Las denuncias por agresión sexual publicadas en redes sociales contra el actor y profesor Juan Antonio Codina y el director de cine Eduard Cortés airean la violencia machista que sufren las trabajadoras de las artes escénicas y el sector audiovisual.
En los últimos diez días, dos denuncias hechas públicas a través de redes sociales han vuelto a poner en el escaparate la violencia machista presente en el interior de espectáculos teatrales y rodajes de películas, señalando a dos presuntos agresores sexuales.
La noche del 3 de noviembre, la escuela de teatro Estudio Juan Codina anunció en su cuenta en la red social Instagram la suspensión permanente de su fundador, Juan Antonio Codina, de todos los ámbitos de la organización y también su cese como profesor.
El equipo directivo afirma que tomó esa decisión “para velar por la seguridad e integridad del alumnado y por la viabilidad y estabilidad del equipo interno y docente”. Lo hizo tras la acusación realizada por una antigua alumna del centro, la actriz Miranda Yorch, quien tres días antes había publicado en esa misma red social que, cuando tenía 19 años, fue violada por el director de la escuela en la que estudiaba interpretación, 32 años mayor que ella. Yorch no mencionó el nombre del profesor ni tampoco el de la escuela, pero sí aludió a que él “presumió de ello en un escenario, blanqueó lo ocurrido ante un público que desconocía la realidad de los hechos”. En una publicación anterior, la actriz ya había difundido un vídeo con un monólogo de Codina, por lo que una interpretación posible era que se refiriese a él, hecho que Yorch confirmó al diario El País el 6 de noviembre.
A finales de octubre, la fotógrafa y directora Silvia Grav denunció, también vía Instagram, que había sufrido grooming (acoso y agresión sexual online) por parte del cineasta Eduard Cortés cuando ella tenía 19 años y él 55, ofreciéndole trabajo a cambio de sexting. Varias mujeres más han prestado sus testimonios en el mismo sentido en el diario Ara. La Academia del Cine Catalán ha abierto una comisión de investigación para tratar las denuncias contra Cortés, miembro de la institución, y ha ofrecido asesoramiento jurídico y psicológico a las actrices que se han manifestado. Su directora, Laia Aubia, descarta que la Academia vaya a emprender acciones legales contra Cortés y emplaza a las conclusiones del trabajo de la comisión para determinar qué sanciones se le impondrán cuando termine ese proceso. “Esto va en contra de los tiempos, porque todo el mundo quiere reacciones inmediatas, pero tenemos que analizar qué podemos hacer y lo haremos, evidentemente”, reconoce Aubia. La directora de la Academia se muestra cauta a la hora de recomendar o no que la víctima de una agresión sexual lo comunique públicamente o denuncie en el juzgado: “Esa decisión tiene que estar guiada siempre por una garantía máxima de reparación y cómo de preparada está la víctima para afrontar un proceso que, en muchas ocasiones, implica revictimización”. En su opinión, cualquier comunicación pública en un medio de comunicación o en redes sociales “tiene el valor indudable de ser detonador para que otra gente se sienta con valor para contar, pero la decisión siempre ha de estar precedida de un asesoramiento jurídico y psicológico”.
Secretos a voces y acción institucional
La exposición pública de estos dos casos en redes sociales ha propiciado la apertura de una cuenta en Instagram, @testimoniosartesescenicas, que pretende recopilar y difundir denuncias de agresiones, de forma anónima o no según decida la persona que quiere dar a conocer la situación que ha sufrido. “No queremos que los abusos en las artes escénicas sigan siendo secretos a voces”, explican las creadoras de la cuenta, seis actrices que definen su iniciativa como un espacio para “denunciar cualquier maltrato, discriminación, abusos psicológicos, físicos, sexuales o de cualquier índole en distintos entornos (escuelas, industria, agencias) y distintas disciplinas escénicas: teatro, danza, música, audiovisual”. El principal objetivo de la cuenta, abierta el 4 de noviembre, es “acabar con las conductas abusivas que se prolongan de forma sistemática y se reiteran con total impunidad”.
Las impulsoras de este espacio de denuncia digital, que utiliza #SeAcabó, el lema contra el machismo en el fútbol tras el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso, entienden que compartir estas historias “ayuda a reconocernos en otras personas, darnos cuenta de que no estamos solas y de que no estábamos locas cuando pensábamos que una determinada situación estaba traspasando límites”. Asimismo detallan que otra de sus intenciones es ser pedagógicas: “Que una conducta no sea un delito no quiere decir que sea tolerable, hay conductas muy cuestionables, como la humillación, las faltas de respeto o el maltrato psicológico por parte de directores o profesores de interpretación, y este puede ser un espacio para compartir experiencias y sentirnos acompañadas”.
