El coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, tendió ayer la mano a su principal adversario en la lucha por el poder dentro de la formación, Enrique Santiago, para integrarle en la nueva dirección. Llamazares salió debilitado de la octava asamblea de la coalición de izquierdas, en la que fue reelegido con un apoyo inferior […]
El coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, tendió ayer la mano a su principal adversario en la lucha por el poder dentro de la formación, Enrique Santiago, para integrarle en la nueva dirección. Llamazares salió debilitado de la octava asamblea de la coalición de izquierdas, en la que fue reelegido con un apoyo inferior al 50% y entre gritos de «¿tongo!» y «¿dimisión!» de algunos delegados. Ahora busca un acuerdo con su rival para cederle responsabilidades en la jefatura a cambio de que éste le reconozca como líder en enero, cuando se reúna al completo el Consejo Político Federal.
Ese órgano tendrá que ratificar o rechazar a Llamazares como coordinador general. En la reunión estarán los 110 miembros emanados de la VIII asamblea, otros 110 nombrados por las federaciones que integran la coalición y los 19 coordinadores regionales. En total, 239 dirigentes que votarán ‘sí’ o ‘no’ al liderazgo de Llamazares. Si es rechazado, tendrán que abrir un nuevo plazo de presentación de candidaturas para sustituirle. El domingo, tras la tensa asamblea, Santiago anunció que hará lo posible para arrebatarle el puesto.
Los dos equipos suavizaron ayer sus posturas y apuntaron que es posible llegar a un acuerdo que ponga fin a la confrontación e integre ambas sensibilidades en una dirección conjunta. Un portavoz del grupo de Llamazares explicó que el coordinador general trabaja ya en el diseño del ‘aparato’ de IU para los tres próximos años, con la premisa de cumplir el compromiso de que haya una dirección compartida.
Llamazares intentará así convencer a Santiago para que apoye su designación en la reunión del Consejo Político. A cambio, podría cederle puestos clave en la presidencia del partido y su gente podría incluso entrar en la Comisión Permanente, órgano reducido y formado sólo por personas de la absoluta confianza del coordinador general.
Estas fuentes recalcaron que antes de sellar un acuerdo comprobarán si Santiago actúa con lealtad a la actual dirección u «obedece directrices» de algún dirigente del sector duro de la coalición como el dirigente del PCE, Francisco Frutos, que rechaza a Llamazares. La actual dirección cree que -con o sin acuerdos- el coordinador general saldrá reforzado en enero de la reunión del Consejo Político porque, al incorporarse los delegados de las distintas federaciones, cosechará un apoyo superior al 50% que no alcanzó en la Asamblea. Según sus cálculos, respaldan a Llamazares cuatro de las grandes federaciones: Madrid, Asturias, Valencia y Cataluña, que eligen al mayor número de consejeros. El gran adversario es Andalucía, pero compensan su ‘pérdida’ con los votos de Madrid, cuyo dirigente, el diputado Ángel Pérez, figuró en la candidatura de Llamazares en la VIII Asamblea.
Un portavoz de la candidatura de Enrique Santiago mostró su disponibilidad a realizar una «gestión conjunta al 50%» de IU. Así, avanzó que su grupo afrontará el diálogo con la dirección con actitud «constructiva», con «voluntad de negociar» y con lealtad para sacar adelante la organización en enero. Consideran que su candidatura tuvo que luchar en la asamblea contra dos aparatos, el de IU y el del PCE, que «tienen su pelea histórica» y creen que la actitud de ambos fue «poco reflexiva» y que sólo ellos consiguieron poner orden a costa de retirar a última hora su candidatura.
Ese órgano tendrá que ratificar o rechazar a Llamazares como coordinador general. En la reunión estarán los 110 miembros emanados de la VIII asamblea, otros 110 nombrados por las federaciones que integran la coalición y los 19 coordinadores regionales. En total, 239 dirigentes que votarán ‘sí’ o ‘no’ al liderazgo de Llamazares. Si es rechazado, tendrán que abrir un nuevo plazo de presentación de candidaturas para sustituirle. El domingo, tras la tensa asamblea, Santiago anunció que hará lo posible para arrebatarle el puesto.
Los dos equipos suavizaron ayer sus posturas y apuntaron que es posible llegar a un acuerdo que ponga fin a la confrontación e integre ambas sensibilidades en una dirección conjunta. Un portavoz del grupo de Llamazares explicó que el coordinador general trabaja ya en el diseño del ‘aparato’ de IU para los tres próximos años, con la premisa de cumplir el compromiso de que haya una dirección compartida.
Llamazares intentará así convencer a Santiago para que apoye su designación en la reunión del Consejo Político. A cambio, podría cederle puestos clave en la presidencia del partido y su gente podría incluso entrar en la Comisión Permanente, órgano reducido y formado sólo por personas de la absoluta confianza del coordinador general.
Estas fuentes recalcaron que antes de sellar un acuerdo comprobarán si Santiago actúa con lealtad a la actual dirección u «obedece directrices» de algún dirigente del sector duro de la coalición como el dirigente del PCE, Francisco Frutos, que rechaza a Llamazares. La actual dirección cree que -con o sin acuerdos- el coordinador general saldrá reforzado en enero de la reunión del Consejo Político porque, al incorporarse los delegados de las distintas federaciones, cosechará un apoyo superior al 50% que no alcanzó en la Asamblea. Según sus cálculos, respaldan a Llamazares cuatro de las grandes federaciones: Madrid, Asturias, Valencia y Cataluña, que eligen al mayor número de consejeros. El gran adversario es Andalucía, pero compensan su ‘pérdida’ con los votos de Madrid, cuyo dirigente, el diputado Ángel Pérez, figuró en la candidatura de Llamazares en la VIII Asamblea.
Un portavoz de la candidatura de Enrique Santiago mostró su disponibilidad a realizar una «gestión conjunta al 50%» de IU. Así, avanzó que su grupo afrontará el diálogo con la dirección con actitud «constructiva», con «voluntad de negociar» y con lealtad para sacar adelante la organización en enero. Consideran que su candidatura tuvo que luchar en la asamblea contra dos aparatos, el de IU y el del PCE, que «tienen su pelea histórica» y creen que la actitud de ambos fue «poco reflexiva» y que sólo ellos consiguieron poner orden a costa de retirar a última hora su candidatura.