Entrevista a Juana Gallego directora del Observatorio para la Igualdad de la UAB.
La autora de De reinas a ciudadanas. Medios de comunicación, ¿motor o rémora para la igualdad? (Aresta, 2013) advierte además de que la presencia femenina tanto en las redacciones como en los puestos directivos de los medios no es garantía de que las noticias que publiquen tengan una perspectiva de género.
¿Cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación en la prevalencia del machismo en España?
Los medios contribuyen al mantenimiento del esquema patriarcal que aún nos rige porque ponen de relieve aspectos machistas con demasiada facilidad. Por un lado, siguen dando pábulo a las visiones de los supuestos agresores en casos de violencia machista, restando credibilidad a las víctimas y dando voz a meras opiniones. Por otro, los medios no se centran en los problemas reales de las mujeres. Dan mucha relevancia a temas superficiales en los que están implicadas muchas mujeres -la moda, la belleza y el cotilleo- y eso ayuda a reforzar la idea de que sólo (o sobre todo) nos preocupan ese tipo de asuntos. Los artículos triviales sobre mujeres son una constante en los medios. En cambio, los temas verdaderamente importantes para las mujeres -la conciliación, la brecha salarial o la violencia de género- no tienen la relevancia suficiente.
¿Los medios de comunicación son, por tanto, un freno para la igualdad?
Sí. Porque parece que tengan reparos en abordar los temas realmente importantes. Serían motor de cambio para la evolución de la sociedad si pusieran de relieve aspectos de fondo. Sin embargo, frenan el avance porque, al centrarse en superficialidades, reproducen viejos estereotipos sobre las mujeres. El cambio fundamental en el rol de las mujeres es uno de los más importantes del siglo XX y lo seguirá siendo en el siglo XXI, pero los medios no están a la altura. Aún no se ha hecho un balance de lo que ha significado el cambio de las mujeres en los últimos 30 años. Se sigue reproduciendo el mismo esquema del pasado y como los medios no visibilizan este cambio están dando a entender que no hemos cambiado.
Echando la vista atrás… ¿no ha habido ningún avance?
¿Explica eso la falta de perspectiva de género en las informaciones?
Que haya más mujeres en los cargos directivos de los medios de comunicación no garantiza que se acaben los discursos machistas. No por culpa de las mujeres, ellas no son las responsables. Lo que hay que cambiar no es tanto la proporcionalidad en las redacciones o el género en los cargos directivos (aunque estaría muy bien que hubiera más mujeres en los mandos), sino el propio discurso. Es decir, lo que consideramos importante y lo que no, la mirada y el enfoque sobre los temas que nos interesan, las rutinas profesionales. Ahí está el problema. Por eso no es imprescindible que sean mujeres las que ocupen los cargos directivos. No hay que mezclar el aumento del porcentaje de mujeres en todos los niveles profesionales de los medios de comunicación con la reproducción de estereotipos convencionales y anacrónicos. Las mujeres asumen la cultura profesional del sector, hacen suya esa cosmovisión de género dominante que aún es androcentrista, pero no las culpo por ello. A menudo son deslegitimadas en su entorno laboral cuando intentan plasmar otra visión («este tema ya lo hemos dado, ya está la feminista dando la tabarra») y por eso muchas prefieren no significarse.
¿Cuál es la manera, entonces, de que los medios publiquen noticias donde las mujeres tengan discurso, donde sean protagonistas o expertas y no meros objetos?
¿Es acertado pensar que hay una manera femenina de mandar? ¿Que hombres y mujeres ejercen el poder de modo diferente?
Habría mucho que analizar sobre este tema, pero lo primordial es que las mujeres no tenemos referentes. No ha existido ninguna sociedad donde las mujeres hayan ejercido el poder, así que cuando llegan a puestos de responsabilidad tienen que inventarse la manera de mandar. Algunas reproducen esquemas masculinos y mandan con autoridad, otras son más dúctiles y ejercen el poder de manera más horizontal y democrática… Cada una hace lo que puede, pero siempre son juzgadas. A Margaret Thatcher -que optó por el primer modelo- la llamaron «mujer de hierro», de Condolezza Rice se decía que mandaba «con puño de hierro en guante de seda» y Angela Merkel es aceptada porque gobierna como los hombres creen que las mujeres tienen que gobernar. Se adapta a ese papel y no destaca su feminidad porque si lo hiciera, la censurarían. La sociedad quiere que las mujeres seamos niñas monas y buenas. Si te ajustas a este modelo, te apoyan. En cambio, si te muestras como una mujer capaz de pensar por sí misma y no te sometes al cliché de la niña mona y buena, te cuestionan.
Y los medios también se apuntan al cliché de la niña mona y buena.
¿Cree que algún día las mujeres serán consideradas como sujetos en la publicidad?
No lo creo, lo veo muy difícil. En publicidad, las mujeres actúan como objetos y son despedazables. El cuerpo femenino se hace piezas y todas ellas tienen significado porque forman parte de un objeto que se puede desmontar: el pelo, los ojos, un hombro, los pies, una rodilla… En cambio, los hombres, al ser sujetos, no son despedazables. Siempre están completos. Por eso es tan difícil utilizar el cuerpo masculino en publicidad, salvo en los anuncios de maquinillas de afeitar en los que se muestra su mentón. Los hombres anuncian calzoncillos, pero muy pocas veces los spots muestran únicamente sus partes genitales o sus glúteos. Aunque esté anunciando calzoncillos, el cuerpo del hombre se ve completo. El de la mujer se ve a trozos.
¿Qué papel juegan en esa visión de las mujeres las llamadas revistas femeninas?
Desgraciadamente, se han convertido en un catálogo publicitario y están centradas absolutamente en la belleza y la moda. Han dejado de lado cualquier otro tema de interés para las mujeres, no hablan de feminismo, ni la situación de las mujeres en el mundo… Todas están cortadas por el mismo patrón y no hay ninguna que realce nada que no sea la belleza o la moda.
(Juana Gallego: directora del Observatorio para la Igualdad de la UAB)
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