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Llaman recuperación de la memoria a la tergiversación histórica

Los liberales asesinaron a Puig Antich

Fuentes: Rebelión

La pasada semana se presentó, en Las Palmas de Gran Canaria, el El film «Salvador» oculta a los autores reales del asesinato de Puig Antich. No aparecen los ministros franquistas que decidieron y ordenaron la ejecución. Puig Antich no fue asesinado por el verdugo, último mono del sistema represivo, sino por el gobierno Arias Navarro, […]

La pasada semana se presentó, en Las Palmas de Gran Canaria, el

El film «Salvador» oculta a los autores reales del asesinato de Puig Antich. No aparecen los ministros franquistas que decidieron y ordenaron la ejecución. Puig Antich no fue asesinado por el verdugo, último mono del sistema represivo, sino por el gobierno Arias Navarro, el más liberal de toda la historia franquista, sin militares ni elementos del Opus Dei. Ellos decidieron el asesinato de Puig por unanimidad en el consejo de ministros, entre ellos, los reformistas Pío Cabanillas y Licinio de la Fuente.

El mismo día del atentado de Carrero Blanco, los «liberales» del gobierno de Franco se pusieron en contacto telefónico con Carrillo, y le aseguraron protección a los líderes de CCOO en prisión de posibles agresiones de «los ultras», tal como el mismo Carrillo nos contó décadas después en el documental de la transición. El mismo día, el gobierno franquista decidió la liberación inmediata de los 113 dirigentes catalanes de la Asamblea de Catalunya. Nadie puede decir que fueron los ultras y los falangistas los que decidieron la liberación de presos políticos, ni tampoco que fue gracias a la ETA, y a las ejecuciones de personajes de la Dictadura. Carrillo respondió a sus interlocutores franquistas condenando públicamente el terrorismo de ETA y de los demás grupos revolucionarios que amenazaban violentamente el orden establecido. Los dirigentes de la Asamblea de Catalunya respondieron a tal trato de favor y apertura con la inacción y silencio ante la condena a muerte de Puig Antich. Empezaba la transición a espaldas del pueblo.

En la película «Salvador» se oculta que las fuerzas antifranquistas (los liberales de izquierda) no quisieron hacer nada para conseguir el indulto de Puig Antich. Peor, no le quisieron darle el estatuto de político, ni movilizarse contra la pena de muerte, porque era un atracador de bancos y había matado a un policía. Este es el hecho más relevante del trágico asesinato de Puig Antich En «Salvador» se tergiversan los hechos, al presentar a «los liberales» antifranquistas, moviéndose la última noche en favor de Puig, y recuperando las protestas del pueblo después de muerto.

En el film culpan a ETA, y se lo hacen decir al mismo Puig Antich «ETA me ha matado». El origen de este rumor, convertido en certeza por los medios, proviene del mentiroso carcelero Irurre.

Los demócratas antifranquistas buscaron un culpable. Proclamaban que el asesinato de Puig Antich fue una venganza de los ultras y policías del régimen por el asesinato de Carrero. Ahora, 33 años después, confiando en la desmemoria de los ciudadanos han encontrado un culpable mejor. Dicen que los causantes del ignominioso asesinato fueron los terroristas de ETA, y funciona gracias a la campaña mediática de Media Pro. Callan que los verdaderos asesinos fueron los liberales franquistas y el silencio y pasividad de los liberales antifranquistas. Unos y otros sirvieron en bandeja la cabeza de Puig a los policías de la BPS (Brigada político Social, la secreta) que babeaban por vengar la muerte de su compañero.

Durante los cuatro meses que Puig Antich estuvo condenado a muerte, fuimos a rogarles una y otra vez a las organizaciones antifranquistas en el exilio y en el interior, que informaran sobre los presos del MIL, que se dignaran considerarlos políticos y que apoyaran las movilizaciones para impedir el asesinato, como se hizo por los militantes de ETA, condenados a muerte en Burgos. No quisieron. Nos decían que los del MIL eran unos atracadores, desconocidos, que ellos no apoyaban a gángsteres.

El 12 febrero 1974 se forma el gobierno reformista que propone la apertura y más libertades para la sociedad civil, la abolición de la censura y legalización de la huelga. Es el gobierno de los liberales, y del espíritu del 12 de febrero, cuestionado por todos los ultras y nostálgicos franquistas. Estos empezaron los pactos y la transición con los antifranquistas y lo primero que hicieron fue liquidar a Puig Antich y juntos ya condenaban públicamente el terrorismo de ETA y demás grupos armados.

