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Los forajidos del SAT y otros cuentos chinos

Fuentes: Rebelión

«¿Qué no ha pasado nada gracias a la policía nacional? ¿Qué la intimidación policial ha hecho desistir a la marcha del SAT de cometer más asaltos? ¿Forajidos? ¿Asaltadores? ¿Que dañaron al sector turístico de Córdoba?¿A qué marcha fueron estos?» Estas son las preguntas que se hacían esta mañana los compañeros, amigos, familiares que el jueves […]

«¿Qué no ha pasado nada gracias a la policía nacional? ¿Qué la intimidación policial ha hecho desistir a la marcha del SAT de cometer más asaltos? ¿Forajidos? ¿Asaltadores? ¿Que dañaron al sector turístico de Córdoba?¿A qué marcha fueron estos?»

Estas son las preguntas que se hacían esta mañana los compañeros, amigos, familiares que el jueves se incorporaron a la marcha del SAT hasta Córdoba. Cuando vieron las portadas de los diarios locales (ya por no hablar de otros de tirada nacional, a los que la mentira se les presupone de por sí) no podían dar crédito.

El caso es que, cualquiera que participara o viera pasar la marcha, se ha indignado de ver el tratamiento que la prensa local hace de la manifestación de los jornaleros. Sobre todo a los que estuvimos en ella. Se trataba de un gran grupo perfectamente organizado, con servicio de orden propio, que, ante la provocación que causa ver un par de centenas de antidisturbios «escoltándote» y protegiendo a los auténticos ladrones de este país de no se sabe bien qué, seguían su camino como si nada. O cuando algún fascistoide exaltado en la calle, valiente como ninguno ante la presencia policial, nos dedicó algún que otro improperio. La marcha siguió adelante, sin entrar en las provocaciones, convencidos de que ofende el que puede y no el que quiere. Por cierto, que echamos de menos que la policía actuara con quienes querían provocar para montar un altercado. ¿Será porque la afrenta venía del lado correcto? ¿Será porque, como en tantas ocasiones, son gente enviada para «encender la mecha»? Sin embargo, la actitud de la marcha fue ejemplar. Esa gente no era su problema. Sus problemas están en otro lado. No estaban dispuestos a darle el gusto al Sr. Subdelegado ni al Sr. Alcalde de que hubiera violencia. Con ellos, no.

Lo que no hemos visto por ningún sitio mediático local es mención a la gente que desde sus balcones aplaudían, a los que bajaron a animar o incluso a sumarse, los coches y motos que hacían sonar sus cláxones y saludaban. El apoyo que esta movilización está teniendo, se les está yendo de las manos. Y por eso, tienen que poner a trabajar a los «formadores de opinión a sueldo», aquellos que, al ver que la protesta es un éxito y que la calle en general la apoya, escriben artículos tachando de violentos a los jornaleros. O diciendo que la opinión general de la ciudadanía es contraria a estas protestas. ¿Con quién hablan? ¿Sólo escuchan a los políticos? ¿Llamaron quizás para pedir su opinión al dueño de Mercadona? Simplemente es cuestión de ver quiénes son los dueños de los medios de comunicación.

Yo, que como otros cuantos miles estuvimos en la marcha, les diré lo que vi: gente honrada, pacífica, honesta, digna, solidaria, que, como no le dan otra alternativa, se tiene que dar «el lujo» de protestar caminando por las carreteras a cuarenta y tantos grados, asfixiados, cansados, pero con la cabeza alta, altísima. Gente convencida de que luchar por lo suyo y lo de los que vienen detrás es lo que tienen que hacer, que no hay otra manera de conseguirlo. De que cuando te pisan, tienes que gritar. A eso dedican sus vacaciones.

Frente a eso, vimos a las grandes superficies con furgonetas de la policía en la puerta, a dos agentes en la puerta de cada entidad bancaria. Todo un despliegue de medios para defender al «jefe». Para eso, todo gasto está justificado. Por cierto, a los pequeños comerciantes lo más que hacían era asustarlos para que cerraran. Veo a diario a señores y señoras, bien vestidos, eso sí, que, desde sus despachos con aire acondicionado, que desde sus lugares de vacaciones de lujo pagadas por todos, les molesta que las hormigas se muevan unidas, que reclamen que la política debe ser humana y dedicar sus esfuerzos a los que no tienen para comer. Que no se puede seguir consintiendo que nos roben a los trabajadores nuestro dinero para dárselo a los bancos y demás capitales, para que se enriquezcan con la especulación que hacen con él. Que al que roba lentejas de una gran superficie en un acto simbólico, le quieren llevar a la cárcel. Y a los que arruinan a todo un país, no sólo no les pasa nada, sino que además se les da dinero nuestro a costa de nuestro paupérrimo bienestar. O son tratados de prohombres y colocados en puestos donde deciden cómo arreglar la situación. ¡Es de locos!

La única «ventaja», si es que pudiera haberla, que tiene la absoluta asfixia a la que el sistema nos está sometiendo a todos, es que también somos todos los que la sufrimos y los que vemos la realidad de frente. Ya ni trabajadores de empresas privadas, ni pequeños comerciantes, ni autónomos, ni maestros, ni personal de las distintas administraciones, ni policías, ni bomberos, nadie, está fuera del punto de mira. Incluso ya ha quedado atrás la advertencia de Bertold Bretch: «vinieron a por otros, pero como yo no era, estuve tranquilo». Ya han venido casi a por todos. Y, aunque estamos viendo ya las consecuencias, aún nos queda mucho por ver.

Pero, por lo que se lee en la prensa, aún haya quien esté dispuesto a servir a quien le da de comer, aunque sea mal. Eso sí, en conversaciones privadas reconocen que no tienen otro remedio.

Es evidente que hay quienes están muy nerviosos. Actitudes patéticas, declaraciones políticas llenas de baba y de bilis, subdelegados descolocados y alcaldes superados. Y ante la falta de razones, exceso de represión. Muy propio de mentes estrechas y acomplejadas, incapaces de recibir a los jornaleros, pero orgullosas de codearse con banqueros y gente bien «trajeada».

El movimiento ha comenzado, la movilización está en marcha desde hace un tiempo. Son muchos los años de acomodamiento, de inacción, de creer que lo «que teníamos era para siempre». Costará tiempo cambiar el chip, será lento. Pero creo sinceramente que ese movimiento ya no parará. Y eso, a los que manejan los hilos, es lo que más miedo les da.

Por todo ello, compañeros Sánchez Gordillo y Cañamero, compañeros y compañeras del S.A.T., sois un ejemplo, tenéis nuestra admiración más absoluta y nuestro apoyo más incondicional. Muchos trabajadores de este país ya se han autoinculpado por vuestras acciones. Otros lo vamos a hacer pronto. Pero de eso nos enteramos por las redes sociales. Los grandes medios de comunicación se lo callan.

Firmado: un forajido más.

 

Rafael Juan Ruiz es Secretario Provincial del Sindicato Co.bas y miembro del Colectivo Prometeo

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.