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Leyendo a Chile: de afuera y adentro

Fuentes: Rebelión

Desde el norte, lejano quizás, donde el primer mundo da significativas señales de irse moviendo y tranformando en tercero, apreciamos que lo que se muestra de América Latina son imágenes. Y, en esas imágenes, la imagen de Chile ha ocupado un lugar relevante en lo que fué del 2010. Esto se debió precisamente a la […]

Desde el norte, lejano quizás, donde el primer mundo da significativas señales de irse moviendo y tranformando en tercero, apreciamos que lo que se muestra de América Latina son imágenes. Y, en esas imágenes, la imagen de Chile ha ocupado un lugar relevante en lo que fué del 2010. Esto se debió precisamente a la tragedia del terremoto, a la participación chilena en el mundial de Sudáfrica, y al tan famoso rescate de los 33 mineros. Se habló también, aunque menos, del conflicto con el pueblo Mapuche y, ultimamente, del feroz incendio de la cárcel de San Miguel donde murieron 81 presos. Son todos hechos que formaron parte de la imagen chilena del año por terminar, imágenes entregadas así nomás, con casi nada de texto escrito, y muy poca información adicional y sin ningún, o casi ningún, contexto.

Encontramos texto, o lectura, sobre ciertos paises latinoamericanos en un semanario que representa a las compañías mineras canadienses, y a otras del mundo. Estoy hablando de «The Northern Miner» que en su número de esta semana justamente destaca al ex-presidente peruano, Alejandro Toledo, quien por tener pretenciones de volver a sentarse en el trono presidencial de Perú, promete que si lo eligen construirá un puente entre Perú y las mineras canadienses, obviamente está ofreciendo aún mas los recursos mineros del Perú y profundizar su saqueo. Chile también ocupa páginas en este semanario para «inversionistas,» donde Chile es mirado con buenos ojos, por supuesto siendo que es un festín de ganancias corporativas en el continente americano.

En otras páginas similares a esta encontramos también textos sobre América Latina, pero no con mucha frecuencia. Por ejemplo en el «Wall Street Journal» y en el «Financial Times,» se comenta sobre nuestros países casi siempre en forma muy arrogante, y dando su «visto bueno» sobre quienes continúan favoreciendo sus intereses y funcionando para los ricos del mundo, y tal es el caso de la Administración chilena. Estas dos publicaciones rechazan a cualquier Adminstración política que trate de favorecer en algo los intereses nacionales de los países que representan y menos los de la población que los elige y en cuyo nombre gobiernan. Este tipo de gestión (digamos que la de gobernar en favor del interés nacional y popular) es algo que a los ricos y poderosos del mundo les cae sumamente mal y que nunca perdonan. Porque si hablamos de intereses de clases y de conciencia de clase, no hay clase que tenga más claro los primeros y tenga más de lo segundo que los ricos del mundo.

En Chile, gobierno y oligarcas, todos con su séquito de adictos y serviles, pueden dormir tranquilos y a sabiendas, como saben, de que en el norte nadie los cuestiona por ser desobedientes. Se los conoce sumisos y es por eso que se los pone de ejemplo a seguir, de ejemplo a otras administraciones latinoamericanas que puedan ser un poco, o muy, ariscas. Seguir el modelo chileno, ser como Chile, o incluso ser como Perú, fieles hacia afuera, fieles a los de afuera, amantes de las palmas foráneas, y por ello, «ejemplos» a seguir.

Ese es Chile visto desde afuera, ejemplo a seguir, hijo predilecto del dinero y la inversión multinacional, sin precio, no por lo que le cuesta a los ciudadanos del país que les cuesta y mucho, sino porque el precio que paga Chile no se examina donde debería examinarse, en suelo chileno y con ojos chilenos y populares. Que los demás alaben el modelo chileno no puede ser sorpresa porque el modelo les ha servido, les sirve aún y les sirve muy bien, ha sido de un servicio extraordinario para ellos afuera y para algunos chilenos adentro, pero muy costoso y dañino para la mayoría de los chilenos mismos. Pero dentro de Chile, lo que se escribe en la prensa dominante, propiedad naturalmente de los dominadores, evidencia sólo los muchos caprichos de la élite y de los privilegiados, que tratan de darle un «sabor» propio a la sociedad chilena al tiempo que la siguen vendiendo y malvendiendo, para privilegiarse y enriquecerse a ellos mismos como hasta ahora.

