A la memoria de Adolf Ortiz, compañero de claustros tumultuosos, quien conoció de cerca, al igual que Besteiro, la cara más amarga de la enfermedad y de los hombres.
«Que Besteiro no se percatara de la clase de enemigo que tenía delante parece indicar una personalidad hasta cierto punto reducida a la sencillez por la credulidad respecto a su propia condición mítica; sin embargo, el modo como se constituyó en mito y su quehacer estrictamente intelectual nos lo devuelven a la complejidad.»
Enrique Tierno Galván 1
I
De entre los varios intereses que sin duda sigue suscitando la figura del republicano Julián Besteiro (1870-1940), no parece que hoy pueda destacarse de manera especial su vertiente filosófica o, más en general, académica. Efectivamente, las monografías que abordan, entre otros, esos aspectos concretos, publicadas casi todas ellas durante la década de los setenta, se han visto seguidas años después, salvo muy puntuales y breves excepciones, por un dilatado silencio. Resulta curioso que esta dejación temática que comentamos no se haya correspondido con el creciente interés que han provocado los avatares personales y políticos de Besteiro -si es que ambos pueden de hecho separarse-, los cuales han sido motivo de recientes y prolijas biografías.2 Podría decirse que las circunstancias históricas y la actuación política de Besteiro han teñido y hasta cierto punto eclipsado su labor más estrictamente filosófica. Bien es verdad que, grosso modo, sólo alrededor de una quinta parte de su producción escrita -al menos teniendo en cuenta la que configura las Obras Completas editadas por Emilio Lamo de Espinosa en los años ochenta- puede considerarse como tal y que, por añadidura, dicha faceta se corresponde cronológicamente casi por completo con el Besteiro más joven, anterior al militante socialista. De hecho, ante el apuro de establecer delimitaciones o periodos temáticos mediante los que ordenar aquellos escritos, Emilio Lamo estableció en su momento los siguientes para las dos primeras fases: «La «nueva filosofía» krausopositivista (1895-1910)» y «Etapa neokantiana de transición (1910- 1912)», pasando posteriormente a títulos de corte más político o programático. A la segunda fase pertenecerían los escritos de calado más propiamente filosófico y, como puede observarse, se trata de un breve periodo de escasamente dos años de duración. A parte de los tres trabajos que, en esencia, resultan ser el fruto académico de la labor intelectual que ocupa a Besteiro durante esos años -esto es, la presentación de su edición de los Prolegómenos de Kant, el artículo Los juicios sintéticos a priori desde el punto de vista lógico y su tesis doctoral, que lleva por título El voluntarismo y el individualismo en la filosofía contemporánea, es preciso recordar aquí, más en general, su labor como traductor y como introductor de diversos autores y obras de allende los Pirineos, que en gran parte será de temática filosófica.3
Resulta curioso, referente a la pobre consideración otorgada hoy al Besteiro filósofo, que al buscar en uno de los repertorios informativos más conocidos y usados en el ámbito hispano, como lo es el famoso Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora, observamos que la voz dedicada a nuestro pensador y político se ve reconducida, sin mediar información suplementaria alguna, a la voz «krausismo», la cual, a su vez, se extiende a lo largo de varias páginas, dedicando sólo un breve párrafo a Besteiro, en el que éste es asimilado sin paliativos a aquella corriente filosófica de lindes y contenidos tan confusos como diversos.4 Así, podemos leer literalmente que: «Fernando de los Ríos y Julián Besteiro, que pueden ser considerados como «socialistas humanistas, etcétera, etc.».5
Sin lugar a duda, quien más esfuerzo ha dedicado al estudio de la trayectoria vital e intelectual de Besteiro entre las generaciones que no vivieron la guerra civil española, ha sido Emilio Lamo de Espinosa. A parte de la preparación de las Obras Completas antes mencionadas, debemos a su pluma uno de los más detallados estudios sobre la evolución filosófica de aquél. Sin embargo, al configurar los elementos que a su juicio inciden directamente en la inflexión personal de Besteiro, acontecida alrededor de 1912, hacia planteamientos marxistas, partiendo en inicio de un cierto krausismo y fundamentalmente de las tesis del neo-kantismo alemán de principios de siglo, Emilio Lamo afirma lo siguiente:
«(…) ¿se daba realmente en Besteiro un repudio de la obra kantiana en los puntos que son tratados en estas publicaciones? [de 1912] Como veremos (…), este repudio es más que relativo. De este modo, Besteiro no tenía que forzar demasiado su conciencia para firmar estas publicaciones que, si por un lado decían cosas que quizá ya no pensaba, en su mayor parte, están constituidas por afirmaciones sobre las cuales podía edificarse un cierto tipo de socialismo. (…) Por ello, aún no pudiendo extraer ninguna cita en la que Besteiro opte por una u otra corriente o valore alguna por encima de la otra, sin embargo, el planteamiento general, las conclusiones a las que llega, nos permiten situarlo perfectamente. (…) Así, el mismo orden de los capítulos -uno primero sobre el voluntarismo seguido de otro sobre el intelectualismo- expresa claramente sus preferencias».6
Aunque sólo sea debido a cuestiones de coherencia filosófica, resulta difícil imaginar el mantenimiento de una filiación filosófica neo-kantiana, más o menos marburguiana, en un Besteiro que, a sus cuarenta y dos años, lejos por lo tanto de los candores de la juventud, se muestra cada vez más comprometido política e ideológicamente con un marxismo en pleno debate abierto, tanto en el plano estratégico como en el teórico, como es el de las primeras décadas del siglo XX. Debate muy intenso y con final trágico entre las varias tendencias reformistas socialdemócratas -fundamentalmente entre los partidarios de Bernstein y los de Kautsky- y, por otro lado, con un incipiente desgaje comunista o terzo-internacionalista como telón de fondo, etc.-, que culminará con el derrumbe de la IIª Internacional y la confusión de las izquierdas ante el estallido de la Gran Guerra en Europa. Bien pueda o no documentarse detalladamente el momento de inflexión en aquel proceso de maduración personal e intelectual, resulta a todas luces evidente que en algún momento, que no resulta descabellado suponer cercano al de los ecos lejanos de los primeros sucesos revolucionarios rusos, Besteiro adhiere sin paliativos esa concepción filosófica y práctica que el marxismo propone. Concepción de corte radicalmente anti-ideológico, y precisamente por ello, aunque también por evidentes razones de carácter filosófico-ontológico y también político, necesariamente crítica de las actualizaciones del idealismo «crítico» kantiano -o cuanto menos incompatible con ellas-, y cuyo ideario gnoseológico fundamental se resume en la segunda de las Tesis sobre Feuerbach, redactadas por Marx en 1845:
«El problema de si a propósito del pensamiento humano puede hablarse de verdad objetiva no es un problema teórico, sino práctico. El hombre ha de acreditar la verdad, esto es, la potencia y realidad, la cismundaneidad de su pensamiento en la práctica misma. La disputa acerca de la realidad o irrealidad del pensamiento -un pensamiento aislado de la práctica- es una disputa netamente escolástica«.7
Es más que probable que, aunque no se haga patente en sus escritos de la época, el Besteiro de 1912 fuera ya plenamente consciente de los elementos de superación que el marxismo llevaba implícitos respecto del neo-kantismo y que, como afirmará algunos años después, en su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, el 28 de abril de 1935, que lleva por título Marxismo y antimarxismo, la herencia filosófica kantiana aprovechable corresponda en mucha mayor medida al ámbito de la moralidad -al pathos moral- y no al discurso teórico. Puesto que, según Besteiro, «(…) en el seno de la filosofía kantiana, lejos de resolverse las contradicciones inherentes al pensamiento filosófico, han adquirido, con su nuevo y más profundo planteamiento, un intensificado vigor. Por eso se ha dicho con razón que la filosofía de Kant no ha suprimido, sino que ha multiplicado, y hasta, en vista de algunas de sus consecuencias últimas, podríamos decir que han enconado, las discusiones entre los sabios».8 Y, un poco más adelante, respecto de la función y trascendencia actual de la filosofía moral kantiana, afirmará:
«No cabe duda que la emoción moral que antes hemos señalado como característica de la filosofía kantiana, juntamente con el carácter de universalidad que esta escuela filosófica atribuye a las ideas morales y a la ilimitada dignidad que exalta en las condiciones comunes a la conciencia de todo hombre, han ejercido una gran influencia sobre las ideas sociales posteriores y han contribuido muy especialmente a introducir en el mundo de las concepciones económicas un principio ideal de justicia que se traduce en la aspiración a realizar entre los hombres, moralmente iguales, una igualdad en la participación de los bienes, en la distribución de la riqueza».9
Como puede observarse, la superación de aquel «pathos» moral ilustrado, al que se incorporarán durante la revolución industrial elementos nuevos relativos al ideario emancipatorio de las nuevas clases emergentes, obligará a un replanteamiento de las bases filosóficas que sustentaban aquel clima moral inicial. Esa evolución será, en esencia, la sufrida por el propio Besteiro durante esos años. Y será de hecho él mismo quien, al referirse a la enorme relevancia que para su maduración filosófica y política personal hubieron de tener sus lecturas y vivencias en Alemania, reconocerá lo siguiente en una entrevista que le hiciera un periodista del semanario La Esfera en invierno de 1918:
«- Cuando yo ingresé en política comencé a actuar con la Unión Republicana, en vida de Salmerón. Desde luego, tenía un sentido de izquierdas y una inquietud socialista. Después fui a Alemania, y mi permanencia allí…
– ¿Durante mucho tiempo? -le interrumpí.
