La presidenta de la Plataforma Trans habla en entrevista con infoLibre sobre la realidad material del colectivo, sus derechos y el encarnizado debate en torno a las leyes trans. «Cuando niegan nuestra identidad, nos entregan a esta violencia, nos expulsan, nos dejan en las calles para que nos sigan agrediendo», lamenta la activista
La activista y presidenta de la Plataforma Trans, Mar Cambrollé.
Mar Cambrollé (Sevilla, 1957) llega a la clausura del Orgullo LGTBI con la vista puesta en la razón de su activismo: los derechos de las personas trans. Y con la fuerza en las calles. Este sábado, la Confluencia Trans, una plataforma que aglutina una treintena de organizaciones, se concentra en la madrileña Puerta del Sol para exigir el trámite de la Ley trans. Una deuda con el colectivo recogida en el acuerdo entre Partido Socialista y Unidas Podemos.
Cambrollé tiene experiencia en lo que respecta al proceso normativo. Fue una de las promotoras de la Ley trans aprobada en Andalucía en 2014. Hace dos años anunció una huelga de hambre como herramienta de presión para lograr una ley estatal todavía pendiente de ser una realidad en todo el territorio. La batalla por los derechos de las personas trans la pelea la activista desde la diversidad, la complicidad con el movimiento feminista y la oposición a los discursos de odio. Mira con preocupación el encarnizado debate por parte de algunos sectores de tinte progresista, pero confía en la fuerza de quienes están en su trinchera. Sobre la realidad material de las personas trans, sus derechos humanos, debates teóricos y retos por delante habla en esta entrevista con infoLibre.
PREGUNTA: Dice que el movimiento trans está ahora alcanzando la mayoría de edad, su punto álgido de madurez.
RESPUESTA: Hay dos procesos que han influido en ello. Primero es que las personas trans no estamos como hace cuatro décadas: ya no tenemos que subsistir, no somos expulsadas de los hogares ni objeto de abandono por parte de nuestras familias. Ha habido un gran cambio social y cultural que deberá estar acompañado de un cambio en los marcos jurídicos. Además de esto, la propia comunidad trans ha situado en el panorama social dos actores: el asociacionismo específico trans, que ha sido capaz de organizarse e incluso de coordinarse y federarse; y por otro lado en los últimos siete u ocho años la aparición de asociaciones de familias en la defensa de los menores y adolescentes trans.
A esto hay que añadir que las personas trans nunca han visto que sus demandas fueran una prioridad en los colectivos LGTBI, un conglomerado de siglas que da la impresión de ser muy inclusivo pero que es una gran pose, porque paradójicamente son colectivos muy homocentristas, la voz la tienen los gais y sus políticas desde el inicio hasta la fecha siguen poniendo el acento en la orientación, por lo que aquellos temas vinculados a la identidad siguen siendo postergados. Un gay y una lesbiana no tienen que cambiar su identidad, ni pasar por procesos patológicos y vejatorios, no tienen que estar en listas interminables de espera para acceder a una intervención quirúrgica y sus cuerpos son iguales que los de las personas heterosexuales. Sin embargo los cuerpos de las personas trans sí que se diferencian, porque somos mujeres y hombres con una genitalidad que mayoritariamente se presume que tiene que ser del sexo que te asignaron al nacer. Nosotras estamos fuera de la educación de los cuerpos.
El colectivo LGTBI también ha hecho porque sean los gais y las lesbianas quienes tengan espacio en la cultura y el arte, en los espacios de política, de poder. Tenemos ministros que son gais, homosexuales en puestos orgánicos de poder de partidos políticos, pero las personas trans aún estamos al margen de la cultura, del arte y de los puestos de poder de la política y mucho más lejos de puestos de poder de instituciones de gobierno.
P: Hace dos años anunció una huelga de hambre para reclamar el impulso de la Ley trans. De nuevo, ha vuelto a plantear una huelga en los mismos términos.
R: Esta segunda vez el gran dilema que tendrá el Gobierno será que las personas trans, después de 42 años de Constitución y democracia, tengamos que exponer nuestras vidas para mendigar los mismos derechos que tiene la ciudadanía. En este caso hay además una novedad y es que las madres también se pondrán en huelga de hambre. Tendremos que reanudar aquella huelga porque no vemos voluntad política. Tenemos un partido que no ha sido todavía capaz de rectificar su argumentario ni reunirse con más de 260 asociaciones que le han solicitado un encuentro. Hemos escrito a la Ejecutiva Federal del PSOE pidiendo una reunión, que oficialmente hagan una declaración distanciándose de ese documento que llamamos coloquialmente el panfleto transfóbico, y por supuesto que haya un compromiso real, concreto y contundente en favor de tramitar la ley que forma parte del acuerdo del gobierno de coalición y así mismo lo hizo saber Pedro Sánchez en su discurso de investidura.
