El trabajo del Fòrum per la Memoria en la investigación de la mayor fosa de Europa ha superado toda clase de trabas por parte de la autoridad política. Repasamos la historia de este colectivo. Amparo Salvador, de 60 años, es la presidenta del Fòrum per la Memòria del País Valencià. Su biografía personal ha ido […]
El trabajo del Fòrum per la Memoria en la investigación de la mayor fosa de Europa ha superado toda clase de trabas por parte de la autoridad política. Repasamos la historia de este colectivo.
Amparo Salvador, de 60 años, es la presidenta del Fòrum per la Memòria del País Valencià. Su biografía personal ha ido íntimamente ligada a los acontecimientos que se han producido en Valencia en los últimos dos años. Su generación -esquizofrénica y triste, tal como la define- ha sufrido el silencio y el olvido del inmenso terror de la España de la postguerra. Hace unos años empezó a romper ese silencio buscando las fosas de los fusilados y asesinados por el Franquismo en Valencia. En ese momento ni siquiera podía vislumbrar hasta dónde llegaría su desafío al silencio. Una vez creada la asociación, Amparo Salvador rondaba el Cementerio General de Valencia y empezaba a organizar actos y charlas de denuncia. Hasta que un día un hombre de edad avanzada la reconoció en la avenida de la Gran Vía. Este hombre, cuyo anonimato asegura su resistencia al miedo, acompañó a Salvador al cementerio para hablarle de la fosa común de la sección 5ª izquierda. Hace casi 70 años este hombre había hecho cola a las puertas de las cárceles de la ciudad para saber de sus familiares. Hasta que vio cómo sacaban a su hermano, lo conducían hasta el cementerio y lo enterraban en una fosa actualmente ubicada bajo los nichos construidos encima. Tras muchas vueltas, su anciano acompañante le espetó que aquel suelo que pisaban era una fosa. Una enorme fosa. No sin antes disculparse por la complicación que le iba a suponer a Salvador lo que aquel día le contó. «Era inasimilable, no me hacía a la idea, me temblaban las piernas y todo», relata Salvador a DIAGONAL. Estaban en la sección quinta izquierda del Cementerio General de Valencia. El hombre se marchó precipitadamente. «Yo creo que nadie está preparado psicológicamente como para que alguien te enseñe un espacio que es como un campo de fútbol y te diga que eso es una fosa». Fue entonces cuando empezaron las andaduras del Fòrum per la Memòria: los actos, la polémica judicial con el Ayuntamiento del Partido Popular, la investigación.
Investigadores de la memoria
A partir de aquel momento, Salvador y el resto de miembros de la asociación empezaron una curiosa relación con el cementerio, sus archivos, los juzgados de lo contencioso administrativo y la historia olvidada y silenciada del terror franquista en Valencia, última capital de la II República española. El archivo del cementerio, que a la espera del expediente de catalogación como documento histórico presentado por la asociación ni siquiera es un archivo sino una oficina de información municipal, ha recibido las visitas semanales de estos investigadores de la memoria. Nadie había consultado estos documentos. Hasta que miembros del Fòrum decidieron sacar del olvido aquellas miles y miles de personas que figuraban como enterradas en las fosas, con nombres, apellidos, fechas y motivos de la muerte. Varios días a la semana miembros del Fòrum transcriben los datos.
La situación de Valencia fue singular en el contexto de la terrible represión franquista. Como última capital de la República acogió a miles de refugiados. Oficialmente los muertos fueron 6.000. «Nosotros ahora mismo tenemos censados, del 1 de abril de 1939 al 31 de diciembre de 1945, a 26.300 personas», afirma Salvador. Además añade que ya tienen localizadas a más de 7.000 personas enterradas en las fosas que no constan (aunque sí figura la ubicación de sus cadáveres). A todo ello hay que sumar la documentación desaparecida o que el Ejército se niega a mostrar…
«Nuestro descubrimiento da legitimidad al concepto de genocidio español», afirma taxativamente Salvador. Al fin y al cabo se trata de la fosa más grande de Europa. «Hubo un genocidio planificado», dice Salvador, convencida de que un día u otro el Gobierno español tendrá que tomar medidas. Así, ahora se trata de la batalla de las leyes internacionales. «En España hubo crímenes contra la humanidad. Ahora podemos acreditar que en las fosas de Valencia, donde había 90.000 personas censadas, hay más de un 10% enterrado. Ya podemos plantear en tribunales internacionales que en España hubo un genocidio».
Arzobispado nacionalcatólico
Agustín García Gascó, arzobispo de Valencia, quería ser cardenal. Y movió los hilos en Roma ante la visita del Papa para ello. Pero el asunto no cuajó. Quizá este fracaso ha llevado al arzobispo a querer dejar huella en Valencia con un particular formato: una parroquia-santuario en homenaje a los beatos mártires valencianos del ’36, muertos por el «odio a la fe cristiana». El santuario ocupará 3.233 metros cuadrados -un terreno amablemente cedido por el Ayuntamiento del PP- en una de las zonas más lujosas de Valencia, junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
¿Por qué ahora un homenaje a estas víctimas si durante cuatro décadas de dictadura franquista fueron idolatradas constantemente? García Gascó mantiene un particular pulso con el Fòrum per la Memòria a raíz de las actividades de éste último, y de ateos y rojos en general -como en los viejos tiempos-, en torno a las gigantescas fosas del cementerio de Valencia. Es una respuesta a la recuperación de la memoria histórica y así lo ha reconocido el arzobispo. Además, la simbiosis entre el PP valenciano -capitaneado por el beato presidente Francesc Camps y por el vicepresidente y miembro supernumerario del Opus Dei, Juan Cotino- y la jerarquía eclesiástica valenciana ha sido total. Financiación millonaria, licencias de TDT, la visita del Papa, los favores a la Universidad Católica y un larguísimo etcétera que ya hace pensar en un País Valenciano nacionalcatólico.