Recomiendo:
0

Las opiniones violentas del Portavoz de la Comisión de Educación en la Asamblea de Madrid

Fuentes: Utopía Contagiosa (Blog)

Juan Soler-Espiauba escribía en su blog «Contra el pacifismo». Nos ha sorprendido y por ello queremos contestarle y debatir con él. Le mandamos el enlace a este artículo para que salga como comentario en su blog (nos comprometemos a hacer lo mismo con los suyos). Ya veremos si este polemista es tan defensor de las […]

Juan Soler-Espiauba escribía en su blog «Contra el pacifismo». Nos ha sorprendido y por ello queremos contestarle y debatir con él. Le mandamos el enlace a este artículo para que salga como comentario en su blog (nos comprometemos a hacer lo mismo con los suyos). Ya veremos si este polemista es tan defensor de las libertades como para dar cabida en su blog a esta réplica.

J. Soler utiliza un lenguaje barriobajero, insultante y no respetuoso, sin mediar provocación ni falta de respeto por parte de los pacifistas. Dice que somos, la mayoría, poco leídos. Puede ser, pero lo más seguro, por lo que nosotros conocemos (y conocemos a muchos y muchas pacifistas) es que esta afirmación sea gratuita y falsa. Quizá el problema es que leemos textos diferentes y nuestra cultura (distinta a la de Soler) no es reconocida como tal por él.

Quizá tenga razón Soler y tengamos que leer más. Nosotros, por ejemplo, leemos su blog y casi seguro que él no lee el nuestro, ni ningún otro texto o autor pacifista. Nos da la impresión de que Soler habla de pacifismo con el mismo conocimiento de causa con el que podría hablar de bioquímica, sin saber de lo que habla. Esto no es problema, porque no se puede saber de todo. Pero, por favor, Soler, un poco más de modestia y de autocrítica. Relea, por favor, su propio artículo y se dará cuenta de que tiene varias incorrecciones ortográficas y tildes olvidadas. Bueno, no se preocupe, todos compartimos errores de este tipo y otros mucho más graves. Todos, incluidos nosotros y usted, somos pobres diablos. Pero lo que no es correcto es no reconocer los propios errores y cargar contra los del adversario (sin reconocer que uno los comparte). Un poco más de humildad, Soler, no sea tan petulante y tan soberbio.

No nos preocupa la filiación política de Soler (Partido Popular). También ahí hay pacifistas (a lo mejor el señor Soler no habla lo suficiente con sus correligionarios o sólo habla con los «neocon» de FAES). Nos preocupa mucho más que alguien que tiene estos prejuicios contra el pacifismo y a favor de la violencia en las relaciones internacionales sea Portavoz de la Comisión de Educación en la Asamblea de Madrid. ¿Él está entre los que deciden cómo va a ser la educación de nuestros hijos durante estos años? Pues vamos apañados. ¿Se van a llenar los curricula con sus ideas militaristas, violentas, guerreristas, intervencionistas? Da miedo. ¿Qué hace este señor ostentando un cargo público y menos con responsabilidades en educación?

Dos cebos

Sin embargo, lo que sí es problema es la descalificación basada únicamente en afirmaciones sentenciosas que no argumenta ni demuestra en modo alguno. Así es fácil: la idea de su artículo es echar la culpa de todo al pacifismo, pero no porque el pacifismo le interese o intente enjuiciarlo de manera objetiva, e incluso crítica. Su objetivo es otro y el pacifismo una mera excusa. Las frases son de órdago: «No existe una ideología más barata y asesina que el pacifismo. Los campos y ciudades de Europa y el mundo se sembraron de muertos a mediados del Siglo XX en buena parte gracias a él». El inicio del artículo es contundente. Se esperaría, al menos, una defensa razonada desde el punto de vista histórico, ético, … Nada de ello. Sin embargo, se da por hecho que es así, siempre fue así y siempre será así. Sin más. No hay que pensar. Sólo seguir la consigna a pies juntillas. Soler no nos habla desde la razón y la argumentación. No debate; sentencia. Soler nos habla desde sus posiciones ideológicas del modo más descarnado posible y comete falsedades. Soler no dialoga, no debate; nos arenga. Sólo le recordamos una cosa: muchos pacifistas también han dado su vida trabajando o muriendo por sus ideas pacifistas y por llevarlas a cabo en sociedades carcomidas por la guerra. Lea un poco más de historia en libros distintos y lo descubrirá. Incluso si quiere y puede soportarlo, le podemos dar una lista bibliográfica selecta.

