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Las caras ocultadas del poliedro

Fuentes: El Viejo Topo

Nació en Vólogda en 1907. A los 17 años viajó a Moscú donde inició estudios de Derecho tras trabajar en una fábrica. Cinco años más tarde fue detenido. Le condenaron a tres años de trabajo forzado en un campo de la región de los Urales. Se llamaba Varlam Shalámov y había difundido copias del testamento […]


Nació en Vólogda en 1907. A los 17 años viajó a Moscú donde inició estudios de Derecho tras trabajar en una fábrica. Cinco años más tarde fue detenido. Le condenaron a tres años de trabajo forzado en un campo de la región de los Urales.

Se llamaba Varlam Shalámov y había difundido copias del testamento de Lenin. El autor de El Estado y la revolución señalaba en su escrito que «Stalin es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de Secretario General. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etc. Esta circunstancia puede parecer una fútil pequeñez. Pero yo creo que, desde el punto de vista de prevenir la escisión y desde el punto de vista de lo que he escrito antes acerca de las relaciones entre Stalin y Trotsky, no es una pequeñez, o se trata de una pequeñez que puede adquirir importancia decisiva».

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Henry Ramírez fue un destacado líder sindical, social y político. Había sido presidente del Sindicato de Trabajadores de Bebidas Alcohólicas Sintrabecólicas. El último cargo que ejerció fue el de concejal del municipio de Ambalema, en el Tolima. Aspiraba a la alcaldía de esta misma ciudad. El 11 de abril de 2010 fue asesinado. Un sicario le propinó un disparo en la cabeza cuando veía televisión junto a su hijo menor de edad, en su domicilio de Tolima.

Este nuevo crimen se suma a los 2.742 sindicalistas asesinados en Colombia desde 1986. El gobierno de Uribe busca desvirtuar este genocidio sindical al señalar que los móviles de los crímenes no se relacionan con la labor sindical y social de las personas asesinados. ¿Cómo explicar entonces que en 2010, sólo en los cuatro primeros meses de 2010, doce sindicalistas hayan perdido su vida? Entre ellos, Henry Moya, organizador del Sindicato ASTRACATOL, de FENSUAGRO; Javier Cárdenas Gil, de la Asociación de Areneros del Quindio; Miyer Garcés de ASOINCA, e Israel Verona de ACA Arauca.

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La Central de Inteligencia Estadounidense, CIA, ha denominado desde los años cincuenta al Estudio Psiquiátrico Personal (Psychiatric Personality Study, PPS) de quienes considera «enemigos» como «álbum clínico». En él se incluyen las investigaciones de psicólogos, psiquiatras y periodistas sobre la presunta personalidad y comportamiento del investigado desde su niñez. Se incluyen posibles enfermedades y «gustos» sexuales.

Los «estudios» se confeccionan a partir del análisis de las conferencias, escritos y otras actividades del investigado.

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Noam Chomsky lo ha explicado así: «La imaginación radical, tal y como la planteó Cornelius Castoriadis, es la semilla que da lugar tanto a la psique individual como a la cultura humana colectiva, en el sentido que creamos y co-creamos nuestra realidad. Como tal representa una función esencial de nuestra humanidad de la que sin embargo nos olvidamos porque conferimos a esta realidad co-creada una condición de normalidad y de naturalidad, gobernadas por ‘leyes’, sean divinas, sociales, económicas, o de cualquier tipo, que constituyen de cierto modo una especie de chaqueta de fuerza cognitiva, el fruto de la imaginación vicaria, ese recrear inconsciente, instante tras instante, del acto creativo originario».

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Paradoja de la política y la representación: Roy Ashburn, senador republicano local de California, 55 años, padre de cuatro hijos, de larga trayectoria homófoba, durante 14 años ha votado sistemáticamente en contra de los derechos de los gays (no quiso ampliar las leyes antidiscriminación, no apoyó que California reconociera la validez de los matrimonios homosexuales de otros estados, no aceptó establecer un día en recuerdo del activista asesinado Harvey Milk), fue detenido por conducir borracho a la salida de un bar gay, con bandera arco iris, la primera semana de marzo de 2010.

