Las reacciones a las valientes palabras del fiscal Carlos Jiménez Villarejo en el, al parecer, terrible acto antidemocrático de ejercicio de los derechos constitucionales de reunión y de libre expresión de ayer, en apoyo a Garzón, no se han hecho esperar. La caverna se remueve en su tumba, nunca mejor dicho, en otro 14 de […]
Las reacciones a las valientes palabras del fiscal Carlos Jiménez Villarejo en el, al parecer, terrible acto antidemocrático de ejercicio de los derechos constitucionales de reunión y de libre expresión de ayer, en apoyo a Garzón, no se han hecho esperar.
La caverna se remueve en su tumba, nunca mejor dicho, en otro 14 de abril, porque el que fuera ejemplar fiscal jefe anticorrupción ha denunciado públicamente la implicación en las torturas del franquismo de algunos de nuestros magistrados. Lo hacen en realidad porque saben que algo está empezando a moverse en el hartazgo de la conciencia democrática del país, a pie de calle, y era evidente que la reacción tenía que llegar antes o después. El debate sobre algunas de las mayores mentiras en las que se ha querido cimentar un país salido de un genocidio negado empieza a hacerse visible de verdad y eso es un significativo avance democrático, y la reacción reacciona.
Trato inhumano
Aunque no deja de sorprender toda esa «sorpresa» e «indignación» por la denuncia de tal implicación en las torturas del régimen franquista cuando, hoy mismo, se da una forma de tortura distinta de nuestros tribunales, día a día, ante nuestros propios ojos: el «trato inhumano, cruel y degradante» a los familiares de los desaparecidos durante nuestro régimen monárquico libremente elegido por Franco y convalidado después con música ambiental de sables y los partidos republicanos en el exilio. Artículo 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, vaya.
Los magistrados del Supremo
¿Pero es que alguien podría dudar de la terrible responsabilidad de los magistrados del Tribunal Supremo en la prolongación del sufrimiento inhumano de las familias cuya vida sigue encadenada a esas fosas?, ¿del terrible aviso a navegantes que supone esta «doctrina» del «a ver quién se atreve ahora si hemos podido con Garzón» del alto tribunal que está quedando, a decir verdad, completamente por los suelos como nuestro presunto Estado de Derecho?
El Tribunal Supremo criminaliza la investigación de los desaparecidos del franquismo mediante una invocación de esperpento jurídico de la ley de amnistía y hasta de la ley de la memoria.
Rusia como ejemplo
Pero el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dejado perfectamente claro que ante casos de desapariciones forzadas la ausencia de una investigación judicial efectiva e independiente, ipso facto, por parte del Estado representa «trato inhumano» contrario al Convenio Europeo de Derechos Humanos para sus familias. De hecho en algunas de las últimas sentencias relativas a las fosas de Chechenia como Lyanova y Aliyeva contra Rusia y Akhmadova y Akhmadov contra Rusia, de 6 de Abril de 2009, y Takhayeva y otros contra Rusia, de 26 de enero de 2009, entre muchas otras, no ha dudado en calificar como tal el sufrimiento de los familiares de los desaparecidos ante la inacción de las autoridades judiciales rusas durante una espera desgarradora de 8, 5 y hasta de 4 años respectivamente que el Tribunal Europeo considera intolerables e impropias de un Estado de Derecho Democrático. No es una errata, no, no quería decir 80, 50 o 40 años de inacción judicial, como en el caso español, he escrito 8, 5 y hasta 4 años de espera como algo ya intolerable… porque, en realidad, es intolerable, para cualquiera de nosotros lo sería si nos afectase, dejar abandonados un solo año siquiera los restos mortales de seres humanos víctimas de un genocidio y cuyas fosas, en muchos casos, ya se sabe donde están.
El Rey de Corazones
Así que sí. Indignémonos todos y que el Rey de Corazones, o sus magistrados, «le corten la cabeza» también a Jiménez Villarejo por haber mencionado semejantes palabras. Y que, en cambio, la caverna no le dedique en el día de hoy ni una sola línea al abandono por parte del Estado de unas familias, condenadas a una tortura cotidiana sin fin de puertas para adentro de sus propias casas: la mayor ignominia y vergüenza de nuestra transición ejemplar.
Pseudo Estado de Derecho
Pero ya se sabe -De Cospedal, Rajoy, ya se han encargado de recordárnoslo- que la ley del pseudo Estado de Derecho Monárquico es para todos, Garzón incluido, salvo, eso sí, para los miles de familiares de los desaparecidos de Franco. Ellos si que no son iguales ante la ley y no pasa nada.
¿Quién juzga a quién?
¿Quién juzga a quién? ¿El Tribunal Supremo a Garzón, o nuestras más de dos mil fosas clandestinas a todos nosotros desde su silencio y quietud, imperturbables, trenzadas en el dolor de sus familias? A todos los magistrados tan indignados hoy de nuestro Estado monárquico de componendas, que no de Derecho, de corrupción, de pelotazos sin fin, de presunto derecho a un trabajo y a una vivienda digna, de tardo franquismo «sin complejos», de documentales periodísticos sobre monarquía o república que no se permite ni emitir -toda mi solidaridad también par Montse Armengou-…
¿Dónde está el respeto?
¿Qué respeto se pide a la dignidad de unas instituciones que se lo han faltado a sí mismas dando la espalda al Convenio Europeo de Derechos Humanos? ¿Dónde está el respeto en este bendito país para la dignidad de los 350.000 asesinados sepultos e insepultos y sus familias burladas y pisoteadas durante años?
Fuente: http://www.elplural.com/politica/detail.php?id=45401