Ni solemne ni humilde, la presidenta incapaz de hacerse presente en el sur castigado del mapuche baleado, gaseado, mentido y avasallado, desboca su gesto falso, su risa fallida al amparo de los muros del poder. Desde el poder del odio, del racismo, de la ignorancia y la ignominia. De todo el egoísmo. No tiene mucha […]
Ni solemne ni humilde, la presidenta incapaz de hacerse presente en el sur castigado del mapuche baleado, gaseado, mentido y avasallado, desboca su gesto falso, su risa fallida al amparo de los muros del poder. Desde el poder del odio, del racismo, de la ignorancia y la ignominia. De todo el egoísmo.
No tiene mucha idea la presidenta, ni nadie de la oligarquía, de lo que es nacer mapuche, crecer niño mapuche, llegar a ser un joven mapuche, desplegar la madurez de un mapuche para morir mapuche. Que es como decir, olvidado, mancillado, castigado, ridiculizado y mentido hasta no dar más.
La presidenta no sabe y no quiere saber. Debiera partir por devolver esa loma en que retoza y que jamás fue suya en los cerros de Caburgua. Y que habrá comprado al amparo de títulos de dominio que se escudan en lo legal, en lo escrito para trampear a analfabetos indios del sur que no saben, que no supieron, que no sabrán. Así fuere no más como un símbolo de entendimiento y reparación. Eso no es suyo, Michelle, aunque lo haya pagado.
Las de la presidenta no son sino propuestas de mentira que intentan perpetuar la mentira que se ha dicho del mapuche. Falsía que intenta perpetuar la falsía de quienes dicen tener derechos que no tienen.
Pero por sobre todo, pone de manifiesto la gigantesca ignorancia que se tiene del pueblo del sur. La escuela grafica los resultados del esfuerzo por oscurecer la historia real, y que trastoca el pasado de ese pueblo, trampeándole hechos, inventándole héroes, dictándole desde el silabario la historia que el ejército primero, a punta de bala y bayoneta, luego la escuela y la Iglesia a punta de mentiras, y por cierto, la ley, a punta de amenazas y trampas, impusieron como cierta. Lo cierto que la sociedad chilena está atrapada en una fulgurante ignorancia respecto del pueblo mapuche. Que es como decir en la ciénaga del prejuicio. Del miedo a saber. Y esa mezcla genera el racismo en el que Chile está emponzoñado hasta la madre.
Viva allá, oscuro y ahumado. Viva de su huerta. De su chacra. De su trigo, algo para la harina y otro poco para alimentar a las aves y hacer café. Pise el terreno oscuro en octubre para que la primavera traiga buenas gavillas. Y mate un chancho en junio y llene latas de manteca que de otra cosa no habrá. Viva de la leña verde y luego hablamos de derechos y vidas y muertes.
Huincas ladrones de caballos. Presidentas que no saben. Políticos que jamás han trenzado un cabestro, alisado una coyunda o sembrado una papa. Ni se han machitucado al sentirse mal. Ni han temido del reni .
El del mapuche es un mundo que no se conoce. Que se intenta reconstituir sobre la base de la memoria de algunos y de la imaginación de muchos. Una bandera que nunca tuvo traducciones arbitrarias, alfabetos extraños y muchas suposiciones. El poeta más grande del idioma castellano los nombra como lo hacen sus verdugos: araucanos.
El chileno poderoso se ha vinculado respecto del mapuche solo por la vía del atropello y el poder. Por la vía de la matanza y el despojo. Para ellos no han sido sino subhumanos sin derecho alguno. El Wallmapu es un teatro de operaciones militares.
Pero sobre todo, se ha vinculado por la vía de la más irreductible ignorancia. Y por ese miedo que trae a cuestas, aquello que se teme porque no se conoce.
La Izquierda, esa fracción de ciudadanos dados a las causa nobles y a la redención humana, tampoco ha sabido de qué se habla cuando se dice mapuche. Y se ha llegado a una manera de vincularse al mapuche desde la más absoluta ignorancia o del más dañino paternalismo: desde creer que todo mapuche es un revolucionario, hasta pensar que hay que tratarlos como pobres campesinos chilenos, lisa y llanamente.
La presidenta pide perdón al pueblo mapuche por los errores y horrores que ha cometido o tolerado el Estado. Minutos después, batallones contrainsurgentes del ejército se desplazan en el teatro de operaciones con el fin de meterse en buena parte lo dicho por la que se supone Generalísima de las Fuerzas Armadas, por la vía de advertir al mapuche lo que arriesga de seguir con sus actitudes belicosas.
Las propuestas presidenciales respecto del pueblo mapuche son de papel maché. Es un nuevo discurso construido con antiguas palabras de atrenzo.
Publicado en «Punto Final», edición Nº 879, 7 de julio 2017.