Hay una gran falta de autenticidad reinante, naturalmente, como no podría ser de otra manera porque informarse sobre la «realidad chilena» sería terriblemente peligroso. Mejor ciegos, que tuertos o videntes. La desinformación y la distracción suplantan a la información a toda costa, favoreciendo un indigno para la ciudadanía general, un trato que se asemeja en formas al que se le daba en la época de la pre-ilustración. Pero un trato eficiente en que con su contínuo bombardéo idelógico, ha logrado hasta convencer a buena parte de los chilenos de que ese Chile de pacotilla que le venden es el Chile de su realidad.

Para el neoliberalismo del saqueo global Chile es una estrella y algunos chilenos encuentran en esto razón de orgullo nacional, o peor, estampado de contínuo en la prensa del país que es parte de la Falsimedia mundial con análisis, opiniones y noticias que siguen las mismas orientaciones y estilos durante los últimos 35 años y más, ni siquiera lo ven como ajeno o falso. Tiempo largo en que los ricos en Chile han hecho lo que han querido, usando primero el terror del estado y el crimen y el robo abierto, y usando mas tarde una coalición de farsantes y delincuentes políticos que ultimamente le ha entregado el gobierno a su némesis/ gemelo. Y así se continúa la fiesta en la que una minoría se lo lleva todo al tiempo que la mayoría recibe circo, deudas, inseguridad, represión civil y militar y hasta se enferma de depresión, porque si ve se entera de que vive en un país de fiasco, un país de pacotilla, en el que él o ella como sujetos ciudadanos ni son, pues que ni cortan ni pinchan.

Ni se vislumbran esperanzas de cambio en un futuro cercano. La crisis del sistema, económica, financiera, ecológica, social, parece que no existiera pues no es reconocida por las clases dominantes en Chile. El neoliberalismo no se detiene en el mundo, se profundiza y aunque esté cojo, corre. Y en Chile también, a quien importa que la carga sea cada vez más dura para la mayoría de la gente de los países que aceptaron el «modelo» como propio, legítimo, hasta científico. Claudia von Werlhof, una académica austríaca lo dice claramente: «El Neoliberalismo es una TRAICION consciente a los intereses del 99 por ciento del mundo.» Justifica el robo y el pillaje. «El Neoliberalismo es un APOCALIPSIS, una revelación.» Pero ha sido y es el proyecto económico/ideológico impuesto en Chile desde 1973, sin modificaciones ni interrupciones, y no importa el costo.

Quizas para algunos, las mejoras de las infractructuras urbanas selectivas hayan creado alguna diferencia en cuanto a su «forma de vivir» o a su calidad de vida, quizás por eso las aprecien tanto. Pero son medidas recomendadas por el proyecto mundial diseñado e impulsado por las instituciones imperialistas, como el Fondo Monetario Internacional. Se trata de lavarnos la cara y ayudarnos a presentar una «imagen» próspera, al tiempo que aumenta nuestro endeudamiento y crecen las ganancias de los agiotistas. Incluso, aunque es evidente que pocos se han beneficiado realmente del cambio «estético» que ha ocurrido en algunas ciudades chilenas como parte de este plan, sólo una minoría ha logrado expresar su desconformidad con el estado de las cosas. Una minoría se ha rebelado contra el sistema implantado por la fuerza que reina hoy como un monstruo impasible con dos cabezas, las dos derechas chilenas que algunos adulan y otros temen por un lado, y la cabeza de seudo-izquierda por otro. Ha sido un mecanismo eficaz, demoledor. Y parte de esta minoría cuestionante y que historicamente ha formado la verdadera y única izquierda ha cargado el peso de todas las derrotas pasadas además de los intentos de exterminio llevados adelante por las clases dominantes del país. O sea, por supuesto que ha sido un desgaste real.

Pero además parte importante de esa izquierda continúa atada como por un cordón umbilical a quienes fueron un día izquierdistas pero ya no lo son, ya porque han traicionado decidida y completamente, y por más de veinte años, toda bandera de lucha, ya porque se engañan siguiendo a quienes han traicionado. Ultimamente, de entre estos pocos izquierdistas sobrevivientes se expresan en número creciente opiniones y análisis inquietantes para mi, deseos de mantener la puerta abierta al desarrollo de algún convenio o alianza con aquellos que dejaron de ser de izquierda hace ya mucho tiempo, y que formaron parte de la nefasta Concertación neoliberal que gobernó a Chile por dos décadas y para su beneficio propio, aparte de para el beneficio de los privilegiados de siempre. Ah, tragedia de los confundidos, ah, conflicto de tuertos, ah, pena del país atrapado por la mentalidad de mal menor y aferrado a los «beneficios de la negociación» en tiempos de derrota.