– Dos años y medio. Pues bien: mi estancia allí me hizo conocer a fondo los problemas socialistas, y entonces me convencí que muchos de los problemas por los cuales no podía yo aceptar las doctrinas socialistas eran falsos problemas«.10
La nueva orientación filosófica y política de Besteiro, adquirida probablemente de manera plena y militante a partir de la última de sus estancias alemanas -de las que por desgracia, en general, conocemos tan poco- debe haberse producido en buena medida a costa de aquella herencia del kantismo, herencia por la cual nuestro autor se había desplazado, precisamente, al país centroeuropeo. Manejando diestramente las herramientas conceptuales recién afiladas en los seminarios universitarios de Ernst Cassirer, Otto Buck, Theodor Lipps, probablemente los de Christian Ehrenfels y otros, durante los semestres de estancia universitaria becada (fundamentalmente entre 1909 y 1910), Besteiro reinterpretará críticamente el núcleo más íntimo -y quizás también por ello más frágil- de la gnoseología kantiana, ultimando en 1911 la redacción, ya en Madrid, de su escrito Los juicios sintéticos a priori desde el punto de vista lógico, que vería la luz un año después.
En ese texto no buscará Besteiro la elaboración fácil de una crítica ideológica de la filosofía kantiana, esto es, basada en unos presupuestos histórica y esencialmente ajenos a ella, sino que, desde sus propios dominios teóricos y siguiendo la propia dinámica de la lógica discursiva de Kant, intentará desvelar y denunciar sus eslabones más débiles. Se ha comentado en ocasiones que, precisamente por tratarse de un escrito académico y estando su autor en puertas de una oposición para el acceso a una cátedra universitaria, el estilo y el fondo de esa crítica al kantismo no podían desenvolverse abierta y libremente, sino que debían moverse forzadamente entre los estrechos linderos semánticos e ideológicos del academicismo en boga.11 Sea como fuere, la verdad es que aquel escrito, melifluamente considerado por Emilio Lamo «de transición» entre dos criterios o momentos filosóficos de su autor, y pobremente resumido por él en su monografía sobre Besteiro en un simple y escaso párrafo, sin pararse en absoluto a analizar su contenido -y no digamos su trascendencia más general-, no puede despacharse sin más, aunque se trate, como él mismo Lamo afirma, de «una obra profundamente teórica, (…) de dura lectura …».12 En lo que sigue intentaremos argumentar las razones por las que creemos urgente y necesaria una relectura actualizadora de aquella obrita que, lejos de prejuzgar su interpretación o su significación, la reubique correctamente en la biografía intelectual y en el legado filosófico de Besteiro y, a su vez, ofrezca luz sobre la propia concepción de la lógica y sobre el sentido de lo lógico en nuestro autor.
II
Es conocido que Besteiro solía utilizar su obra Los juicios sintéticos a priori desde el punto de vista lógico en sus clases de Lógica, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid y que, de hecho, en las mismas aquélla era citada y comentada muy a menudo. Aunque no es mucho lo que conocemos de esas clases, gracias a algunos testimonios directos sabemos del prestigio universitario de Besteiro y de la gran concurrencia de alumnos a las mismas. Eso al menos es lo que, en términos generales, recordaba el filósofo y traductor español fallecido en el exilio mejicano José Gaos, quien en sus memorias escribió que, en comparación con las de otros profesores, «la clase de Lógica de Besteiro, común a todas las secciones de la Facultad de Filosofía y Letras y, encima, a la Facultad de Derecho, era multitudinaria, y no permitía la intimidad entre el profesor y los alumnos».13
Hacia mitad de los años setenta del siglo pasado, al escribir Alfredo Deaño y Juan del Val una breve reseña de lo que había dado de sí el desarrollo de la lógica en España a lo largo de la historia y especialmente durante el siglo XX, justo después de comentar la labor precursora que aquí había desarrollado en el campo de la lógica el matemático Ventura Reyes Prósper y los trabajos lógicos del filósofo Juan David García Bacca, afirmaban lo siguiente, no sin cierta malicia, referente a Besteiro: «Mientras tanto, el catedrático de lógica de Madrid, Julián Besteiro (1870-1940), oscilaba entre el kantismo de Los juicios sintéticos a priori desde el punto de vista lógico, y la Lógica, teñida de metodología de la ciencia y de teoría del conocimiento, de Abel Rey, por él traducida, que utilizaba como texto».14
Desde el punto de vista de la lógica más estrictamente formal, tal y como se trasluce en el anterior texto, no es ésta la única crítica vertida, y no sin cierta dureza, contra la labor lógico-académica de Besteiro. Más recientemente, al realizar Luís Vega un balance de los estudios lógicos en España entre 1890 y 1930, y al considerar más específicamente los trabajos de los denominados profesores de «lógica fundamental», tal como rezaba en los títulos de los temarios oficiales de principios de siglo, escribirá lo siguiente en relación al grupo en el que, entre otros, formaban parte J. Daurella, Antonio Hernández, Jaume Serra Hunter y el propio J. Besteiro: «En todo caso, no parece que nuestros «lógicos fundamentalistas» más enterados presten especial atención o sepan gran cosa de la lógica matemática de su tiempo. Por lo demás, quienes reconocen su existencia, tampoco piensan que afecte en absoluto al estatuto tradicional de la lógica como «ciencia filosófica».15 Por lo que hace a Besteiro, y aunque no podamos enumerar a ciencia cierta cuáles podían ser sus conocimientos efectivos sobre la «logística» moderna, como él solía denominar a la nueva lógica, si sabemos con seguridad que mantuvo durante algunos años una personal y estrecha relación con quien probablemente más sabía de todo ello a principios de siglo en España: Don Ventura Reyes Prósper. Efectivamente, este peculiar profesor de matemáticas fue compañero de claustro de Julián Besteiro en el Instituto General Técnico de Toledo y director del mismo durante bastantes años. Desde 1899 hasta 1909, fecha en la que marcharía al extranjero, Besteiro fue destinado a aquel instituto y trabó una relación de amistad suficientemente cordial con Ventura Prósper como para que éste accediera a redactar el siguiente texto que figura como anexo a la instancia presentada por aquél ante la Junta de Ampliación de Estudios, en septiembre de 1908, para poder obtener una pensión o beca que le permitiera realizar la primera de las estancias de estudios en Alemania a las que antes nos hemos referido. La nota de recomendación dice literalmente lo siguiente: «Al que suscribe le es muy grato manifestar que el solicitante cumple todos sus deberes profesionales con extraordinario celo, actividad e inteligencia. Toledo, 14 de septiembre de 1908. Firmado, el director, Ventura Reyes Prósper».16 Aunque es probable que Besteiro tuviera un conocimiento de la lógica moderna superior al que podamos suponer a partir de sus obras, lo cierto es, como afirma Luís Vega en el texto citado más arriba, que tampoco él, al igual que sus colegas universitarios profesores de lógica, prestó en sus escritos o lecciones «especial atención (…) a la lógica matemática de su tiempo». Quizás porque considerara que el estudio detallado de la misma, así como la responsabilidad de su enseñanza más formal, debía trasladarse a la labor de matemáticos como Reyes Prósper o quizás también, sin excluir lo anterior, porque probablemente su concepción de la