Cuando el Presidente de la Generalitat de Catalunya, José Montilla, dijo recientemente que aunque el PSC sumara mayoría con los otros dos partidos que han constituido el gobierno de la Generalitat hasta ahora, es decir, ERC (Esquerra Republicana) e ICV-EUiA, no reconstruiría el gobierno tripartito, se oyó una ola de respiro, no sólo en la […]
Cuando el Presidente de la Generalitat de Catalunya, José Montilla, dijo recientemente que aunque el PSC sumara mayoría con los otros dos partidos que han constituido el gobierno de la Generalitat hasta ahora, es decir, ERC (Esquerra Republicana) e ICV-EUiA, no reconstruiría el gobierno tripartito, se oyó una ola de respiro, no sólo en la Moncloa, sede del gobierno socialista, sino también en amplios sectores del socialismo español. Y no sólo del presidente Zapatero, sino de varios dirigentes del PSOE, quienes alabaron tal pronunciamiento.
Tengo que admitir que tal respuesta me sorprendió, pues aquellos que se alegran de que no se restituya el tripartito de nuevo, están celebrando que no vaya a haber de nuevo un gobierno de izquierdas en Catalunya, pues no hay ninguna otra posibilidad de que las izquierdas gobiernen en Catalunya si no es sumando los escaños parlamentarios pertenecientes a estos tres partidos de izquierda, es decir, PSC, ERC e ICV-EUiA, los tres mayores partidos de izquierda en Catalunya. Por lo visto, tales voces prefieren que se constituya un gobierno socialista en alianza con CiU a que se reproduzca el tripartito. Esta preferencia parece basarse en dos hechos. Uno es que tales voces se encuentren más cómodas con las políticas económicas, fiscales y sociales de CiU que con las políticas económicas, fiscales y sociales del gobierno tripartito. Esto aplica en especial al equipo económico del gobierno socialista español, de clara sensibilidad liberal.
Pero otro hecho es la percepción equivocada de que CiU no es independentista, con lo cual se tranquilizan, pues consideran que el hecho de que ERC (un partido explícitamente independentista) estuviera en el gobierno tripartito ha creado grandes tensiones a nivel de España, que han sido capitalizadas por el nacionalismo reaccionario del PP, poniendo al PSOE a la defensiva. Comprendo, pero no comparto, esta lectura basada en un escaso conocimiento de lo que es y significa CiU en Catalunya y en España. El hecho de que la derecha dominante en España sea el PP (una derecha que, debido a sus orígenes históricos y a sus posturas frecuentemente ultraderechistas, no es homologable a la mayoría de la derecha europea) explica que sectores de las izquierdas gobernantes definan a CiU como un partido de centro.
CiU, sin embargo, es un partido de derechas, y es el mayor partido de las derechas en Catalunya, donde el PP no es un partido mayoritario sino minoritario. CiU es una coalición de dos partidos, CDC y Unión Democrática, que tienen sensibilidades distintas. El CDC es liberal (en realidad, neoliberal), perteneciente a la Internacional Liberal, y Unión es democracia cristiana (perteneciente a la misma familia política europea que el PP).Y tal coalición está hegemonizada por CDC, que ha sido siempre independentista, aunque es parte de su carácter y personalidad jugar a las ambivalencias. Pero, por fin, Artur Mas declaró, sin ambigüedades, que él mismo está a favor de la independencia, en el reciente programa «Tengo una pregunta para usted» de TVE. De ahí que en el panorama actual, preferir a CiU sobre ERC para establecer un gobierno en Catalunya, sería preferir a un partido de derechas que, en la práctica, presionará para alcanzar la independencia (y que sería probablemente la fuerza mayoritaria en el gobierno de la Generalitat) a un partido minoritario independentista y que, además, es de izquierdas. CiU ha apoyado todas las políticas fiscales, económicas y sociales regresivas propuestas por el gobierno Aznar en las Cortes Españolas, que han afectado negativamente el bienestar social de las clases populares de España, incluyendo las de Catalunya. Gobernó con el PP durante el periodo 1996-2000, apoyando también las políticas del gobierno Aznar durante el periodo 2000-2004. No así ERC.
