Erigida en una de las congregaciones religiosas de más rápido crecimiento dentro de la Iglesia católica, los Legionarios de Cristo han logrado en seis décadas crear un imperio educativo, cuya tarea principal está definida casi desde su fundación, en 1941: »ganar y formar» a las elites del poder político y económico. Nadie como esta orden […]
Erigida en una de las congregaciones religiosas de más rápido crecimiento dentro de la Iglesia católica, los Legionarios de Cristo han logrado en seis décadas crear un imperio educativo, cuya tarea principal está definida casi desde su fundación, en 1941: »ganar y formar» a las elites del poder político y económico. Nadie como esta orden ha entendido y desarrollado tan bien el principio de la »opción preferencial por las elites».
Catalogada dentro y fuera del ámbito eclesiástico como una de las »más conservadoras y de ultraderecha» del catolicismo, la orden ha fundado y también »comprado» planteles de educación superior y de posgrado en Argentina, Alemania, Australia, Brasil, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Chile, Venezuela, Francia, España, Italia, Irlanda y Suiza, entre otras naciones.
La »formación integral» de las elites se ha dado a través de un sistema educativo que tiene como sus principales características una fuerte disciplina, el respeto jerárquico y la imposibilidad de disentir.
Según datos del L’Osservatore Romano, diario oficial de la Santa Sede, los Legionarios de Cristo y los miembros del movimiento Regnum Christi -brazo seglar de la orden, en el que participan laicos y sacerdotes- controlan 150 colegios, 21 institutos superiores y nueve universidades.
A este número se suman, a escala internacional, más de 630 centros de educación no formal, donde anualmente se forman miles de laicos, en una actividad que en algunos países ha llegado a desplazar a las órdenes que tradicionalmente tuvieron como característica el ámbito educativo.
Con el objetivo de establecer el »Reino de Cristo» según las enseñanzas de la justicia y de la caridad cristiana entre los intelectuales, líderes, profesionistas y trabajadores, mediante la acción social y la enseñanza, los legionarios explican su »orientación» hacia los dirigentes, en una »pastoral de elites», con la idea de que están «evangelizando» a quienes más tarde tendrán el poder político y económico, con lo que será más fácil que los principios y la cultura cristianos penetren en toda la sociedad.
Desde su concepción y fundación por el controvertido clérigo mexicano Marcial Maciel Degollado, la orden religiosa tiene claro que en su proyecto son los líderes sociales, políticos y empresariales los que marcan el derrotero de una sociedad.
El 12 de junio de 1946, apenas cinco años después de su fundación, el entonces joven sacerdote Maciel se entrevistó con el Papa Pío XII, quien -según la versión oficial- le sugirió el cariz que debería tener la naciente orden religiosa: «Líderes, padre Maciel, tenemos que formar y ganar a los líderes de América Latina y del mundo. Entonces deben ser ustedes un ejército en orden de batalla».
Con ello, el pontífice también insinuaba el nombre de »legión», pues en sus inicios dicha orden fue bautizada como Misioneros del Sagrado Corazón y de María Santísima de los Dolores, título poco acorde con los nuevos y ambiciosos planes de su fundador.
La influencia del padre Maciel y de su legión creció rápidamente en México, para extenderse actualmente a más de 20 países de América Latina, Europa y Estados Unidos. En nuestro país el enlace con la máxima jerarquía de la Iglesia afianzó el contacto político cuando en 1954, apenas un año después de la inauguración del Instituto Cumbres -primera obra educativa de la legión-, ingresó a sus filas el niño Jorge Alemán Velasco, hijo menor del ex presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1952).
»Con este ejemplo, siguieron los de menor jerarquía, lacayismo oficial que retrata la política, mimetismo con el dueño del poder. Las listas de alumnos engordaron pingües con los apellidos Valenzuela, Del Mazo, Senderos, (Abelardo) Rodríguez, Trouyet, Velasco, Azcárraga, Burillo, Gómez, Maza, Slim, Haddad, Hernández, Domit… y cientos más», dice Alejandro Espinosa, en su libro El legionario, texto en el que denuncia los abusos sexuales cometidos por el padre Maciel en contra de niños y jóvenes de la orden, de los cuales él también fue víctima.
