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Entrevista con Carme Molinero, historiadora

«Los franquistas siempre han estado ahí»

Fuentes: elperiodico.com

Carme Molinero (Badalona, 1955) Profesora de Historia Contemporánea de la UAB En noviembre se cumplirán 30 años de la muerte de Franco. La profesora Carme Molinero, que lleva 25 de ellos estudiando el franquismo, dirige el Centre d’Estudis sobre les Èpoques Franquista i Democràtica, un grupo multidisciplinar de 80 investigadores con oficina en la Universitat […]

Carme Molinero (Badalona, 1955) Profesora de Historia Contemporánea de la UAB

En noviembre se cumplirán 30 años de la muerte de Franco. La profesora Carme Molinero, que lleva 25 de ellos estudiando el franquismo, dirige el Centre d’Estudis sobre les Èpoques Franquista i Democràtica, un grupo multidisciplinar de 80 investigadores con oficina en la Universitat Autònoma de Barcelona.

¿Qué se pactó con los franquistas para hilvanar la transición?
Explícitamente no hubo ningún pacto de silencio. Los dirigentes políticos de todos los signos que, ya en régimen de libertad de expresión, podían haber reclamado justicia histórica por la represión, prefirieron no hacerlo para facilitar el camino hacia la democracia. Ellos echaron al olvido la experiencia de la dictadura.

¿Nadie dio la consigna? ¿El Rey?
Supongo que no tenía interés en que se hablara de estas cuestiones. Pero hasta que determinados dirigentes, como Santiago Carrillo, no hagan sus memorias, no se podrá saber si hubo o no conversación.

Sin depurar, ¿la democracia es menos democracia?
Se ha logrado consolidar las instituciones democráticas, pero no se ha pacificado el ánimo de una parte de la sociedad que sufrió las consecuencias de la guerra y la dictadura. Esa herida no se ha cerrado. Aún no se sabe dónde están enterradas miles de personas. Pero no sólo por eso…

¿También por tanto silencio?
Sí. Tras la guerra, el régimen franquista hizo una política de la memoria muy efectiva. Demonizó a todo aquel que consideraba enemigo. Así que callar era la única forma de protegerse. Esa gente, que identificó su lucha con la lucha por la democracia, durante la transición sintió que no tenía compensación moral.

¿Siguen existiendo dos Españas?
No se puede hablar de dos Españas.

Si se pasa de la SER a la COPE lo parece.

Las cosas han empeorado ahora respecto de 10 años atrás. Seguramente porque hace 10 años no se hablaba. Ahora hay una recuperación de una actitud combativa. Y cuando un sector toma actitudes beligerantes, el otro sector se reafirma en sus convicciones. Se consolidan concepciones muy distintas de lo que debe ser España. La sociedad se polariza.

¿Peligrosamente?
Confío en que no.

¿Qué queda del franquismo, aparte de Fraga?
Me recuerda mucho más al franquismo un Aznar en su idea de España que Fraga. A causa de que las posiciones del Gobierno del PP, en especial a partir de 1999, recordaron tanto a aspectos del franquismo, se ha activado en la memoria colectiva la pregunta sobre el pasado.

¿Dónde están los franquistas?
Siempre han estado ahí, sólo que hasta la llegada del PP no tenían un espacio político en el que identificarse. En los últimos tiempos lo han hecho a través de determinadas emisoras, que hacen un discurso incomparablemente más conectado con las posiciones del franquismo que hace 10 años.

¿Incomparablemente?
El franquismo era una opción nacionalista españolista. Y eso, que parecía dormido, ha despertado ahora en el discurso público. Lo mismo ha ocurrido con los que reivindican la memoria del antifranquismo. Por tanto, no es que la sociedad se haya radicalizado, es que esas cuestiones latentes han cobrado fuerza.

¿Qué otros vestigios quedan en el 2005?
Quedan rasgos de cultura política. Franco decía: «Hagan como yo, no se metan en política». Pues creer que la política es algo oscuro y desagradable es un reflejo de esa recomendación franquista. Tampoco existe una cultura de exigir responsabilidades políticas. Aquí se cometen barbaridades y nunca dimite nadie.

A 30 años vista, ¿quién era Francisco Franco?
Un militar profundamente reaccionario que estuvo dispuesto a implicarse en un golpe de Estado para acabar con un intento de democracia. Y una vez convertido en jefe de Estado, no dudó en emplear una represión extrema para acabar con los que consideraba sus enemigos.

Más de 150.000 muertos por la represión es una cifra apabullante.
Lo es, como también lo es la cifra de 280.000 prisioneros en 1940. En ningún país de Europa se produjo una represión tan brutal contra la propia población. Eso provocó un miedo paralizante, que duraría años. Sobre esa base Franco fue hábil para mantenerse en el poder.

Curiosidad. ¿Intercambia pareceres con Carmen Franco?
¡El Centro Francisco Franco no debería de existir tal y como es! Es inadmisible que un centro privado tenga documentación pública. Nadie sabe qué tienen allí exactamente. Y encima recibe financiación pública.