lógica, esto es, el sentido de lo que él consideraba propiamente lógico, debía entenderse implícitamente en la elaboración y análisis del discurso más puramente filosófico, en el contenido de su propia estructura discursiva. Sea como fuere, el peso de la tradición filosófica heredada por nuestro autor, krausismo, neo-kantismo y marxismo incluidos, no dejará de notarse y mucho a la hora del intento de ponderación, por parte de aquél, de las posibilidades de una visión transversalizadora del conocimiento y de poder alcanzar, de esta manera, la superación de una percepción compartimentadora del saber. Pero volviendo al tema que nos ocupaba algunos párrafos más arriba, al leer hoy aquel escrito de 1912 titulado Los juicios sintéticos a priori desde el punto lógico, no deja de sorprender la utilización que Besteiro hace, desde el propio título y a lo largo de todo su desarrollo, de los conceptos «lógico», «demostración», «prueba lógica», etc. Así, ya desde las primeras páginas Besteiro destacará el «valor lógico» que ha de tener la distinción entre juicios analíticos y juicios sintéticos, «como base indispensable del estudio de los juicios sintéticos a priori«, en cuya existencia se basa «el fundamento de todo el sistema filosófico que se elabora con la crítica y que su autor mismo designa con el nombre de idealismo trascendental».17 Y, más adelante, enzarzado ya en la discusión en contra de aquella distinción de los juicios, argumentará la posibilidad de una asimilación de los juicios analíticos a aquéllos que puedan deducirse de los principios de la Lógica, argumento ante el que reaccionará con la denuncia de «encerrarnos en un círculo vicioso, puesto que la Lógica es el sistema de los juicios analíticos, y trataríamos de explicar los juicios analíticos por la Lógica, que, a su vez, se explica por los juicios analíticos».18 Ahora bien, desde otra perspectiva filosófica y en una reflexión meta-lógica ciertamente muy actual en aquellos momentos -recordemos sólo a Russell o a Wittgenstein-, sobre el alcance y la consideración de la propia Lógica, Besteiro plantea la posibilidad de una ampliación del contenido de la misma, más allá de los juicios analíticos, al de una «ciencia de todos los objetos, reales o no, posibles o imposibles», siguiendo la propuesta panlogicista de G. Itelson.19 En la reacción de Besteiro a esa propuesta podemos observar sus reflexiones sobre cuales deberían ser las motivaciones y el propio contenido de la lógica -sin perder de vista, por supuesto, que esas son consideraciones hechas al hilo de la discusión sobre los juicios kantianos:
«Pero esta definición [se refiere a la planteada a modo de hipótesis por G. Itelson], si es que realmente explica algo, encierra una afirmación evidentemente falsa, porque, en efecto, las leyes de la Lógica valen igualmente para cosas reales y no reales, y aún para cosas matemática y metafísicamente imposibles, como, por ejemplo, lo definido como contradictorio, y, aunque se explique que, lo definido como contradictorio, no es precisamente cosa alguna, siempre necesitaremos un criterio para decidir si una cosa es o no es, y este criterio no puede ser otro que el de que, una cosa, es todo aquello que satisface las reglas de la Lógica. (…) Se puede todavía argüir que, los principios de la Lógica, constituyen las condiciones que debe cumplir todo juicio que aspire a la verdad. Los principios de la Lógica son, en este caso, criterios negativos de la verdad para todo juicio como tal, y su origen no se puede buscar sino en los caracteres esenciales del juicio como tal juicio, esto es, en los caracteres que pertenecen al concepto del juicio; mas, como lo que constituye los conceptos definidores del juicio es su mera forma, serán juicios analíticos los que nacen de la mera forma del juicio y los juicios analíticos más generales serán los principios de la Lógica misma».20 No hará falta indicar que este argumento, desde su misma formulación resultará circundante en su propia base, esto es, en la propia estructura fundamental de los juicios analíticos, pero a su vez también en el de la propia Lógica, puesto que ésta se ve reducida y definida en función de los juicios analíticos, «cuando lo que intentamos precisamente es explicar los juicios analíticos por la Lógica».
Desarrollando en esencia el esquema general del idealismo crítico kantiano, fundamentalmente el que podemos leer en los Prolegomena de 1763 -aunque sin seguir de manera estricta el orden original de los mismos- y en parte enlazando también con ciertos desarrollos de la Crítica de la Razón Pura, Besteiro prosigue, en su escrito de 1912, su especial ajuste de cuentas con la gnoseología kantiana, abordando el ámbito de los juicios sintéticos a priori. Estos son considerados generalmente como una de las grandes contribuciones del filósofo alemán, puesto que a partir de los mismos, «el centro en rededor del cual venía girando la Filosofía es transportado desde el mundo exterior al mundo interior subjetivo».21 A pesar del importante papel cimentador y del enorme valor que las categorías kantianas parecen tener como elementos básicos de conocimiento de las entretelas de ese nuevo mundo, debido fundamentalmente al «propio poder de objetivación que poseen en cuanto a manifestaciones de la unidad de la conciencia», esto es, en cuanto a que son expresiones de «la unidad sintética de la percepción», Besteiro no tendrá, sin embargo, más remedio que desechar su utilización como principios de investigación de los juicios sintéticos a priori, debido a la inconsistencia final a que se ve abocado el análisis lógico de las mismas que él realiza. En su opinión, «para sistematizar las categorías, empieza Kant por fundarse en la sistematización de la función lógica del juicio» -al reunir precisamente en un juicio la pluralidad de representaciones a que corresponde cada categoría o concepto especial puro del entendimiento- «y, si pretendiéramos nosotros fundar nuestra sistematización del estudio de los juicios sintéticos a priori en la sistematización de las categorías, no haríamos otra cosa que encerrar nuestro pensamiento en un círculo vicioso«.22
De esta forma, huérfanos de la cobertura lógica de las categorías, los principios de investigación y de clasificación de los juicios sintéticos a priori sólo podrán fundamentarse, según Besteiro, a partir del análisis de los tres ámbitos en los que, en opinión del propio Kant, pueden aquéllos seguir teniendo presencia: la metafísica, las matemáticas y la ciencia natural. Sin ánimo de pretender detallar aquí en su totalidad el contenido del ensayo que venimos comentando, nos limitaremos a exponer brevemente el primero de los tres análisis mencionados, por ser sin duda el de mayor relevancia filosófica en su momento. Lo inicia Besteiro a partir de la perspectiva de la siguiente definición de origen propiamente kantiano: «Metafísica es el sistema de los juicios sintéticos a priori de conceptos puros».23 El quid de esta definición esencial reside, según nuestro autor, en la doble nota diferencial representada, por un lado, por la expresión «sintéticos», la cual se referiría propiamente al horizonte de lo metafísico -aceptando dicho término sólo a título provisional y de conveniencia discursiva- con lo que se señalaría una distinción inicial respecto de los juicios analíticos relacionados directamente con la Lógica y, a su vez, por otro lado, por la expresión «a priori», que establecería una segunda distinción, esta vez respecto del campo de las ciencias empíricas. La proyección