Tres días después, lunes 8 de marzo, admitió su homosexualidad al ser entrevistado en una emisora de radio. «Soy gay. Son unas palabras que han sido muy difíciles de pronunciar» comentó. Añadió: «Pensé que era mi deber, y lo sigo pensando, representar las opiniones de la gente de mi distrito, no las mías o mis luchas personales».

No pidió disculpa alguna. En su opinión, era razonable actuar como actuó durante décadas.

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Fue en 1994. En una conversación con Tariq Ali, Edward Said se aproximaba a la figura del intelectual crítico de la tradición de Sartre y Russell en los términos siguientes: «Es el intelectual disconforme el que yo creo que está desapareciendo; en gran medida porque el sistema ni quiere ni, en definitiva, puede acomodar a esta persona. Y por eso es que alguien como Genet es tan importante para mí, Genet como alguien que no está dispuesto a hacer concesiones. Quiero decir, ésa es una clase de postura que resulta imposible de mantener».

Noam Chomsky, prosigue Said, es similar: alguien que es indigerible por el simple hecho de que lo que él o ella representa es excesivo para el actual sistema. El rechazo permanente de ese resistente es la consecuencia inevitable, concluye el autor de Orientalismo.

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Nació en Odate en 1903. Finalizados sus estudios básicos, consiguió trabajo en una de las principales instituciones financieras de aquellos años, el banco Hokkaido. En 1926, a los 23 años, empezó a colaborar con el movimiento sindical y con el Partido Comunista japonés. Participó en revueltas de trabajadores y en huelgas campesinas. En paralelo, su reputación literaria siguió creciendo. La publicación en 1929, a los 26 años, de Kanikosen, El pesquero, significó su consagración como el gran escritor del proletariado nipón. El contenido político de sus escritos determinó el despido de su trabajo. Emigró a Tokio y presidió la Asociación de Escritores japoneses.

A partir de 1932 tuvo que publicar con pseudónimo. El acoso y persecución contra el se incrementaron desde 1930 y fue encarcelado acusado de participar en actividades subversivas. El 21 de febrero de 1933, a la una del mediodia, fue arrestado por la policía secreta japonesa cuando caminaba por la calle; un topo policial lo delató. Forcejeó, logró escapar, pero finalmente fue detenido. Colaboraba clandestinamente con el Partido Comunista.

Murió cinco horas después. Una brutal paliza y largas horas de tortura fueron los condimentos de su asesinato. Tenía «solamente treinta años en el momento de su muerte aunque su reputación ya era ampliamente conocida», escribió el editor norteamericano de su obra.

Se llamaba Takiji Kobayashi. Fue un escritor proletario. La policía llevó el cadáver a un hospital donde consiguió un falso certificado de defunción. El médico declaró que era un paciente habitual y que padecía una enfermedad cardiaca que le había provocado la muerte.

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Rafael Poch de Feliu lo ha explicado con la máxima claridad. No hay apenas una coma que añadir: «Que un país en la situación en la que se encuentra Irán organice una conferencia bajo el lema «Energía nuclear para todos, armas nucleares para nadie» y defienda la propuesta de convertir en zona no nuclear el Oriente Medio, la región más explosiva del planeta, debería ser motivo de atención en un mundo racional. Pero no lo es, porque lo que se hace pasar por racional equitativo y democrático es que una minoría autocalificada de «comunidad internacional» pueda amenazar con sus sanciones y armas de destrucción masiva, cometer crímenes e invadir otros países para hacerse con sus recursos, mientras que los demás deben conformarse e incluso aplaudir como geniales planes de paz concepciones que son la consagración mas grosera de la desigualdad, la imposición y la doble moral».

