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La deriva autoritaria del rey Felipe VI

Lo que está sucediendo

Fuentes: Rebelión

Proclamar a los cuatro vientos lo que está sucediendo en el Reino de España es la mejor manera de afrontar la gigantesca crisis social e institucional; es la forma más efectiva de combatir la espesa cortina de humo, manipulación y corrupción que impuso la Transición, ocultando la realidad política; una realidad que ya ni los […]

Proclamar a los cuatro vientos lo que está sucediendo en el Reino de España es la mejor manera de afrontar la gigantesca crisis social e institucional; es la forma más efectiva de combatir la espesa cortina de humo, manipulación y corrupción que impuso la Transición, ocultando la realidad política; una realidad que ya ni los medios del régimen alcanzan a silenciar.

La rebelión democrática del pueblo de Catalunya, cívica y pacífica, está encontrando la comprensión y simpatía de muchos ciudadanos en todo el mundo. Por otro lado, la asfixiante opresión del régimen monárquico, impuesto por la dictadura, ha quedado bien patente por las recientes declaraciones del general de división Juan Chicharro, militar que ha estado vinculado al rey emérito y goza de gran prestigio en entornos próximos a la Casa Real: «El actual sistema democrático no tiene otra legalidad y legitimidad que la procedente del Régimen de Franco…» (sic), afirmación irrebatible, que constituye una trágica y peligrosa paradoja.

Los movimientos soberanistas en Galiza, Euskadi, y Andalucía, aun siendo de desigual desarrollo, son también un formidable ejemplo de radicalidad democrática, que tiende a extenderse pacíficamente a otros pueblos, como es el caso de Castilla, cuna histórica del nacionalismo españolista más rancio.

España ya no es un imperio, y menos aún una ridícula «unidad de destino en lo universal», sino un grandioso conjunto de naciones y pueblos que claman por su libertad. Es necesario encontrar una solución no impuesta por los fascismos del siglo pasado, ni por los intereses egoístas de las grandes potencias, que están arrastrando a la humanidad hacia una catástrofe nuclear de proporciones definitivas.

En estos momentos de enorme confusión nacional e internacional es indispensable suscitar el más amplio apoyo de todos los demócratas y progresistas al maltratado pueblo de Catalunya, exigiendo el final de la represión.

Como portavoz del colectivo de militares ANEMOI, expreso nuestra más firme solidaridad con las instituciones del pueblo de Catalunya, reafirmándonos en nuestro comunicado Democracia o fascismo, hecho público en Córdoba el 11 de noviembre de 2017. Exigimos, por tanto, el reconocimiento del resultado de las elecciones del 21 de diciembre pasado, la desactivación de la dictadura «constitucional» impuesta por el ilegítimo articulo 155, la nulidad de los procesos judiciales, la liberación de los presos políticos y el retorno inmediato de los exiliados, a fin de que estos puedan ejercer sus derechos fundamentales como representantes electos del pueblo de Catalunya.

La solidaridad internacionalista y obrera

Solo una solidaridad efectiva puede crear los puentes, hoy inexistentes, para forjar un proyecto común de Estado plurinacional que sea viable, antes de que sea demasiado tarde. Aún es posible explorar esa vía. Quizá mediante la formación, desde la base, de una Asamblea Nacional Constituyente, confederal y de carácter inclusivo, que sea capaz de «abrir las grandes alamedas por donde pasen la mujer y el hombre libres, para construir una sociedad mejor», pues la reinstauración borbónica, impuesta por el dictador genocida Franco, ha fracasado y es obvio que debe ser abolida.

Al otro lado de la línea divisoria entre democracia y fascismo, entre república y monarquía, están las fuerzas de la reacción, agrupadas en torno al rey Felipe VI y su bandera bicolor, la bandera borbónica de la dictadura. Sus «cortesanos» forman parte de las direcciones de los partidos llamados dinásticos, en realidad un eufemismo para disimular su servilismo monárquico; constituyen de facto una alianza tripartita que tiende a cuartearse.

La tremenda precarización de las clases populares, generada por las políticas neoliberales del régimen, han dado lugar a una emigración masiva de jóvenes y a más de cuatro millones de personas al borde de la indigencia. Sus efectos catastróficos permean y polarizan la sociedad, focalizando las contradicciones sectoriales, que tienden a dinamizar la respuesta popular. Estas demandas sociales están siendo abanderadas por los principales partidos de la izquierda española y de las organizaciones obreras.

Los militares -así como las compañeras y compañeros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado- tampoco somos ajenos a lo que está sucediendo. Trabajadores somos, pues «A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago».

La represión patronal del Estado se está cebando también en muchos de nuestras compañeras y compañeros. Prueba de ello es la grave situación por lo que atraviesa el Teniente Segura, desposeído injustamente de su puesto de trabajo por denunciar la corrupción existente en el Ejército y defender heroicamente los valores republicanos en el seno de las Fuerzas Armadas. Así lo hicieron, en los años 30 del siglo pasado, la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA) y, ya en los años 70, nuestros compañeros de la Unión Militar Democrática (UMD), liderados por el comandante Luis Otero.

La rebelión de los pensionistas es una consecuencia más de las criminales políticas neoliberales que el régimen monárquico está llevando a cabo. Estas políticas del régimen se traducen en el saqueo sin piedad de las capas populares, en el recorte servicios básicos como son la sanidad y la educación, en el desfalco de la caja de las pensiones; mientras tanto, se decretan amnistías fiscales de fondos ocultos en paraísos fiscales -de las que se han beneficiado miembros de la realeza y demás amiguetes- se «rescatan» bancos y autopistas con dinero público… o se cambia el artículo 135 de la constitución, sin el preceptivo referéndum, poniendo los intereses de los usureros por encima de las necesidades de la gente.

Ambas luchas -soberanismo democrático y demandas del pueblo trabajador- habrán de confluir a fin de crear el poder popular necesario que haga efectivas las justas demandas de nuestros pueblos, y de la clase obrera, frente al poder del rey.

No consintamos, por tanto, que las políticas neoliberales sigan empobreciendo a amplias capas populares en beneficio de banqueros y terratenientes.

Pidamos, también, el respeto debido a la soberanía de nuestros pueblos, un elemental derecho democrático que ha de incluir la independencia, si así lo decidiesen.

Compañeras y compañeros, es la hora de la unidad, no cerremos nuestros oídos al clamor de nuestra gente.

¡Viva la República!

Manuel Ruiz Robles es portavoz del colectivo de militares demócratas ANEMOI, antiguo miembro de la Unión Militar Democrática UMD, capitán de navío de la Armada y vocal de la Junta Directiva de la Asociación Civil Milicia y República ACMYR.

e-mail: [email protected]

En twitter: @colectivoanemoi

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.