filosófica derivada del análisis de ambas notas distintivas llevará a Besteiro a establecer sus conclusiones en dos posibilidades distintas de justificación de los juicios sintéticos a priori, en el campo metafísico. Por un lado, el «trascendentalismo», el cual, «en tanto que debe contener el fundamento de los conocimientos a priori, debe ser también una ciencia a priori y no puede ser una ciencia de experiencia interna«, puesto que, según el principio de modalidad kantiano, «el fundamento de un conocimiento debe ser de la misma naturaleza que él».24 Por otro lado, el «psicologicismo» podría presentarse como una instancia válida de fundamentación de aquellos juicios, si no fuera porque al ser abordado el problema desde esta perspectiva, entonces la base de nuestra investigación se restringe a los hechos individuales de conciencia, con lo que «la investigación del problema del conocimiento no podrá tener un carácter racional a priori, sino empírico y a posteriori«.25 La antinomia a la que nos aboca ese doble discurso incompatible y a la vez inconsistente «es suficiente», según Besteiro, «para que nazca la sospecha de un defecto común a ambas tesis y debe conducirnos lógicamente al planteamiento de la cuestión acerca de la legitimidad del problema del conocimiento y de la posibilidad de solucionarle«.26 La actitud escéptica de nuestro autor, teñida de amarga decepción por la imposibilidad del kantismo -del original, pero también del de las sucesivas recreaciones posteriores- de ser capaz de proponer una superación convincente del denominado problema crítico, actitud tan en sintonía con las filosofías de la sospecha contemporáneas, sitúa a Besteiro como un precursor, avant la lettre, de algunos de los más destacados epígonos de la moderna filosofía analítica de la ciencia. Esa impresión se verá confirmada en los dos últimos capítulos del ensayo que venimos comentando, dedicados respectivamente a la crítica de la fundamentación kantiana, a partir del esquema de los juicios sintéticos a priori, de los ámbitos de la matemática y de las ciencias naturales. Es de destacar, aunque aquí no podamos por razones de espacio entrar detalladamente en ello, el curioso estilo discursivo besteiriano al abordar esos campos no estrictamente filosóficos. Al abundante uso de terminología originaria del campo lógico ya más arriba mencionada, añadirá aquí el filósofo madrileño elementos de análisis lógico de ciertos teoremas y definiciones matemáticas, la utilización del método de la reducción al absurdo aplicado a hipótesis referidas a la gnoseología de las ciencias naturales, etc.27 La conclusión final de todo el ensayo, verdadera y sincera declaración programática de principios dictada por la humildad intelectual, a la que no se ha prestado oídos en nuestro país, ni entonces, en 1912, ni prácticamente en el siglo transcurrido desde entonces, conclusión que probablemente no haya sido muy del gusto de muchos pensadores, académicos o no, que han transitado por la caverna platónica, es del siguiente tenor:
«Pero si, en este caso [el de la filosofía kantiana], podría decirse que la afirmación del carácter general y necesario de nuestros conocimientos es una obra de buena voluntad, habrá que reconocer que un grado mayor de buena voluntad se requiere para sustituir el concepto trascendental de la experiencia por el de un mínimum metafísico de experiencia, y, apoyándose en esta noción arbitraria, dar un salto mortal en las tinieblas de una dialéctica sutil, para ir a parar a la afirmación de la existencia de un conocimiento directo, pero no intuitivo, como base de la objetividad del saber humano».28
Desde nuestro punto de vista, es preciso entender el ensayo de Besteiro como un análisis «lógico», en sentido clásico, de las bases del proceso del conocimiento, esto es, de la evolución de las determinaciones racionales que han establecido, durante los últimos siglos, la distinción tajante entre formalidades y ámbitos diferenciados del saber, en función de concreciones lógico-discursivas distintas que se han ido consolidando y enquistando a lo largo de la herencia filosófica occidental, culminando en la disposición gnoseológica que subyace a la síntesis kantiana, entendida ésta como paradigma conceptual de arranque de la ciencia contemporánea. Dicho en dos palabras, el enfoque ofrecido por Besteiro en su artículo de 1912, basado en un análisis meta-lógico de las raíces epistemológicas del saber, inaugura en nuestro país y probablemente en Europa una nueva tendencia crítica y esclarecedora que se sitúa, con intuición precursora, en el mismo ámbito de percepción y manejándose con los mismos parámetros conceptuales y discursivos que el clásico y archi-comentado ensayo de W.O. Quine, publicado por primera vez en 1951, Dos dogmas del empirismo.29 Efectivamente, no se trata sólo que el planteamiento crítico general de ambos autores frente a la frágil distinción kantiana entre juicios analíticos y juicios sintéticos se observa muy parecida, o que la función reductiva y simplificadora de las categorías científicas sea denunciada por los dos a partir de una concepción de los argumentos que evidencia a su vez una gran semejanza, sino que en lo más importante, esto es, en el nuevo planteamiento filosófico crítico y antidogmático resultante que configura sus respectivas conclusiones, de corte fundamentalmente pragmático, estarán ambos, Besteiro y Quine, en gran medida acordes.30 Aquel proyecto basado en el replanteamiento crítico de los cimientos gnoseológicos kantianos deviene en ambos autores, quizás más directa y provocadoramente en Quine, de manera más velada y formal en Besteiro, en una revisión de raíz de las bases filosófico-conceptuales de la propia ciencia contemporánea. En ambos casos dicha revisión se saldará con una apuesta por la sinteticidad de los juicios, esto es, por una necesaria contextualidad de los mismos, los cuales, según la nueva perspectiva pragmática propuesta, configurarán en su conjunto y en cada momento la totalidad del conocimiento humano. Hay por lo tanto, en ambos filósofos y a partir de los textos que comentamos, un desvelamiento del aura analítica de ciertos juicios y un despertar del sueño metafísico inducido por ciertas prerrogativas derivadas de su formalidad que, tal como culmina su artículo Besteiro, nos permiten situarnos en la mejor disposición para «(…) la admiración de la clarividencia penetrante con que Hume señaló como causa de la creencia en la objetividad de nuestro conocimiento el hábito inveterado que, en otros términos, también podríamos denominar dogma«.31 La conclusión a la que nos aboca el ensayo, tal como ya insinuábamos más arriba, establece un nuevo punto de vista filosófico desde el que su autor establece una clara ruptura respecto de sus anteriores convicciones kantianas y una superación de aquellos viejos «hábitos inveterados» reproducidos desde esquemas académicos. El resultado, un cierto escepticismo desencantado, se verá reforzado por una nueva perspectiva emergente basada en un progresivo acercamiento al marxismo, surgida de sus lecturas y vivencias en Alemania durante aquellos años tumultuosos y de su percepción personal a la vuelta a España -vuelta que le llevará a dar con sus huesos en la cárcel Modelo, después de una conferencia muy crítica sobre la actuación del ejército en Marruecos ofrecida en La Casa del Pueblo en Madrid- y que culminará con el inicio de su actividad militante en el socialismo español y su participación activa en la política de ámbito nacional.