Sabemos que es un documento que sale de un partido, pero es un partido que está en el Gobierno y firmado por la vicepresidenta Carmen Calvo y el ministro José Luis Ábalos. No le vamos a pedir cuentas al Gobierno, pero sí al partido, un partido democrático, dialogante, que siempre nos invita para escuchar nuestras demandas en época electoral. Creo que también tienen que escuchar cuando 260 organizaciones, el 15% colectivos feministas, lo solicitan.
P: ¿Por qué no es suficiente la ley de 2007?
R: Es insuficiente por varios motivos. Uno de los más contundentes es la sentencia del Tribunal Constitucional del 2019 que la declara inconstitucional por excluir a los menores. El Tribunal Supremo elaboró un informe el mismo año diciendo que los requisitos del punto cuatro, exigir un informe médico, acreditar dos años en tratamiento hormonal, aportar un informe psicológico, vulneran la dignidad de las personas trans. Pero aparte de lo cercano tenemos también directivas internacionales, como puede ser la ONU, contraria a ese tipo de leyes que excluyen y vulneran derechos de las personas trans. El Consejo de Europa ha sacado varias directivas, la más contundente fue una de 2015 donde recomienda a los estados miembros que para facilitar el cambio de nombre legal se haga a través de un trámite administrativo, transparente, rápido, sencillo, que no excluya y que por supuesto no exija ningún tipo de peritaje judicial ni médico, porque de lo contrario y así lo afirma se vulneran los derechos y la dignidad de las personas trans.
Es una ley que entra en colisión con las directivas europeas e internacionales, en su momento ya se dijo que era insuficiente porque la discriminación hacia las personas trans no depende sólo de un carnet donde figure el nombre y el sexo con el que vive la persona. Ese avance no me impide que el mercado laboral siga cerrado a cal y canto, que los contenido curriculares en la educación sigan invisibilizando las identidades trans, que las estanterías de las universidades sigan llenas de libros que hablan de las identidades trans como una patología mental, que no haya protección jurídica para que podamos competir en deporte, que no haya una protección jurídica a las infancias trans, siempre fundamentando y recogiendo las recomendaciones de la Convención sobre los Derechos del Niño, donde se habla de que ante cualquier circunstancia lo que debe prevalecer siempre es el interés superior del menor.
Hay leyes LGTBI o específicamente trans que siguen los Principios de Yogyakarta, prohibiendo terapias que quieran reconducir o corregir las conductas de las personas trans, gais o lesbianas. El objetivo es romper con aquella dinámica, también basada en la ciencia, defendida por el doctor Vallejo-Nágera, que recomendaba lobotomía, electroshock o desde otra posición menos científica, directamente exterminarnos.
P: Además del reconocimiento a la propia determinación del género, ¿cuál es la importancia de políticas públicas que combatan la tasa de desempleo, el riesgo de pobreza o la violencia que sufren las personas trans?
R: Por eso es necesaria una ley integral. No nos vale una ley administrativa que nos permita cambiar el nombre, sino una integral que actúe en todas las situaciones que atraviesan la vida de las personas trans. Tenemos múltiples estudios realizados por entidades sociales e instituciones, que determinan cuál es la tasa de empleo de las personas trans. La OIT subraya que uno de los sectores más excluidos del mercado laboral somos las personas trans. Tenemos estudios sobre la violencia en el colectivo LGTBI y las más agredidas somos las personas trans. Se hace un estudio sobre el acoso escolar y las más perjudicadas, las personas trans. El intento de suicidio ante tanta opresión se dispara entre los jóvenes y adolescentes trans. Todo esto pone una verdad sobre la mesa y esa verdad hay que convertirla ahora en justicia y reparación. Por eso es necesaria esta ley, por eso debe ser prioritaria.