En noviembre de 1943, prosigue el corresponsal de La Vanguardia, Stalin, Churchill y Roosvelt celebraron su «Conferencia de Teherán». El gran Occidente, representado por aquella tríada, tenía en aquellos años el 90% de las acciones del planeta; el resto del mundo, «los chinos, los indios, los persas, los brasileños y los venezolanos, eran paisaje». Aquel Occidente no tiene más actualmente del 65% de las acciones del mundo. Empero, pretende seguir comportándose como si siguiéramos bajo las coordenadas en las que se celebró la conferencia de Teherán.

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Según la OMS, Estados Unidos ocupa el lugar treinta y siete del mundo por la calidad de su atención sanitaria. No es miembro del grupo de los 25 países más «avanzados». Cuba sí. El «país más avanzado del mundo» esta detrás de Costa Rica y su sanidad es algo mejor que Eslovenia.

El (mal)gasto en salud de EEUU gira en torno a los 6.096 dólares per cápita y año. Con un matiz sustantivo: no se presta servicio a cerca de 50 millones de ciudadanos. Sin tenerlos en cuenta, el gasto promedio es aún mayor: más de 7.000 U$S por persona cubierta. Entre los veinte primeros países del mundo con desarrollo humano elevado el promedio de gasto por persona y año es de 3.029 dólares, menos de la mitad del gasto usamericano.

Otra diferencia: en ningún hospital de ninguno de estos veinte países se realiza alguna vez la siguiente práctica: poner a los enfermos, en bata hospitalaria y descalzos, en un taxi para que los abandonen en los suburbios de las ciudades como hacen habitualmente las Organizaciones de Mantenimiento de la Salud (HMO), seguros privados de salud usamericanos, cuando consideran que el seguro dejó de cubrir la internación del paciente.

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Cuando el teniente de la Compañía Charlie, William Calley, ordenó y alentó a sus hombres para que violaran, mutilaran y masacraran a más de 400 hombres, mujeres y niños en My Lai en Vietnam en 1968, hubo por lo menos cuatro estadounidenses que trataron de detenerlo o llevarlo a él y a oficiales superiores ante la justicia. Uno fue el piloto de helicóptero Hugh Thompson Jr., quien evacuó a algunas de las víctimas heridas, y quien colocó su nave entre un grupo de vietnamitas y los hombres de Calley, y ordenó a su artillero que abriera fuego contra los soldados estadounidenses si disparaban contra más gente. Otro fue Ron Ridenhour, que supo de la masacre e inició una investigación privada, y terminó por informar sobre el crimen al Pentágono y al Congreso. Uno más fue Michael Bernhardt, un soldado en la Compañía Charlie que la presenció y le contó todo a Ridenhour. Y otro fue el periodista Seymour Hersh, que publicó la historia en los medios de EE.UU.

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La madre, al igual que su padre, sobrevivió a los campos de exterminio nazis y participó activamente en el levantamiento del gueto de Varsovia en 1943. Como resultado de su experiencia resistente, desarrolló una fuerte conciencia rebelde y pacifista. Cuando los informativos daban cuenta de las atrocidades y asesinatos que estaba cometiendo el ejército norteamericano en Vietnam, ella gritaba enfurecida al televisor.

Su hijo se ha convertido no sólo en un crítico agudo, documentado e incansable de la agresión israelí contra el pueblo palestino y la explotación de la memoria del Holocausto, sino en blanco de acusaciones constantes. Los grupos sionistas le tachan a él, precisamente a él, de antisemita.

Un documental American Radical: The Trials of Norman Finkelstein [El radical norteamericano: los juicios de Norman Finkelstein], dirigido por David Ridgen y Nicolas Dossier, narra la vida de este hijo rebelde que abona y cultiva el legado de una mujer judía que no se cegó nunca ante cualquier injusticia.

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Según una tesis doctoral que se presentará el mes que viene un investigador de la Universidad Ben Gurion, Israel saqueó y destruyó decenas de miles de libros palestinos en los años que siguieron al establecimiento del Estado de Israel.