Al establecer una valoración de la labor académica de los denominados profesores de «lógica fundamental», Luís Vega, en el artículo antes mencionado, refiriéndose concretamente a nuestro autor, afirmará lo siguiente respecto a su contribución en el campo lógico:
«Besteiro a su vez, en ( i ) [se refiere L. Vega al Programa de lógica fundamental que aquél presentó en 1912 en sus oposiciones a cátedra], sigue de cerca la Logique de A. Rey, hasta el punto de que su «Segunda Parte – Lógica especial» parece transcribir los capítulos ii-vii y ix-xi de dicho libro de inspiración positivista; menciona «la Logística o el Álgebra de la lógica» al considerar «la reforma de la lógica formal» (lección 5) y alude tanto a la «representación simbólica» (lecciones 15 y 26), como a «la transformación de juicios en ecuaciones; leyes y soluciones de las ecuaciones lógicas» (lección 22). Su escrito coetáneo Los juicios sintéticos a priori desde el punto de vista lógico (Madrid, La Lectura, 1912) no ilumina el sentido de estas alusiones, pero trasluce una lectura de Couturat (aunque sólo esté citado a propósito de la discusión sobre los juicios analíticos y sintéticos en matemáticas, en las pp. 223, 229 -junto con Frege-, p. 258) y una visión de la logística como una prolongación de la lógica tradicional (p. 260)».32 A parte de las dificultades o inconvenientes que puedan surgir en la evaluación de determinados contenidos realizada únicamente a partir de los títulos genéricos de un programa de clases como el de 1912, mencionado más arriba, hay que recordar, por otro lado, que este listado ordenado de temas está articulado como la propuesta teórica y global de un programa general, que Besteiro presentó y defendió, junto al resto del material académico, para superar las oposiciones a la Cátedra de Lógica de la Facultad de Filosofía. Presentación y defensa realizadas por él frente a un tribunal ante el cual, a buen seguro, en aquella España de 1912, la sola mención de cualquier otro tipo de lógica que no fuera la basada en el silogismo aristotélico -y a poder ser, de corte tomista-, sería visto como claro contagio de elementos espurios a la filosofía académica al uso y, por añadidura, importación de creencias paganas originarias de territorios transnacionales.33 Lo cierto es que, con el paso del tiempo y de los cursos, la labor pedagógica de Besteiro hubo de asentarse en forma más libre, más «rodada», profundizándose y ampliándose poco a poco a otros horizontes. Aunque esa evolución no implicará un radical cambio de orientación o una clara asimilación de nuevos campos de la lógica, hoy podemos afirmar que efectivamente fue habiendo una cierta actualización de contenidos, al menos por lo que se puede observar en un programa posterior al antes mencionado de 1912, que data de 1920 y que en aquel momento fue distribuido entre los estudiantes madrileños de filosofía y de otras especialidades que debían cursar la «Lógica fundamental» como asignatura común. Por tratarse de un temario prácticamente desconocido -no tenemos constancia de ninguna mención o comentario en la bibliografía al uso- lo reproducimos íntegramente en apéndice al final del presente artículo.
Una somera comparación entre los dos temarios, el de 1912 y el de 1920, deja entrever, de entrada, un decidido esfuerzo en el último por una mayor sistematización de su contenido, claramente dirigida a establecer una mejor ordenación del mismo. Por lo que hace a los temas, a pesar de seguir de cerca la presentación de la Lógica de Abel Rey, al igual que ocurría en 1912, podemos ahora observar una mayor profundización y detalle de los contenidos, por ejemplo aquellos que se refieren a las matemáticas o a las ciencias naturales, y una apertura hacia el estudio de los métodos y procedimientos de la psicología y en general de las ciencias sociales. Por otro lado, puede verse que el número total de lecciones, que en el primero era de 76, se ve ahora en el segundo reducido, debido fundamentalmente a ciertas agrupaciones pero también a algunas supresiones (cuestiones de índole general, como por ejemplo las referidas a las leyes, principios y desarrollo global del conocimiento) a sólo 44. De ellas, las últimas cinco, es decir, de la 40 a la 44, configuran un apéndice añadido al temario, a modo quizás de conclusión o de culminación del mismo, que lleva el mismo título y contenido que el ensayo de 1912 que más arriba hemos comentado: «Los juicios sintéticos «a priori» desde el punto de vista lógico». Esto último nos permite observar, no sólo la relevancia intemporal que Besteiro daba a aquel texto que Lamo de Espinosa ha denominado como «de transición», sino que además será ese mismo escrito el que aquél considerará como la clave de vuelta de todo un programa académico que engloba, como ocurre también con el de 1912, el estudio y la reflexión sobre la lógica y la metodología de la ciencia. Es decir, que será en ese apéndice inserto al final del temario donde Besteiro tendrá previsto desarrollar la explicación de su percepción crítica y, a la vez, como antes hemos visto, escéptica y antidogmática, de la epistemología y del saber modernos, basados ambos en el esquema formal de la herencia gnoseológica del idealismo kantiano.
Es una verdadera lástima que, a pesar de la cada vez más intensa y especializada cultura académica de nuestro país, se disponga en general de tan escaso conocimiento referente a la dinámica cotidiana de algunas instituciones públicas, y especialmente de la Universidad española. Ello podría resultar muy esclarecedor, aunque sólo fuera a nivel histórico, por lo que hace al tema de la evolución concreta, incluso administrativa, de las varias especialidades existentes en cada momento o de las distintas orientaciones intelectuales y, porque no, también ideológicas, de los diferentes departamentos y facultades. Esa información permitiría, llegado el caso, saber algo más sobre la labor académica de Besteiro, por ejemplo sobre la posibilidad de que hubiera impartido durante aquellos años otras asignaturas distintas a las aquí comentadas, o sobre su participación más de tipo general en la vida universitaria. Hoy, por desgracia, conocemos sólo ciertos detalles dispersos sobre algunas de estas cosas. Por ejemplo, José Luís Abellán ha recogido en una de sus obras historiográficas los componentes del tribunal que juzgara en 1922 la tesis doctoral de Xavier Zubiri (que llevaba por título Ensayo de una doctrina fenomenológica del juicio), dirigida por J. Ortega y Gasset y presentada en la Universidad Central de Madrid: «El tribunal en que se leyó la tesis estuvo presidido por Adolfo Bonilla y San Martín, formando parte del mismo -junto a Ortega- Julián Besteiro y Manuel García Morente».34 O, también a modo de ejemplo, sabemos que tras su nombramiento como Presidente de las Cortes, en 1931, Julián Besteiro solicitó su excedencia como Catedrático al Ministerio de Instrucción Publica demostrando de nuevo un alto concepto de la moralidad, ya que, por aquel entonces, no existía ninguna Ley de Incompatibilidades y podría haber seguido ocupando en teoría ambos cargos. En su solicitud puede leerse lo siguiente: «Se le conceda la situación de excedente en su cátedra de Lógica y que los dos tercios de su paga, que legalmente le corresponde cobrar, fuesen destinados a atender los gastos que ocasionasen la ausencia temporal del catedrático numerario de lógica». 35
De todas formas, y volviendo al hilo de nuestro tema, es posible que el sentido de lo lógico, que en él coincide muy a menudo con el de la moralidad, tenga en Julián Besteiro una dimensión tal que podamos rastrearlo, como él mismo a veces afirma pretender, a través de las propias decisiones políticas y personales de su vida, incluso las más trascendentales, como es el caso determinante de esa especie de trágico dilema del prisionero que aquel viejo profesor de lógica se ve obligado a resolver al final de sus días, arriesgando en ello su propia integridad personal. Cipriano Mera, el albañil anarcosindicalista que junto a Durruti defendió en Madrid la Ciudad Universitaria durante la Guerra Civil y que acabó siendo uno de los mandos más importantes del Cuerpo de Ejércitos de la IIª República, relató en un libro de memorias, entre otros sucesos bélicos, los últimos días de la guerra en la capital, después del golpe del coronel Casado y justo antes de la entrada del ejército franquista. En sus últimas páginas relata la siguiente conversación mantenida con Besteiro en los sótanos del Ministerio de Hacienda, horas antes de ser éste detenido por fuerzas falangistas:
«Le dije [a Besteiro] que debíamos seguir la misma suerte, o sea, evacuar o quedarnos juntos. El veterano socialista respondió:
– Nuestras responsabilidades, Mera, no son comparables. Yo no he tenido función alguna en la guerra, a no ser la de estos últimos momentos en que he tratado, junto con ustedes, de evitar a nuestro pueblo mayores sufrimientos. Pueden hacer conmigo los vencedores lo que les plazca. Me detendrán, pero quizá no se atrevan a matarme. En cambio, con usted, Mera, lo mismo que con el coronel, no titubearán.
