Fue Leganés la última ciudad del primer tour populista de Felipe de Borbón y Letizia en tierras madrileñas. Fue Leganés el peor día para la monarquía. Cada vez somos más, y con más fuerza. Se podría decir que con un par de ciudades más, la monarquía sólo podría ver al pueblo por tele o helicóptero,… […]
Fue Leganés la última ciudad del primer tour populista de Felipe de Borbón y Letizia en tierras madrileñas. Fue Leganés el peor día para la monarquía. Cada vez somos más, y con más fuerza. Se podría decir que con un par de ciudades más, la monarquía sólo podría ver al pueblo por tele o helicóptero,… también no es menos cierto que es lo que hace el resto del año.
De entrada diré que en esta jornada hemos terminado de abrir la primera gran grieta de La Zarzuela, o dicho para los forofos del mundial: Pueblo 1 – Monarquía 0. Un gran gol popular, una gran derrota para los defensores de esa institución feudal. No exagero; no olvidemos que partíamos de una situación en la que las únicas concentraciones antimonárquicas sólo se producian en Hego Euskal Herria. Asimismo, tiene especial valor el incordiales en la propia capital del Reino. En este caso, su pesadilla se llamó Leganés.
Fueron 4 horas de acoso republicano al Príncipe. Comenzábamos con una novedad con respecto a citas anteriores del tour madrileño: los republicanos eran mayoría en todo momento. Pero las matemáticas en política son poco exactas. La mayoría numérica no traducía la mayoría real. La energía de las consignas, su originalidad y el efecto visual de las tricolores ondeando al viento, daba la sensación real de ser una mayoría aplastante.
Esa correlación de fuerzas favorable determinó todo el recorrido de boicot a los herederos de la corona.
Así pues, los éxitos atribuibles al movimiento republicano en general, y a los 400 republicanos que asistieron, son los siguientes:
1.- Las instituciones del Estado monárquico no lograron sacar una mínima masa de gente que apoyase a la monarquía. No llegaban al centenar; a pesar de la campaña mediática de Telemadrid.
2.- Los príncipes se ven obligados a salir en coche blindado del centro de niños Ciudad de los Muchachos. No sólo eso, sino que rectifican el recorrido a pié que tenían previsto desde el citado centro hasta el restaurante: «El Cebadero». Evidentemente, darse un baño de masas republicanas… no estaba en sus planes. Pero si lo estaba el «cebarse» a costa de los impuestos del pueblo trabajador. La verdad es que hacer un «sin pa» en un restaurante llamado «El Cebadero» sería gracioso si no fuera porque se está riendo de todos sus «súbditos legales», los cuales, nos guste o no, le pagamos esas comilonas pantagruélicas.
3.- «Madrid Directo», programa de Telemadrid, deja de emitir señal en directo para poner reportajes sobre la vida del Principito. Lo que era un programa de propaganda de la Casa Real, se mantiene, pero por otros medios.
4.- Durante las varias horas, en la que los Príncipes se están «cebando» dentro del restaurante, la masa de republicanos no para de gritar y de denunciar a los «extras» monárquicos que la policía deja estar en la puerta del restaurante (mientras que a los republicanos sólo nos permite al otro lado de la calzada). Se trata claramente de una operación de protocolo y propaganda de la Casa Real para evitar la evidencia de un público mayoritariamente hostil. Más tarde, los 400 republicanos intentamos asaltar el restaurante por su parte trasera, pero unos enormes barrotes nos lo impedían, además del gigantesco cordón de seguridad que cada vez es más grande.
5. El príncipe y la Leti, cuando salen, saludan desde el coche blindado (es la estrategia de sus asesores: «también es príncipe de los republicanos»), pero la lluvia de críticas es atronadora, quedando los extras monárquicos en el más absoluto de los ridículos por la evidencia de su carácter de figurantes o mercenarios pagados por la Casa Real.
Sin duda, el Principito se habrá cebado, pero la digestión será tan pesada para su estómago como para sus oídos han sido los gritos de «parásito».
En definitiva, el hecho de que 400 republicanos hayan obligado al Príncipe a modificar su agenda y a huir en su coche blindado, significa una victoria rotunda para el movimiento republicano. O dicho como lo dijo nuestro pueblo con Alfonso XIII: «Que no te has marchao, que te hemos echao»