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La plataforma de afectados inicia las concentraciones en la puerta de la multinacional Gilead

Los afectados por la hepatitis C se movilizan contra el precio «abusivo» de los antivirales

Fuentes: Rebelión

La transnacional Gilead, empresa que comercializa uno de los principales antivirales de última generación contra la hepatitis C, el sovaldi, hizo públicas el 4 de febrero las cuentas del ejercicio de 2014. El balance refleja unos ingresos netos de 12.100 millones de dólares, frente a los 3.100 millones de dólares del año anterior. El incremento […]

La transnacional Gilead, empresa que comercializa uno de los principales antivirales de última generación contra la hepatitis C, el sovaldi, hizo públicas el 4 de febrero las cuentas del ejercicio de 2014. El balance refleja unos ingresos netos de 12.100 millones de dólares, frente a los 3.100 millones de dólares del año anterior. El incremento en la venta de productos antivirales, explicó la compañía en un comunicado, se vio impulsada por la venta del Sovaldi, a partir de diciembre de 2013 en Estados Unidos y enero de 2014 en Europa, y el Harvoni, que se lanzó en Estados Unidos en octubre de 2014.

Los exorbitantes beneficios de la empresa, en contraste con el elevado precio del producto y la necesidad de fármacos de última generación por parte de los afectados (en el estado español, unas 35.000 personas lo requieren de manera urgente), ha puesto a Gilead en el punto de mira de pacientes de la hepatitis C y familiares. Los costes de desarrollo del fármaco, según Pharmasset (empresa posteriormente adquirida por Gilead) suman 62,4 millones de dólares, pero sólo en 9 meses de 2014, Gilead ingresó 9.000 millones de euros por ventas en Estados Unidos y Europa. Es decir, «la inversión está ya amortizada», denuncia la Coordinadora Anti-Privatización de la Sanidad Pública de Madrid.

La Plataforma de Afectados por la Hepatitis C se concentró el 5 de febrero en la puerta de la multinacional farmacéutica en Hortaleza (Madrid), bajo la consigna de «es un crimen especular con la vida de las personas». La plataforma andaluza realizará próximamente una protesta ante la sede de Gilead en Jerez de la Frontera, también en protesta por el precio de los antivirales. Contra los precios «abusivos» y en demanda de tratamientos, unas 50 personas afectadas llevaron a término un encierro de tres días en el Hospital Clínico de Valladolid. Movilizados por la consigna «Todos somos Naiara» (nombre de una joven afectada), la plataforma se ha concentrado ante la Consejería de Sanidad madrileña para pedir que se faciliten los fármacos a las personas que, pese a contar con la prescripción médica, continúan pendientes de una respuesta. SOS Hepatitis C Asturias ha recogido 10.000 firmas y ha pedido apoyo institucional y social para que se administre el sofosbuvir a todos los enfermos, según informa Europa Press.

A encender la protesta, que se extiende por todo el estado, contribuyen algunas declaraciones de los últimos días. Así, la concejal del PP en el Ayuntamiento de Fuenlabrada, María Ángeles Martínez, ha afirmado en el pleno del consistorio madrileño que los enfermos de hepatitis C pretenden el reparto del antiviral «como si fueran caramelos». No menos polémicas resultaron las palabras recogidas por la Sexta de la exvicepresidenta de Gilead en Europa, Mercedes García. La exdirectiva afirmó en la cadena de televisión que hay demasiados enfermos que no quieren tratarse antes, y justificó el elevado coste del medicamento al afirmar que el estado español puede costearlo.

La Asociación Ciudadana para la Promoción y Defensa de la Salud del País Valenciano (ACDESA), la Asociación de Enfermos y Trasplantados Hepáticos de la Comunidad Valenciana (ETHCV) y el Instituto Médico Valenciano organizaron el 4 de febrero la mesa redonda «Nuevos Medicamentos para la hepatitis C. Derecho y Negocio», en la Facultad de Medicina de Valencia. La evolución en la efectividad de los tratamientos y la reducción de los efectos adversos en los últimos 20 años asemeja el ascenso a una montaña. A principios de los años 90, cuando sólo se facilitaba a los enfermos el interferón estándar, se curaban el 10% de los casos, afirmó Remedios Giner, médico de digestivo y hepatóloga en el Hospital Arnau de Vilanova de Valencia. En 1998 se introdujo otro medicamento, la ribavirina, con la que sanaban el 28% de los pacientes.

Entre 2000 y 2011 se elevó el porcentaje de cura al 54% de los enfermos de hepatitis C. En 2011, prosigue la doctora, aparecen los antivirales de «acción directa», que han de mezclarse con el interferón y la ribavirina, y representan un nuevo avance. Pero a los dos años surgieron nuevos antivirales (de segunda generación), fundamentalmente el sofosbuvir (comercializado con el nombre de Sovaldi), más efectivos: reducen el número de pastillas necesarias, acortan los tratamientos, limitan en gran medida los efectos secundarios y aumentan enormemente los porcentajes de curación. A este último grupo pertenecen también el simeprevir y el daclatasvir.

