El 2 de Marzo, Angeles Díez publicaba en Rebelión un artículo esclarecedor titulado » Por qué los medios masivos mienten y los medios alternativos se confunden » donde explicaba que los medios masivos de comunicación, al ser corporaciones y por tanto el poder, imponen sus opiniones y realmente no informan sobre lo que está sucediendo […]
El 2 de Marzo, Angeles Díez publicaba en Rebelión un artículo esclarecedor titulado » Por qué los medios masivos mienten y los medios alternativos se confunden » donde explicaba que los medios masivos de comunicación, al ser corporaciones y por tanto el poder, imponen sus opiniones y realmente no informan sobre lo que está sucediendo (1). Un ejemplo demostrativo de ello es el enfoque que estos medios están dando sobre las revueltas o insurrecciones del mundo árabe en el que se transmite la idea de que esos pueblos se rebelan para constituir «sociedades democráticas», según los parámetros de los países desarrollados occidentales y en el caso de Libia en particular parece que ya hay suficientes evidencias para poder afirmar que están mintiendo (2). La insurrección libia ha sido diferente a las rebeliones tunecina y egipcia, ha sido una sublevación armada que ha triunfado por ahora en el este del país, desembocando en una situación de guerra civil, pero las informaciones que suministran estos medios y el lenguaje que utilizan simplifican el conflicto como el enfrentamiento entre un tirano sanguinario y un pueblo que pacíficamente reclama derechos elementales y es masivamente masacrado. Sin negar el carácter represivo, con notorios signos de nepotismo y corrupción, del régimen del coronel Muamar el Gadafi, pienso que esa «información» es propaganda con el objetivo de invadir Libia para apropiarse de sus ingentes recursos petroleros, aunque el pretexto, claro está, es detener el sufrimiento del pueblo libio, ayudándolo a derrocar al «cruel dictador» que lo oprime. Aunque la economía libia se había abierto a las inversiones de empresas y corporaciones europeas y norteamericanas, la actual situación de inestabilidad en el Norte de Africa facilitaría un «golpe de timón», mediante el cual Estados Unidos y sus aliados controlarían directamente el petróleo libio, sin necesidad de negociar o repartir los beneficios con dirigentes del tipo de Gadafi.
En la avalancha de noticias de estas últimas semanas, tanto en los medios masivos de comunicación como en los alternativos, apenas se han dado datos sobre los insurrectos libios y su proyecto político, centrándose casi todos los análisis en Gadafi. Así, en Rebelión durante estos días se han publicado numerosos textos, con distintos enfoques, resaltando el cambio de orientación del mandatario libio en los últimos años y su progresivo acercamiento y alineamiento con EE.UU. y los principales países europeos. Posiblemente, no se da más información en los medios alternativos sobre los rebeldes libios porque sencillamente se desconoce, aunque haya detalles que produzcan desconfianza, como el hecho de que algunos de sus dirigentes ocupaban importantes cargos en el gobierno de Gadafi hasta que comenzó la rebelión, o que enarbolen la bandera monárquica libia (durante la monarquía, Libia no fue precisamente un modelo de democracia y justicia social). Sin embargo, con independencia de los motivos de la rebelión, las declaraciones de los principales dirigentes políticos occidentales, comenzando por el presidente de EE.UU., Barack Obama, están apuntando claramente a la invasión de Libia y los medios corporativos de comunicación están preparando a la población estadounidense y europea para que la acepte y apoye. Es difícil saber qué está sucediendo realmente en este país árabe, pero considerando los antecedentes de estos últimos años en Yugoslavia, Irak y Afganistán, es fácil pensar que se está desarrollando una campaña propagandística para justificar, invocando motivos humanitarios, una intervención militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con el objetivo de controlar Libia según los intereses de las potencias industrializadas occidentales (3).
