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Reseña de "El radical norteamericano"

Los juicios de Norman Finkelstein

Fuentes: Rebelión

El nuevo documental American Radical: The Trials of Norman Finkelstein [El radical norteamericano: los juicios de Norman Finkelstein ] nos ofrece la oportunidad de ver la relación entre los aspectos políticos y personales de uno de los activistas más importantes de las últimas dos décadas. Durante este periodo, Norman Finkelstein se convirtió no solamente en […]

El nuevo documental American Radical: The Trials of Norman Finkelstein [El radical norteamericano: los juicios de Norman Finkelstein ] nos ofrece la oportunidad de ver la relación entre los aspectos políticos y personales de uno de los activistas más importantes de las últimas dos décadas. Durante este periodo, Norman Finkelstein se convirtió no solamente en un crítico fuerte de la agresión israelí contra el pueblo palestino y la explotación de la memoria del Holocausto, sino en blanco de las acusaciones constantes de ser antisemita por parte de los grupos sionistas. Narrada en una variedad de perspectivas, esta película nos ayuda entender porque Finkelstein ha seguido luchando pese a los esfuerzos de sus opositores por exilarlo de la comunidad académica, y porque él es un modelo para los que se dedican a las causas radicales. Los 84 minutos de material incluyen conferencias dadas por Finkelstein, así como entrevistas con sus aliados, sus opositores y el mismo Finkelstein.

Dirigida por David Ridgen y Nicolas Rossier, este documental demuestra que a Finkelstein lo motivan dos factores centrales respecto a su campaña contra los crímenes de Israel. Lo primero es la influencia profunda de su madre, quien, además de su padre, sobrevivió los campos de concentración bajo el régimen nazista y participó en el levantamiento judío del gueto de Varsovia en 1943. Como resultado de su experiencia, su madre desarrolló una conciencia tan pacifista que ella, según Norman, gritaba al televisor cuando las noticias hablaban de las atrocidades que estaba cometiendo el ejército norteamericano en Vietnam. De este modo, Norman interiorizó una intolerancia honda a la injusticia. Fue por esto que él decidió tratar de entender el mundo por las perspectivas de los pueblos oprimidos.

El segundo factor es su confianza en un conocimiento basado en los hechos empíricos y en una moralidad humanista. Finkelstein, un investigador meticuloso que ha publicado varios textos escolares sobre el conflicto Israel-Palestino y que ha pasado mucho tiempo en Palestina desde la primera Intifada (1988), no teme a las confrontaciones con sus opositores. No las teme precisamente porque está armado con una amplia gama de ejemplos que aclaran la manera por la cual Israel ha seguido violando la ley internacional, y como ciertos grupos israelíes de presión en Washington D.C. han seguido explotando la memoria del holocausto. Por lo tanto, cuando se enfrenta con la pregunta ‘¿por qué no critica a los palestinos por los actos terroristas contra Israel?’, su respuesta es muy sencilla: porque un pueblo tiene el derecho de defenderse de la invasión y la ocupación. De esta manera, la lucha de Finkelstein personifica las palabras de la filosofa feminista Sandra Harding:

«Es posible determinar de una manera razonable que algunas creencias son mejor apoyadas que otras por la evidencia empírica. Nadie puede contar una historia singular sobre el mundo que sea eternamente verdad; pero podemos contar las historias sobre nosotros mismos, sobre la naturaleza, y sobre la vida social que, con evidencia buena, pueden ser mucho menos parciales-menos falsas-que las historias dominantes.»

Es decir, no es que Finkelstein haya descubierto la única verdad, sino que ha usado un punto de vista ignorado por los políticos y los medios informativos norteamericanos para alcanzar una crítica que se pueda defender mejor. Así, su proyecto recupera la parte deseable de la modernidad representada por el trabajo de Marx-la lucha contra la opresión por los métodos científicos y dialécticos.

Claro que la película no dice que Finkelstein es perfecto. Por medio de entrevistas con sus aliados así como sus opositores, los cineastas demuestran que su tendencia de emplear las expresiones ásperas cuando está debatiendo tal vez represente un impulso autodestructivo. Su manera polémica ha resultado en haber sido despido de varias universidades, y aun colegas como Chomsky admiten en las entrevistas que es posible que Finkelstein hubiera tenido más éxito como profesor y activista si hubiera adoptado un estilo retórico más suave. Sin embargo, después de terminar esta película, es difícil imaginarse a Finkelstein de otra forma.

Esta película debería ser vista por toda la gente que se interese por la política del Oriente Medio, por la cultura radical norteamericana, y/o por la lucha por los derechos humanos. Actualmente, se presenta en algunos teatros norteamericanos, y hay planes provisionales para incluir los títulos en español en las versiones futuras.

http://www.americanradicalthefilm.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.