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Las artimañas de la derecha

Fuentes: Rebelión

«Despierten. Tienen enemigos peores de lo que creen» JOE BAGEANT   Acabo de concluir la lectura del interesante libro de la politóloga estadounidense Susan George, una de las principales figuras del altermundismo, que lleva por título «El pensamiento secuestrado» y que trata, como su propio subtítulo pone de manifiesto, de «cómo la derecha laica y […]

«Despierten. Tienen enemigos peores de lo que creen»

JOE BAGEANT

 

Acabo de concluir la lectura del interesante libro de la politóloga estadounidense Susan George, una de las principales figuras del altermundismo, que lleva por título «El pensamiento secuestrado» y que trata, como su propio subtítulo pone de manifiesto, de «cómo la derecha laica y la religiosa se han apoderado de Estados Unidos». En él, la autora hace un pormenorizado y documentado análisis de la «larga marcha a través de las instituciones» emprendida por la derecha al menos desde la década de 1970 y culminada con éxito y que ahora resulta tan difícil contrarrestar, una vez que está bien instalada en los medios de comunicación, en las influyentes iglesias y en el «sentido común» de las gentes. «Su intención es seguir haciendo avanzar su Estado autoritario, antidemocrático, controlado por las empresas y oligárquico, utilizando como escaparate y elemento de control social una religión reaccionaria pero que satisface las almas».

Toda esta cultura neoliberal o neoconservadora se ha ido construyendo con paciencia por «unas élites despiadadamente eficientes, bien financiadas y bien organizadas» e impregna hoy toda la sociedad estadounidense y no se cuestiona porque sus supuestos suelen ser tácitos. Pero, sobre todo, esta cultura está significativamente basada en mentiras. Veamos lo que dice el periodista Michael Kingsley, citado en el mismo libro, y que sirve no sólo para definir a la administración Bush, que es a quien van dirigidas, sino que expresan -y no por casualidad- la estrategia política actual de la derecha española: «Las mentiras son muchas veces tan ridículamente obvias que uno se pregunta por qué se molestan. Hasta que se cae en la cuenta de que no se han molestado. Si decir la verdad fuera menos molestia, lo habrían intentado también. La forma característica de falsedad es construir una realidad alternativa sobre algún tema y considerar a todo el que se oponga a ella un mocoso inepto obsesionado con los matices». Aquí, los dirigentes populares son más partidarios de emplear la repugnante fórmula de «la inmensa mayoría de los españoles…» para hacer prevalecer su punto de vista y descalificar por goleada «democrática» el del contrario.

¿Qué buscan con ello, tanto en EE.UU. como en España? En primer lugar, la degradación de la política, la despolitización de la sociedad en general y del adversario en particular. Resulta fácil descubrir esta estrategia política en la oposición que el PP aplica en nuestro país al menos desde el fatídico 11-M y, por lo tanto, desde la víspera electoral que trajo consigo la victoria de Zapatero. Hemos visto, desde entonces, como cuando agarra una presa no la suelta hasta que no está completamente aturdida, y entonces salta a otra presa, agarra otro tema y lo desmenuza mientras le resulta útil. Da igual que carezca de argumentos, le vale con la mentira mil veces repetida por sus portavoces y por su impresionante ejército mediático. Trata de imponer su agenda política y casi siempre lo consigue y está basada en la confrontación y en el rechazo absoluto a cualquier pacto que sirva de balón de oxígeno al gobierno, ya sea la política antiterrorista, la educación, la situación económica, el estatuto de Cataluña, el revisionismo histórico o el barrio del Cabañal. Da lo mismo, cualquier materia es susceptible de controversia y por lo tanto se convierte en un arma arrojadiza.

Para ilustrar este tema, es necesario traer a colación a otro gran pensador, con fama de original y heterodoxo, Slavoj Zizek (Liubliana, 1949) quien sostiene, en su libro «En defensa de la intolerancia«, que «sólo el populismo de derechas manifiesta hoy una auténtica pasión política que consiste en aceptar la lucha, en aceptar abiertamente que, en la medida en que se pretende hablar desde un punto de vista universal, no cabe esperar complacer a todo el mundo, sino que habrá que marcar una división entre nosotros y ellos». En este sentido, la única actitud verdaderamente política en el panorama español es la de la derecha, que busca siempre la confrontación, mientras que la socialdemocracia languidece y se mantiene siempre en lo políticamente correcto, sin hacer valer nunca su verdadera agenda y sin marcar líneas rojas a su adversario político. La política del PSOE se basa en evitar la confrontación con la derecha, plantea una ley y va cediendo poco a poco terreno (frente al PP o frente a la Iglesia) en aras del consenso, sin que al final le sirva para alcanzar un acuerdo, porque la derecha siempre se muestra insaciable, y porque en realidad su único objetivo, sin importarle los medios, es hacerse con el poder político (ya posee, por otra parte, el poder económico, mediático y judicial). En este mismo libro, más adelante, Zizek vuelve a incidir sobre su tesis: «para la izquierda, la única manera de ser efectivamente universal es aceptando el carácter radicalmente antagónico (es decir, político) de la vida social, aceptando la necesidad de tomar partido».

Y para finalizar, volvemos a Susan George, quien intenta demostrar que «la batalla es, sobre todo, cultural, y que la estrategia de la extrema derecha ha sido rentable. Si uno consigue entrar en la cabeza de la gente, no hace falta preocuparse de sus manos ni de su corazón: irán detrás. Y entonces los dirigentes podrán hacer cuanto les plazca». Y este panorama no sólo es válido para los EE.UU., sino también para Europa, por ejemplo, y para España, no cabe duda, a menos que despertemos y optemos por enfrentar al monstruo con sus propias armas.

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.