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La asociación se concentró ayer frente al hotel Barceló Teguise Beach de Lanzarote para protestar por los abusos

Las Kellys, mujeres autoorganizadas contra la explotación en los hoteles

Fuentes: Rebelión

El colectivo «Las Kellys» -acrónimo de «la que limpia» las habitaciones de los hoteles- convocó el tres de octubre una concentración en las puertas del hotel Barceló Teguise Beach de Lanzarote, con el lema «la salud y la dignidad no se negocian». La asociación difundió la convocatoria en su página de Facebook, y advirtió que […]

El colectivo «Las Kellys» -acrónimo de «la que limpia» las habitaciones de los hoteles- convocó el tres de octubre una concentración en las puertas del hotel Barceló Teguise Beach de Lanzarote, con el lema «la salud y la dignidad no se negocian». La asociación difundió la convocatoria en su página de Facebook, y advirtió que no permitiría que se produjeran situaciones de acoso y amenazas a las empleadas. Las Kellys de Lanzarote se han manifestado en repetidas ocasiones contra la cadena hotelera Barceló por subcontratar la limpieza de pisos. Una trabajadora demandó en marzo de 2016 tanto a la empresa Barceló como a la subcontrata, Alterna BPO, por no aplicar el convenio colectivo que rige en el sector de la hostelería de Las Palmas. El pasado 31 de mayo, una sentencia del Juzgado de lo Social número uno de Arrecife condenó a Alterna BPO al pago de las diferencias salariales que se derivaban de la aplicación del convenio de empresa, en lugar del suscrito en el sector.

Ya en el mes de mayo Las Kellys se movilizaron frente al hotel para reclamar un trabajo digno. Denunciaban que las camareras de piso del Hotel Barceló Teguise Beach laboraran cinco o seis horas al día, con una carga de trabajo igual -incluso en algunos casos, superior- a las contratadas por jornadas de ocho horas. La clave del éxito empresarial reside, según el colectivo, en que las empleadas no tienen pausa para la comida y a menudo no pueden ir al servicio; debido a los contratos temporales, no disfrutan de vacaciones y tampoco pueden conciliar la vida familiar y laboral; en caso de que las trabajadoras enfermen o sufran algún malestar físico en su actividad, se exponen a la pérdida del empleo. En el origen del conflicto se sitúan las «externalizaciones» de los servicios realizadas por las compañías hoteleras, lo que implica merma de derechos y rebajas salariales. Antes de las vacaciones estivales, Las Kellys criticaban que las empresas estuvieran vendiendo «servicios de lujo», sin tratar dignamente a quienes se encargaban de garantizarlos. El 13 de junio retornaron a la puerta del Hotel Barceló Teguise Beach con las mismas reivindicaciones.

Con grupos constituidos en Barcelona, Cádiz, Lanzarote y Madrid, y otros en vías de formación en Benidorm-Marina Baixa (Alicante), Fuerteventura y Mallorca, Las Kellys se definen como una asociación autónoma de camareras de piso, que funciona de forma autoorganizada y mediante el apoyo mutuo. Piden para el sector la reducción de la edad de la jubilación, la garantía de los derechos laborales de las embarazadas, la conciliación del trabajo con la vida familiar y los mismos derechos para todas las obreras, sean contratadas en prácticas, eventuales, indefinidas o fijas discontinuas. Otro punto capital apunta al reconocimiento de las enfermedades profesionales: hernias de disco, lumbalgias o ciática, entre otras. En el vídeo de presentación del colectivo en su página Web una trabajadora afirma: «Quieren producción, producción y producción, pero ¿hasta dónde?» A continuación muestra ante la cámara su desayuno y cena cotidianos: las pastillas con las que se automedica. Comenzaron a operar en las redes sociales en 2014 y se configuraron como asociación en 2016. Uno de los rasgos que define a Las Kellys es la diversidad, ya que en algunos casos se hallan en el paro, otras veces en prácticas, otras mujeres cobran, están las eventuales, las fijas, las que figuran en la plantilla de los hoteles, las subcontratadas, con contratos de ocho horas, de media jornada, españolas, inmigrantes, con mayor o menor antigüedad en el sector, afiliadas o no a sindicatos…

En la página Web de la asociación figuran testimonios como el de Rosmery, inmigrante, residente en Barcelona y camarera de piso hasta que tuvo que renunciar al empleo. «Nunca más trabajaré como camarera de piso», concluye de la experiencia. «Siempre he trabajado para empresas externas y eso ha empeorado mi salud», afirma. Soportaba los ritmos de trabajo «insostenibles» por sus hijos, hasta que comenzó a sentir dolores en el brazo. Intentó entonces adaptar la posición corporal a las tareas del hotel, pero las molestias continuaban. Con el tiempo, la lesión se ha convertido en permanente: desgarros en el hombro y en el codo, y un brazo que ya no volverá a la situación anterior. A la trabajadora se le concedió la baja médica, y de inmediato le llegó la comunicación del despido. «Nunca recibí de la empresa la indemnización pertinente», relataba en una carta publicada el pasado 23 de julio. Rosemary añade que la mutua le notificó que iba a otorgarle el alta médica («contradiciendo a mi médico de cabecera»), lo que impediría el reconocimiento de la incapacidad laboral. La trabajadora ha contado con el apoyo de Las Kellys de Barcelona y de la Plataforma contra els Abusos del ICAM (Institut Català d’Avaluacions Mèdiques de l’Institut de Catalunya).