Los abogados liberales (tanto franquistas, como antifranquistas), especialistas en Consejos de guerra, no quisieron defender a un atracador que había matado a un policía. Hizo la defensa al final el Sr. Corominas, decano del colegio de abogados de Barcelona, y le hizo una defensa de derecho común, no política. En el juicio justificó el asesinato del policía, imaginando la siguiente idiotez: Salvador Puig no quiso matar al policía, sino que los confundió con una banda rival, con otros gángsteres.

Fue un error (como el de los marines e israelitas que matan a civiles por error, sin querer). Toda esta defensa esperpéntica de Puig antich, no la verán en el film, donde los abogados son unos héroes. Verán por el contrario que el film termina con una imaginaria lucha de las hermanas para revisar el único punto que quedo claro del juicio, y el menos importante, que Salvador mató a un esbirro intentando escapar. En esto se gasta el dinero la Generalitat, y los liberales que les apoyan, el abogado Caminal Escribano, Roures, etc.

Puig Antich ha sido hoy nuevamente agarrotado, asesinado políticamente por los liberales orgánicos Media Pro y TV-3, al no explicar su lucha, su vida y su muerte. Llaman recuperación de la memoria histórica al olvido de las luchas del pueblo, y al silencio de los escritos, ideales, y objetivos del MIL. Llaman recuperación a una tergiversación histórica. Estos liberales, así como ayer silenciaron a Puig Antich, hoy silencian las protestas de los militantes del MIL, y sobretodo a Jean Marc Rouillan, compañero de piso de Puig. Rouillan sigue preso a pesar de haber cumplido pena perpetua en Francia, y necesita el apoyo de ciudadanos, asociaciones, organizaciones, partidos. En Francia muchos liberales han firmado para su liberación, ya que ha cumplido su condena, pero los liberales de la multinacional Media Pro, TV-3, la sexta, PRISA, Generalitat, y colaboradores, no quieren ni oír hablar de Rouillan, que es considerado un terrorista y puede empañar la imagen del icono Puig, y la de ellos. Los liberales no se ocupan de los vivos, son carroñeros en busca de cadáveres.

La revisión es una farsa para dar legitimidad a los consejos de guerra militares, y para crear confusión y entretener a los ciudadanos. Zapatero dijo la semana pasada que no hay que abolir consejos de guerra pasados ya que el orden jurídico actual proviene del anterior franquista, y por los pactos de la transición.

Los muy liberales abogados de la Generalitat llevan años mareando la perdiz, con la revisión del caso Puig dando así legitimidad a la justicia militar franquista, que hay que abolir (y no revisar). Lo esperpéntico de la revisión de las hermanas es que lo hacen falseando las propias declaraciones de Salvador Puig, que reconoció el asesinato de un esbirro, y denunció al esbirro Timoteo Fernández de tirarle a bocajarro dos tiros para liquidarle. En el film hay un tiroteo imaginario, Puig disparando con el arma desenfundada, otra mentira, y se elimina la denuncia de los dos tiros que le prodigó el criminal Santorum, estando Puig desarmado.

Uno puede comprender que los abogados tuvieran miedo en pleno franquismo de denunciar a un policía del régimen, que en aquel tiempo gozaban de impunidad y hacían lo que les daba la gana. Incluso podemos comprender que ya reinando el príncipe franquista designado por Franco, con todo el aparato represivo intacto y todo el aparto judicial intacto, lleno de criminales de Estado, siguieran teniendo miedo y no retomaran las acusaciones de Puig contra el esbirro que le disparó dos tiros. Pero lo que no se puede comprender es que después de tres décadas unos que se las dan de progres y liberales y de hacer un film sobre la España negra no se atrevan a denunciar a un criminal, 33 años después. Este esbirro lo reconoció en el juicio «Le disparé dos tiros. Era la única manera de neutralizarlo». El abogado ni siquiera tomó la palabra para decir que estaba malherido y desarmado, cuando le disparó. En el film se excusan a los abogados y a los policías, a los carceleros. ¿Ese es el franquismo que quieren enseñar los liberales de Media pro a las nuevas generaciones, y al mundo entero? La ignominia de estos hipócritas progresistas es que van proclamando en los medios que es la verdad histórica, que todos los hechos están contrastados y que los críticos (que no pueden hablar en los medios nacionales controlados por ellos) mienten.

Gracias al film «Salvador», los liberales orgánicos de hoy (esas ratas que pululan en los organismos de poder), cuya función es la reproducir y mantener el orden establecido, se presentan como los salvadores de la recuperación histórica explicando que los abogados se ocuparon de Puig, que la familia siguió la lucha de Puig, que después de la ejecución se llenaron las calles de rosas rojas (todo un símbolo), y que en las iglesias los antifranquistas mostraban sus protestas en misas de recuerdo a Puig.