En una entrevista al investigador publicada en la página web de al-Jazeera el jueves [4 de febrero], éste afirmó que Israel había destruido los libros palestinos en el marco de sus planes de «judaizar el país» y de cortar los vínculos de sus residentes árabes con su nación y su cultura.

Las autoridades israelíes recopilaron decenas de miles de libros árabes en Jerusalén, Jaffa, Haifa, Safed y otras ciudades que eran el hogar de los árabes. El investigador afirmó que los altos cargos israelíes procedieron a distribuir la mitad de los libros y destruyeron la otra mitad calificándolos de «amenaza para la seguridad».

En esta entrevista con al-Jazeera el estudioso afirmó que según los archivos israelíes el ejército israelí saqueó los libros de las casas de los palestinos que habían sido expulsados durante la Nakba y se los entregaron a las autoridades. El Estado estableció bibliotecas con los libros en Jaffa y otras ciudades. Israel destruyó 27.000 libros en 1958 afirmando que eran inútiles y que amenazaban al Estado. Las autoridades vendieron los libros, la mayoría de ellos libros de texto, a una fábrica de papel. Algunos libros fueron vendidos a precio de saldo a escuelas árabes mientras que otros fueron enviados a la biblioteca de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

* Texto Publicado en Mayo del 2010

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En febrero de 2003, Juan de Olmo, juez de la Audiencia Nacional, decidió cerrar el periódico Egunkaria, el único que entonces se publicaba íntegramente en euskera. El cierre supuso la pérdida de trabajo de unas 150 personas. Razones esgrimidas por el juez: supuestos delitos derivados de investigaciones realizadas por la benemérita a instancias del gobierno PP con mayoría absoluta. El cierre fue acompañado de la detención de diez personas acusadas pertenencia o colaboración con ETA. Según Martxelo Otamendi, el director del diario, en los cinco días de incomunicación que sufrieron en los calabozos de la Guardia Civil caminera madrileña, seis de los detenidos sufrieron torturas: agotadores ejercicios físicos hasta la extenuación, vejaciones, humillaciones, falta de descanso, asfixia mediante aplicación de «la bolsa», amenazas sobre personas queridas y cercanas. Estos hechos fueron puestos en conocimiento del juez instructor por los detenidos en el momento de la declaración judicial. El juez no se tomó la molestia de abrir una investigación.

La fiscalía retiró todos los cargos en 2006, tres años después del inicio del proceso. No apreció siquiera indicios de delito. Sin embargo, el juicio se ha celebrado recientemente en la Audiencia Nacional con la única acusación de la AVT y Justicia y Dignidad. La sentencia absuelve a los procesados por no existir actividad delictiva alguna y declara ilegal el cierre del periódico. Martxelo Otamendi ha sostenido que, en su opinión, tienen «derecho a una indemnización y reparación por todos los perjuicios que nos han ocasionado en estos siete años de sufrimiento injusto. Y los responsables de la Guardia Civil que nos detuvo y maltrató, así como sus responsables políticos, deben dar explicaciones y asumir su responsabilidad». El estado español, afirma el que fuera director de Egunkaria, «como por desgracia ocurre con muchos países llamados democráticos» sigue practicando la tortura por mucho que lo nieguen los responsables del Ministerio de Interior.

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27 de abril de 1977. Un grupo terrorista especializado de la última dictadura militar argentino secuestró al escritor y guionista Héctor Germán Oesterheld. Treinta y tres años después, la pluma que cambió el modo de narrar en viñetas en Argentina sigue desaparecido. Era un peronista de izquierdas. Al igual que él, ninguna de sus cuatro hijas ha aparecido. El martes de 2010, en el aniversario de su desaparición, se le rindió homenaje. Estuvieron presentes su esposa, Elsa Sánchez de Oesterheld, y Francisco Solano López, el dibujante de El Eternauta, la gran obra del guionista desaparecido.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.