M.H.: Se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Camilo Torres, quien fuera miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN), y murió un 15 de febrero de 1966. Su figura tuvo una fuerte trascendencia política en América Latina. El año pasado en la revista que dirigís, Cepa, dedicaste un número especial a la figura […]
M.H.: Se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Camilo Torres, quien fuera miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN), y murió un 15 de febrero de 1966. Su figura tuvo una fuerte trascendencia política en América Latina. El año pasado en la revista que dirigís, Cepa, dedicaste un número especial a la figura de Camilo Torres, su legado y su vigencia.
R.V.C.: Sí, me parece muy importante recordar esta fecha, el 15 de febrero, a 51 años de la muerte trágica en combate del sacerdote Camilo Torres Restrepo. Su figura trascendió más allá de Colombia tomando dimensiones internacionales, porque nunca renunció a la religión católica, se mantuvo siempre fiel a la lucha de los pobres y además murió en un momento muy importante de su vida personal y de la vida política colombiana. 1965 fue un año muy importante de movilización social, de aglutinación de fuerzas populares que intentaron formar un Frente Unido para enfrentar la dominación oligárquica del país. Ese proyecto fracasó por múltiples razones y Camilo Torres se vio obligado a empuñar las armas y en el primer combate en el que participó lamentablemente murió, siendo muy joven.
Fue una pérdida muy importante para todo el movimiento popular colombiano y de toda América Latina, porque encarnaba un líder natural, con carisma, sin pretensiones caudillistas, ni de sectarismo ideológico ni político, sino con una apertura a las distintas fuerzas sociales, siempre y cuando lo hicieran en un programa y dentro de una lucha contra la dominación capitalista en Colombia.
Además, Camilo Torres estaba atravesando un importante proceso de maduración intelectual y académica. Desde su formación de sociólogo convencional, pasó por distintas instituciones de la sociedad colombiana incluyendo el hecho de ser capellán en la Universidad Nacional, su enfrentamiento con altos directivos de la jerarquía católica y con sectores del Estado colombiano. Se le fue dando una radicalización política que avizoraba un personaje muy importante para la revolución colombiana y latinoamericana. Lamentablemente murió muy joven en 1966, cuando recién se estaba configurando el Ejército de Liberación Nacional.
El legado de Camilo Torres es múltiple, se lo conoce más por su muerte, por su labor heroica, su participación en la guerrilla, pero Camilo Torres fue un personaje multifacético, comprometido en la práctica, no era un revolucionario de escritorio ni de discurso. Trabajó siempre con los sectores populares, defendió las causas de los campesinos, de los barrios más empobrecidos de Bogotá. Siempre tuvo un compromiso con la lucha social, con los estudiantes en la Universidad Nacional y fue madurando desde una sociología muy tradicionalista en la que se había formado, hasta una sociología que empezó a ser bastante crítica y a pensar los problemas del país con elementos adecuados.
M.H.: Leyendo este número especial de la Revista Cepa dedicado en gran parte a recordar el legado y la vigencia de Camilo Torres, me quedé con el punto número 2 de la Plataforma de 1965, porque creo que tiene una vigencia extrema en el momento político coyuntural que vive Colombia. Camilo en ese punto señala «la minoría en el poder nunca tomará decisiones afectando sus intereses». Rescato esto porque ahora que se han iniciado las negociaciones con el otro sector de la guerrilla en Ecuador, precisamente con el Ejército de Liberación Nacional al que perteneciera Camilo Torres, y en relación a los acuerdos entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, es de observar que hay una serie de puntos que no se están cumpliendo para nada, de los acuerdos de La Habana. Uno de ellos es la creación de un fondo de tierras para la paz y los mecanismos que hagan posibles la titulación de 7 millones de hectáreas a tenedores y poseedores colonos que no tienen títulos de propiedad, pero el otro también tiene que ver con el accionar de las fuerzas paramilitares, que a medida que la guerrilla se retira de las zonas que ocupaba, estos grupos que ahora denominan «grupos armados organizados», de una manera eufemística, estos territorios abandonados por la guerrilla son ocupados por los paramilitares. Esta consideración que planteó Camilo Torres «la minoría en el poder nunca tomará decisiones afectando sus intereses» creo que tiene una vigencia muy fuerte.
R.V.C.: Camilo murió hace ya medio siglo y uno pensaría a primera vista que el contexto histórico en el que el vivió es completamente distinto a la realidad colombiana actual, pero lo sorprendente del caso es que a pesar del medio siglo transcurrido, la sociedad colombiana sigue siendo tan desigual e injusta como en la época de Camilo Torres, incluso me atrevería a decir que la desigualdad e injusticia es peor que la de aquella época. Esto pone presente la relevancia de sus propuestas y de su proyecto político, él siempre planteó la necesidad de un bloque popular de la mayoría social de este país para enfrentar a una minoría oligárquica que son los verdaderos dueños de Colombia. Ese proceso de monopolización a todos los niveles de la riqueza, empezando por la propiedad territorial, que nunca han sido modificados, es una de las bases principales estructurales que explica la violencia en Colombia. Con los acuerdos que se firmaron con las FARC, no se modifican de ninguna forma esas diferencias estructurales y en las cuestiones más elementales ya empiezan a haber incumplimientos por parte del Estado, en cosas tan simples como la adecuación de los mismos campamentos en donde se van a refugiar los guerrilleros, que no presentan las condiciones sanitarias necesarias, no hay médicos, ni siquiera se han construido las casas, no cuentan con servicios públicos. Es decir, en cosas tan simples como ésas que requieren una pura voluntad política para destinar el gasto mínimo para llevarlas adelante.
Esto indica de antemano cómo puede ser lo que viene respecto de las cuestiones mayores, como las tierras y el paramilitarismo. Prácticamente todos los días se asesina a uno o a varios dirigentes populares cerca de las zonas de influencias de las FARC y donde están concentrados, lo que puede considerarse una política de terror organizado que camina a suprimir las bases sociales de la insurgencia en su paso a la legalidad. E indica que las críticas que Camilo le hacía al sistema político y social colombiano siguen siendo vigentes porque este país no ha cambiado en ese sentido.
M.H.: ¿Tenés alguna noticia sobre las elecciones en Ecuador?
R.V.C.: Lo que me acabo de enterar es que va a haber una segunda vuelta, se dice que no hay grandes posibilidades de cambiar la tendencia y que el candidato mayoritario es posible que no alcance el 40% y sea necesaria una segunda vuelta.
Lo importante de las elecciones en Ecuador, es que si existiera un cambio de rumbo, es posible que las conversaciones entre el gobierno colombiano y el ELN tengan que cambiar de país y en ese sentido, para un desarrollo de las conversaciones, lo más adecuado sería un triunfo del candidato Lenín Moreno, porque en ese caso se podría mantener el escenario donde se han generado las conversaciones, máxime que ha sido tan difícil y el contexto geopolítico internacional en general es poco favorable a este tipo de diálogos.
Me parece que el resultado que hasta ahora se da desde ese punto de vista favorecería las conversaciones. Y en lo que respecta a las cuestiones internas del Ecuador con las políticas que se van a adelantar, si se continúa con lo hecho por Correa o si se plantean modificaciones, sobre todo en lo que tiene que ver con las relaciones con los movimientos sociales que se han deteriorado en los últimos años.
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