El 15 de septiembre Las Kellys de Barcelona se reunieron con el Departament (Consejería) de Treball de la Generalitat con el fin de informar de las «irregularidades» detectadas y así favorecer la actuación -de oficio- de la inspección de trabajo, mediante visitas aleatorias y sin previo aviso. En la reunión participaron cinco mujeres del colectivo. Destacaron en un comunicado que no se respetan los convenios correspondientes: los de la hostelería y la limpieza. Así, las camareras se hallan bajo el convenio de la limpieza u otros; y las limpiadoras, bajo otros convenios. Hicieron constar que las empresas no facilitan los materiales adecuados -por ejemplo, los uniformes- o estos no se reponen, de modo que han de aportarlos las trabajadoras. Instalaciones deficientes (sin vestuario o taquillas); falta de formación adecuada, lo que incluye el abuso de personal en prácticas; horas extraordinarias sin remunerar y prohibición de abandonar el puesto de trabajo una vez cumplido el horario fueron prácticas también denunciadas. Al listado se agregaron las penalizaciones en las nóminas por absentismo o «bajo rendimiento»: se cobra por trabajo realizado, pese a que exista un horario establecido; en cuanto al «bajo rendimiento», puede obedecer a causas ajenas a la empleada, como un número menor de alojamientos en un hotel.

Además de aportar un listado de 20 hoteles y cadenas hoteleras, y otras tantas ETT o empresas multiservicios que toman parte en los abusos, Las Kellys de Barcelona señalaron que en ocasiones se obliga a las trabajadoras a la «disponibilidad» plena para el desarrollo de su labor, y a ello se añade la pérdida de días libres. Además, el uso «irregular» de la contratación temporal da lugar a la inexistencia de vacaciones, según denunciaron; El grupo de mujeres dio cuenta al Departament de Treball de casos en que resulta imposible cogerse la baja laboral, dado que las trabajadoras son despedidas al enfermar. Contratos de cuatro horas en las que la jornada puede duplicarse; situaciones de acoso, vulneración de la libertad sindical, sanciones e incluso despidos por defender sus derechos figuran en el listado de denuncias. La base sobre la que pivota este sistema de precariedad es la «cesión ilegal» de trabajadoras, dado que en muchos casos las subcontratas o empresas multiservicios únicamente firman las nóminas, mientras el trabajo se realiza en los hoteles según el criterio que marcan estos. Las empleadas se hallan, por tanto, «en tierra de nadie», constatan Las Kellys barcelonesas. Los interlocutores de la Generalitat aseguraron que las denuncias a la Inspección de Trabajo son numerosas.

El primer canal de Televisión Española dedicó este verano el programa «Trabajo Temporal» a las camareras de piso, y la escogida para encarnar el papel de empleada fue la artista Ana Obregón. En una carta pública fechada el 15 de julio, una trabajadora criticó en la página Web de Las Kellys la «frivolidad» con la que se abordó «este trabajo tan esclavo, uno de los más duros en la hostelería». La respuesta caracterizaba el día a día en un hotel de una zona turística de España: «Hacemos un promedio de 20 a 25 habitaciones por jornada, con sus salidas incluidas; no tenemos ayuda, incluso muchas veces tenemos que arrastrar colchones por los pasillos, por las camas supletorias». El texto lamenta que los hoteles «señoriales», como los que aparecieron en el programa, ahorren en materia salarial con las «externalizaciones» del departamento de pisos. Ello puede suponer una mengua de cerca del 30% en las nóminas. En habitaciones que pueden costar más de 200 euros por noche, las mujeres que hacen las camas, limpian los baños «y sonreímos mientras», cobran dos euros por esa habitación. «No necesitamos ir al gimnasio», concluyó Ana Obregón de su experiencia. La trabajadora respondió que tras ocho horas de «maratón» y las agresiones musculares en las manos y la espalda, pocas ganas quedan de continuar corriendo. Otro testimonio publicado el 23 de abril daba cuenta de cómo se dirigía al trabajo y acostaba cada noche: ingiriendo calmantes. Dolores, altas y bajas laborales, pastillas… «Me pregunto hasta cuándo voy a poder aguantar y dónde están los límites».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.