También son conscientes de los límites que enfrentan estas acusaciones públicas de carácter extrajudicial, sin garantías y con el riesgo de exponer a la víctima o recibir denuncias que, estas sí, iniciarían procesos en el juzgado. Por eso censuran en sus publicaciones los nombres de los presuntos agresores. “Nos da mucha rabia no poder decirlo claramente, pero nos han asesorado jurídicamente y no podemos hacerlo. No podemos poner ni nombres ni iniciales ni nada que identifique claramente al agresor. Solamente podemos dar pistas”.
Esa precaución no obedece exclusivamente a una cuestión de defensa legal, sino que las creadoras de la cuenta precisan que “no se trata de hacer una caza de brujas y señalar a personas para lincharlas”. Por eso valoran que “si hay personas que se han equivocado al enseñar o al dirigir, o al tratar con otros artistas, y tras una reflexión son conscientes de que su forma de actuar fue cuestionable y deciden trabajar en revisarse y comportarse con respeto, bienvenidos sean esa reflexión y ese aprendizaje”.
Para Ignacio Martín, responsable institucional del sindicato Unión de Actores y Actrices, las denuncias difundidas a través de redes sociales son “vías de expresión”, pero opina que, frente a los casos de agresiones sexuales, “un sindicato tiene que ser una vía de resolución y de acción, no de expresión. Queremos aportar recursos de acompañamiento y jurídicos que permitan evitar que se repitan y queden impunes las situaciones de abuso”. Cuenta que han trabajado para renovar su asesoría jurídica y el protocolo de actuación ante estos casos, de manera que la persona que haya sufrido violencia machista encuentre en el sindicato “un primer espacio, un primer recibimiento para que podamos valorar con la víctima todas las posibilidades que tiene: legales, de otros servicios, de acompañamiento”. Martín señala que en el sector de las artes escénicas hay “gente muy joven que asume que determinadas actitudes hay que soportarlas al inicio de tu carrera”, y considera que el sindicato debe aportar respuestas apropiadas ante esas actitudes.
En 2022, la Academia del Cine Catalán creó un servicio para tratar el acoso sexual que sufren las actrices, que ofrece atención jurídica y psicológica a las víctimas de violencia machista en el sector audiovisual y de las artes escénicas. Este departamento, de carácter pionero, tiene como objetivo convertirse en un espacio donde las mujeres que trabajan en el sector encuentren apoyo y acompañamiento para contar los casos de agresiones y acoso sexual que hayan sufrido y puedan tomar decisiones. “No puede ser que de todos los casos que se conocen solo se denuncie un 10%, esto indica que aquí pasa algo, la gente no sabe dónde tiene que ir, no se siente protegida, no encuentra un espacio seguro donde consultar qué hacer”, declaraba entonces a El Salto la presidenta de la Academia del Cine Catalán, Judith Colell. “Era muy necesario”, valora Laia Aubia dos años después de la apertura del servicio, llevado a cabo de manera externa a la institución y con total confidencialidad. “Hemos cubierto una demanda que existía y que ha ido de la mano del sector audiovisual en Catalunya, se ha evidenciado ante las productoras, por ejemplo, la necesidad de saber qué hacer, cómo actuar en estos casos”, asegura la directora de la Academia. Desde su creación y hasta julio de este año, el departamento ha realizado 21 acompañamientos, a 17 víctimas y cuatro testigos. “Del primer año al segundo hemos detectado cambios en la temporalidad de los hechos que relataban las víctimas. El primer año eran antiguos, de hacía mucho tiempo, y el segundo han sido hechos recientes”, comenta Aubia. En mayo, la Academia publicó otra herramienta que ha desarrollado, su Protocolo guía para la prevención y abordaje de las violencias machistas y LGTBI-fóbicas en el sector audiovisual.
Los casos de Codina y Cortés se suman a otros que han obtenido respuesta institucional en los últimos meses. Esta misma semana, Elena Cabrera publicó en eldiario.es que el 30 de octubre el Centro Dramático Nacional, dependiente del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, activó el protocolo por acoso sexual y despidió a un actor de la obra La gaviota. A mediados de abril, la Fiscalía Provincial de Madrid presentó una denuncia en el juzgado contra el dramaturgo Ramón Paso por delitos sexuales a varias jóvenes de entre 18 y 25 años que habrían tenido lugar entre 2018 y 2023 durante castings en los que participaban el dramaturgo y las víctimas. La Fiscalía dio este paso tras culminar las diligencias preprocesales que abrió en noviembre de 2023 y tomar declaración a las 14 mujeres, que ratificaron su denuncia contra el director teatral.
