Interrogado en el programa «última mirada» del 18 de noviembre sobre las razones que lo llevaron a participar del cocinado «Acuerdo por la paz» al que se llegó » atendiendo la movilización de la ciudadanía y el llamado formulado por S.E. el Presidente Sebastián Piñera», el diputado del Frente Amplio Gabriel Boric (para quien no […]
Interrogado en el programa «última mirada» del 18 de noviembre sobre las razones que lo llevaron a participar del cocinado «Acuerdo por la paz» al que se llegó » atendiendo la movilización de la ciudadanía y el llamado formulado por S.E. el Presidente Sebastián Piñera», el diputado del Frente Amplio Gabriel Boric (para quien no cabe calificar esta negociación como una «cocina» solo por el hecho de haberse realizado en el viejo edificio del Congreso Nacional y no en alguna vivienda particular) esgrimió básicamente dos razones:
1) La amenaza de que si no se daba una pronta salida institucional a la crisis Piñera se disponía a sacar nuevamente a los militares a la calle.
2) El que sin la presencia de ellos (del FA) en las negociaciones el acuerdo que se habría alcanzado estaría muy alejado de las expectativas de la gente.
Pero se trata de razones políticamente muy pobres. Es claro que haber sacado de nuevo a los militares a la calle, aun con la disposición a disparar sobre los manifestantes, no permitía superar la crisis y solo habría significado echar más leña a la hoguera, resultando en un debilitamiento político aún mayor del gobierno. Basta recordar que ni aun la dictadura, con sus criminales métodos represivos, fue capaz de impedir la oleada de multitudinarias y combativas jornadas de protesta que se sucedieron entre 1983 y 1986, las que solo pudieron ser detenidas cuando una parte de la oposición aceptó cocinar acuerdos políticos con ella.
A su vez, el que una tratativa de este tipo sin la participación de una parte del FA solo hubiese permitido alcanzar un acuerdo aún más mezquino que el que hemos conocido también habría intensificado la indignación de la gente, sin permitirle al gobierno alcanzar la salida que buscaba. Es por eso que para la derecha era tan importante asegurar la participación y la firma de personajes como Jackson y Boric en este acuerdo, ya que, tratándose de figuras que hasta ahora habían gozado de un importante reconocimiento ciudadano, ello le permite introducir una cuña en la movilización popular que, evidentemente, tiende a debilitarla.
Todo lo demás «es música», como decía un personaje de triste memoria. Desconocer lo que, para tranquilidad del gran capital y regocijo de la derecha, representa la aceptación de cuórums supramayoritarios de dos tercios en la redacción de un nuevo texto constitucional y de plazos injustificadamente largos en el proceso de consulta, elección de constituyentes, elaboración de la nueva carta y ratificación final, es pretender hacernos comulgar con ruedas de carreta. Todo el diseño de este acuerdo parece pensado ex profeso para hacer tornar al país a una anhelada «normalidad» lo antes posible.
Quienes desde sedicentes «posiciones de izquierda» defienden este acuerdo sostienen que el quorum acordado operará sobre una «hoja en blanco» y que por ello sus efectos serán muy distintos a los que supone esa mayoría calificada en el marco de la actual constitución. Pero quienes lo afirman pasan por alto que, aun en ese escenario, la nueva constitución no operará sobre una «hoja en blanco» ya que, en el marco de la actual, el Estado chileno ha suscrito numerosos tratados de libre comercio que, menoscabando su soberanía, operan de hecho – reconocido con satisfacción por sus propios autores- como un blindaje del actual modelo económico. La denuncia de esos tratados requerirá de normas en la nueva constitución que la derecha podrá impedir con solo contar con un tercio de los constituyentes.
Finalmente, consultado por la funa de que fueron objeto Beatriz Sánchez y otras dirigentas del FA tras la firma de este «acuerdo por la paz» con la derecha, Boric no dudó en calificar esta manifestación pública de repudio como «fascismo». ¿Significa que condena también en los mismos términos la manifestación de repudio que los trabajadores del Hospital del Salvador le hicieron al ministro Mañalich el 7 de noviembre pasado?
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