Me llega la noticia desde La Habana de la muerte del caricaturista cubano Tomy. Como buen campesino de origen rural, la sencillez y humildad eran sus cartas de presentación en todas las conversaciones que compartí con él. Sus únicas obsesiones, la defensa de la revolución cubana y el deseo de poder llevar sus dibujos al […]
Me llega la noticia desde La Habana de la muerte del caricaturista cubano Tomy. Como buen campesino de origen rural, la sencillez y humildad eran sus cartas de presentación en todas las conversaciones que compartí con él. Sus únicas obsesiones, la defensa de la revolución cubana y el deseo de poder llevar sus dibujos al mayor número de personas. No solía encontrarlo detrás de ningún alto cargo gubernamental o cultural, ni subido en ninguna tarima liderando un discurso, creo que Tomy representaba al cubano sencillo que sabe que debe luchar por lo que cree y nada más. Y nada menos. Hace unos años Tomy nos comentó a mi compañero de rebelion.org Carlos Martínez y a mí que le habían invitado a España tras la concesión de algún premio o galardón por un colectivo de solidaridad con la revolución cubana. Le hacía ilusión venir pero no disponía de dinero para pagarse el billete avión y temía que las autoridades españolas no le dieran visado. Entonces se me ocurrió pensar qué distinto hubiera sido si las caricaturas de Tomy se dedicaran a criticar al gobierno cubano en lugar de defender la revolución. Con seguridad no le hubieran faltado instituciones extranjeras dispuestas a sufragar los gastos de su viaje, sus dibujos habrían sido conocidos en los grandes medios españoles y, a su llegada a Madrid, habría sido entrevistado profusamente y participado en numerosos y lujosos eventos.
Sin embargo Tomy defendía a Cuba, denunciaba el bloqueo, exigía la libertad de los cinco antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos y criticaba en sus viñetas las políticas belicistas de Washington y el modelo capitalista de la economía. No era fácil con ese ideario encontrar quien le pagara billetes de avión a Europa; el gobierno cubano, a diferencia de sus enemigos, es austero y no tiene como política financiar viajes de forma sistemática a los cubanos sólo porque compartan la causa de la revolución. Tomy lo entendía perfectamente. Si Yoani Sánchez no puede viajar a España, un clamor internacional se levanta entre políticos de derecha y grupos de comunicación para denunciar el atentado a la libertad del socialismo cubano. Pero si es Tomy el que no puede desplazarse por no disponer de dinero, nadie acusa al capitalismo de atentar contra su derecho a viajar para conocer y abrazar a sus seguidores y recoger un premio. Sin saberlo -ni dibujarlo-, Tomy me estaba mostrando otra ironía más de las que reflejaba con sus viñetas.
Como ya dije en alguna ocasión, Cuba es uno de los pocos lugares del mundo donde es más rentable y se consiguen más privilegios si se está en contra del gobierno que a favor. Sólo esa característica debería bastar para comprender que la honestidad y la dignidad están del lado de los revolucionarios cubanos. Los lectores de Juventud Rebelde, Rebelion.org y tantos otros medios sabían que Tomy nos transmitía valores e ideales a través de sus dibujos. Para quienes no le conocieron personalmente, quiero que sepan que también lo hacía con su modo de vivir.
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rCR