De nuevo ha llegado la violencia policial, y de nuevo ha sido salvajemente ejercida contra la ciudadanía que quiere vivir en paz. Sus artífices: gobernadores, delegadas, presidentes, alcaldes, policías, enfermos mentales obligados por un sátrapa que acaba de empezar su carrera electoral y cuyo su primer ‘sprint’ ha sido desalojar brutalmente las acampadas que quedaban […]
De nuevo ha llegado la violencia policial, y de nuevo ha sido salvajemente ejercida contra la ciudadanía que quiere vivir en paz. Sus artífices: gobernadores, delegadas, presidentes, alcaldes, policías, enfermos mentales obligados por un sátrapa que acaba de empezar su carrera electoral y cuyo su primer ‘sprint’ ha sido desalojar brutalmente las acampadas que quedaban en pie en cualquier ciudad. De nuevo las instituciones públicas conculcan nuestros derechos más elementales y se saltan, sin ningún pudor, las leyes que dicen defender.
Un gran dispositivo anti-disturbios, formado por cerca de 200 policías, fuertemente armados, nos ha sorprendido esta noche a medio centenar de personas que estábamos durmiendo, en el parque de San Telmo, y nos han desalojado sin avisar. Lo han hecho usando los mismos métodos del anterior régimen, abofeteando y humillando a las mujeres, golpeando violentamente a menores de edad, aporreando a toda la gente que encontraban a su paso, pisoteando y ensañándose con objetos pesados contra personas tiradas al suelo. Y rompiendo pancartas, saqueando toda la información custodiada, robando los móviles y cámaras de quienes se atrevían a filmar… Finalmente, nos han detenido por pedirles que se identificasen, y haciendo extrema gala de su condición de Servicio Público, nos han enviado, a muchas de nosotras, al hospital. ‘Machitos’ cobardes que no saben dialogar, enfrascados en toda una orgía de violencia policial. Aún así, mantenían esta mañana el despliegue policial alrededor del parque, y no perdían ocasión para burlarse de nosotras. Un policía, en actitud chulesca y con tono socarrón, nos preguntaba: ¿»habéis dormido bien esta noche»?
Minutos antes de la primera rueda de prensa, han abandonado la plaza; un rato después de acabada ésta, han vuelto al lugar de los hechos. ¿Pero acaso les importa a sus gobernantes la imagen que puedan dar? Es importante recordar que Las Palmas, desde hace unos días, ya no será capital cultural. Obligados a decir ‘adiós’ a la cultura del espectáculo, han visto cómo se difuminaban grandes contratos comerciales y sustanciosos beneficios, cómo sus ansias de fastos y derroches, de ‘estrellazgo’, poder y prestigio, con que alimentar su ego enfermizo, se han desvanecido. Verdaderos delincuentes que descargan su rabia y frustración con la ciudadanía, ahora argüirán motivos de limpieza y salubridad, dirán que había drogas o buscarán conexiones terroristas con otros territorios.
Difamarán y calumniarán todo lo que sus aliados medios de desinformación sean capaces de difundir. Y harán todo lo posible por desprestigiarnos, con tal de no admitir que, precisamente, luchamos contra la porquería que su propio sistema nos ha legado. Si sus instituciones ahogaban nuestros sentimientos y no nos dejaban soñar, ahora desestructuran nuestra ilusión por conquistar la dignidad y ya no nos dejan ni dormir. Pero seguiremos siendo un movimiento pacífico, y cuanto más nos repriman, más lucharemos por nuestra libertad: sólo ellos, políticos corruptos e inmorales, son los únicos responsables de toda la violencia que su propia policía contribuya, por todas las plazas, a desencadenar.
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