Olvidan la historia, y eso que es bastante reciente. Parece no preocuparlos el continuar repitiendo errores del pasado, seguir apoyando al mal menor como lo hicieran en tres oportunidades, y dándole el voto a candidatos presidenciales de esa nefasta Concertación -y en dos ocasiones los votos fundamentales de izquierda como para que el monstruo farsante concertacionista se hiciera del trono presidencial para burlarse nuevamente de los verdaderos críticos. Esta última vez a la Concertación le falló la jugada, y quedó definitivamente sin su vaca lechera, sin el poder político rentable de estos tiempos modernos que se llama sillón presidencial, en Chile.

Podemos informarnos a través de una veintena de artículos y comentarios de libros publicados ultimamente de la pluma de izquierdistas veteranos y otros más jóvenes, que la epopeya chilena neoliberal no termina, continúa porque siguen algunos empeñados en demostrar como grotesca la figura de Sebastián Piñera (presidente de Chile), que de payasesco, endemoniado millonario con riquezas justamente adquiridas y aumentadas gracias a los gobiernos de la Concertación y no en forma clandestina, aunque sin duda en forma ilícita, forma al fin como todos los ricos del mundo se enriquecen, se transforma en un segundo pinochet. Se trata, parece, de mostrar que todo lo que no es Piñera es válido y hasta de izquierda, y que eventualmente Chile no tendrá más sino apoyar otro futuro gobierno de la Concertación y aliados. Y todo esto aunque uno debería de tener dotes de brujo o bruja para encontrar diferencias entre el gobierno de Piñera y el gobierno chileno anterior de la Concertación.

Pero el simplismo reina y parece concentrado en levantar una esperanza inútil, la esperanza de que habremos de repetirnos el plato de un estadio Nacional lleno como aquel de marzo de 1990 cuando se coronara presidente el muy reaccionario Patricio Aylwin usando hasta la figura de Allende y las canciones de la vieja guardia. El pueblo unido jamás será vencido, mas que cuando todo es un engaño. Y, asi mismo fueron coronados otras momias concertacionistas, como el mismo Lagos y luego Bachelet. Otros candidatos levantados como opción para que los chilenos fueran liberados de Pinochet mismo, monstruo nacido nadie parece saber por que, o del piochetismo reflejado en Piñera.

En ese bailoteo chileno en el que los personajes estrellas con poder y otros se deslizan luciendo máscaras, y ocultan con sus caretas su rostro verdadero que es el rostro del Chile de los ricos y sus servidores, chilenos y chilenas se convierten en criaturas deformadas que veneran, por imposición, el consumismo, el racismo y hasta el fascismo. Y aunque haya voces que arranquen las máscaras de ese show cotidiano, quienes con generosidad e inteligencia evitan el ahogo total y hasta dan algún aliento a la población a que despierte del soporífero sueño, la causa pareciera perdida. No alcanza con ellos, se reafirma diariamente la posibilidad de aceptar la carga que a la población le imponen los medios controlados y la vida diaria cotidiana que reina en el país.

Hay que nombrar a algunos sin desmerecer a otros, me refieron a Felipe Portales, Celso Calfullan, Ricardo Candia Cares, Karen Hermosilla, Andrés Figueroa Cornejo, Paulina Acevedo Menanteau, Victoria Aldunate Morales, críticos que usan su derecho a opinar sobre lo personal y lo público y nos recuerdan del deber moral de denunciar la opresión y el saqueo al país, que es al fin un saqueo a cada uno de nosotros. Y así llega, el 2011 con nuevos desafíos para todos los pueblos del mundo, y para Chile que no es excepción. Y la tarea de desenmascar la falsedad reinante, cortar el velo que como telaraña encubre y confunde, ha de continuar siendo fundamental, patriótica e ilustrada. Por ello un abrazo a quienes la llevan adelante sabiendo que no es fácil y su éxito puede sea limitado, pero seguros también de que sólo así lograremos ser libres.