Introducción A fin de intentar abordar este sucinto análisis de forma rigurosa, es conveniente aclarar que la corrupción en el Ejército no queda circunscrita al ámbito castrense, sino que es consecuencia directa de una trayectoria de la monarquía española y de sus aliados, al menos desde comienzos del siglo XIX hasta nuestros días. Concepto de […]
Introducción
A fin de intentar abordar este sucinto análisis de forma rigurosa, es conveniente aclarar que la corrupción en el Ejército no queda circunscrita al ámbito castrense, sino que es consecuencia directa de una trayectoria de la monarquía española y de sus aliados, al menos desde comienzos del siglo XIX hasta nuestros días.
Concepto de corrupción, según la Real Academia Española (RAE)
4. f. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.
La RAE no define, pues, la extensa corrupción que se ha diseminado deliberadamente entre las capas populares, limitándola a las organizaciones públicas o privadas. Un hecho análogo al protagonizado por las cloacas del Régimen, que diseminaron drogas entre la juventud, a comienzos de la Transición; no solo en Euskadi.
La Transición
Durante la Transición, iniciada en 1975 tras la muerte del dictador -aunque gestada en los años 60 bajo el pretexto de la «reconciliación nacional»- se produce un hecho de corrupción política de enorme trascendencia histórica, de carácter cívico-militar, tras las «elecciones libres» del quince de junio de 1977.
Fue la llamada Ley de Amnistía, en realidad una auto-amnistía de los crímenes de la dictadura, aprobada por las Cortes el 14 de octubre de 1977.
Aquella evidente traición de lesa patria, gestada por las direcciones de algunos partidos de la oposición al franquismo, que se pasaron con armas y bagajes al bando monárquico-franquista, sigue impune.
Un hecho gravísimo que condicionó la redacción de la Constitución de 1978, bajo la irresistible presión del rey y sus conmilitones: unos generales que se vanagloriaban de la victoria militar nazi-fascista sobre el pueblo español.
La corrupción fue la base material sobre la que se sustentó y desarrolló la dictadura, haciendo posible una Transición irregular. La preconstitucional Ley de Amnistía sigue siendo un pilar fundamental para la pervivencia de la monarquía, que encarna el rey. Su aprobación, por unas Cortes derivadas de la reforma franquista, forzó desequilibrios fundamentales en los cimientos del nuevo Estado, cuyas trágicas consecuencias estamos viviendo con gran ansiedad en estos días.
La Constitución del 78 del siglo pasado sigue aún vigente, pese a que ni si quiera el rey Felipe VI ya la respeta, como quedó de manifiesto en su discurso a la nación en la noche del pasado 3 de octubre. Su redacción ambigua y confusa constituye un lastre letal que nos arrastra hacia el abismo.
Su pretendida reforma es inviable sin el acuerdo de la facción franquista presente en la Cortes. Es, por tanto, una pretensión absurda que no puede constituir una salida democrática a los graves problemas a los que se enfrentan los pueblos, los trabajadores y las capas populares de nuestra patria.
No es una Constitución producto de un pacto democrático en libertad, que hubiese consistido en la proclamación de la República y formación de un gobierno provisional que hubiese convocado elecciones libres a Cortes constituyentes, sino de un acto de corrupción política de dimensiones históricas.
La corrupción cívico-militar
Esta corrupción institucional hace que una parte de la población vea como normal la «gran corrupción», como es el caso de la Gürtel, que implica una trama de intereses urdida por un partido fundado por un ministro de Franco, el PP, al que la Fiscalía mantiene su acusación por su relación con dicha trama.
La corrupción sistémica de «altos vuelos» no queda limitada al PP y a grandes empresas, sino que alcanza a otros partidos e instituciones que protagonizaron la Transición. Todo este complejo entramado ha sido impulsado por el poder de la oligarquía financiera y terrateniente, con la implicación de la Casa Real, y ha calado en una parte significativa de la sociedad, incluidas sus Fuerzas Armadas (FAS).
La auto amnistía fiscal, decretada por un gobierno del PP, de bienes y capitales situados en paraísos fiscales opacos, es una prueba más de un sistema profundamente corrompido desde sus raíces, procedentes de la dictadura.
Entre las prácticas corruptas de menor cuantía, ampliamente difundidas y en parte toleradas, están, por citar algunas, la evasión del IVA mediante pagos en efectivo, la evasión de impuestos en la compraventa de viviendas mediante los pagos en «B», contratos precarios no declarados, etc.
Esta forma de corrupción ha contribuido en gran medida a generar una «economía sumergida» que alcanza en nuestro país la astronómica cifra de 18,6 del PIB, es decir en torno a 190.000 millones de euros, existiendo una alta correlación entre corrupción y economía sumergida.
Epílogo
El ex ministro de industria del PSOE, Carlos Solchaga, afirmaba que «España es el país del mundo donde más rápido se puede hacer uno rico»; omitió sin embargo decir que mediante operaciones fraudulentas que implicaban a altos cargos e instituciones del Estado, muchas de las cuales acabaron en los juzgados, incluidas las impulsadas desde sus más altas instituciones.
La Transición se fundamentó en una operación política de gran calado, que solo pudo ser implementada por la traición de algunos destacados dirigentes políticos a los intereses del pueblo, a los que decían representar. Fue una maniobra fraudulenta impuesta por el rey Juan Carlos I, sucesor de Franco, que con contó con la complicidad necesaria de estos, afianzando así la continuidad del Reino de España, decretada por la dictadura.
Esta apropiación indebida y corrupta de la soberanía popular, manu militari, ha hecho posible esta cárcel de pueblos que es el Estado borbónico, hoy sumido en una profunda crisis de incierto desenlace.
La monarquía es incompatible con los derechos sociales y las libertades de los pueblos. Sin embargo, la secesión pacífica de Catalunya, en el actual contexto internacional, es inviable. Abogamos por una salida democrática a la grave crisis del Estado monárquico, que no puede ser otra que una república de pueblos libres, unidos voluntariamente en una federación o confederación ibérica. Una república que acabe con esta ciénaga de corrupción y de recortes de derechos sociales, que tienen al borde de la indigencia a más de cuatro millones de personas.
Notas:
Entre los libros que recomendamos, para consulta de los lectores interesados en conocer la corrupción militar y sus raíces, están los siguientes.
– La forja de un rebelde, por Arturo Barea (publicado en el exilio en 1943)
– El testamento de la Liga Santa, por Enriqueta de la Cruz (publicado en 2006)
– El libro negro del Ejército español, por Luis Gonzalo Segura, denunciante de corrupción militar, que aporta datos concretos actuales, con nombres y apellidos, (publicado en octubre de 2017).
Manuel Ruiz Robles, capitán de navío de la Armada (R), portavoz del colectivo de militares demócratas Anemoi.
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