Las Bases son el iceberg de la dependencia política de nuestro La formalización de las Bases militares estadounidenses en nuestro país se hizo con el acuerdo del Gobierno dictatorial de Franco con el Presidente Eisenhower en el año 1953. Este sería el gran éxito de la ‘normalización’ de la dictadura con Occidente y, a su […]
La formalización de las Bases militares estadounidenses en nuestro país se hizo con el acuerdo del Gobierno dictatorial de Franco con el Presidente Eisenhower en el año 1953. Este sería el gran éxito de la ‘normalización’ de la dictadura con Occidente y, a su vez, refleja las limitadas posiciones pro democráticas de ese Occidente en cuanto le mencionan que su seguridad se mide por la defensa de su billetera.
Ese régimen franquista dependía en un buen grado de su sumisión al amigo estadounidense y de ahí, que no existieran voces publicables que denunciasen el trasiego, depósito de armas y demás de ese ejército estadounidense en sus operaciones y que sólo el grave accidente de las bombas nucleares de Palomares alertase que en esta finca del estado español, con la complicidad franquista, se estaba por lo menos en el objetivo nuclear de la otra superpotencia, la Unión Soviética.
Por eso, parecía que la etapa que se abría tras el desmoronamiento de la dictadura, también en el terreno militar y de alianzas se entraría en una fase de equilibrio, no seguidismo con las tendencias imperialistas que habían apoyado una dictadura autoritaria, enemiga de las libertades y carcelera de la militancia democrática y de la anticapitalista.
Pero la transición, en esta cuestión como en otras, arrojó unos resultados decepcionantes como fruto no sólo de la fuerza de la rémora autoritaria si no también del apoyo implícito o explícito de las legalizadas fuerzas políticas. Los partidos de ‘orden’ veían el Acuerdo con Estados Unidos como elemento de estabilidad y los denominados ‘progresistas’ lo veían como un ‘mal menor’, temporal y que a cambio de su silencio cómplice, se descartaba la opción dura de entrar en la OTAN.
Pero la historia continua. Lo que no avanza, retrocede. El intento de golpe de Tejero y sus secuaces de 1981, tuvo como colofón, la entrada en la OTAN en el cenit del mandato de Calvo Sotelo.
Lo siguiente es la renovación del protagonismo popular a través de la Comisión Anti-Otan, entre otros y la pirueta de mercadotecnia de un PSOE que ya había dejado claro que aceptaba el cesarismo del Sr. González, Felipe. De hecho, el contorsionista paso del ‘de entrada, no’ a la campaña a su favor, sólo contó meritoriamente con la renuncia de unos escasos -¿tres, cuatro, ocho?- militantes. En todo caso, con la rebusca del significado de las encuestas se pusieron unas limitaciones a la permanencia en dicho organismo militar: no pertenencia a su estructura militar, desnuclearización, etc.
Que poco a poco, y con pasos decididos y ejemplares, los diferentes Gobiernos han quitado y han normalizado su posición de socios leales. Se entró en la primera guerra de Iraq, se intervino militarmente en la antigua Yugoslavia (sin ser informados de las consecuencias del uso de armamento recubierto de uranio), etc. Con motivo de este conflicto se aceptó el cambio estratégico de la OTAN para superar los limites euroatlánticos, para poder participar en otros territorios, y motivos que la autodefensa,…
Por eso, en esta deriva, y tras la marcial sintonía que quiso implantar Aznar a la alianza privilegiada con EEUU, el paso inaugural de la Presidencia de Rodríguez, de abandonar Iraq fue un soplo de aire fresco.
Pero, enseguida, se han vuelto a ordenar los muebles y a reiterar la pleitesía con ese Gobierno: las bases estadounidenses son elementos imprescindibles en la logística de guerra imperialista y fueron parte destacada en los avituallamientos de los bombardeos contra la insurgencia y la población civil de Faluya; una(s) fragata(s) del ejército español ha estado tomando parte del operativo militar y bélico posteriormente, etc. Es también destacable la complicidad española en los vuelos secretos de presos o en Afganistán y su compromiso de suplir a las fuerzas estadounidenses en dicho país, para aliviar la carga imperial concentrada en Iraq, como la nula queja a los comportamientos unilaterales de dicho país cuando bombardea objetivos en una aldea de Pakistán poniendo en claro peligro a tropas nacionales -con armamento (¡)- destinadas a una ayuda humanitaria en dicho país.
Todo lo cual indica la plena asunción de sumiso secundario del Gobierno español. Pero, continua la deriva atlantista acercándose a las posiciones más groseras estadounidenses y coloniales en escenarios como el Sahara o con las amenazas al nuevo Gobierno palestino y su olvido paralelo del fundamentalismo sionista con el que refuerza relaciones de vecindad a través de la OTAN y pudiendo reforzar sus intercambios armamentísticos.
De todo esto, se deduce que la Campaña Sin Bases quiere trabajar en el terreno de sensibilización e información alternativa. Pero también y específicamente, en la organización de un movimiento que altere la política militar de este país, ligada al imperialismo. Y, por ello, focaliza en las bases militares estadounidenses -el iceberg de la dependencia política de los diferentes gobiernos de nuestro país-, en los cuarteles de la OTAN, en las instalaciones militares de armamento químico, bacteriológico y demás su actividad como fórmula de alterar la política consensuada militar de los partidos occidentalistas y hacer un mundo más justo. Porque otro mundo es posible.
* Santiago González (Comité de Solidaridad con a Causa Árabe, www.nodo50.org/csca)