El edificio del viejo Gobierno Civil es todo un referente en el relato de los últimos días de vida del poeta Federico García Lorca. Las circunstancias que rodean aquellos días están llenas de misterio, también las horas y minutos que el poeta pasó en una de aquellas habitaciones y que hoy cuenta con precisión el […]
El edificio del viejo Gobierno Civil es todo un referente en el relato de los últimos días de vida del poeta Federico García Lorca. Las circunstancias que rodean aquellos días están llenas de misterio, también las horas y minutos que el poeta pasó en una de aquellas habitaciones y que hoy cuenta con precisión el investigador de esa Universidad, Miguel Ángel del Arco.
«En este trabajo hemos tratado de reconstruir este espacio, despejando los silencios que durante años se han agolpado sobre la habitación donde fue retenido Federico García Lorca en el Gobierno Civil, pero también queremos desvelar lo que significó este terrible edificio durante la guerra civil y posguerra». Miguel Ángel del Arco Blanco es profesor e investigador en la Universidad de Granada. Y habla de una habitación anónima que nunca antes había centrado el total interés de ningún investigador lorquiano.
En su estudio ‘Un espacio para rescatar del olvido: la Facultad de Derecho y el asesinato de Federico García Lorca’ describe minuciosamente aquella «habitación improvisada, en la primera planta, con una ventana enrejada dando al Jardín Botánico», donde estuvo preso el poeta tras ser detenido. Del Arco señala a Público que se trataba de un «habitáculo alargado, con tan solo una mesa un sillón y dos sillas«, en la primera planta, muy cerca de la zona de los altos cargos. Se trataba, sin lugar a dudas, del «auténtico centro neurálgico de la violencia«. El Gobierno Civil fue un lugar donde llegaron detenidos y fueron identificados, donde les tomaron declaraciones, pero también donde se practicaban torturas sin ningún tipo de piedad. Ian Gibson retrataría de aquellos días como los vecinos «oían constantemente los gritos de las víctimas». Incluso en algunas ocasiones «se lanzaron prisioneros por las ventanas para escapar de la tortura».
Es curioso que en junto aquel edificio, en la Facultad de Derecho adyacente, Federico García Lorca cursara su licenciatura. No podría imaginar que la vida lo llevaría a pasar allí sus últimos días. Los testimonios orales recopilados por lo primeros investigadores lorquianos afirman que el poeta pudo librarse de las torturas en el Gobierno Civil. «Miguel Rosales afirmó que acompañó a Lorca al edificio en el momento de su detención. Estuvo con él también en sus primeros minutos, tratando de evitar que lo maltratasen…» Del Arco recrea las palabras de Miguel Rosales y como algunos amigos le prometieron que no golpearían a Federico García Lorca.
Del Arco, director del Departamento de Historia Contemporánea de la UGR, aclara que ninguno de los investigadores lorquianos tienen indicios para afirmar que Lorca fuese torturado. Al contrario de otros partidarios de la República detenidos entonces, «García Lorca no pertenecía a ningún partido político, no era miembro destacado de ningún sindicato, no ostentaba ningún cargo. Por tanto, no disponía de información relativa a ninguno de sus compañeros». Posiblemente se limitarían a identificarlo y, posteriormente, le hicieron esperar en una habitación reservada por la personalidad de la que se trataba.
Todos en aquel edificio sabían quien era Lorca
De aquellas horas encerrado en aquel cuarto, muy cerca de la dirección del Gobierno Civil, Lorca tuvo que pasar momentos terribles. «Solo, sin conocer los cargos de los que se le acusaban, sin abogado, sin poder hablar con nadie«. Pasó largas horas en esa habitación, y parece que fue visitado en diversas ocasiones por guardas comprometidos con la rebelión que estaban en el edificio.
En aquel lugar de torturas, todo el mundo sabía quien era Federico el poeta, Lorca. «Granada era una ciudad provinciana, pero relativamente con una intensa vida cultural. Lorca y su familia eran personas muy conocidas en la ciudad de la Alhambra». De hecho, pocos días antes del golpe, el periódico republicano El Defensor de Granada, daba noticia de que el poeta García Lorca acababa de regresar a la ciudad.
Volviendo a aquellos duros momentos, Del Arco afirma que parece que «Lorca se esforzaba por parecer tranquilo, aunque no dejó de fumar en todo el tiempo». Los testimonios de los milicianos que lo visitaron insisten en que García Lorca estaba fumando y los visitantes que escasamente por allí pasaron lo veían «sentado en una butaca, solo, absorto y preocupado, hora tras hora, con la mano en la mejilla y la cabeza baja».