Me permití decirle que desde el 19 de julio me había estado jugando la vida y que, naturalmente, no esperaba salvarla al caer en manos de los fascistas. Al contrario, estimaba que, fracasada nuestra tentativa de obtener las mínimas garantías de salvación para los combatientes leales y los militantes más comprometidos, mi deber consistía en afrontar la derrota al lado de los compañeros. Entonces Besteiro declaró:
– Le honra su actitud, Mera; pero, créame, eso no es ahora nada razonable. Yo, como sabe, soy profesor de lógica y veo el problema de otra manera. En los momentos graves es cuando debemos mostrar mayor serenidad para no incurrir en errores que arrastren consecuencias irreparables. La causa a que hemos servido está por encima de nuestros impulsos, y así como considero que, en mi caso, lo lógico es quedarme en Madrid, en el suyo, al igual que en el del coronel, lo que tienen que hacer es marcharse. Primero porque, como he dicho antes, van a ser ustedes fusilados sin permitirles siquiera defenderse, y segundo porque en la hipótesis de que no les fusilaran, moralmente resultaría lo mismo o aún peor, ya que quienes con tanta saña nos han combatido por haber querido obtener una salida honrosa para todos, se estimarían justificados y redoblarían su denigrante campaña por el mundo acusándonos de traidores a la República».36
Sirva este terrible y último silogismo vital para recordar hoy a aquél lógico y marxista, aquel filósofo y político, que, a pesar de sus limitaciones y de sus contradicciones, siguió siendo un hombre de una pieza hasta el final.
El Bedorc, otoño de 2004.
ANEXO
PROGRAMA DE LÓGICA FUNDAMENTAL
JULIÁN BESTEIRO37
LÓGICA FUNDAMENTAL
INTRODUCCIÓN
LECCIÓN 1ª
Distinción de la Psicología y la Lógica.- Definiciones de la Lógica.- Sus diferentes concepciones.
Relaciones de la Lógica con la Filosofía.- Razones por las cuales se ha considerado a la Lógica tradicionalmente como una parte de la Filosofía: Aristóteles; el Renacimiento; el siglo XVII; Kant los filósofos contemporáneos; la Logística.
LECCIÓN 2ª
La Lógica como independiente de la Filosofía; precursores de esta concepción en el siglo XIII; el siglo XIX (Stuart Mill; Comte).- Transformación de la Lógica formal: escuela psicológica; escuela sociológica; la Lógica como arte positivo y racional.- Estado actual de la Lógica.
NOCIONES DE LÓGICA FORMAL
LECCIÓN 3ª
Definición de la Lógica formal.- Las nociones y los términos: nociones concretas y abstractas; términos singulares y generales, positivos y negativos, contradictorios y contrarios; la extensión y la comprensión de los términos.- La clasificación y la división: la esencia y los accidentes.- La definición.
LECCIÓN 4ª
De las proposiciones: sujeto, cópula y atributo; juicios analíticos y sintéticos.- Cualidad y cantidad de las proposiciones.- Las inferencias y el razonamiento: las inferencias en general (inferencias inmediatas: por oposición y por conversión; las inferencias mediatas y el razonamiento propiamente dicho); diferentes clases de razonamientos.
LECCIÓN 5ª
El silogismo: definición y generalidades; reglas del silogismo; los modos y las figuras del silogismo; legitimidad de la distinción de los modos y de las figuras; los principios del silogismo; silogismos incompletos y completos.
LECCIÓN 6ª
La Logística.- Utilidad de la Lógica formal. La crítica del silogismo: Descartes: Stuart Mill.
CONCEPTO, DESARROLLO Y MÉTODO DE LA CIENCIA
LECCIÓN 7ª
El espíritu científico.- Su desarrollo. Período religioso y técnico: el método de autoridad.- Período metafísico: el razonamiento y el libre examen.- La ciencia positiva: la experiencia.
LECCIÓN 8ª
La ciencia.- Análisis del conocimiento científico.- Su objeto: las leyes naturales.- El método general de la ciencia: análisis y síntesis; la investigación de las causas; el análisis inductivo; la jerarquía de las leyes naturales; verificación del análisis y síntesis demostrativa.
LECCIÓN 9ª
Definición de la ciencia positiva.- Sus caracteres distintos: la experiencia; la medida; el razonamiento; la economía del pensamiento; la objetividad de la ciencia; el libre examen y el racionalismo.- El valor de la ciencia: valor práctico y valor teórico; valor moral y valor social; problema filosófico del valor de la ciencia.
LECCIÓN 10ª
Clasificación de las ciencias.- Clasificaciones históricas: Aristóteles, Bacon, d´Alembert.- Clasificación jerárquica natural: Ampère, Comte.- Objeciones a la clasificación de Spencer.- ¿Qué otra clasificación se puede hacer?- Carácter provisional de toda clasificación.- Subdivisión de las ciencias teóricas en tres grupos, desde el punto de vista de los métodos.
LECCIÓN 11ª
Historia del método y desarrollo de las ciencias matemáticas.- Definición de las ciencias matemáticas.- Orígenes de la noción de espacio geométrico.- Orígenes de la noción de número: la noción de unidad; la noción de colección; la numeración.
LECCIÓN 12ª
Prehistoria de la Geometría.- Prehistoria de la Aritmética.- El método matemático entre los antiguos pueblos de Oriente.- Desarrollo de las matemáticas entre los griegos; constitución de la Geometría como ciencia racional.
LECCIÓN 13ª
Constitución científica de la Aritmética y del Álgebra.- La Aritmética y el Álgebra de los griegos es aún precientífica.- Los indios y los árabes.- Aparición de los diferentes signos en el cálculo.- Sistematización del Álgebra (Viète).- La Mecánica racional (Stévin). El cálculo infinitesimal.
LECCIÓN 14ª
Método de las ciencias matemáticas.- Los elementos de la deducción matemática.- Las definiciones matemáticas: sus caracteres.- Los axiomas y los postulados; papel que desempeñan los axiomas en la demostración.- Las proposiciones matemáticas.
LECCIÓN 15ª
La demostración matemática: su mecanismo. Las formas de la demostración: síntesis y análisis.- Elementos implícitos de la deducción matemática.
LECCIÓN 16ª
Origen de las nociones matemáticas.- Fundamento de la deducción.- Papel que representa la intuición en las Matemáticas: primera forma del idealismo matemático (teoría formalista); segunda forma del idealismo matemático (la intuición intelectual); empirismo matemático; el empirismo rectificado (las definiciones matemáticas como sugestiones de la experiencia).- El espíritu geométrico.
LECCIÓN 17ª
Historia del método de las ciencias naturales.- Prehistoria de la ciencia de la naturaleza.- Época precientífica.
LECCIÓN 18ª
Las ciencias de la naturaleza en el Renacimiento.- La Física positiva: rectificación del método escolástico; definición del método nuevo.- Aplicación de este método a la Mecánica y la Física modernas, las grandes hipótesis (la hipótesis cartesiana, la atómica, la de las fuerzas centrales de Newton, la energética, hipótesis mecanistas actuales; teoría electrónica de la materia).
LECCIÓN 19ª
Desarrollo de las ciencias biológicas: animismo, vitalismo, organicismo y mecanicismo.- El mecanismo como teoría físico-química de la vida y como teoría evolucionista de sus diferentes formas.- Las ciencias naturales: Geología, Mineralogía, Botánica y Zoología.
LECCIÓN 20ª
La observación directa de los hechos en las ciencias de la naturaleza material.- De la inducción en general; cómo se hace una inducción: el punto de partida (análisis); la hipótesis.
