Los camioneros y pescadores han parado por el alza del precio del combustible. Este cierre patronal ha sido impulsado especialmente por los camioneros autónomos, mientras que la gran patronal del sector del transporte todavía no ha apoyado el paro. El pasado domingo día ocho de junio, en el programa Hora 25 de la Cadena Ser […]
Los camioneros y pescadores han parado por el alza del precio del combustible. Este cierre patronal ha sido impulsado especialmente por los camioneros autónomos, mientras que la gran patronal del sector del transporte todavía no ha apoyado el paro. El pasado domingo día ocho de junio, en el programa Hora 25 de la Cadena Ser se escucharon las reclamaciones de un grupo de transportistas que formaban un piquete, pedían unas «tarifas mínimas por ley», subvenciones y/o bajadas de impuestos sobre los carburantes e insultaban a Zapatero porque en la reciente cumbre de la OMC había prometido 500 millones de euros para paliar la crisis que azota a los más pobres del planeta, argumentando que era «su dinero» recaudado con «sus impuestos».
Sí hay un grupo social caracterizado por conservador y liberal en su ideología es el de los autónomos. Camioneros, pescadores, taxistas, agricultores son, en general, votantes de derecha y piden «menos impuestos y menos estado». Sin embargo, cuando caen sus beneficios reclaman ayudas y subvenciones del «papa estado», por ejemplo los agricultores propietarios de la tierra y ganaderos pueden continuar produciendo gracias a las subvenciones que reciben de la Unión Europea, puesto que sin estas ayudas directas e indirectas no podrían competir con los costes de producción de los agricultores y ganaderos del sur.
Los agricultores y ganaderos, también piden aranceles para impedir la entrada de productos extranjeros, sin embargo exigen que el estado subvencione el gasoil que también se consigue en el mercado internacional. Cuando los trabajadores se manifiestan, los transportistas y taxistas, son los primeros en reclamar de la policía para que dejen la vía pública pero ningún piquete de trabajadores es tan violento como los protagonizados por ellos.
Las tremendas contradicciones de este colectivo surgen de su doble condición, son a la vez empresarios y trabajadores, eso sí, pequeños empresarios, por lo que la única forma de sobrevivir en el mercado es la explotación de su fuerza de trabajo por ellos mismos. Quizás no hay forma más eficaz de alienación capitalista que la que se consigue con este tipo de subcontratación. El empresario ya no necesita «vigilar» al trabajador para que este produzca, ya que al estar relacionados directamente sus ingresos con la producción, el trabajador se convierte en preso y carcelero simultáneamente.
Además, el empresario se ahorra un buen dinero, pues a un trabajador le debe pagar las cargas sociales, mientras que el autónomo tiene que desembolsar la Seguridad Social de su propio bolsillo, por lo que siempre se tiende a la cotización más baja y por tanto recibe unas prestaciones claramente insuficientes. Igualmente, a pesar de contar la mayoría de ellos con un sistema fiscal con menor carga impositiva que el resto de los trabajadores (IRPF por módulos), el hecho de ser ellos los que tengan que pagar directamente a Hacienda en lugar de que esa cantidad venga ya descontada por el empresario, no hace más que exacerbar su «pensamiento» liberal.
Los transportistas han ayudado a caer a gobiernos democráticos que intentaron aplicar políticas socialistas (recordemos el paro previo al golpe de estado contra Allende en Chile) pero nunca se han sumado a movilizaciones de los trabajadores u otro tipo de movimientos sociales. Dos son las conclusiones que podemos obtener de estas protestas, la primera que mientras que el sistema económico social permita la existencia de este tipo de trabajadores, las clases dominantes tendrán un gran aliado en ellos. La segunda es que la derecha o los liberales no quieren «menos estado» sino un estado todavía más servil a sus intereses privados.