Desde julio de 2008 se han incrementado las tarifas eléctricas. Pero nuestra factura no cubre sólo la electricidad que consumimos, sino que sirve para mantener subvenciones encubiertas a las centrales nucleares, térmicas y las grandes hidráulicas. -Nos encontramos ante la subida de los precios en las tarifas eléctricas. ¿Es necesario este incremento? -Según los datos […]
Desde julio de 2008 se han incrementado las tarifas eléctricas. Pero nuestra factura no cubre sólo la electricidad que consumimos, sino que sirve para mantener subvenciones encubiertas a las centrales nucleares, térmicas y las grandes hidráulicas.
-Nos encontramos ante la subida de los precios en las tarifas eléctricas. ¿Es necesario este incremento?
-Según los datos de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), la diferencia entre lo que cuesta la energía en el mercado y lo que está reflejado en la tarifa, conllevaría una subida de más del 30%. Lo que se ha subido ahora no llega ni de lejos, por tanto se está generando un déficit cada vez mayor que va a llegar a ser insostenible. Paralelamente también ha habido un informe de la CNE que pone en cuestión si el precio de la energía en el mercado realmente se corresponde con los costes reales. Porque existen una serie de centrales que están funcionando a unos costes muy bajos y que se están beneficiando del alto precio de la energía en el mercado.
-¿Qué estamos pagando en nuestro recibo de la luz?
-Teóricamente pagamos el coste del servicio, lo que pasa es que esto incluye muchas cosas: lo que cuesta generar la energía, pero también almacenarla, trasportarla, transformarla, distribuirla. Luego están una serie de añadidos políticos que se cargan ahí como son los costes del mercado, del sistema, de la CNE… Entonces pagamos el apoyo a las energías renovables -algo razonable y necesario-, pero también abonamos una compensación a las compañías eléctricas por las centrales nucleares que nunca han entrado en operación, el coste de los residuos radiactivos o primas por la quema de carbón. De hecho estamos pagando primas para que siga funcionando una central absolutamente inviable desde el punto de vista económico como es Ecogás (Puertollano), que se basa en la quema de carbón. Y luego hay que añadir otra cuestión, que es que no todos pagamos lo mismo, sino que pagan mucho más los consumidores domésticos que las industrias.
-¿Por qué afirmáis que reciben subvenciones las centrales nucleares, las térmicas y las grandes hidráulicas?
-Porque hay centrales ya amortizadas que están cobrando la electricidad a los actuales precios de mercado, que son muy altos, y sin embargo ellas la generan a un coste muy bajo porque ya están amortizadas. Eso equivale a una subvención. Es el propio mecanismo de mercado lo que hace que sea así. Pero uno se pregunta cómo es posible que una central nuclear oferte tan bajo. Y la respuesta es que en su construcción se benefició de enormes subvenciones, no tuvo que enfrentarse a pedir préstamos para construirse y toda una serie de cuestiones apoyadas fuertemente por el Estado. Entonces se han puesto en marcha ciertas nucleares y también hidráulicas, bajo un sistema que no era de mercado. Ahora nos venden la energía producida por las centrales subvencionadas, pero a precio de oro porque nos la venden al precio que generan las últimas que se han construido que ya no han entrado con esas subvenciones y que producen una energía bastante más cara, que son las centrales de ciclo combinado.
-Mediante la tarifa G4 las cinco empresas que más energía gastan del país pagan 1,5 cent por Kwh consumido, mientras que los consumidores acogidos a la Tarifa Social pagarán casi 11 céntimos. ¿Por qué recae en los ciudadanos y el Gobierno el sostenimiento de la energía eléctrica, liberando de tal finalidad a las empresas?
-Esa es otra decisión puramente política del Gobierno, es una subvención descarada a las grandes empresas, a los grandes consumidores. Todos los consumidores que pagamos la energía más cara, subvencionamos a los que la pagan más barata. La diferencia es gigantesca: entre estas cinco grandes empresas consumen el 4% de toda la electricidad que se consume en España, y sin embargo pagan siete veces menos que un consumidor que se acoja a la tarifa social. Es una subvención descarada y eso es lo que no dicen. ¿Por qué tenemos que subvencionar la energía a los grandes consumidores, a las grandes empresas? A ellas que tanto les gusta hablar de que están en el libre mercado, pues entonces que compitan. Y si es muy cara la energía, pues a lo mejor tendrán que plantearse consumir menos energía o adaptar su actividad.
-¿Existen sistemas que fomenten la energía responsable en las empresas o tienen carta blanca?
-El problema es que mientras tengan la energía muy barata, ¿qué interés van a tener en hacer una racionalización de su consumo? Ahí está la clave. En cuanto una empresa se encuentra que la electricidad es cara, pues hace todo lo posible por ahorrar y por utilizar la electricidad de forma eficiente, pero si se la dan regalada…
-¿Las tarifas tienen que ser altas para disuadir también el desmedido consumo eléctrico del país?
-Indudablemente. Lo que no se puede es estar predicando que hay que ahorrar energía, como hace el Ministerio de Industria y luego poner las tarifas por debajo de lo que cuestan. Porque la verdadera lectura que hace un consumidor es que esto es muy barato y para qué va a ahorrar. Igual un consumidor doméstico no haría este análisis, pero una empresa sí lo va a hacer, va a consumir energía dependiendo de lo que le cueste, sencillamente.
-Pese al incremento actual, las tarifas están por debajo de lo que cuesta realmente producir energía. ¿A quién beneficia este hecho?
-Paradójicamente a las únicas a las que beneficia esto es a las propias compañías eléctricas. En principio hay un déficit que nos puede hacer pensar que están perdiendo dinero, pero eso nunca sucede porque son empresas que funcionan bajo una regulación: tienen la obligación de dar el servicio eléctrico, y a su vez el Gobierno les reconoce el derecho a cobrar ese déficit. Entonces ellas van al banco, titulizan el déficit, y pueden transferírselo a otros. Y ese déficit va a generar intereses, con lo cual al final van a ganar más dinero. En lugar de cobrar en efectivo, eso que se les deja de pagar cada mes lo van a ir difiriendo, lo cual les genera intereses y al final cobran más. Pero no solamente eso, sino que al poner la energía más barata de lo que realmente cuesta producirla, el consumo final es mayor y eso está científicamente reconocido en los informes de la CNE: energía barata incita a mayor consumo.
-¿Cómo deberían ser las tarifas eléctricas para que fuesen efectivas y se ajustasen a la realidad?
-Tendrían que reflejar el coste real, y si es muy caro pues tenemos que aprender a utilizar la energía de forma racional. Así que por un lado habría que limpiar esas subvenciones injustificadas a la quema de carbón o los residuos de energía nuclear para que el déficit no fuese tan grande, pero aún así habría que elevar la tarifa para que reflejase los costes reales. Y además habría que potenciar una política activa que promueva el uso racional de energía, la eficiencia energética y el ahorro. Una forma es hacer lo que ya ha comenzado en el sector doméstico y es graduar las tarifas por niveles de consumo, de forma que quien más gasta tenga unos recargos y que quien tenga menor consumo se pueda beneficiar de unos precios más baratos.