Los estudiantes por sí mismos encontrarán la verdad que resplandece más allá del pasado, más allá de tanta ignominia contra Cuba y nuestros pueblos de América.
Después de más de dos siglos de las políticas estadounidenses sustentadas en “el destino manifiesto”, “en la fruta madura”, y en la ahora bicentenaria “doctrina Monroe”, los Estados Unidos, bajo el gobierno de Biden, parece querer retomar y revivir estos viejos instrumentos ideológicos para ejercer su papel de injerencia e intervención en los asuntos internos de los otros países del hemisferio, que se sintetiza en la frase «América para los americanos».
Ante la cercanía del 17 de noviembre y la conmemoración del día internacional de los estudiantes en homenaje a la lucha y resistencia de los jóvenes checoslovacos en 1939 contra el yugo hitleriano en Praga, siempre será buena ocasión para reflexionar sobre asuntos vitales que conciernen a la obra de los jóvenes por construir un mundo mejor.
Diez días después, el 27 de noviembre, los estudiantes cubanos rendirán homenaje a los 8 estudiantes de medicina sacrificados por el odio ejercido por el poder colonial en 1871 ante la lucha por la independencia que libraba el pueblo cubano.. El hecho merece un esfuerzo mayor para hacer trascender aquel crimen contra los inocentes a nivel internacional.
En épocas de la Revolución Cubana han sido varias las visitas de jóvenes y estudiantes estadounidenses a Cuba e incluso los intercambios de muchas horas con Fidel. Y dando continuidad al diálogo, en la reciente visita del presidente Díaz-Canel a New York se produjo un encuentro fructífero con jóvenes norteamericanos.
Retomando una experiencia pasada, recuerdo que durante la estancia en Santiago de Cuba de estudiantes estadounidenses, tuve la oportunidad de hacerles llegar, como profesor universitario, un mensaje con el contenido siguiente:
Estimados estudiantes: Resulta importante recordar que el pasado año se cumplieron 100 años de una carta que un grupo de estudiantes de la Universidad de Kansas dirigió al patriota cubano Manuel Sanguily. La misma tuvo el propósito de manifestar la oposición de ellos a la tesis de anexión de Cuba a los Estados Unidos, durante la ocasión de un debate que algunas personas seleccionadas pretendían efectuar en el Estado de Oklahoma.
No pretendo señalar todo el contenido de argumentos que se brindaron extensamente en la respuesta dada por el patriota cubano, pero pienso que uno de sus fragmentos será bastante para entender la esencia del problema cardinal. Este les expresó:
«Yo espero que algún día la moral internacional deba ser tan compulsiva (a pesar que siempre es necesaria) como lo es la moral individual, y que no dependerá tanto del número de armas para conservar los tratados eficazmente, sino la magnitud de la conciencia para que sean respetados en las sociedades, a fin de que lo correcto en el ser humano sea seguir viviendo en paz».
Ustedes, estimados estudiantes estadounidenses, son los continuadores, en estos tiempos difíciles, de lo mejor de las tradiciones de su pueblo, desafiando y oponiéndose a la política oficial de sus gobernantes que no ocultan la hostilidad obstinada contra la verdadera independencia de Cuba.
La mayoría de ustedes no sólo hacen esto expresando su amistad y solidaridad de una manera hermosa con el pueblo cubano, sino también demostrando su respeto hacia su soberanía, independencia y libre determinación.
Los cubanos nos preguntamos cómo ha sido posible que la mayoría de los gobiernos de Estados Unidos hayan sido tan contumaces sordos al pensamiento y acciones de los fundadores de esa nación, como fueron George Washington y Abrahán Lincoln. Al primero debemos su juicio sobre la Política Internacional de los Estados Unidos, cuando expresamente recomendó:
«Observad buena fe y justicia con todas las naciones… Creced en paz y armonía con todos… La nación que se da al odio… en una cierta magnitud, es una esclava de la otra, es una esclava de su propia animosidad».
A Abrahán Lincoln le estamos en deuda por su afirmación ante un acontecimiento anexionista de entonces:
«La mayor falta de los anexionistas estuvo en el hecho de que el verdadero pueblo de Cuba jamás les pidió ayuda alguna».
Los cubanos, fieles a la herencia de nuestro Héroe Nacional José Martí, tal como él lo hiciera en el siglo XIX, continuamos afirmando hoy:
«Nosotros amamos al país de Lincoln, de la misma manera que tememos al país de Cuttings».
Tenemos razones suficientes para diferenciar a los enemigos que están ansiosos por conquistar y someter a nuestro país, y a los vecinos buenos o amigos que hacen sus mejores esfuerzos para mantener encuentros afectuosos, unas relaciones amistosas, un intercambio solidario y un espíritu de coexistencia pacífica.
Por eso creo que en cualquier parte que llegue la presencia de un norteamericano amigo de nuestro país, ahora que están prohibidos los viajes a Cuba por el Presidente W. Bush, es una ocasión favorable para que entren en contacto con nuestra realidad presente, la cual quizás no pueda ser entendida ni interpretada totalmente sin tener una perspectiva y el conocimiento justo de nuestra historia pasada y de las circunstancias que han influido en su desarrollo. Pero, en fin, el encuentro de norteamericanos con el pueblo cubano y su juventud proporcionará un conocimiento recíproco bueno, un acercamiento a las ideas, ideales y sentimientos que están presentes en el seno del pueblo cubano, y todo esto ayudará al entendimiento mutuo entre nuestros pueblos. Por eso el gobierno norteamericano actual teme tanto que el pueblo estadounidense conozca, por sus propios ojos, la realidad cubana.
