Las investigaciones de la trama eólica, con algunas detenciones incluidas, han abierto la posibilidad cierta de que se inicie una campaña de limpieza, no sólo de manos sino también de bolsillos y cuentas corruptas. Aunque campañas similares a la emprendida en Canarias, tendentes a restañar las heridas provocadas por una corrupción estructural, omnívora, intensiva y […]
Las investigaciones de la trama eólica, con algunas detenciones incluidas, han abierto la posibilidad cierta de que se inicie una campaña de limpieza, no sólo de manos sino también de bolsillos y cuentas corruptas. Aunque campañas similares a la emprendida en Canarias, tendentes a restañar las heridas provocadas por una corrupción estructural, omnívora, intensiva y extendida, han contribuido en muchos casos a la consolidación del fascismo y de las más pavorosas injusticias neoliberales.
Si en España las investigaciones judiciales de los innumerables casos de corrupción durante el gobierno de Felipe González contribuyeron al triunfo electoral del Partido Popular con el genocida Aznar a la cabeza, en Italia la «Tangentopolis» (Ciudad de los sobornos) que judicializó la desprestigiada vida política provocó la liquidación de los partidos tradicionales que habían conducido la Italia de posguerra (Democracia Cristiana, Socialista y Socialdemócratas) propiciando la coronación del empresario ultraderechista Berlusconi como nuevo Duce.
Con la tan reclamada campaña de «Mani Pulite» (Manos Limpias) para Canarias no se corre el riesgo de que algún empresario ultramontano tome las riendas del poder pues aquí han estado desde el principio. Apostados en la atalaya del franquismo insular se acomodaron rápidamente a las favorables condiciones de la transición y tras un breve paso por UCD decidieron que era el momento de «Lo nuestro», así montaron la Agrupación de Independientes de Tenerife (ATI), luego las AIC y ahora Coalición Canaria o la COCA, como le gusta llamarla al ministro López Aguilar. Otros tan montaraces como ellos -los Ignacio González, los Soria, los Bravo de Laguna, los Ángel Guimerá, los Guigou y compañía- permanecieron bajo la sombra de la Alianza Popular del criminal Manuel Fraga hasta la eclosión del PP. Algunos incluso se han vuelto nacionalistas.
Lorenzo Olarte, tras presidir el Cabildo de Gran Canaria en los últimos latidos del franquismo, se hace con el gobierno tras la grotesca moción de confianza que el médico y radioaficionado Fernando Fernández, a la sazón presidente del gobierno y hoy eurodiputado del PP, se autoimpuso y perdió. Inaugura la nómina de empresarios de éxito que han llegado a presidir el gobierno de Canarias. Presidente de la compañía Aviaco y de la Caja de Canarias en tiempos de UCD, se conoce su participación en importantes negocios realizados por amigos y alguno que otro de sus «escuderos». En el emponzoñado ambiente parlamentario que han vivido estas islas aún sorprende que el voto del propio presidente Olarte impidiera en el Parlamento de Canarias la aprobación del dictamen inculpatorio en el Caso Puerto Marena y que finalmente acabara archivado en los tribunales tras algunas recusaciones y ardides legales.
El Manuel Hermoso constructor, como no podía ser de otra manera, lo hizo a la siciliana presentando una moción de censura a Jerónimo Saavedra siendo él su vicepresidente. Así fue como el dueño de prefabricados Maher rompió el «Pacto de Hormigón» para al fin coronarse «mencey». Lo más curioso es que meses antes su socio traicionado -el PSOE- había retirado una acusación en su contra por presunta prevaricación en el Caso Maher. Mientras gobernó se produjeron trasvases continuos desde las arcas públicas a cuentas privadas, a veces a través de cursos de formación (Caso Icfem) o utilizando tramas como la urdida para que Necso y FCC se embolsaran 1960 millones de ptas. por «gastos y estudios de implantación» para la construcción del proyecto de Chillida en Fuerteventura. El «izquierdista» Román Rodríguez, sorprendente presidente nacido del canibalismo entre Manuel Hermoso y Olarte, a pesar de no provenir del mundo empresarial ni oligárquico tuvo que responder por las concesiones otorgadas a la empresa Aeromédica, donde un hermano suyo tenía un puesto de responsabilidad -Caso Aeromédica-. Actualmente, Román y su Nueva Canarias andan a la caza y captura de apoyos que los reenganchen al poder.
Los casi treinta años que lleva Adán Martín como cargo público lo han convertido en una especie endémica que habita confortablemente en el negocio del poder, esa confusa área donde los negocios y los intereses públicos se enredan para beneficio propio. Tras su paso por la gerencia de una compañía emblemática de Tenerife compaginó la presidencia del Cabildo de Tenerife con la de cierta empresa -MYL Alimentación- que recibió importantes ayudas económicas, cuando menos inmorales, por parte de miembros de su propio partido. No sólo la supuesta relación de Alberto Amorós – Caso Amorós- con la mafia calabresa para el blanqueo de dinero cuado formaba parte de su equipo en la Consejería de Economía y Hacienda y la corrupción sistemática que jalona su gobierno lo acercan a la figura de Il Cavalieri, sino también su capacidad de manipulación informativa puesta de manifiesto cuando redujo de 200.000 a 20.000 personas la participación ciudadana en la manifestación de aquel 27 de noviembre contra el Puerto de Granadilla y contra su gobierno. A los medios tradicionalmente afines -casi todos- se suma también la televisión pública canaria, «La nuestra» ha puesto en sus manos un arma que refuerza su poder ya que, a pesar de ser un pésimo comunicador, sabe cómo utilizarla y contra quién. Recuérdese la memorable entrevista que realizó Carmelo Rivero, uno de sus más socorridos esbirros, para justificar su injustificable actuación tras el paso de la tormenta Delta.
El desprecio por la cultura de los sucesivos gobiernos de Coalición Canaria ha sido tan evidente como su apuesta por potenciar la televisión basura que Socater, empresa de Sogecable, impone en la confección y producción de programas. Los 43 millones de su presupuesto, muy por encima del de Cultura, y el apoyo decidido de Adán Martín a todos los negocios de Prisa en Canarias, lo han nominado definitivamente como el hombre de Polanco en las islas para tristeza y desesperación del socialista Juan Carlos Alemán. La Cadena Ser en Canarias, ese mercenario aparato de propaganda, ya tiene patrón, ¡cómo se notó la noche del huracán!
Si algo persigue esta demolición controlada de las redes de corrupción que inicia la judicatura en Canarias no es la limitada regeneración democrática que permite el capital, ni la urgencia de poner coto a los apetitos lucrativos de tanto «neoRIC» engendrado por las políticas neoliberales, sino la imperiosa necesidad del sistema de no entrar en una dinámica de deslegitimación política por vía abstencionista. Las escaramuzas ya han comenzado y el cambio de rostros en los carteles electorales se hace tan inevitable como tradicional y constante ha sido el ajuste de cuentas entre los carroñeros del poder y del dinero. Y José Carlos Mauricio sin decir esta boca es mía.