Naturalmente que sería preferible que las izquierdas no independentistas tuvieran mayoría por sí solas. Pero PSC e ICV-EUiA no sumaron ni sumarán mayoría. Preferir que los socialistas se aliaran con CiU en lugar de con ERC es anteponer sus prejuicios (basados en un conocimiento erróneo de la realidad catalana) a los intereses de las clases populares de Catalunya y, por cierto, también de España. ERC ha votado a favor de la mayoría de las medidas progresistas en las Cortes Españolas, no por ser independentista, sino por ser de izquierdas. Nunca voté a ERC, ni pienso votarlos, y si hubiera un referéndum por la independencia en Catalunya, votaría en contra. Pero prefiero más a ERC que a CiU. Y lo hago porque mi mayor compromiso es con el bienestar de las clases populares, no sólo de Catalunya, sino de toda España.
EL IMPACTO DE CiU EN CATALUNYA
CiU fue el partido gobernante de Catalunya durante veintitrés años y es, en parte, responsable de que Catalunya en el año 2003 (cuando terminó su mandato) tuviera uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajo de la UE. Durante tal mandato priorizó las políticas públicas a favor de reforzar la identidad nacional catalana (estableciendo instituciones propias como los Mossos de Escuadra, Televisión y Radio públicas de la Generalitat de Catalunya, y otras instituciones) y a favor de los servicios privados (tales como sanidad y educación privada concertada) a costa de la subfinanciación de los servicios públicos. No hay plena conciencia en España del retraso del estado del bienestar catalán, que CiU atribuyó al déficit fiscal, es decir, a que Catalunya recibía del estado central menos fondos de los que le correspondían (incluso después de haber contribuido a los fondos de solidaridad) por el nivel de desarrollo económico que tenía Catalunya y la carga fiscal que tenía. Este déficit existe y responde a una realidad, y su negación, acusando a Catalunya de insolidaria, egoísta, y otros epítetos que utiliza la derecha española, ha creado una gran frustración en amplios sectores de la población catalana, que ha beneficiado electoralmente a CiU que se ha presentado como la defensora de Catalunya. Tal déficit existe, como lo ha reconocido el propio gobierno Zapatero. Según el Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Economía y Hacienda, tal cantidad responde a un 6.55% del PIB de Catalunya. Ahora bien, asignando la mayor cantidad de estos recursos al estado del bienestar en Catalunya, éste tendría 965 euros per cápita más de lo que tiene, una cantidad importante, pero insuficiente para corregir el enorme déficit de gasto público social por habitante que Catalunya tiene con el promedio de la UE-15, que es de 2.735 euros. Este enorme déficit se debe al escaso ingreso de fondos al estado, al cual han contribuido los recortes de impuestos llevados a cabo por el PP (1996-2004) con el apoyo de CiU (y por el PSOE en la época 2004-2008). De esto, como es de esperar, CiU no habla nunca aunque tales políticas han sido la causa del déficit estructural del estado español (el 50% del déficit estructural actual del estado español se debe a la reducción de ingresos debido a la crisis económica, 40% a la reducción de impuestos durante todos estos años, y sólo un 10% a los incrementos de gastos públicos, sobre todo en seguro del desempleo, que han actuado como estímulo económico).