El asesinato de Lorca y la imagen del franquismo
El investigador ha logrado rescatar una entrevista concedida por el dictador, Francisco Franco, en 1937. En ella sería preguntado por el fusilamiento del poeta, a lo que cual respondería: «Lo cierto es que en los momentos primeros de la revolución en Granada, ese escritor murió mezclado con los revoltosos; son los accidentes naturales de la guerra. (…) Como poeta, su pérdida ha sido lamentable».
Es cierto que el asesinato de García Lorca puso en peligro la imagen exterior que los golpistas querían ofrecer de sí mismos. «Su diplomacia y su propaganda pusieron el acento tras el golpe en la justicia de su rebelión y, especialmente, en el carácter caótico, incontrolado y violento de los republicanos». Sin embargo, cuando ocurrió la muerte del poeta, «la inexplicable muerte de un ser indefenso, desarmado, sin responsabilidades políticas, sin crímenes achacables; el poeta de lo popular, de los marginados, Franco y su propaganda se vieron obligados a dar una explicación«. Y todos apuntaron en el mismo sentido. «Tanto él como José María Pemán afirmarían que todo fue obra de incontrolados, en un momento en que Granada estaba sitiada y en peligro inminente de ser tomada». Pero por las fechas en las que ocurrió el asesinato esto no fue así: como reconoce Del Arco, «cuando Lorca fue asesinado, el control de los militares sublevados sobre todo lo que ocurría en la ciudad era total».
¿Quién dio la última orden para fusilar al poeta?
«Los historiadores todavía discutimos sobre quién dio la última orden», aclara Del Arco. Algunos afirman (como Gibson), que ésta vino de Sevilla, de Queipo de Llano. Otros (Miguel Caballero) consideran que esto era imposible, puesto que en teoría Granada no recuperó las conexiones por radio hasta después del asesinato del poeta, y porque Valdés dependía del gobernador militar de la ciudad, el coronel Antonio González Espinosa. «Lo que no cabe duda, en lo que estamos de acuerdo, es que no se trató de algo espontáneo. El asesinato del poeta no fue obra de unos incontrolados. La decisión tuvo que venir de una instancia superior, ya fuese en Granada o en Sevilla. «La violencia fue siempre controlada por los militares, aunque los voluntarios falangistas, católicos o monárquicos participasen en ella».
La criada de la hermana de Lorca, figura clave
Angelina Cordobilla fue la criada de la hermana de Lorca, Concha García Lorca y de Manuel Fernández Montesinos, el cuñado del poeta, alcalde republicano que también sería asesinado en ese mes de agosto de 1936. Fue testigo de aquellos últimos días de vida del poeta en el Gobierno Civil.
«Su testimonio es vital. Varios investigadores lorquianos la entrevistaron: aseguró que había visitado a Lorca varias veces en esa habitación. Le llevó comida para alimentarse en aquellas horas trágicas, y según su testimonio Lorca prácticamente no la probó». Un día Angelina le llevó la comida y le indicaron que el poeta ya no estaba allí. Se acercaría hasta la prisión provincial pero Lorca tampoco había sido trasladado a prisión. «Actualmente los investigadores debaten sobre si el poeta granadino estuvo uno o dos días en aquella habitación, pero nunca tres». Después sería trasladado a su lugar de fusilamiento, el barranco de Víznar.
Debido a que sobre el antiguo Gobierno Civil se construiría después de la guerra un nuevo edificio con la misma planta, podemos localizar el espacio donde se localizaría la habitación donde estuvo preso Lorca: se encuentra en el actual Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad. En una zona, dibujada con un rectángulo «se sitúa junto al Jardín Botánico pero sin lindar con la calle Duquesa, a donde la ventana original no tenia vistas».
Sobran evidencias para afirmar que el Gobierno Civil era un lugar de represión y tortura y que fue borrado del imaginario franquista tras el triunfo del golpe. «El régimen franquista no tendría ningún interés de recordar aquel espacio de terror y tortura. Por ese motivo, y también por el mal estado del inmueble, no tuvo ningún inconveniente en decidir derribarlo en 1944 y construir otro sobre él, borrando cualquier memoria del violento pasado». El nuevo edificio sería destinado a la Universidad de Granada e inaugurado el 4 de marzo de 1955. El ministro de educación, Joaquín Ruiz Jiménez, colocaría una placa en honor a Franco.