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Las calendas de HB

Fuentes: Público

En 1996, José María Aznar, por entonces candidato a la Presidencia del Gobierno, comentó en una entrevista que concedió a Época (consúltelo quien quiera en el número 575 de ese semanario) que ilegalizar a Herri Batasuna sería «absolutamente estéril». «Un camino equivocado», añadió, rotundo. Pero no se refirió tan sólo a la ineficacia política de […]

En 1996, José María Aznar, por entonces candidato a la Presidencia del Gobierno, comentó en una entrevista que concedió a Época (consúltelo quien quiera en el número 575 de ese semanario) que ilegalizar a Herri Batasuna sería «absolutamente estéril». «Un camino equivocado», añadió, rotundo.

Pero no se refirió tan sólo a la ineficacia política de esa ilegalización, por entonces manejada como mera hipótesis. También se pronunció sobre el fondo jurídico del asunto. «Hay que actuar contra las personas que amparan, jalean o hacen apología del terrorismo, contra personas concretas», argumentó. Su idea de la época (y de Época ) es que quienes delinquen, cuando delinquen, son las personas físicas, no las agrupaciones políticas, que son un mero instrumento de participación política.

Cuando, años después, él mismo, con Zapatero de la mano, decidió promover la Ley de Partidos e ilegalizar cualquier plataforma de la izquierda abertzale que se les pusiera por delante, algunos evocamos su propio dictamen y les dijimos -a ambos y a sus respectivos partidos- que tal vez un día se encontraran con la desagradable papeleta de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos los pusiera firmes, recordándoles que los convenios sobre derechos fundamentales existen y que los estados pueden verse en incómodos aprietos si los utilizan como papel higiénico, tal como ellos hicieron con la Ley de Partidos. Un periodista adicto al PP se me rio en las barbas cuando me oyó decir eso: «¡El Tribunal Europeo de Derechos Humanos! ¡Para cuando examine el asunto, todos calvos!».

Me pareció un curioso argumento, sobre todo porque los dos estábamos ya bastante calvos en aquel mismo momento.

En todo caso, la vida es tozuda. Incluso las célebres calendas græcas acaban teniendo «su mármol y su día», que diría Machado. Es cierto que el tribunal europeo en cuestión se ha tomado su tiempo, pero al fin ha dictaminado que el recurso de HB contra su ilegalización merece ser examinado en detalle. Lo cual es significativo, porque ese tribunal apenas se detiene a examinar recursos que luego desestime por completo.

Ahora, ilegalicen ANV, y seguimos con la juerga.