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Las rectificaciones de Petro

Fuentes: Rebelión

En las últimas semanas el presidente Petro ha dado muestras de que está en proceso de romper con la estrategia que desarrolló durante los primeros 18 meses de su gobierno.

Durante esa primera etapa privilegió una especie de alianza con sectores de la clase política tradicional que le aprobaron la reforma tributaria y el plan nacional de desarrollo. Ello parece haber ilusionado al presidente y a algunos dirigentes del Pacto Histórico de que esos políticos estarían dispuestos a enfrentar a la oligarquía financiera y aprobarían las “reformas sociales”.

Poco a poco se comprendió que eran ilusiones vanas. Esos políticos oportunistas se aprovecharon del gobierno progresista, le “comieron” presupuesto y burocracia, y desde adentro intentaron debilitar la imagen de Petro. Éste aguantó hasta cierto punto, pero la elección de Iván Name como presidente del Senado lo convenció de que esa alianza ya no tenía futuro.

Posiblemente era una fase necesaria, pero se estaba alargando mucho en el tiempo. Petro perdía iniciativa política y los sectores populares se estaban impacientando en medio de cierta confusión provocada por errores y fallas del entorno de Petro, que eran aprovechados por sus enemigos en cabeza del Fiscal Barbosa y la Procuradora Abello, y los medios de comunicación “pre-pagos”.

Petro ha iniciado una nueva fase de su gobierno. Nombró en altos cargos de su administración a gente de su entraña (Alexander López, Gustavo Bolívar, Cielo Rusinque, Carlos Carrillo) y logró mediante la presión política y popular, que a regañadientes la Corte Suprema de Justicia eligiera a la Nueva Fiscal de la terna presentada por Petro. Es un triunfo importante que todos reconocen y que le ha dado un nuevo aire al gobierno.

Pero, además, el presidente Petro ha planteado la posibilidad de convocar una Asamblea Constituyente, mediante un “proceso constituyente” en donde el pueblo sea protagonista. Esa estrategia le permite relacionarse con las gentes en nuevas circunstancias y condiciones, le pone presión al Congreso y se libera de tantos oportunistas y corruptos que estaban haciendo de las suyas (caso de los carrotanques) y le generaban el rechazo entre amplios sectores de la población.

Lo importante es que Petro se reafirme en esa nueva estrategia y siga buscando al pueblo en sus diversas expresiones sociales y culturales. Las clases medias y, entre ellas, el precariado profesional, necesitan iniciativas de nuevo tipo. Hacia el futuro se requiere ampliar la base de apoyo del gobierno y no será a punta de subsidios como se puede ganar a esos sectores sociales que necesitan de políticas de industrialización sostenida, que es la única forma de generar empleo formal y de mejorar los ingresos de las personas (y el recaudo de impuestos).

Y, por otro lado, la posibilidad de convocar una Constituyente le coloca verdaderas tareas políticas a lo más avanzado del movimiento popular que hasta ahora no da muestras de superar el “espíritu reivindicativo” y que tiene que avanzar –con relativa autonomía– en la construcción de efectivas formas de organización “desde abajo”.

Se hace necesario la conformación de “otras gobernanzas” que le permitan al pueblo hacer nuevos ejercicios de empoderamiento social y político, que es la única manera de derrotar el “cretinismo parlamentario” que ha hecho carrera al interior de las organizaciones sociales y es una carga negativa para nuestra sociedad. El “proceso constituyente” no puede depender de la voluntad del Congreso sino de la fuerza y capacidad que desarrolle el movimiento popular.

La experiencia acumulada en estos meses nos lo ha enseñado.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.