Evidentemente, el titular de este artículo es una pregunta directa a los responsables de ese partido político. No afirmo otra cosa que plantear mi duda razonable sobre una actitud ambigua, exenta de una mínima confianza en el futuro, por parte de la dirección del Partido Popular (que no de muchos de sus militantes), ante el […]
Evidentemente, el titular de este artículo es una pregunta directa a los responsables de ese partido político. No afirmo otra cosa que plantear mi duda razonable sobre una actitud ambigua, exenta de una mínima confianza en el futuro, por parte de la dirección del Partido Popular (que no de muchos de sus militantes), ante el reciente comunicado de ETA de establecer una tregua permanente. Acaso la desconfianza y la sospecha en sesión continua son común denominador entre sus dirigentes, herederos de la ideología de los mas siniestros personajes que defendieron a Franco, incluido el ciudadano Juan Carlos de Borbón, quien, aunque tiene prohibido por la Constitución pertenecer a un determinado grupo político, desprende un tufillo derechista más que sospechoso, desde que abrió el tarro de sus malolientes esencias y pronunció aquella mamarrachada insultante que decía: No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia.
Pero ese personaje, a pesar de ello, es del agrado de gente que dice ser de la izquierda. O sea, que deben ser zurdos, porque la verdadera izquierda, la del progreso, la cultura y el combate constante por la paz, que aún defiende los mismos postulados que llevaron al paredón a miles de republicanos durante el levantamiento fascista de 1936, es incapaz (aunque me entristece imaginar que a Saramago le importa tres cominos que el tal Juan Carlos sea fan de un asesino como fue el Caudillo) de justificar históricamente la existencia de esta monarquía casposa y retrógrada, para alcanzar la III Republica Federal de los Pueblos Ibéricos, en la que convivirían en perfecta armonía (como lo hicieron cristianos, árabes y judíos en la Córdoba del siglo XI), vascos, portugueses, catalanes, gallegos, cántabros, castellanos, andaluces y demás habitantes de esta puerta del continente europeo. Más impensable fue lo que la comunidad internacional ideó para la antigua Yugoslavia, aunque le costara a sus pueblos miles de muertos. Ni un asomo de rubor tras el desastre. Ni una palabra de consuelo para aquellos daños colaterales , de los que hablaba con repugnante frialdad un sobrino nieto de Salvador de Madariaga que, en 1981 había asistido a un acto multitudinario en el que se pedía que España no entrara en la OTAN . Él llegó a la máxima dirección de esta máquina de matar. Cosas veredes, querido Sancho, que harán temblar las paredes.
Todo anuncio de que la sangre no va a seguir siendo derramada, en cualquiera de las áreas geográficas en las que aún se mantiene el olor a muerte y asesinato, debe ser celebrado por las gentes de bien. ETA prometió hace una semana que había decidido plantar las armas, declarando una tregua permanente. Tras la publicación del comunicado de la organización armada vasca se produjeron todo tipo de reacciones; comenzando por la más optimista, siguiendo por la de aquellos que profesan la incredulidad como religión verdadera, pasando por la más rabiosa (aquella que no soporta en la idea de las contrapartidas), y llegando a la de la frustración empresarial, al considerar que los negocios de las agencias de seguridad se van al garete, o a la de la impotencia de quienes verán sus sueldos reducidos considerablemente (Policía Nacional y Guardia Civil), etc.
El Partido Popular, oficialmente, no ha mostrado todavía la menor alegría ante el anuncio de ETA. Por ello, utilizando su hipócrita silogismo de que quien no condena el terrorismo, está ensalzando sus crímenes, deberíamos deducir que si el PP no declara públicamente su esperanza y alegría, ante la noticia de que Euskadi Ta Askatasuna deja las armas de forma permanente, es que sus dirigentes de ahora, Rajoy, Zaplana, Acebes… o su padrino Aznar, lamentan que ETA deje de matar, y por tanto son tan culpables de apología del terrorismo como los que aún permanecen en las cárceles del estado español por ese delito.
Por todo ello, denuncio desde estas paginas esa actitud tan hipócrita, que sólo puede obedecer a motivaciones de carácter crematístico. Y añado que se van a acabar los negocios de aquellos que tienen empresas de protección, de agentes de seguridad y vigilancia, los de blindaje de automóviles, de medios de comunicación alarmistas, de venta y alquiler de sistemas de seguridad interna y externa, de armas de calibre menor. Y me atrevo a decir que descenderá el número de droga incautada a miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, el de denuncias por tortura y malos tratos en comisarías y cuartelillos, aunque tiemble al pensar en la probable infiltración premeditada dentro de ETA por parte de agentes incontrolados de los servicios de inteligencia españoles, para que de repente surja un grupo de comandos locos que, como sucedió en la localidad irlandesa de Omagh, quieran acabar con las esperanzas de paz y armonía que ahora deseamos más que nunca, para ver a un pueblo entero dedicado a reconquistar sus derechos políticos sin que intervenga el alarido del disparo o el grito de una bomba.
Aznar: se han acabado tus días de gloria y miseria. Ahora te toca anunciar un alto definitivo en tu actividad como defensor de la muerte y las guerras, las invasiones y la mentira constante. Y si no estás por la labor, sería más honrado por tu parte que adoptaras un seudónimo, por ejemplo, Navajero del Pisuerga y lanzarte al monte para que tus seguidores vean los huevos que le echas a la vida. Tu PP estoy seguro de que te seguirá… hasta la puerta, y luego uno a uno se irán a la madrileña calle de Ferraz a solicitar el carné del PSOE, para que este colectivo, que se nutrió en tiempos de Felipe el Mentiroso con delincuentes-militantes como Barrionuevo, Corcuera, Vera, San Cristóbal, Guerra, y otros que ahora olvido, vaya escorándose más y más a la derecha, siguiendo el ejemplo de ese terrorista tan hábil como Tony Blair, miembro de la Internacional Socialista, para oprobio y vergüenza de los millones de militantes honestos de todo el mundo, y acabar bebiendo en el mismo abrevadero que George W. Bush.