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Iraq

Las kurdas hallan paz en la guerrilla

Fuentes: IPS

Saria es una brillante y adorable joven kurda de 20 años que halló la paz al hacerse guerrillera. En esta cadena montañosa que se extiende entre Irán, Iraq y Turquía también encontró protección «contra la opresión de una sociedad machista». Saria, cuyo nombre significa «mujer jinete», se unió al Partido de los Trabajadores de Kurdistán […]

Saria es una brillante y adorable joven kurda de 20 años que halló la paz al hacerse guerrillera.

En esta cadena montañosa que se extiende entre Irán, Iraq y Turquía también encontró protección «contra la opresión de una sociedad machista».

Saria, cuyo nombre significa «mujer jinete», se unió al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) cuando tenía apenas 14 años. Desde entonces ha participado en varios enfrentamientos contra soldados iraníes y turcos.

La población kurda está dispersa en el norte de Iraq, Irán y Turquía. Siendo una minoría en todos estos países, se ha visto obligada a combatir para defender sus derechos. Sólo en Iraq, tras la caída del presidente Saddam Hussein (1979-2003), se logró crear la región autónoma del Kurdistán.

El PKK, considerado una organización terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, emprendió hace años, en especial en Turquía, una guerra de guerrillas en defensa de los derechos de su pueblo.

Los guerrilleros se asentaron en las montañas de Qandil. Una visita a uno de sus campamentos mostró que los combatientes kurdos no son lo que uno hubiera imaginado.

En la relativa calma de la montaña, hombres y mujeres jóvenes se sientan a conversar acerca de sus «actividades cotidianas en igualdad de condiciones». Varios de ellos dijeron sentirse libres en este lugar.

Saria no extraña las comodidades urbanas. «En nuestras sociedades, las mujeres están anuladas. Lo importante es que sean dueñas de sí mismas y de su personalidad. Nuestro partido garantiza ese ambiente para nosotras», aseguró a IPS.

La joven es originaria de una zona pobre la región kurda del sudeste turco. La opresión padecida por su pueblo la llevó a tomar las armas, al igual que muchas de sus pares.

«Cuando tienes toda esa presión cultural y económica y ni siquiera puedes hablar en tu idioma, es mejor no vivir», señaló Saria, de complexión muy fuerte para su edad.

«Las montañas son las mejores amigas de los kurdos», reza un viejo refrán aún vigente para estos guerrilleros.

La guerrilla tiene bases a lo largo de la cadena montañosa que se extiende desde la frontera turco-iraquí hasta los límites con Irán.

El grupo guerrillero inició sus combates en 1982 en Turquía con el fin de lograr la creación de un estado kurdo independiente. Pero ahora limitó sus ambiciones y sólo reclama que Ankara respete sus derechos como minoría, y les permita mantener su propia cultura.

Muchos kurdos, en especial los intelectuales, consideraron esto un retroceso.

El PKK no está sólo integrado por kurdos. Tiene una ideología revolucionaria de izquierda que atrae también a turcos, árabes, persas y hasta algunos pocos europeos.

Quienes se alistan en la organización reciben entre tres y cinco meses de entrenamiento militar e instrucción ideológica para combatir.

«Éste es un movimiento humanitario y libre, en el que todos pueden expresarse con libertad sin importar su raza o religión», señaló Yaser, un kurdo de 30 años que se sumó hace 15 a la organización. No es guerrillero porque le guste la combatir. «Se trata de una situación que nos impusieron», explicó.

Iraq es el país de Medio Oriente con la mayor cantidad de mujeres en el parlamento y en consejos locales, a veces con una representación de hasta 25 por ciento. Pero en el PKK, la presencia femenina es aún mayor.

«En nuestro partido se respeta la equidad de género», destacó su portavoz, Heval Asad.

Ochenta por ciento de su consejo directivo se compone por igual cantidad de hombres y mujeres, por lo que ellas siempre tendrán al menos 40 por ciento del liderazgo.

El restante 20 por ciento se elige mediante el voto, garantizando que las mujeres siempre tengan un porcentaje considerable de representación.

Los guerrilleros de Qandil no se casan porque están consagrados a la lucha. El matrimonio y la crianza de los hijos son un obstáculo para la revolución, sostienen.

«Pero tampoco nos consideramos hermanos y hermanas. Nos vemos como amigos con diferentes personalidades», señaló Asad.

Las duras condiciones de vida en la montaña y los ocasionales combates no impiden que los combatientes se ocupen en su apariencia. Muchas jóvenes se maquillan y pintan las uñas mientras los hombres llevan el pelo prolijamente cortado y lucen rostros bien afeitados.

Pero son concientes de lo que están haciendo aquí. «Lo importante es que estamos dispuesto a morir si fuera necesario para la causa que defendemos», subrayó Saria.

Esta joven quiere ser periodista «una vez que el Kurdistán sea libre y triunfe la revolución». Pero, mientras tanto, «seguiremos combatiendo», señaló.