que sea sus tareas acuciantes y graves y de contestar lo que destruye precisamente cuando los más débiles del núcleo, los menos preparados y con menos recursos necesitan de ellos.
¿Quién echaría la cuenta de que es mucho el trabajo o difícil y echaría a éstos a los perros por desacertada acción u omisión, por debilidad… A los demás que les respetan y les han dado precisamente dicha autoridad? No, no es de recibo. Sencillamente, quedarían desautorizados. La no gobernanza es lo que tiene. Y ante una olla explosiva que está por destaparse si nada se hace, o poco, o insuficiente, o timoratamente, sin agallas, esto es muy serio. A considerar.
Está claro que horas duras, más, están por llegar. Y esto no será inesperado. A la pandemia sigue una crisis de proporciones inmensas en un país pobre, descapitalizado, desindustrializado y con corrupción presente, pasada y, si no lo remediamos, futura también; con una altísima tasa de paro previa, sobre todo, juvenil, con población envejecida, con precariedad laboral suma, con un estado sanitario y educacional privatizado o concertado que viene a ser lo mismo en resultados… la crisis será brutal. Esta crisis ya la estamos viviendo, pero es solo la punta del iceberg. Y de antes venía, no solo desde 2008 en que se empezó a agudizarse, para capas de la población determinadas, para no pocos…
Estado más fuerte, transformaciones básicas (en la base) y para durar, estructurales; cohesionar sociedad desde cimientos sólidos y no frentistas, abordar el problema, grave, territorial, la forma de Estado que la mayoría amplia quiere, la nueva Constitución para todos y con articulado que se cumpla, sin más galimatías ni dobles intenciones como en la que nos ampara, que ni siquiera se cumple para los más débiles y los no tan débiles y que se gestó en cafeterías…
Ponerse serio y lo anterior, no es tarea fácil, claro que no. Y menos, teniendo en cuenta el desgaste que sufrirán sin remedio, porque es ley de vida y política esto, los gobiernos que en todos los países gestionan una crisis así (se dice, y con razón, que solo quien hace se equivoca). Este gobierno nuestro, legitimado por las urnas y a los mandos, no será excepción. En nada.
También debe acostumbrarse este nuestro gobierno a las críticas, y desechar la manipulación y el engaño a los gobernados; entender, como la oposición, que es la hora de la verdad. De nada sirven artificios cortoplacistas, miopes, ese ganar tiempo como sea sin meterse en harina; salvar solo las apariencias. No vale, como no sirven rabietas infantiles, defensa de supuestos privilegios o bobadas. Estamos en un siglo avanzado y hemos de aprender a ser una federación de pueblos adultos. Una república federal o confederal, como elijamos.
Es el paso del Ecuador y quien se quede atrás, se auto marginará. Tampoco vale ampararse en el lobo que viene para dejar a las que se quiere ovejas a sus expensas y luego irse a merendar con el rey. Ante toda crisis -de esta magnitud más- y al margen nada despreciable de que esta monarquía procede y es franquismo, según han resaltado oportunamente y aclarado, personas con la información y la catadura moral bien alta como el capitán de navío Manuel Ruiz Robles, que lo remarcó en tantos artículos publicados y, por tanto públicos. Ante esta crisis, digo, y sus consecuencias económicas, siempre, todos los pueblos, incluso el británico, tan acoplado con su reina, se han preguntado cuánto nos cuestan y qué servicios prestan: si merece la pena los monarcas y sus casas. Nuestro rey, se ha quedado desnudo y sin tarea, esa es la cruda verdad. Y no es querido por la inmensa mayoría que lo sufre, según indican las encuestas de calidad. No hace falta saber más… Aunque hay mucho más, que no se quiere saber, investigar…
Pues bien, no es hora de amparar coronas ni de ampararse en coronas ni en otros lobos, en ese lobo viejo zorro, viejo conocido, que tan tonto útil está resultando ser para el posibilismo, lo estamos viendo, desde las pasadas elecciones andaluzas. No, ni en ningún otro, se llame Vox o lo que se llame, ni en las señoronas de Serrano y sus señorones de corte atildado que amenazan avinagrados… Dejemos de jugar peligrosamente con esos soldaditos de plomo.
Los demócratas de la oposición derechista que den un paso al frente; los que no lo sean, lo dicho: no vamos a tener tiempo de atender sus rabietas, ni vamos a jugar su juego de histriónicos y no por ello malos planificadores de un mundo que ya no existe, ni tiene orden de continuidad en absoluto.
Igualdad real de género, enseñanza de calidad (hasta finalizado todo el ciclo universitario, máster, doctorados, etc.), accesible para todas las capas sociales; laicidad y que cada cura trabaje para su salario, como cualquier hijo de vecino; sanidad para todos: pública y de calidad, banca pública de servicio, respeto medioambiental y animal, avances científicos, formación para la tecnología ineludible y benefactora si se usa como herramienta de avance y no como arma abusiva en pos de mayor explotación; regulación laboral adecuada a los tiempos y respetuosa con los trabajadores, servicios públicos servidores del contribuyente y no del neoliberalismo, s.a. (no más despreciativo, altivo y burlón funcionario con los menos favorecidos por la economía, por favor); red de apoyo y reinserción para los que se han ido quedando atrás porque el proyecto es para todos los españoles, no para unos cuantos. Plan para la industria y plan de recuperación de nuestra biodiversidad y nuestra tierra, plan de recuperación de nuestra inteligencia dispersa por el mundo, con inversiones reales en investigación y desarrollo, de manera que resulte atractivo el rescate de personas, de cerebros…
En fin… El mundo que viene, no es su mundo, el de los desordenados, parásitos, vagos, vociferantes, insolidarios, intolerantes, matarifes, violentos, explotadores sin freno, tontos inútiles. Hacen falta manos para construir otra realidad y quien no quiera hacer el esfuerzo, se está liquidando a sí mismo. En urgencias, en cambios de ciclo, esto es lo que pasa… No hay cortinas de humo que tapen esto.
Enriqueta de la Cruz es periodista y escritora