LECCIÓN 21ª
La verificación de la hipótesis: la experimentación en general; reglas de la experimentación; los cuatro métodos experimentales (método de concordancia, método de diferencia, método de las variaciones concomitantes, método de los residuos); valor comparado de estos métodos; práctica de su empleo.
LECCIÓN 22ª
El establecimiento de una ley natural.- La medida y la expresión matemática de la ley.- Determinaciones cualitativas.- Determinaciones cuantitativas; las medidas; la expresión matemática de la ley (representaciones gráficas, ensayo de fórmulas simples); leyes aproximadas, leyes límites y leyes exactas, ventajas de este matematicismo.
LECCIÓN 23ª
La deducción en las ciencias experimentales. Usos particulares del método deductivo en las ciencias experimentales: el cálculo de los efectos partiendo de las causas, y recíprocamente, gracias a la expresión matemática de las leyes naturales.- Uso general del método deductivo en la ciencia experimental: la sistematización matemática.
LECCIÓN 24ª
Los principios.- Ventajas de la sistematización deductiva.- Conclusión general sobre el método experimental.
LECCIÓN 25ª
Las teorías o las grandes hipótesis.- Resultados de las operaciones inductivas: observación y experimentación.- Definiciones empíricas.- Clasificaciones.
LECCIÓN 26ª
Valor del método inductivo.- El fundamento de la inducción.- Posición del problema.- Soluciones dogmáticas y metafísicas: enumeración completa de los casos particulares; la causa como una fuerza natural; el principio de las leyes inmutables de la naturaleza; teoría idealista (Kant y los idealistas modernos); empirismo; justificación de la inducción (el razonamiento inductivo tiende hacia una necesidad cada vez más probada: la legitimidad de la inducción consiste en la posibilidad de una deducción futura).- La certeza y el método experimental.
LECCIÓN 27ª
Ejemplo general explicativo del proceso del pensamiento científico en el razonamiento experimental.
LECCIÓN 28ª
Historia del método de las ciencias psicológicas, históricas y sociales.- Definiciones.- Desarrollo de las ciencias psicológicas: estado general de las ciencias psicológicas y sociales hasta fines del siglo XIX; la Psicología metafísica; la Psicología como ciencia de observación; la Psicología como ciencia positiva y experimental.
LECCIÓN 29ª
Desarrollo de las ciencias históricas y sociales; período ideológico; comienzos del método positivo; período positivo propiamente dicho; las concepciones actuales de las ciencias históricas y sociales.
LECCIÓN 30ª
El método de observación indirecta en Psicología.- La observación interna o directa; instabilidad de los hechos de conciencia; imposibilidad del desdoblamiento necesario para la observación de sí mismo; insuficiencias de la memoria; falta de generalidad; insuficiencias del análisis; omisión de los procesos fisiológicos.- La observación indirecta y externa individual; los textos; los cuestionarios.
LECCIÓN 31ª
La observación indirecta y externa general en Psicología; Sociología comparada, fisiológica y patológica.- La experimentación en Psicología.
LECCIÓN 32ª
La observancia indirecta en Sociología.- El método histórico.- La Eurística.- La crítica histórica: generalidades (especies de documentos); crítica externa (crítica de restitución, crítica de origen; clasificación crítica de las fuentes).
LECCIÓN 33ª
El método histórico (continuación).- Crítica interna; crítica interna positiva de interpretación (sentido literal; sentido real); crítica interna negativa de sinceridad y de exactitud.- La experimentación indirecta en Sociología; método comparativo; principales reglas del método sociológico.- Resultados del método indirecto de observación: sus ventajas; el espíritu crítico.
LECCIÓN 34ª
El error y la verdad.- Diferentes clases de errores: errores de los sentidos, del razonamiento y del juicio.- La naturaleza lógica del error.
LECCIÓN 35ª
Medios de evitar el error.- Naturaleza lógica de la verdad.- Los criterios (la autoridad, el sentido común, el consentimiento universal, la imposibilidad de concebir la negativa (Spencer), la evidencia (Descartes).- Indicaciones relativas a una solución práctica.
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
LECCIÓN 36ª
Realidad del mundo exterior y valor de la ciencia.- La Metafísica: su objeto, su método, su división.- Definición y utilidad de una teoría de conocimiento.
La realidad del mundo exterior.- Valor del conocimiento sensible.- Dogmatismo, materialismo y espiritualismo; escepticismo e idealismo.- Relatividad del mundo exterior tal como nos lo ofrece la percepción.
LECCIÓN 37ª
Valor de la ciencia.- Problema de la certeza: dogmatismo; teoría escéptica; relativismo y racionalismo fenoménicos; realismo positivo.
LECCIÓN 38ª
El apriorismo y el empirismo.- Los principios racionales (teoría de la razón).- El innatismo: su crítica.- El empirismo.
LECCIÓN 39ª
Clasificación de las teorías acerca del conocimiento: dogmatismo, escepticismo, relativismo y positivismo; realismo positivo.
APÉNDICE
LECCIÓN 40ª
Los juicios sintéticos «a priori» desde el punto de vista lógico.
Dificultad de distinguir los juicios analíticos de los sintéticos.
LECCIÓN 41ª
Imposibilidad de utilizar las categorías como principios de investigación y de clasificación de los juicios sintéticos a priori.- Necesidad del método analítico.
LECCIÓN 42ª
Los juicios sintéticos a priori en la Metafísica.
LECCIÓN 43ª
Los juicios sintéticos a priori en las Matemáticas.
LECCIÓN 44ª
Los juicios sintéticos a priori en la Ciencia Natural.
* * *
* Artículo publicado en AA.VV., Donde no habita el olvido, (Barcelona, Montesinos, 2005, pp. 135-159)
1 Del prólogo al libro de C. Diaz, Besteiro, el socialismo en libertad, Madrid, 1976, p. xi.
2 Es el caso, por ejemplo, de Julián Besteiro. Nadar contra corriente, de Patricio de Blas Zabaleta y Eva Blas Martín-Merás (Madrid, Algaba Ediciones, 2002) o el de Besteiro, Años de juventud, de Enrique Sánchez Lubián (Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 2003) o el capítulo dedicado a Besteiro en Las tres Españas del 36, de Paul Preston (Barcelona, Plaza y Janés eds., 2001, pp. 227-264).
3 Así, por ejemplo, la traducción de la Lógica de Abel Rey, de la que se publicaron hasta 1940 en nuestro país no menos de cinco ediciones, la de Historia del alma, de J. M. Baldwin (Madrid, Daniel Jorro ed., 1905), la de La gramática de la ciencia, de Karl Pearson (Madrid, Daniel Jorro, ed., 1909), la de Los elementos de la ética, de J. H. Muirhead (Madrid, Lib. Gral. de V. Suárez, 1908), etc.
4 J. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Barcelona, Alianza Ed., 1981 3ª ed.). Ambas voces pueden encontrarse, respectivamente, en el vol. I, pág. 334 y en el vol. III, págs. 1879-1881.
5 Cit., pág. 1880. No dejará de sorprender, a su vez, que esa filiación krausista de Besteiro, que según Ferrater Mora resulta su seña de identidad más notoria, no se vea refrendada ni tan siquiera por una simple mención de su nombre en la obra de J. López-Morillas, El krausismo español, México, FCE, 1980 (2ª ed.).
6 Emilio Lamo de Espinosa, Filosofía y política en Julián Besteiro, Madrid, Edicusa, 1973, Pág. 163. El subrayado del texto es original.
7 Karl Marx, Antología de textos al cuidado de J. Muñoz, Barcelona, Península, 2002, pp. 607-608. Los subrayados son originales del texto de Marx.