En España es llamativa la práctica unanimidad de los medios corporativos de comunicación denunciando las atrocidades de Gadafi, siendo muy similares las noticias principales y las crónicas de los corresponsales de grupos mediáticos como Vocento o Prisa con las del periódico teóricamente de tendencia izquierdista Público, que también forma parte de otra gran corporación, Mediapro. Lógicamente, el gobierno español, en sintonía con sus aliados atlánticos, se ha unido al coro de condenas al régimen de Muamar el Gadafi. Sin embargo, tanto el anterior Presidente del gobierno, José Mª Aznar, como el actual, José Luis Rodríguez Zapatero, no tuvieron inconvenientes para reunirse en visitas oficiales con el coronel libio y no consideraron entonces que era responsable de tan graves violaciones de los derechos humanos. En la preparación de la «intervención humanitaria», destaca el protagonismo adquirido por la Ministra de Defensa Carme Chacón, diciendo que España participará en las acciones militares que se realicen en Libia, siempre y cuando tengan el aval de las Naciones Unidas o de otros organismos internacionales, existiendo una total concordancia con las declaraciones realizadas por la Secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton o el propio Presidente Obama. También en Rebelión, recientemente Carlos Tena, con el sarcasmo que le caracteriza, publicó una contundente y demoledora semblanza de la ministra (4). Efectivamente, Carme Chacón que por su trayectoria política parece demostrar una ambición sin límites y cultiva cuidadosamente su imagen, se prodiga en resaltar el carácter «moderno» y «humanitario» del Ejército español, invocando la necesidad de su integración en misiones internacionales. Si finalmente la OTAN interviene en Libia, el Ejército español actuará de comparsa, tal como lo hizo durante la invasión de Irak hace ahora ocho años. Entonces, José Mª Aznar y su Ministro de Defensa, Federico Trillo, insistían en que era necesario que España colaborase con EE.UU. para eliminar el peligro que suponía el régimen iraquí de Sadam Husein. La guerra de Irak produjo decenas de miles de muertos iraquíes y la destrucción del país y observo un gran paralelismo entre las justificaciones que daba el gobierno del Partido Popular en aquella situación con las que da el gobierno actual del PSOE ante el conflicto libio. No ha variado la estructura del Ejército español y su papel dentro de la OTAN, aunque ahora esté dirigido por una mujer, Chacón, que se autodefine como progresista, y antes lo estaba por un ministro de derechas, Trillo. Lo que puede ser diferente es el comportamiento público de los respectivos ministros. El «minisTrillo» envió una fragata a Irak cuando las tropas estadounidenses ya habían ocupado Bagdad y él se quedó en Madrid, mientras que presumiblemente la «sociata» Chacón, una vez que los norteamericanos o británicos estén en territorio libio, se pondrá el uniforme de campaña y acompañada por una capitana de la Legión (con la cabra), dará una rueda de prensa en Tobruk. Menciono Tobruk porque en sus alrededores, durante la 2ª Guerra Mundial, se libraron cruentos combates entre los ejércitos británico y alemán, por lo cual sería el escenario idóneo para que la «progre» ministra Chacón, rodeada de las cámaras de las televisiones españolas, dijese » al igual que las democracias aliadas derrotaron a la barbarie nazi sobre las arenas de este desierto hace casi 70 años, las democracias aliadas vuelven a derrotar otra tiranía, la de Gadafi «. Patético y … sangrante. Espero que este esperpento no se haga realidad. Tratemos de evitarlo.
Notas:
1.- Angeles Díez: «Por qué los medios masivos mienten y los medios alternativos se confunden» en Rebelión, sección «mentiras y medios», el 02-03-2011.
2.- William Norman Grigg: «La CIA y la ventriloquia mediática» en Rebelión, sección «mentiras y medios», el 03-03-2011.
3.- Jean Bricmont: «Libia y el regreso del Imperialismo Humanitario» en Rebelión, sección «opinión», el 09-03-2011.
4.- Carlos Tena: «Carme Chacón, ministra de defensa: La mejor defensa es un ataque» en Rebelión, sección «opinión», el 08-03-2011.
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