Al calor de la huelga general convocada el 29 de septiembre de 2010, surgieron en diversos barrios y pueblos de Madrid, de manera espontánea, asambleas de trabajador@s que aglutinaban parte del tejido asociativo local y otras personas en apoyo de aquella huelga. El origen no era casual, pues se apreciaba una debilidad, o menor interés, […]
Al calor de la huelga general convocada el 29 de septiembre de 2010, surgieron en diversos barrios y pueblos de Madrid, de manera espontánea, asambleas de trabajador@s que aglutinaban parte del tejido asociativo local y otras personas en apoyo de aquella huelga. El origen no era casual, pues se apreciaba una debilidad, o menor interés, en algunas de las estructuras sindicales, y trataba de movilizar recursos activistas que de otro modo no hubieran encontrado lugar de participación en aquella huelga.
Tras aquella huelga, cuyo alcance fue superior al que se esperaba, y una vez que CC.OO. y UGT pactan la rebaja de las pensiones, algunas asambleas deciden continuar con su actividad de organización y lucha contra la batería de recortes soiales y laborales.
No existe un modelo organizativo único; pero todas estas asambleas, que comparten los objetivos de la lucha y el carácter local y plural, tienen en común el objetivo de organizar a la clase obrera en los lugares de residencia, en los pueblos y barrios de trabajadores, en los que existe un gran número de pequeñas empresas y que permite también relacionar a trabajadores de algunos sectores que, por su precariedad o rotatividad en el empleo (caso de las ETT) no tienen facilidad para organizarse en las estructuras sindicales tradicionales.
El pasado 19 de junio estas asambleas convocaron las marchas al Congreso, congregando a decenas de miles de trabajadores, cuyo éxito se debió, además del propio diseño de la movilización (que está siendo utilizado en otras ocasiones), a la confluencia de numerosos sectores populares en lucha, junto con el naciente movimiento del 15M, cuyas asambleas populares de barrios y pueblos apoyaron casi en su totalidad.
Las agresiones no han cesado con duros recortes en salarios, despidos masivos, reducción y privatización de servicios públicos, subidas de precios e impuestos, precarización de contratos y condiciones laborales, etc. Nos dicen que no hay dinero para los servicios públicos, pero no falta para la banca, para los repartos de beneficios, para jubilaciones millonarias a los directivos, o para las guerras de invasión a otros países o los escudos antimisiles. Y todas estas decisiones se toman a espaldas del pueblo, como la última reforma de la constitución monárquica que da «prioridad absoluta» al pago de la deuda especulativa frente a todo tipo de gasto o necesidad social.
Nos enfrentamos a uno de los ataques más duros de esta lucha de clases que algunos consideraban (o siguen considerando) ya superada. Las formas que toma este ataque son tan groseras, que negar la lucha de clases hoy es negar la evidencia, y más que un ejercicio de ignorancia, es una manipulación ideológica.
Ante esta agresión, debemos pasar de la resistencia a la ofensiva, construyendo espacios de confluencia entre el sindicalismo participativo en los centros de trabajo, y las asambleas de trabajadores y populares de los barrios y pueblos, así como entre los diferentes sectores en lucha cuya confluencia dará más fuerza al conjunto de las movilizaciones, hacia una huelga general y hasta conseguir nuestros objetivos.
Pedro Casas es miembro de la Asamblea de Trabajadores de Carabanchel.
Fuente: Boletín de la Coordinadora Sindical de Madrid, Nº 22, p. 4, noviembre 2011.