«Lo realmente importante es que es que el sofosbuvir, si lo combinamos con el simeprevir o el daclatasvir (ya que es necesario administrarlo con otros fármacos), consigue porcentajes de curación altísimos; por tanto, estamos dando sólo dos pastillas, acortando los tratamientos y nos atrevemos a tratar con mucha tranquilidad a pacientes con cirrosis hepática. Además, nos olvidamos por fin del interferón», explica la doctora, con 25 años de experiencia en tratamientos a pacientes con infecciones hepáticas. Debido al coste de los fármacos, y a las limitaciones presupuestarias, la facultativa reconoce que hay que priorizar: «Es muy urgente tratar a todos los enfermos con riesgo de complicaciones». Es decir, los que tienen una cirrosis o una fibrosis de grado tres (con un pie en la cirrosis); también a todos los que están en lista de espera para un trasplante de órganos o que han sido trasplantados; y a las personas con riesgo de transmisión (personal sanitario y personas drogodependientes, entre otros).

En el día a día en la consulta se constata una realidad preocupante. La presencia de muchos enfermos de 65 años en adelante, a quienes no se les ha administrado tratamiento o no han respondido a los fármacos. Además, no podrán ya ser objeto de trasplante. El margen de maniobra es muy estrecho. Según Remedios Giner, «es muy importante proporcionar la medicación a estos enfermos si la necesitan». Las conclusiones de la doctora resultan halagüeñas: «En 2015 la hepatitis C se puede curar». Pone énfasis en que el artículo 43 de la Constitución española reconoce el derecho a la salud y a la prevención de las enfermedades, y resume: «Si curamos la hepatitis C estamos dando salud y previniendo una cirrosis o un cáncer de hígado».

Miembro de la Asociación de Enfermos y Trasplantados Hepáticos de la Comunidad Valenciana (AETHCV), a Francisco Muñoz Giménez le detectaron la hepatitis C en 1989 y fue sometido a un trasplante de hígado hace seis años. Hace menos de un mes que comenzó un tratamiento con sovaldi, combinado con daklinza y ribavirina. «La hepatitis C es una enfermedad silenciosa y asintomática, que daña lentamente el hígado y lo va deteriorando, hasta que llega un momento en que no puede más», relata. Francisco González tiene claro que los médicos son quienes han de prescribir los antivirales y establecer las prioridades. En ese punto no reside el problema: «Me consta que los hepatólogos prescriben el fármaco a quien le hace falta». Considera, por otro lado, que tratando la enfermedad a tiempo la Administración se ahorraría mucho dinero. Porque además de curar la patología, se economizaría en visitas continuas al hospital, pruebas, ingresos o posteriores trasplantes.

Una de las principales aristas del problema radica en cómo se fijan los precios de los fármacos, y la ligazón de estos con el beneficio de los grandes laboratorios. La Coordinadora Anti-Privatización de la Sanidad Pública de Madrid denuncia cómo Pharmasset, antes de ser adquirida por Gilead, recomendaba un precio de 30.000 euros para el sofosbuvir (componente del sovaldi) en Estados Unidos. Cuando Gilead lanzó al mercado el sovaldi, el precio fijado por tratamiento variaba entre los 69.000 euros para Estados Unidos, 43.500 euros en Francia, 25.000 euros en España o 750 euros en Egipto. Además, a mediados de enero la Oficina de Patentes de India rechazó la petición de Gilead de patentar el sofosbuvir en el país.

En el estado español la fijación de precios «es un proceso oscuro», zanja Salvador Peiró, de la Unidad de Investigación en Servicios de Salud del Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP) de Valencia. «En estos momentos no conocemos los precios reales de la mayoría de los medicamentos», añade. «La Administración da la señal constantemente a los laboratorios de que está dispuesta a pagar grandes sumas por medicamentos que aportan muy poco; el resultado es que cuando un laboratorio viene con un nuevo medicamento, mira lo que se pagó por el anterior y plantea un precio superior, con independencia del valor que aporten». Agrega Peiró que las grandes farmacéuticas no tienen ningún interés en que desaparezcan los sistemas nacionales de salud (ni las aseguradoras privadas de Estados Undos), pues son los que facilitan que los pacientes puedan adquirir sus productos.

En cuanto al sovaldi, Peiró sostiene que el fármaco tenía «muy buen aspecto» en los ensayos iniciales, y por ello «se le creó una vía muy rápida de aprobación». «Eso es muy sensato». Pero hay también elementos de incertidumbre e incógnitas en el largo plazo con el sovaldi. Además, los porcentajes de curación del 90-95% en los ensayos se refieren a pacientes que toman por primera vez el tratamiento, o a población con cirrosis muy baja. «La efectividad del tratamiento depende mucho del tipo de paciente que se elija», ha explicado en la facultad de Medicina de Valencia. Si se empezara a tratar a los pacientes más graves, las curaciones se rebajarían a porcentajes del 60-70%. «Esto abre una vía para negociar los precios», sostiene Santiago Peiró. Son muchos los países, incluido el estado español con algunos fármacos, que pagan en función de los pacientes que se curan. «Si un laboratorio vende un medicamento a precio de cura total, se le puede pagar por los pacientes sanados», concluye.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.