Estuvimos presentes en la revuelta de Stonewall y en las primeras manifestaciones del Estado español. El colectivo LGTBI dice, de manera casi honesta, tener una deuda con las personas trans. Es el momento de pagar esa deuda. Es el momento de que se haga justicia, de que se prioricen los derechos trans. También hay que preguntarse por qué la primera ley de avance social que se aprueba para el colectivo LGTBI, después de la abolición de las leyes represivas del franquismo, fue la ley del matrimonio igualitario en 2005. Es una ley que yo celebro y que puso a España en el cuarto puesto de los gobiernos a nivel mundial más progresistas, las personas trans estuvimos exigiéndolo porque entendíamos que no venía a restarle derechos a nadie, sino a dárselos a quienes no los tenían. Pero fuimos de nuevo las últimas: primero fueron los derechos para gais y lesbianas, derechos civiles cuando nosotros hablamos de derechos humanos fundamentales.
«La autodeterminación de género se concreta en que las personas trans son sujetos de derecho»
La autodeterminación de género se concreta en que las personas trans son sujetos de derecho y no objetos de medicina. Es una demanda histórica y análoga al grito de «nosotras parimos nosotras decidimos», por eso las feministas nos entienden. Hace unas décadas las mujeres necesitaban permiso marital para viajar, no podían tener cuenta corriente, ni su palabra tenía el valor de sujeto. Las mujeres han sufrido también ese trato subhumano de no ser consideradas sujetos de derecho, por eso el feminismo abraza las demandas del colectivo trans, porque han vivido la misma situación. También las mujeres tienen que entender por qué debe ser una ley específica. Hablamos de una discriminación estructural, había voces que se oponían a la Ley de violencia de género, pero se entendió que en aquel momento era necesaria una ley específica y nosotros también la necesitamos porque sufrimos una violencia estructural. Nos toca decirlo y nos toca hablar. Solamente hablarán para ganar aquellos que no tienen nada: por eso hablaron los negros, los gitanos, las mujeres y por eso hablamos ahora las personas trans.
P: ¿Qué papel tiene la teoría queer en la vida de las personas trans?
R: El mismo que para las personas no trans. Yo diría que sobre el 80% de la población española no sabe lo que es la teoría queer y lo mismo en las personas trans. Yo lo explico de manera muy concreta: cuando yo recibo la primera paliza de mi padre a los seis años no es por estudiar la teoría queer, sino por expresarme y vivir como una niña. Cuando las personas trans son expulsadas del mercado laboral no es por la teoría queer, las mujeres encarceladas en el franquismo, apaleadas, rapadas, condenadas, insultadas, no fue por estudiar la teoría queer. La ultraderecha y los fundamentalismos religiosos cada vez que se hablaba de avances replicaban señalando una supuesta ideología de género, ahora lo han cambiado por teoría queer, pero ambos términos tienen el mismo fin: deshumanizar, quitar el rostro a la discriminación, elevarlo a un punto teórico donde nos entregan de nuevo a los opresores.
Las personas trans no somos una teoría, la vida de las personas trans importa. No nacemos por estudiar la teoría queer, desde que tenemos conciencia de nosotras mismas somos así. Sólo se da por natural y auténtico el mundo cis, se usa de nuevo la ciencia como elemento que justifica esa opresión, para elevar a lo antinatural las identidades trans. La biología no puede ser un traje prêt-à-porter, la biología habla de la vida y nosotras estamos vivas. No somos una moda, siempre hemos estado presentes en todas las culturas. Las identidades trans forman parte de la naturaleza, también son biológicas. Los sistemas opresores han necesitado siempre de tres pilares fundamentales para legitimar la opresión: las leyes y el sistema policial, la moral y la ciencia.
P: Algunos sectores del movimiento feminista señalan que las leyes trans permiten a «cuerpos del sexo masculino entrar en los espacios seguros de las mujeres».
R: Para mí no son parte del movimiento feminista. Es el antónimo del feminismo, que ha sido una estrategia para luchar contra la opresión de las mujeres. Las mujeres feministas han entendido y entienden que tienen un Caballo de Troya dentro del feminismo, que defiende los mismos valores y análisis que hace la ultraderecha y por eso los aplaude Ignacio Arsuaga o Santiago Abascal. Yo creo que no es transfobia porque fobia es un miedo irracional, y a mí no me excluyen por miedo, no me agreden por miedo: lo hacen por odio. Es un discurso transodiante.
Lo único que pretenden es intoxicar, son bulos. No hay mayor insulto que la ignorancia, pero se agrava cuando se ornamenta de academia. Es muy grave. Las mujeres trans desde 2006, por una circular del director de Instituciones Penitenciarias, ya podemos entrar en las cárceles de mujeres. ¿Cuántas mujeres han sido violadas desde entonces? Precisamente nos metieron allí porque nosotras éramos violadas en los módulos de hombres, para protegernos.