Nosotros podemos abrir nuestra casa grande que es Cuba. Esta patria que nosotros hemos erigido libre, soberana y democrática a costa de los sacrificios y los esfuerzos heroicos de las generaciones pasadas y presentes. Lo hacemos con el orgullo de haber hecho posible lo que hemos soñado como un ideal, aunque no todo se haya podido lograr por muchas razones. Porque no todo lo que hemos hecho ha estado exento de errores, como en todas partes del mundo, o porque no se nos ha permitido hacerlo de una manera natural, es decir, sin agresiones, bloqueos, invasiones y guerras de todo tipo por los Estados Unidos, la potencia más poderosa de la tierra, sin más justificación que su política de despojo y la vieja obsesión de apoderarse de Cuba por cualquier medio.
Pero aquí se asienta nuestra obra, está nuestro pueblo en su ascenso difícil hasta alcanzar el más alto grado de dignidad y rebeldía. Su fuerza, hoy como ayer, surge de sí mismo, de su ideal de libertad, de justicia, de su espíritu de sacrificio y rebeldía, de su amor invencible por la patria, y de su defensa infatigable de su “…derecho de ser y vivir en paz”.
En el mundo de mañana debe esperarse que los sentimientos más elevados, las acciones más generosas y las ansias mejores de la humanidad prevalezcan. En ese mundo del mañana, bajo el imperio de la paz y la amistad, esperamos que Cuba pueda lograr que sus sueños puedan hacerse realidad plenamente. Mientras tanto, Cuba debe seguir oteando el horizonte, a veces borrascoso. Debe continuar armada de su verdad. Debe levantar su dignidad y rebeldía históricas y debe seguir forjando sus victorias, mal que les pese a sus enemigos.
Reitero que la juventud y los estudiantes representan el presente y futuro del pueblo norteamericano. Los jóvenes y todas las personas solidarias son una demostración incontrovertible de que la verdadera amistad y la solidaridad son posibles entre nuestros países, a pesar de las leyes imperiales que, en nombre de la libertad, los gobernantes norteamericanos intentan imponer a nuestro pueblo, como el llamado Plan de Transición para Cuba del presidente Bush. Ustedes pueden preguntar a los Pastores por Paz y a los miles de norteamericanos que han brindado su solidaridad y amistad a Cuba, y comprobarán que han recibido reconocimientos, sentimientos y gestos recíprocos
Les sugiero, como profesor, que todos ustedes observen, sin ninguna venda sobre los ojos, las realidades contradictorias, con sus contrastes hermosos y dantescos, que hoy día vive la humanidad. Y, por favor, no se olviden que cada persona puede ayudar a salvar a la humanidad, para conservar la paz y para procurar relaciones cordiales entre las naciones.
Reitero que todo lo anterior expresaba hace 15 años.
Y en este año 2023 puedo añadir que hace unos pocos años coincidimos en la lucha solidaria a favor de los cinco Héroes cubanos que permanecían en las cárceles por defender a su país contra los planes terroristas organizados desde los Estados Unidos.
Hoy debemos coincidir en el cese del bloqueo y la derogación de todas las leyes y de otros muchos instrumentos anticubanos aprobados por distintas instancias de EE.UU.
Si quieren convencerse por ustedes mismos de hasta donde han llegado sus legisladores en su afán injerencista y de irrespeto a los sagrados principios de la soberanía, independencia y libre determinación de los pueblos, consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.
Si quieren adherirse al antiimperialismo militante dentro de su país, lean completamente la Ley Helms-Burton y, en especial, empiecen por el título de dicho engendro, que es ley para la esclavitud de Cuba por los dictados del imperio del Norte, que espuriamente denominaron Ley para la libertad y la solidaridad democrática cubanas (Ley Libertad 1995).
Y en este ejercicio de lectura acuciosa que les propongo tendrán que estar alertas a las muchas mentiras que se incluyen en el texto, tendrán que preguntarse cómo es posible que el Congreso de su país haya cometido el despropósito de legislar para otro país: Cuba (como si se tratase territorio propio) y también para el resto de los países del mundo, es decir, reflejando las intenciones y los efectos extraterritoriales a través de medidas de sanciones concretas.
Por lo tanto, como esta ley es francamente hostil y violatoria del derecho internacional junto con otros muchos engendros ilegales de bloqueo, ha concitado el voto casi unánime en la Asamblea General de las Naciones a favor de Cuba, y la cual ha condenado a los Estados Unidos, con el voto solitario y vergonzoso en oposición a la resolución de los Estados Unidos e Israel.
Queridos estudiantes, no les digo más. Uds. mismos encontrarán la verdad que resplandece más allá del pasado, más allá de las caídas y derrotas, más allá de las guerras y campañas propagandistas, más allá de tanta ignominia contra Cuba y nuestros pueblos de América.
Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor de Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas. Premio al Mérito Científico por la obra de toda la vida. Escritor y periodista.
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