No les hablo de asuntos políticos directamente (que también lo son). Me ubico en otras coordenadas. Allí donde vive la gente, donde vivimos mi compañera y yo por ejemplo. Por si fuera necesario: la intervención policial del domingo fue desmedida, inapropiada, lamentable si se quiere, y ha ayudado a fortalecer la narrativa secesionista. Otra cosa […]
No les hablo de asuntos políticos directamente (que también lo son). Me ubico en otras coordenadas. Allí donde vive la gente, donde vivimos mi compañera y yo por ejemplo.
Por si fuera necesario: la intervención policial del domingo fue desmedida, inapropiada, lamentable si se quiere, y ha ayudado a fortalecer la narrativa secesionista. Otra cosa distinta es cómo explican ese día algunos medios y colectivos y las manipulaciones que abonan sin ningún pudor [1]. También que algunos de los críticos actuales no dijeron ni pío (más bien lo contrario: viva, viva y viva) sobre la actuación de los Mossos contra las indignadas e indignados de la plaza Cataluña.
El tema. Me lo ha contado esta mañana mi esposa. Lo ha leído en un artículo de Oriol Güell en el global-neoliberal-imperial del pasado 4 de octubre. En él me baso; no he podido hacer comprobaciones complementarias. Tampoco ella lo ha conseguido.
Instituto público El Palau, Sant Andreu de la Barca, 27.000 habitantes, Baix Llobregat, una población cercana a Barcelona; «Estarás contento con lo que hizo tu padre ayer», le espetó un profesor a un niño a primera hora de la mañana, delante de toda la clase, el pasado lunes 2 de octubre (la Guardia Civil acudió al mismo instituto para impedir la votación el pasado domingo. Aunque hubo gritos, no hubo incidentes graves (los hubo en el centro de atención primaria de la localidad; la intervención de los antidisturbios acabó con varios vecinos agredidos)).
«Hoy no puedo daros la clase como siempre. Estamos muy afectados. La ignorancia de la GV ha quedado en evidencia. Solo saben dar palos», dijo otro docente a sus alumnos.
Estas palabras «dolieron como un puñetazo», escribe Oriol Güell, a muchos niños (no tan niños, de 13 a 16) del instituto. Son hijos de agentes del cuerpo. Su comandancia está a 100 metros del instituto. En el cuartel viven unas 200 familias, unas mil personas contando mal.
Lo cuenta Javier Fernández (desde 1989 en Cataluña, desde 2003 en Sant Andreu): «Mi hija saltó. Tiene 15 años y su carácter. Yo le había dicho que tuviera mano izquierda. Que las cosas estaban tensas y que no se alterara si le decían algo. Pero no pudo contenerse. Ella ha nacido en Cataluña. Dijo que aquello era injusto, que se estaba generalizando y preguntó si se podía marchar. Le dijeron que se largara».
Los profesores, algunos profesores para ser más exactos, «conminaron a los niños a mostrar su repulsa por la violencia policial del domingo». Cinco de ellos se negaron y llamaron a sus familias, querían que los pasaron a buscar. «Hubo muchos críos que no tuvieron el valor de quejarse. Aguantaron y solo rompieron a llorar al llegar a casa». Es la opinión, lo que cuenta, un guardia civil.
Josep Anton Asín, director de El Palau, explicó que «han sido varios los padres que han mostrado sus quejas por lo ocurrido». «Ahora estamos recabando todas las versiones [ayer el centro estuvo cerrado por la huelga] y adoptaremos las decisiones adecuadas para que lo ocurrido no altere la convivencia, que aquí siempre ha sido buena».
Todas las fuentes consultadas (padres, docentes, municipales) circunscriben los hechos a «dos o tres profesores», pero admiten su preocupación por el impacto que el episodio pueda tener para la localidad. Vale la pena insistir: dos o tres profesores. Incluso los padres y madres más críticos alaban la actuación del resto de docentes. Muchos supieron llevar la situación sin trasladar la tensión a los niños.
El alcalde Enric Llorca (del PSC) está «muy preocupado por la creciente tensión». En una concentración convocada en repulsa por la violencia policial del día anterior, fue insultado y casi agredido. La paradoja de las paradojas: «era una concentración en contra de la violencia. Pero pronto se empezaron a gritar consignas independentistas. Algunos empezamos a irnos y entonces empezaron los insultos y empujones». ¿Movimiento siempre pacífico? Ya vale.
Otro ejemplo: la agresión sufrida el pasado martes por un periodista de la televisión local de Sant Andreu cuando cubría una marcha separatista. Tuvo que ser atendido en el hospital de Bellvitge. Por problemas de visión tras recibir un fuerte golpe en la cabeza. El medio local ha recibido en los últimos meses críticas desde en mundo secesionista. Por su cobertura informativa. Ninguna queja indepe, en cambio, contra TV3 por ejemplo. Elemental querido Watson.
«Tenemos que encontrar la fórmula de encauzar todo esto. «Es mucho lo que nos jugamos todos», opina el alcalde. Nosotras también lo pensamos.
Nunca había pasado nada similar en Sant Andreu. Algunos agentes admiten que lo del domingo no se organizó bien. «Pasaron cosas que deberían haberse evitado».
Algunos señalan: «Pero hacérselo pagar a los niños es indigno. Si cada desacierto de una parte sirve al otro para justificar otro, vamos todos directos al abismo».
No lo sé pero no es imposibles ni improbable si no cambiamos el rumbo.
Entre todas debemos evitar que eso pase. Entre todas y sobre todo nosotras. Tenemos más cabeza y más corazón. No hay que ayudar a incendiar ninguna pradera. Nos va mucho en ello. La fraternidad y la solidaridad de la ciudadanía, de toda la ciudadanía por ejemplo. El discurso separatista neoliberal nos separa… y nos hunde. A nosotras sobre todo.
PS. Un ejemplo a no seguir y a tener en cuenta. «El NY Times dice que «Hoy Cataluña no puede decir que esté colonizada u oprimida. La región tiene uno de los niveles de vida más altos de Europa y una amplia autonomía política y cultural». La Vanguardia dice que el NYT dice que Cataluña «no puede ser colonizada ni oprimida» (tomado de un tuit de Félix Ovejero).
Nota
1) http://mobile.lemonde.fr/les-decodeurs/article/2017/10/02/violences-policieres-en-catalogne-attention-aux-images-trompeuses_5194905_4355770.html?xtref=
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