De otros colegios e instituciones de enseñanza superior pertenecientes a los Legionarios de Cristo, como la Universidad Anáhuac, habría que agregar los apellidos Elías Ayub, Zedillo, Hajj Aboumrad, Aspe, Barroso Chávez, Espinosa y López Portillo.
Así, a diferencia de otras corrientes religiosas, su misión evangelizadora no se centra en una masiva prédica oral acerca de su proyecto, que involucre a grandes masas sociales y, desde ahí, captar a sus fieles.
Desde sus inicios, Legionarios de Cristo ha privilegiado el trabajo a largo plazo, en el que la educación juega un papel central para la formación de los futuros líderes, los cuales están llamados a crear y desarrollar instituciones de formación doctrinal, a través de su vida cotidiana y en todos los espacios que ella involucra.
Para José Martínez de Velasco, miembro de la Asociación de Periodistas de Información Religiosa de España, quien ha dedicado varios años al estudio de la orden religiosa, esta opción preferencial por los ricos y las elites ha penetrado con gran fuerza en los segmentos del poder y captado a varios de sus miembros a través del movimiento Regnum Christi en los países donde opera.
Señala que con estas relaciones el presente está asegurado. Para el futuro, la estrategia no variará: formar líderes siguiendo la máxima educativa que sintetiza el ideario de sus elitistas colegios y universidades, donde se educa lo más granado la sociedad latinoamericana y española, en los que vuelcan su conservador mensaje católico -más del Concilio de Trento que del Vaticano II-, y asegurar en el futuro excelentes contactos políticos y empresariales.
No obstante, según Martínez de Velasco, esta no es su única estrategia. Con los cardenales y obispos hacen otro tanto: financian sus iniciativas pastorales y los invitan a pasar días de descanso en sus residencias. De ahí consiguen nombramientos de obispos, parroquias, colegios, apoyos en el Vaticano y, lo que es más importante, colocan a los suyos como secretarios en nunciaturas, dicasterios romanos y comisiones pontificias, donde tienen capacidad de influencia y desde las que, y esto es lo más importante, tienen acceso a información privilegiada, dice en su libro Los Legionarios de Cristo. El nuevo Ejército del Papa.
Formadores de soldados de Dios
Fundada en 1964 con la finalidad declarada de «mejorar la condición humana y el medio social», la Universidad Anáhuac es la principal institución de nivel superior que manejan los legionarios en México. Diecisiete años después de su fundación fue declarada autónoma y actualmente ofrece 22 programas de licenciatura así como varios posgrados. En 1981 se creó otro plantel -el sur- de esta misma universidad.
Además de estos dos campus universitarios, los legionarios manejan en México la Universidad del Mayab; la Universidad de Xalapa, cuyo plantel fue inaugurado en junio de 1997, así como cuatro centros de extensión universitaria y posgrado en Cancún, Torreón, Puebla y León.
Entre las escuelas de los legionarios se encuentran el Instituto Cumbres, el primero de todos, fundado en 1954; el Irlandés, creado en 1966; en 1968 se inauguró en Monterrey el Oxford, y en Bosques de Cuajimalpa el Rosedal. En 1975 se impulsaron los colegios femeninos Godwin, en el DF, y del Bosque, en Monterrey, así como el Centro de Educación y Cultura Ajusco (Ceyca).
Dentro de la planificación educativa de la orden, la cual fue concebida y planeada como un «ejército» en defensa de la Iglesia católica y del Papa, también hay centros como las llamadas «Escuela de la Fe» -instituto reconocido por la Santa Sede- que tiene como labor esencial la elaboración y distribución de material catequístico que se utiliza en todos los planteles para difundir el evangelio y formar a la educadores en la fe.
Actualmente estas escuelas están en 39 ciudades distintas de México, Estados Unidos y Latinoamérica, con un total de 270 centros de catequesis, y en sus 30 años de vida, más de 25 mil catequistas han pasado por sus aulas y el número de alumnos en formación asciende actualmente a casi 70 mil.