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Legitimar la obediencia en nombre de la necesidad ecológica

Fuentes: El Salto

Ahora que en los foros de la derecha mediática e industrial vasca se afirma que “el futuro debe ser renovable”, que “no es una cuestión de ideología, sino de negocio”, y que la noruega Statkraft –esa empresa con un “un fuerte código ético”– construye aerogeneradores violando derechos de habitantes de su propio estado, sectores de la izquierda y el ecologismo obsesionados con “tocar poder” se han propuesto acallar las críticas al despliegue acelerado de infraestructuras de captación de energía solar y eólica.

Saliendo al paso de esta deriva, el activista Manuel Casal Lodeiro publicó recientemente un artículo en el que señala una de las claves principales –si no la principal– del debate: “Aquí subyace la asunción de que podemos (y debemos) mantener una civilización como la actual, es decir, de tipo eminentemente industrial, hipercompleja y con unos niveles de consumo energético y material elevadísimos. Así, como sabemos que no nos queda otra que dejar de quemar [combustibles] fósiles (por el doble motivo de que destruyen el clima y de que se agotan), y esto va a implicar una pérdida de energía primaria del 80 %, aproximadamente, a escala mundial, nos dicen que necesitamos instalar renovables, porque dan por hecho el posicionamiento ideológico de que queremos mantener este tipo de civilización, junto con la hipótesis no demostrada, de que podemos hacerlo. No obstante, […] lo único que reclama y necesita más y más energía es el capitalismo, no las necesidades humanas, y mucho menos las necesidades de la Biosfera”.

Sin embargo, aunque sus referencias a “la auténtica democracia” podrían insinuarlo, lo que Casal Lodeiro (que escribe con claro carácter conciliador) no quiere, no se atreve o no acierta a plantear es que la retórica que defiende la implantación industrial de renovables apelando a su presunto carácter necesario –por muy bondadosos que pudieran llegar a ser sus objetivos– es una retórica tendente al autoritarismo. Hace ya varias décadas que el filósofo griego Kostas Papaïoannou señaló que uno de los factores que se hallan en los orígenes del totalitarismo –y que es observable tanto en su vertiente estalinista como en la fascista–  es “el intento de basar la ética en la necesidad histórica”, esto es, el intento de “concebir la presunta necesidad como el único fundamento del bien y de lo justo”.

El lector atento verá que las actualizaciones –conscientes o inconscientes– de este viejo mecanismo abundan tanto en el ecologismo vasco como en el de la metrópoli. En la presentación de las jornadas Ecotopías que se celebrarán en La Casa Encendida de Madrid a final de mes, leemos que «el ciclo propone un ejercicio de imaginación para alumbrar relatos que hagan creíbles y deseables los cambios necesarios para la sostenibilidad del planeta. […] Ante la proliferación de distopías, las actividades que componen el ciclo están enfocadas a asumir de forma realista la gravedad, la urgencia y la discontinuidad histórica que plantean nuestra realidad climática, los límites biofísicos y el deterioro provocado en los ecosistemas sobre los que se sostiene la vida».

España Vaciada aerogeneradores eólica castellón

Otro ejemplo –más sibilino, pero muy elocuente– lo encontramos en el discurso de Mikel Otero, Secretario de Transición Ecológica de EH Bildu. En una entrevista concedida al diario Gara (y aplaudida con entusiasmo desde Madrid por sus mentores ideológicos Emilio Santiago y Héctor Tejero), el también parlamentario vasco afirma que “la transición va a venir sí o sí. […] Es evidente que la esfera material y energética de nuestra actividad socioproductiva tiene que decrecer. Pero en ese tránsito tenemos que mantener una cohesión social mínima, un bienestar que implica unos consumos energéticos determinados. Eso nos pide que, junto a ese decrecimiento, haya un aumento de generación renovable”. En realidad, aquí Otero le da la razón a Casal Lodeiro: el aumento actual de infraestructuras renovables tiene como objetivo mantener la paz social prolongando un modo de vida concreto. Sin embargo, aunque sostiene estar “abierto al debate”, reclama al “movimiento ecologista en general” ejercicios de “realismo” y “responsabilidad”.

En ambos casos hemos destacado los llamamientos al “realismo” pues Papaïoannou también mostró que dichas apelaciones suelen ser un desarrollo de la retórica de la “necesidad”. En palabras de Oswald Spengler (cesarista, admirador de Mussolini y precursor del fascismo germano): “Hasta hoy éramos libres de esperar del futuro lo que quisié­ramos. Donde no hay hechos manda el sen­timiento. Pero en adelante será un deber para todos preguntar al porvenir qué es lo que puede suceder, por lo tanto, lo que sucederá con la invariable necesidad de un sino, y que no depende de nuestros ideales privados, de nuestras esperanzas y deseos. Empleando la palabra “libertad”, tan equívoca y peligrosa, podemos decir que ya no tenemos libertad para realizar esto o aquello, sino lo necesario o nada. Sentir esta situación como “buena” es, en última instancia, lo que caracteriza al realista […]” (La decadencia de Occidente, 1923).

Con todo, es el propio Otero el que despeja cualquier duda. El 15 diciembre de 2021, el día después de que el Gobierno Vasco extendiera el pasaporte covid a un sinnúmero de actividades, este representante político escribió en la red social de los 280 caracteres (traducimos del euskera): “Cada minuto que hablamos sobre el pasaporte covid… pues es un minuto que NO hablamos de la situación de OSAKIDETZA (ahogada en la sexta ola)…”.

Cabe recordar que dicha extensión del pasaporte covid acabó siendo declarada ilegal por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, pero el insigne parlamentario no creía que hubiera que hablar de ello siquiera. No es difícil imaginar la tendencia de las políticas que impulsarán, o con las que transigirán, estos nuevos realistas cuando sea necesario implantar la “justicia en el sentido más amplio” que predican.

Ander Berrojalbiz y Javier Rodríguez Hidalgo son los autores de Los penúltimos días de la humanidad (Pepitas de Calabaza, 2021)

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ecologia/legitimar-obediencia-nombre-necesidad-ecologica