Estos déficits de gasto público social se han corregido sustancialmente durante el periodo tripartito (ver «Comparación de la evolución del gasto público social en Catalunya: periodo CiU vs Tripartito», y «La campaña mediática contra el Tripartito en Catalunya (y en España), en www.vnavarro.org). Pero tales correcciones se han visto oscurecidas, cuando no ocultadas, por el debate del Estatut de Catalunya, que ha sido utilizado electoralmente por CiU para desacreditar al gobierno central y al gobierno tripartito de la Generalitat de Catalunya, con la ayuda de los medios públicos catalanes (TV3 y Catalunya Ràdio) que, con notables excepciones, han continuado dominados por un pensamiento nacionalista (cercano al independentismo) y neoliberal. Ejemplos de esta campaña de descrédito en los medios públicos hay miles. Una voz representativa fue Pilar Rahola (que ha escrito una biografía acaramelada de Artur Mas, candidato a la Presidencia de la Generalitat por CiU), que tiene un enorme protagonismo en el espacio mediático de TV3 (además de su columna diaria en La Vanguardia, el diario más anti-tripartito de Catalunya, conocido coloquialmente como Masguardia). Al día siguiente de que el Tribunal Constitucional anulara elementos importantes del Estatut, Pilar Rahola escribió que tal anulación era una muestra de que «España no nos quiere», identificando al Tribunal Constitucional con España, e ignorando maliciosamente que las Cortes Españolas, representantes del pueblo español, habían aprobado por gran mayoría todo el Estatut. Un tanto semejante ocurre con Joan B. Culla, el tertuliano más utilizado por TV3 y Catalunya Ràdio (que Gramsci definiría como el intelectual orgánico del «pujolismo») que constantemente, a través de su columna en El País (edición catalana), selecciona citas de la derecha y ultraderecha españolas como representativas de España, olvidando maliciosamente otras citas de otros españoles que cuestionan las anteriores. Y como no, el ultraliberal Sala i Martín, claramente promocionado por TV3 (y que en su día comparó el gobierno tripartito con la dictadura del Norte de Corea) presenta constantemente al tripartito como un desastre, ignorando que tal gobierno ha sido, entre otros hechos, el que ha aumentado más el gasto público social por habitante en la historia de Catalunya, modernizando su estado del bienestar. Las estridencias y manipulaciones de datos de este ultraliberal independentista, son bien conocidas en Cataluña (y en EEUU, por cierto). El locutor de TV3, Jaume Barberá, pujolista acérrimo, que le promocionó (a Sala i Martín) en TV3 en sus orígenes, dedicó su programa «Singulars», dos días antes de la Huelga General, a atacar a los sindicatos y promocionar una postura neoliberal anti-clase trabajadora. Y así un largo etcétera. Catalunya tiene sus Jiménez Losantos, lo que ocurre es que son mucho más sofisticados que tal locutor.
LA EXPERIENCIA DEL GOBIERNO CiU
CiU cuando gobernó lo hizo en términos muy parecidos a lo que fue la democracia cristiana italiana, la cual se estableció a base de unas redes clientelares a lo largo del territorio italiano, con unos comportamientos caciquiles que reflejaban una corrupción generalizada. CiU no es la democracia cristiana italiana, pero tiene algunos elementos comunes con ella. Ni que decir tiene que grandes sectores de tal partido son ajenos a prácticas corruptas, y la mayoría de su electorado conservador estaba, y continúa estando, motivado por razones ideológicas afines al ideario nacionalista conservador catalán, meritorio de ser debatido y estar presente en la sociedad catalana. Pero el equipo dirigente de CiU, sin embargo, sí que ha estado imbuido en una cultura clientelar que incluyó, frecuentemente, casos de corrupción. CiU, ha utilizado la bandera catalana -la patria catalana, la definían- para fines financieros partidistas y personales. La acusación de Pasqual Maragall, Presidente del Primer Tripartito, a la dirección de CiU, entonces liderada por Artur Mas, de que la Generalitat convergente había exigido el pago de un 4% a sus proveedores privados para fines del partido, estaba basada en un hecho real. El único error es que la tajada, en realidad, fue en muchas ocasiones incluso mayor. El caso Palau de la Música (instrumentalizado por CiU) muestra el grado de corrupción al que se llegó en la financiación de aquel partido y sus fundaciones. Y el caso ADIGSA, en el que está involucrado el nº 2 de Artur Mas, el consejero Felip Puig, es otro caso de los muchos que se conocen en Catalunya. El que fue Consejero de Economía del gobierno CiU, Macià Alavedra, y el vicesecretario general de Presidencia de la Generalitat, Lluis Prenafeta, ambos estrechos colaboradores de Jordi Pujol en los gobiernos CiU fueron detenidos en otra operación anti-corrupción (para beneficio personal) que se desarrolla en Barcelona, dirigida hasta hace poco por el Juez Baltasar Garzón, predeciblemente un juez muy impopular en círculos de CiU. Y el padre del candidato Artur Mas, Artur Mas Barnet, es uno de los defraudadores fiscales descubiertos en la operación Jade Limusina del Fiscal Anticorrupción que investiga una fuga de capitales (2 millones de euros en el caso de este señor) a través del Banco LGT de Liechtenstein.