Para redondear la faena el artículo acaba con lo siguiente: «La guerra es horrible, por eso detesto los pacifismos que la atraen hasta provocarla». ¡Qué falsedad! Retráctese de una falacia tan vil, Soler. Nosotros, pacifistas durante tantos años, descubrimos ahora, gracias a la revelación de Soler, que nuestro trabajo no ha sido lograr la paz, la cooperación, el desarrollo humano, sino atraer la guerra hasta provocarla. No se sostiene el argumento, pero sí asombran los cimientos sólidos de su cinismo.

Pero (lo hemos insinuado antes) el verdadero y principal objetivo que Soler oculta entre líneas no es vapulear al pacifismo. Éste sólo es un medio para despistarnos a todos, un cebo. Con maquiavelismo refinado, Soler nos ofrece otro cebo: la crítica a Zapatero y su pacifismo inaceptable. Razona que como Zapatero es pacifista es igualmente merecedor de las críticas atropelladas y absolutas que se han leído más arriba. Usa un modo de generalización que la más burda escolástica tenía como falso silogismo: Como zapatero es el mal y Zapatero es pacifista, el pacifismo es criminal. Por ello no hay que apoyar a Zapatero.

Lo curioso es que Zapatero no es pacifista, como no lo es Rajoy, ni tampoco Obama (a pesar de su reciente Nobel) o, para que se quede Soler más tranquilo, no lo son casi ninguno – o ninguno – de los líderes mundiales. Estos promueven el militarismo, exportan armas, exportan muerte, exportan violencia directa, estructural y cultural. Lo cierto es que todos ellos se llenan los bolsillos o hacen que otros se los llenen con sus políticas militaristas e intervencionistas. Aquí a Soler se le ve el plumero: oposición sin tregua, oposición estilo tierra quemada hasta que el PP llegue al poder ¡para hacer lo mismo!

Empero, es todo falso: haga las cuentas, Soler, y responda cuánto ha gastado Zapatero en todos los años de su gobierno en defensa militar, en apoyo a la OTAN, en apoyo a la política imperialista de Bush y ahora de Obama. Son varios billones de euros, todo un descaro.

Lo que ocultan los cebos

Soler, concluyendo su artículo, nos dice que no es un halcón insensible (y estamos de acuerdo, los pacifistas tenemos la manía de respetar bastante a las aves). Por sus anteriores palabras queda claro que tampoco es una paloma. No podemos presumir de zoología y no queremos comparar a Soler con otros animales fuera de la propia animalidad humana. Soler más bien se asemeja a un especulador (un ser humano de fuste torcido) de esos que de manera directa o indirecta, económica o políticamente, social y culturalmente, se lucran de las guerras. Pero, por supuesto, de las guerras que otros hacen espoleados por los bien pensantes y libres de pecado, por los militaristas y guerreros, por los explotadores.

Soler nos oculta con tantos ataques a los demás lo que él es y lo que son los de su cuerda: necrófilos al estilo de Millán Astray, con sus «abajo la inteligencia», con sus «todo por la patria», con sus «novios de la muerte», con sus «yo soy el bien».

Eso sí. La culpa no es de Soler. Él deja claro que se exculpa. La culpa es de los demás, principalmente de los pacifistas, de los extranjeros que no están en el bien que predica Soler. La culpa es de los que profesan otras religiones, o de los que no profesan ninguna, la culpa es de los que quieren vivir con más de un euro al día porque nos ponen en peligro a los que vivimos con decenas o centenas.

Soler pretende ocultarlo pero su artículo atufa a cadáveres ajenos y a manipulación burda.

Fuente: http://utopiacontagiosa.wordpress.com/2009/12/03/opiniones-violentas-de-un-diputado-de-la-comision-de-educacion-de-la-asamblea-de-madrid/