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Administración de Justicia en España

Los intocables

Fuentes: Rebelión

«En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario«George Orwell La queja pública. Ni está ni se le espera. Lo han logrado. La ley mordaza, el futbol, la injusticia, los fiscales «bienpagaos», los juicios interminablemente largos, la televisión adormecedora, los programas vacíos de contenidos, la incompetencia de políticos de un color […]

«En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario«
George Orwell

La queja pública. Ni está ni se le espera.

Lo han logrado. La ley mordaza, el futbol, la injusticia, los fiscales «bienpagaos», los juicios interminablemente largos, la televisión adormecedora, los programas vacíos de contenidos, la incompetencia de políticos de un color y del otro, la post-verdad, los intereses creados, los jueces que dormitan su privilegiada posición y sus salarios.

Las palabras cambiadas, los imputados de ayer y los investigados de hoy, el lenguaje no figurativo de hablar sin decir nada, la cobardía, las alfombras que están selladas al suelo, los cómplices que frenan los casos, los miedos a perder el trabajo, los miedos a perder los anunciantes, los miedos a que se descubran todos los implicados.

La justicia, esa entidad de mucho arroz y poco pollo. El divino tiempo que se gasta en los casos, el ruido mediático que se genera, las horas de televisión, la tinta de los diarios, todo un espectáculo montado para nada. Casos como los de Rato, Pujol, Eres, Gürtel, espectáculos mediáticos que solo tienen por objeto vender una imagen de la justicia que no es. Solo un calentón que después queda en nada. Resulta ser un maquillaje, un teatro ficticio de una obra, que se adormilará en un cajón, hasta que la gente se olvide inevitablemente de todo ello, ya sea por nuevos casos, o porque el tiempo todo lo cubre con la fina capa de esa pátina de lo cotidiano. Donde unos casos, sus legajos, se dispondrán sutilmente arriba de otros que es necesario frenar u olvidar.

En España no hay mafia

Es que no se necesita. La queja pública está debidamente controlada por la Ley Mordaza. Los fiscales parecen defender los intereses de los sangre azul y los poderosos. Los indultos pactados de antemano cierran muchas bocas. Los juicios mediáticamente explotados están pactados con la suficiente antelación para proporcionar carne mediática hoy, y ser olvidados mañana, las condenas también. O acaso es normal que los investigados, -como el caso Gúrtel-, transformen sus visitas matinales en un paseíllo burocrático. La tranquilidad con que hacían sus defensas no son propios de una persona sujeta a la libertad de la justicia. Todo parece esta pactado de antemano, con la indulgencia de todas las partes, incluso de los medios generalistas que no preguntan ni se hacen preguntas, parecen caminar lo noticiable con tacones, sin ensuciarse con preguntas comprometedoras. Con fiscales que defienden a los ricos y a la monarquía, todos forman partes de esta gran obra de teatro que se llama administración de justicia. Juicios montados de forma espectacular, todo muy mediático, histriónico, una farsa montada para dar una idea que sencillamente no es.

Juicios con Jurado

Es una opción que permitiría limpiar y adecentar un poco la justicia. La carga de intereses que, velados y públicos, se mueven en los juicios donde hay políticos y corporaciones empresariales de por medio, resultan ser, sospechosamente largos y mediáticamente sobre-expuestos de forma tal, que en la memoria pública se tenga una imagen de que existe la justicia y la gente se quede con la idea de que «la justicia es igual para todos». Cuando las evidencias demuestran con claridad que no es así. Mientras, los imputados de ayer, los investigados de hoy, siguen haciendo de las suyas en la calle y disfrutando de su libertad. O, por el contrario, como el caso Granados, se eleva escandalosamente la prisión preventiva de un cabeza de turco que sirva de ejemplo de escarmiento público. Los sumisos medios generalistas no dicen nada al respecto. El clan Pujol forma parte de «Los intocables», esos que casi son un figura jurídica. Alguien dudaba en su sano juicio de que la susodicha no entraría en la cárcel. El caso de la monarquía y la justicia, es la demostración clara de que aún vivimos en un país bananero, como suele decirse. No nos resistamos, es solo cuestión de asumirlo.

La situación de las mujeres florero, es otra constante en los juicios donde hay altos intereses políticos o empresariales y monárquicos. Pero que además, son aceptados en una clara actitud machista, se invita a pensar que las mujeres, se comportan como idiotas en sus relaciones de pareja. Es una ofensa al sentido común y a los movimientos feministas entender que las mujeres no se enteran de nada. Estos «Juicios sensibles» desprenden un hedor que queda impregnado en la piel del pueblo. Mientras, aquí abajo ese mismo pueblo lo desahucian de la casa, le cortan la luz, lo embargan, con la anuencia de la fuerza policial. Allí arriba, un señor se entera de sentencia en su residencia de Suiza. Y un fiscal hace lo imposible por liberarlo de condena. Esos fiscales que jamás pusieron en duda la situación de los desahucios, los cortes de luz a la gente, los embargos por parte de instituciones públicas al pueblo, los URES injustos, la ley Mordaza. Eso es la fiscalía.

Clama al cielo la situación.

El silencio por respuesta

Mientras tanto, un largo pesado y tortuoso mientras tanto, hace que la justicia y sus representantes, jueces, fiscales, administración, aduciendo incapacidad, burocracia, impedimento, presiones y equilibrio siga sin dar muestras de queja o incomodidad ante un pueblo que observa estupefacto la indecencia de los corruptos que pasan por los juzgados para luego irse de rositas. Estas situaciones incómodas hasta el hartazgo garantizan un desentendimiento social del sentimiento de participar de una sociedad coherente en la administración de la justicia.

Resulta contradictorio reclamar responsabilidad civil a una sociedad que observa como los corruptos, imputados, investigados salen indemnes de la actuación de la justicia, y cómo aquellos que deberían ser un ejemplo de conducta, se enriquecen con el dinero público, con bufetes financiados por partidos políticos que con el dinero público recibido de las arcas públicas a través de la cuota de voto obtenida, o de la asignacion regia, -pero que salen del pueblo en definitiva-, usan esos fondos para defender a sus procesados. Es, lisa y llanamente inconcebible que el pueblo, de forma indirecta financie los bufetes a los imputados/investigados de quienes roban a las arcas públicas, se aprovechen de sus cargos para enriquecerse y se paseen por las calles de forma impune.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.