Por otra parte, Unión Democrática es la rama política de la Iglesia catalana, una iglesia profundamente conservadora, aunque no reaccionaria como lo es la Iglesia española. Durán i Lleida, hostilmente anti-tripartito ha acusado al gobierno catalán de ignorar las familias, ocultando que tal gobierno ha dedicado cuatro veces más recursos (transferencias públicas y servicios públicos) a las familias en Catalunya que el gobierno CiU en un periodo de tiempo comparable (últimos ocho años de su mandato). La falta de rigor en las declaraciones de la dirección de CiU sólo queda sobrepasada por las de Alicia Sánchez Camacho, candidata del PP de Catalunya cuyo catastrofismo es su carácter definitorio (la última intervención electoral del tal candidata ha sido hacer un videojuego en el que se eliminan (¿asesinan?) a los inmigrantes ilegales y a los independentistas).
Las críticas de Durán i Lleida al Tripartito reflejan una falta de comodidad por parte de la Iglesia catalana hacia la redefinición de la unidad llamada familia por parte del tripartito, expandiendo para incluir otras familias además de la familia tradicional. Unión Democrática parece considerar familia sólo la versión que incluye al hombre en el trabajo, la mujer en casa, cuidando de los niños y de los ancianos. La inauguración de la Basílica de la Sagrada Familia por el Papa reflejó la visión de la familia que tiene la Iglesia catalana. La única vez que aparecieron mujeres en las solemnidades religiosas fue cuando cuatro monjas aparecieron para lavar el suelo y limpiar la mesa donde aparecería más tarde el hombre pontífice. Esta Iglesia está ahora indignada y junto con los fundamentalistas nacionalistas (estimulados por el comportamiento del Tribunal Constitucional y las siempre presentes voces jacobinas en el panorama español) están muy movilizados, causa del pronóstico favorable a CiU en las encuestas.
El electorado de izquierdas, sin embargo, está muy desmovilizado, resultado primordialmente de las políticas de austeridad desarrolladas por el gobierno Zapatero, enormemente impopulares, y que afectan en su desánimo, primordialmente al PSC, pero también a ERC e ICV-EUiA, pues al gobernar conjuntamente en coalición, les afecta también, por mucho que sus políticas económicas, fiscales y sociales sean diferentes. El equipo económico del gobierno PSOE está dañando al tripartito, y de no cambiar, afectará muy negativamente a la totalidad del socialismo español.
Subrayar esto, que es evidente, no implica que el tripartito no cometiera errores, y uno de los mayores fue el no cambiar los medios públicos TV3 y Catalunya Ràdio, permitiendo la promoción de la conocido costra nacionalista y neoliberal continuadora del pujolismo anterior. Y ello fue primordialmente debido a la influencia de ERC (y su alianza con CiU en el consejo rector de tales medios) y que significó un gran error, pues en su ansia (legítima) de promocionar el independentismo, mantuvo a aquellos equipos heredados de la época anterior, que reprodujeron la versión conservadora neoliberal que ha beneficiado a CiU. Este ha sido uno de sus mayores errores, pues la dimensión social -el mayor éxito del tripartito- apenas ha sido visible mediáticamente. Pero el mayor problema negativo desmovilizador ha sido la crisis y la respuesta errónea a la crisis llevada a cabo por el gobierno Zapatero. El PSC debería haberse distanciado de tales políticas.
Por otra parte, PP y CiU fueron los mayores responsables de las políticas que incubaron la crisis en Catalunya y en España (tales como la reducción de impuestos), continuadas algunas de ellas por el gobierno PSOE. La sustitución del tripartito por uno hegemonizado por CiU y más tarde por PP-CiU en España, representará el ataque frontal más acentuado que habrá visto el estado del bienestar catalán y español. Su propio pasado (la experiencia del gobierno CiU y PP) y las propuestas que han hecho (bajar impuestos y reducir el gasto público, así como desregular todavía más el mercado del trabajo) son las medidas que llevarán a una situación que dañará todavía más a las clases populares de Catalunya y de España.
Fuente original: http://www.sistemadigital.es/News/ItemDetail.aspx?id=2727