8 De Obras Completas, cit., Vol. III, pág. 280
9 Ibid, p. 280.
10 De Obras Completas, cit., Vol. III, pág. 510. El subrayado es nuestro.
11 Esa es la opinión, entre otros, de Emilio Lamo. Véase Filosofía y política …, cit. pág. 163.
12 Emilio Lamo de Espinosa, Filosofía y Política…, cit., pág. 168.
13 José Gaos, Confesiones profesionales, México, 1958, pág. 63. La comparación que presenta el texto se refiere fundamentalmente a las clases de M. García Morente, que al corresponder a la especialidad de Filosofía y no ser comunes a otras carreras, eran más minoritarias.
14 Artículo reproducido en: Alfredo Deaño, El resto no es silencio. Escritos filosóficos. Madrid, 1983, pág. 319.
15 Luís Vega Reñón, «La lógica en España (1890-1930): desencuentros», en Teorema, Vol. XX/1-2 de 2001, pág. 28.
16 Instancia con número de referencia 266-44-6-908 y sello de entrada del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de 15 de septiembre de 1908. El texto de Reyes Prósper está recogido en J. Besteiro, Obras Completas, cit., vol. III, pág. 486.
17 J. Besteiro, Obras Completas, cit., vol. I, pág. 222.
18 Ibid, pág. 230. Esta misma idea es expresada por W. O. Quine en el ensayo que se comenta más abajo.
19 Ibid, la misma página. Cita aquí Besteiro al lógico y filósofo Gregorius Itelson, quien fue uno de los que, junto a M. Lalande y L. Couturat coincidieron en proponer, sin acuerdo ni comunicación previos, la aceptación del término «logistique» en el «Deuxième Congrès de Philosophie», que tuvo lugar en Ginebra en septiembre de 1904. En dicho congreso se barajaron conceptos como «lógica simbólica», «lógica matemática», «algorítmica», «álgebra de la lógica», etc. Como ha recordado R. Berhelot, el término «logística» se acuñó en aquel momento para designar la aplicación de los métodos del álgebra a las relaciones lógicas no estudiadas por la lógica tradicional, y había de ir desarrollando poco a poco su contenido a medida que surgían los nuevos signos operacionales y, curiosamente desde la perspectiva actual post-gödeliana, también para intentar establecer formalmente que la lógica algorítmica, así entendida y generalizada, podía encerrar los principios de la matemática.
20 Ibid., la misma página.
21 Ibid., pág. 231.
22 Ibid., págs. 238-239. El subrayado es nuestro.
23 Ibid., pág. 239.
24 Ibid., pág. 244. El subrayado de la frase central es nuestro.
25 Ibid., pág. 245.
26 Ibid., la misma página.
27 Sobre la consideración del análisis semántico y del fondo lógico en el ensayo al que nos estamos refiriendo, véase lo que el propio Besteiro afirma respecto de los varios planos posibles, lógicos y semánticos, del propio discurso: «Este trabajo [Los juicios sintéticos «a priori» desde el punto de vista lógico] sería de una complicación extraordinaria, sobre todo si el desarrollo de la prueba se hubiera de hacer teniendo en cuenta no sólo las leyes de la lógica tradicional, sino también las condiciones que exige la ampliación que la lógica tradicional ha recibido mediante el desarrollo de la Logística. (…) Basta, sin embargo, en este caso, la aplicación de las leyes de la primera (es decir, de las leyes de las proposiciones que se derivan de la naturaleza del pensamiento, en conexión con las formas expresivas del lenguaje, según el sentido aristotélico), porque a la prueba kantiana no se le puede exigir una precisión logística, ya que, cuando fue formulada, no se había aún producido este género de investigaciones» ( Ibid, pág. 260).
28 Ibid., pág. 266.
29 Ensayo recogido en: W. O. Quine, Desde un punto de vista lógico, capítulo II, Barcelona, ed. Ariel, 1962, trad. Manuel Sacristán.
30 A pesar de recoger parcialmente el filósofo chileno Sergio Prince, en su artículo «Reflexiones entorno a la distinción analítico-sintético en Kant» (publicado en la revista editada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile Cinta de Moebio, nº 6, de septiembre de 1999) las contribuciones de Besteiro y de Quine referentes a la discusión sobre los juicios kantianos que aquí nos ocupa, no parece aquél reparar en las similitudes existentes entre ambos, respecto de las trascendentes conclusiones que esa discusión conlleva en su mutua valoración de los fundamentos gnoseológicos kantianos de la ciencia moderna. El artículo de Prince puede leerse en:
http://rehue.csociales.uchile.cl/publicaciones/moebio/06/frames04.htm.
31 J. Besteiro, Obras Completas, cit., vol. I, pág. 267. Obsérvese el uso que Besteiro hace en este fragmento del concepto «dogma» y el uso parecido que hará Quine, casi cuarenta años después, en su famoso ensayo más arriba mencionado.
32 Luís Vega Reñón, «La lógica en España (1890-1930): desencuentros», cit., pág. 28. Las referencias a páginas del fragmento citado, lo son al volumen I de la edición de Obras Completas de Besteiro que aquí hemos ido citando.
33 Es preciso recordar aquí que bastantes años después de aquellas oposiciones, el 9 de julio 1919, Besteiro había de oír en el Congreso de los diputados el siguiente comentario pronunciado por el parlamentario conservador Rodríguez de Viguri, en mitad de una fuerte discusión referente a las flagrantes irregularidades denunciadas en la elección del duque de Almodóvar del Valle por la circunscripción de Lucena (Córdoba): «¿Cree S.S. [señalando a Besteiro] que no recuerdo sus oposiciones y que no sé cómo el Tribunal escapó por una puerta trasera de la Universidad, avergonzado de haber dado la cátedra a S.S. contra su contrincante?». Al parecer dicho diputado, que al final hubo de lamentar su intervención y pedir disculpas públicamente por sus acusaciones, se refería en sus últimas palabras al opositor J. Serra Hunter, catedrático de Lógica en la Universidad de Santiago, que optaba al igual que Besteiro por la plaza de Madrid. Este último tomó poco después del incidente la palabra en el hemiciclo para decir, entre otras cosas: «Por lo que se refiere a mis oposiciones, (…) hubo allí dos candidatos a aquella cátedra: uno de mi significación y otro reaccionario. A los reaccionarios no les gustó la votación a mi favor. Pero yo desafío a cualquiera a que se atreva a afirmar que yo me valí de algún arma ilícita, aún en el más leve detalle, para ganar aquellas oposiciones. Hice eso con la absoluta nobleza con que procedo en todos mis actos, y antes de ganar esa cátedra o cualquiera otra por un medio ilícito, hubiese preferido no ganarla». Sobre el particular, véase: Historia parlamentaria del socialismo: Julián Besteiro, ed. de Fermín Solana, Madrid, ed. Taurus, 1975, vol. 1, págs. 351-4.
34 José Luís Abellán, Historia crítica del pensamiento español, Vol. 5/III, De la Gran guerra a la Guerra Civil española (1914-1939), Madrid, Espasa-Calpe, 1991, pág. 284.
35 Pueden leerse fragmentos de dicha instancia en la página de Internet que la UGT mantiene abierta con la biografía de Besteiro: www.ugt.es/ugtpordentro/jbesteiro.htm.
36 Cipriano Mera, Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista, París, ed. Ruedo Ibérico, 1976.
37 Reproducimos aquí literalmente el temario de la asignatura de «Lógica Fundamental» , en su edición de 1920. La Portada de este programa dice textualmente: «Universidad Central.- Facultad de Filosofía y Letras. Programa de Lógica Fundamental por Julián Besteiro. Catedrático numerario de la asignatura. Madrid, Librería General de Victoriano Suárez. Calle de Preciados, núm. 48. 1920.» Algunos cursos después de la publicación de éste, seguían vendiéndose ejemplares muy semejantes del temario de la asignatura, por lo que puede suponerse que era éste el que habitualmente dictaba Besteiro en sus clases universitarias.