Gracias a la cooperación de Lluis Llach, «Salvador» tuvo alguna credibilidad política. Le pagaron unos cuantos millones para que las ratas liberales pudieran dárselas públicamente de antifranquistas, para darse un baño de antifranquismo. Han desprestigiado y vaciado de contenido el antifranquismo existente en el pueblo. Hoy cualquiera puede ser antifranquista, desde el carcelero que torturaba, al príncipe franquista educado por los militares franquistas y alto cargo de un régimen franquista, a los abogados del régimen, a los ministros liberales del régimen franquista, a toda la banda de franquistas, muchos de los cuales hoy siguen en organismos de poder, dando lecciones de democracia y liberalismo. Cualquiera de los criminales franquistas, hoy se las da de democrático y exige que se cumplan las leyes que provienen mayoritariamente del franquismo.

Nos presentan a los esbirros y criminales del sistema represivo franquista, al revés de cómo eran en realidad. Nos presentan a un brutal carcelero, convertido en amigo, rebelde y humanista y a un ficticio juez militar que se emociona, llora, y hace favores a Salvador Puig, y al abogado sermoneando al Salvador, y al cura remandole con sermones angelicales.

Si uno después de ver Salvador, mira, por ejemplo, el film histórico «En nombre del padre», uno se dirá que en la Inglaterra democrática y civilizada las prisiones eran cien veces peores a las franquistas, a la quinta galería de la Modelo donde estaba Puig Antich, considerada lo peor de la prisión franquista. Uno se dirá que los carceleros democráticos ingleses eran unos asesinos, corruptos y que a su lado los carceleros franquistas eran unos monaguillos. Nos osan presentar a Irurre, uno de peores carceleros como un angelito antifranquista. Uno se dirá que los muy asesinos policías británicos (democráticos) eran unos matones, sicarios, e impresentables y que en cambio los policías franquistas eran unos hombres valerosos e eficaces quienes hicieron frente exitosamente y sin bravuconadas excesivas a una banda de atracadores y terroristas. Uno se dirá que los muy culpables ministros liberales y democráticos británicos eran los principales culpables de crímenes y asesinatos de Estado, y en cambio en el film de «Salvador» ni siquiera aparecen los ministros que condenaron a muerte a Salvador Puig, y nos engañan presentándonos a ETA como los culpables. Nos muestran al verdugo, el último funcionario del sistema represivo, como el asesino. El verdugo era tan culpable como los demás carceleros, militares, ministros y funcionarios del régimen, un pobre hombre que se ganaba unas pesetitas cada vez que le mandaban agarrotar a alguien.

Hacen una miserable película sobre los últimos crímenes franquistas, y no se atreven a mostrar a los asesinos como lo que eran. Y los medios combativos siguen publicando la publicidad orgánica de que «Salvador» es un gran film de recuperación histórica, una lección de historia para los jóvenes.

¿Por qué los liberales de Media Pro no se atreven ni siquiera a mostrar hoy a los policías de BPS, la secreta, como lo que eran, unos asesinos? ¿Por qué 32 años después ni siquiera se atreven a inculpar a Fernández Santorum, quien reconoció en el juicio que disparó a Puig dos tiros «para neutralizarlo»? ¿Por qué deforman los hechos y fomentan la rumología de que Puig Antich no mató al policía? Puig nunca lo negó, ni se arrepintió, ni se avergonzó, sino que lo asumió. ¿Por qué nos entretienen con esta anécdota de la revisión que no tiene ninguna importancia? La tiene sólo para las hermanas y los liberales, que quieren que su icono Puig Antich, no sea considerado un asesino de un policía.

Rouillan continuó la lucha del MIL. Jean Marc Rouillan junto a sus amigos de Action Directe, atacaron hace 20 años al neoliberalismo criminal incipiente, cuyo resultado hoy son miles de asesinados en los países del tercer mundo, precariedad laboral en el primer mundo, más diferencias sociales, y el Imperio más poderoso y criminal que antes. El neoliberalismo mata cada año millones de inocentes. Siguen gobernando y en la impunidad total. Los de Action Directe ejecutaron a dos de sus representantes. Han cumplido ya la condena a perpetuidad a la que fueron condenados. Pero siguen todavía presos.

¡Libertad para los compañeros de Action Directe! ¡Libertad para Jean Marc Rouillan!

* Txema Bofill es firmante del manifiesto de los ex-MIL, GARI, OLLA, contra el film «Salvador» y por la liberación de Jean Marc Rouillan