El 10 de octubre, el Ministerio de Cultura puso en funcionamiento la Unidad de Prevención y Atención contra las Violencias Machistas en el Sector Audiovisual y Cultural. En febrero, el ministerio ya había anunciado su intención de desarrollar esta unidad, con los objetivos de acompañar a víctimas de violencia machista y realizar estudios específicos para la elaboración de protocolos y recomendaciones que respondan a las necesidades específicas de cada sector y organismo vinculado a la cultura. El anuncio se entendió como una reacción del ministerio a la indignación suscitada por las acusaciones de violencia sexual contra el director de cine Carlos Vermut que varias mujeres que habían trabajado con él hicieron en las páginas de El País a finales de enero. El ministro Ernest Urtasun manifestó en la gala de los Premios Feroz, celebrada el mismo día de la publicación de esas denuncias contra Vermut, su compromiso de trabajar para garantizar que la cultura sea “un espacio seguro y libre para todas las mujeres”.
La onda expansiva del #MeToo
Una denuncia pionera en España fue la presentada en marzo de 2018 por la actriz Iria Pinheiro en el Juzgado de Instrucción Número 1 de Santiago de Compostela por vejaciones, insinuaciones de orden sexual y tocamientos por parte de José Luis Viñas Orta, director del programa Con amor e compañía, emitido por TVG. En septiembre de 2023, el Juzgado de lo Penal número 1 de Santiago de Compostela absolvió a Viñas Orta de los delitos de acoso sexual, acoso laboral y abuso sexual a los que se enfrentaba a raíz de la demanda.
La denuncia de Pinheiro fue una gota más en la corriente de mujeres que desde 2017 alzaron la voz para desbordar el dique en torno al acoso sexual en el sector audiovisual internacional. Actrices, directoras o productoras fueron más allá de la queja por la falta de mujeres en papeles protagonistas u otras muestras de desigualdad y señalaron a unas estructuras de poder que fomentan las agresiones bajo la amenaza, real, de perjudicar sus carreras en caso de no someterse a ellas.
Tras la primera acusación de violación contra el poderoso productor Harvey Weinstein, hecha pública por la actriz Rose McGowan en octubre de 2017, nombres consagrados en la industria de Hollywood como los de Salma Hayek, Natalie Portman o Uma Thurman hablaron en primera persona sobre abusos continuados o casos de acoso sexual, además de sobre diferencias salariales. El movimiento #MeToo, de denuncia de los casos de violencia machista en la industria cinematográfica, echó a rodar, creando una onda expansiva que alcanzó dimensión global. Weinstein sería condenado en 2020 a cumplir dos penas de 23 y 16 años de prisión, aunque la primera fue anulada en 2024. Un total de 80 mujeres denunciaron por abusos sexuales a Weinstein.
En un reportaje publicado por El Salto en abril de 2018, Pinheiro opinaba que lo que ocurre en su profesión es “que la jerarquía da pie a muchos abusos de poder y el machismo imperante genera la visión de que las actrices somos muñecas dirigibles y al alcance del consumidor”. Los hechos denunciados por Iria Pinheiro no son excepciones, según explicaba Berta Ojea, entonces secretaria de Igualdad en la Unión de Actores y Actrices: “Son comportamientos viejos y de siempre, que existen en la industria cinematográfica y en las artes escénicas”.
“Parte de la violencia de este tipo de sucesos es que se quedan encajonados en el espacio privado”, reflexionaba en el mismo reportaje la artista Carmen Tomé, cuya denuncia contra el comisario Javier Duero fue la chispa de la que surgió La Caja de Pandora, un grupo de más de 3.000 agentes del mundo del arte y de la cultura que se organizó “por un contexto artístico libre de violencias machistas y abusos de poder”. En un comunicado leído en el museo Reina Sofía de Madrid el 29 de enero de 2018, el colectivo explicó que “este tipo de agresiones y/o abusos se realizan con normalidad en todas las situaciones de la vida, y en nuestro sector del arte y la cultura de una forma muy específica”. También aseguraban que “la mala praxis y los acuerdos tan laxos a los que nos vemos sometidas generan que las mujeres en el arte estemos constantemente expuestas a ciertas agresiones absolutamente normalizadas e interiorizadas”.