El colectivo trans está compuesto por mujeres y hombres, pero la mayor violencia la sufrimos las mujeres y eso también hay que mirarlo desde una perspectiva de género. Cada 48 horas asesinan a una mujer trans en el mundo, nos atraviesa la violencia de género. Cuando nos niegan, niegan nuestra identidad, nos entregan a esta violencia, nos expulsan, nos dejan en las calles para que nos sigan agrediendo, maltratando y asesinando. Lo hacen porque somos mujeres. Aparte de estar discriminadas por nuestra identidad, por nuestra diferencia, además está presente de manera contundente la discriminación por ser mujeres. El patriarcado es tremendamente agresivo con nosotras.
P: Esta parte del feminismo insiste además en que la violencia que sufren las mujeres se produce a causa de su sexo –mutilación genital, violaciones–. ¿Qué responde?
R: Está claro que la mutilación genital no la sufrimos las mujeres trans, pero el asesinato por ser mujeres sí lo sufrimos. Yo creo que cada mujer sufre una discriminación específica, tampoco sufren la misma discriminación las mujeres negras o gitanas. ¿Pero estamos en un ranking para ver quién está más oprimida, para darle un carnet? El feminismo abraza a todas las mujeres y es una alternativa para luchar contra la opresión general y específica. Definir señalando los genitales es obsoleto, caduco, reduccionista y diría que hasta patriarcal. Decir que una mujer es una vulva o un hombre es un pene es lo mismo que decía Hazte Oír. Hay que decir la verdad del todo: la mayoría de mujeres tienen vulva pero no todas, la mayoría de mujeres paren y otras no. Esta es la diversidad y esta es la realidad. Esto no le resta derechos a nadie, esto viene a engrandecer al sujeto mujer desde su inmensa diversidad. Nadie va a borrar a nadie, el uno por mil de la población no puede borrar a la mitad de la población. No venimos a borrarlo, sino a engrandecerlo desde su inmensa diversidad porque la mujer no es un concepto único y homogéneo, que se ajusta a la mujer blanca, académica, con bolso de Louis Vuitton y feminista de cartón piedra. La mujer es también aquella que está en el campo, que sufre la opresión familiar y es obligada a los cuidados, la que está haciendo habitaciones a un euro, las kellys, las negras, las gitanas y las mujeres trans.
«La mujer es también aquella que está en el campo, que sufre la opresión familiar, la que está haciendo habitaciones a un euro, las kellys, las negras, las gitanas y las mujeres trans»
Lo contrario es imponer un modelo de mujer única hablando desde el privilegio de la academia burguesa, donde sí han tenido acceso a estudiar la teoría queer. Que vienen a borrarnos se dijo también cuando se aprueba el divorcio o el aborto, que se iba a acabar con la familia, lo mismo con el matrimonio igualitario. Ahora este rugido surge de una manera más fuerte, contundente y agresiva, con total impunidad, porque viene de mujeres en sectores progresistas, y eso sí que lo hace más peligroso. Esto es irreversible, es el momento del despertar porque estamos organizadas y aunque sea con nuestras vidas vamos a reivindicar tener un espacio social, político y cultural no con privilegios, sino para ser tratadas en igualdad.
P: ¿Las mujeres trans se sienten parte del movimiento feminista?
R: Claro, nos sentimos parte y además sabemos que no tenemos que pedir permiso a nadie. Sujeto del feminismo es quien sufre la opresión patriarcal y machista. No tenemos que pasar ningún examen.
P: ¿Qué le sugiere el objetivo de abolir el género?
R: El género, como sistema opresivo y binario que nos condiciona a todas las personas, basado en unos cánones de privilegios machistas, alimentado por sutiles mensajes micromachistas que siempre sitúan al hombre con una autoridad y supremacía, claro que estoy de acuerdo en su abolición. No lo estoy con esa perversa e hipócrita manera de señalarnos a las personas trans como si hubiéramos sentado las bases de esos roles, como si ellas sí tuvieran derecho a expresar esas pautas culturales, pero cuando lo hacemos nosotras no. Lo que hay intrínsecamente es la negación de que seamos sujeto de derechos. Muchas mujeres vestidas de patriarcado se atreven a criticar el exceso de feminidad de una mujer trans. Es obsoleto. Juntas tenemos que criticar esos roles, deconstruirlos de cara a las nuevas generaciones. Lo contrario es perverso y es negarnos en todos los espacios de la vida.
Fuente: htttps://www.infolibre.es/noticias/politica/2020/07/04/mar_cambrolle_108458_1012.html