Estos días hemos visto en televisión imágenes espantosas de los Marines estadounidenses despachando expeditivamente a los heridos de Faluya. Es decir, matándolos de un tiro en la nuca. En realidad se ha visto cómo uno de los Marines daba el tiro de gracia a uno de los heridos, y cómo otro disparaba a través de […]
Estos días hemos visto en televisión imágenes espantosas de los Marines estadounidenses despachando expeditivamente a los heridos de Faluya. Es decir, matándolos de un tiro en la nuca. En realidad se ha visto cómo uno de los Marines daba el tiro de gracia a uno de los heridos, y cómo otro disparaba a través de un pequeño ventanuco. Nada de esto nos puede sorprender, acostumbrados ya a las torturas y crímenes de guerra de los invasores en Iraq. Lo insólito es que desde el Pentágono se les felicite.
Estas cosas de los crímenes, casi de novela negra, uno no sabe nunca a qué atenerse. En esta ocasión, lo insólito es que la sensibilidad de los ciudadanos de los Estados Unidos resista la contemplación de asesinatos en Faluya y, sin embargo, se censure en televisión la palabra «jodidamente» de la «frase de guerra» del Marine asesino antes de matar: «Está jodidamente vivo».
En un documental del programa Documentos TV de Televisión Española, nos han contado cómo Bush, dictador planetario, con el mayor ejército del universo y en este año de gloriosa reelección dueño del mayor presupuesto armamentístico de la historia de Estados Unidos, fue un borrachín empedernido que se convirtió en criminal abstemio gracias a sus visiones mesiánicas. Lo insólito es que vamos a tener que empezar a beber todos.
No recuerdo en qué medio de comunicación -uno de tantos-, volvieron a comentar una vez más los presos políticos de las cárceles de Fidel Castro en Cuba. No es sorprendente porque pasa todos los días, lo insólito es que se callen lo de Guantánamo.
No hay quien compre una Constitución Europea. No existe. No está. No importa, porque para nuestro placer y regocijo -saber es grato-, la productora de Gran Hermano va a cobrar trescientos millones de euros de la Unión Europea para que nos constituya. Como en nuestra era se inventa todo, también puedo yo inventarme una palabra para decir que nos van a explicar la Constitución en un festival televisado, ¿quién me niega que es insólito?
He querido regalar El Capital, de un tal Karl Marx. Inexistente. Agotado. Descatalogado. Ya se editan en nuestro país más de trescientos libros diarios, ¿para qué queremos vejestorios? Lo insólito es que a nadie le llame la atención.
Televisión Española prepara nueva programación infantil. Eso está bien. De momento mantiene eurojunior, ¿para qué privarse del glorioso espectáculo de la España triunfante y cañí que vimos el sábado 20 en la pequeña pantalla? Eso sí que es educativo, preparar niñas para seducir al machismo futuro, escasas de ropa, movimientos de culito, miradas picaronas, «antes muertas que sencillas». España siempre nos sorprende: es insólita.
Anoche dormí mucho y creo que bien. Sin embargo no dejé de soñar, y en mis sueños aparecía Aznar hablándome en inglés y sin bigote. El hecho carece de importancia, todo el mundo sueña. Lo insólito es que le esté llamando sueño en vez de pesadilla.