José Blanco, ministro español de Fomento, considera que la Administración pública no podrá soportar durante muchos años el nivel de inversión en infraestructuras. «Se acabó la actual cultura del todo gratis», dijo. Parece que, entre otras cosas, están barajando la posibilidad de imponer un peaje en las autovías públicas, pese a que lo del «todo […]
José Blanco, ministro español de Fomento, considera que la Administración pública no podrá soportar durante muchos años el nivel de inversión en infraestructuras. «Se acabó la actual cultura del todo gratis», dijo. Parece que, entre otras cosas, están barajando la posibilidad de imponer un peaje en las autovías públicas, pese a que lo del «todo gratis» es cuestionable, pues el mantenimiento de las autovías públicas sale del bolsillo (vía impuestos) de todos los ciudadanos, conductores y no conductores.
Algo huele mal en todo esto, por eso me viene a la mente el refrán que dice: «cuando el río suena, agua lleva». Si cambiamos la frase «carreteras públicas», por sanidad pública, educación pública o pensiones públicas, sospechamos que puedan estar maquinando nuevas agresiones contra los ciudadanos, de nuevo sin consultar al pueblo (el Parlamento es pura fachada y dos leones de bronce). Los recortes sociales recientemente impuestos, son la punta del iceberg de lo que se avecina.
Al hilo de la cuestión «rodada», en noviembre de 2009 el diario El País titulaba «El Congreso salva de la quiebra las concesionarias de autopistas». El artículo informaba que el PP, CiU y PSOE habían pactado un plan para ayudar a las empresas que gestionan las autopistas privadas. El acuerdo implicaba concederles este año 2010 un préstamo (avalado por el Estado) de 200 millones de euros para «aliviarles la asfixia» relacionada con los sobrecostes de las expropiaciones realizadas para construir las autopistas radiales de Madrid.
El Estado burgués no tiene dinero; sin embargo no le importa endeudarse más aún, para satisfacer las necesidades de los capitalistas. Obviamente, lo de «apretarse el cinturón que vienen curvas» no va con las empresas que gestionan las autopistas privadas.
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