Si en el primer artículo de esta serie lo comenzamos con el Ejercito de Tierra republicano, glosando la figura del Comandante Gállego, en esta ocasión toca hablar de la Armada republicana. Para ello he elegido no sólo a un líder carismático, sino a un militar que tuvo el valor y el empeño de reorganizarlas para […]
Si en el primer artículo de esta serie lo comenzamos con el Ejercito de Tierra republicano, glosando la figura del Comandante Gállego, en esta ocasión toca hablar de la Armada republicana. Para ello he elegido no sólo a un líder carismático, sino a un militar que tuvo el valor y el empeño de reorganizarlas para hacer frente a la masiva deserción de oficiales. La mayoría de estos se pasaron al bando franquista sublevado, dejando sin cuadros de mando a muchos de los buques de la flota. Al final de la contienda fue el que organizó la evacuación de la ciudad Cartagena, y en 1939, durante la II Guerra Mundial, llegó a alcanzar el grado de comandante en la Legión Extrajera francesa. Se integró con el grado de capitán en el ejercito de la Francia Libre del General De Gaulle para finalmente, después de esta contienda, en 1947, colaborar en el traslado de judíos de toda Europa, a través del Mediterráneo, a la entonces Palestina Británica.
ALMIRANTE MIGUEL BUIZA FERNÁNDEZ – PALACIOS
D. Miguel Buiza Fernández de Palacio nace la ciudad de Sevilla, el 25 de enero de 1898 (año de la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Islas Filipinas…). Con 17 años (en plena I Guerra Mundial) ingresa en la Escuela Naval Militar, que por entonces tenía su base en la ciudad de Cádiz. En 1932, es nombrado capitán de corbeta.
Cuando el 18 de julio de 1936 comenzó la Guerra Civil, era capitán de fragata y comandante del remolcador «Cícople» . Luego capitaneó el crucero «Libertad» y dirigió el frustrado desembarco en la isla de Mallorca. El 2 de septiembre de dicho año fue nombrado Almirante Jefe de la flota republicana. Cuando Indalecio Prieto se hace cargo de la cartera de Marina y Aire en septiembre de 1936, el almirante Buiza es confirmado en su puesto, que mantiene hasta octubre de 1937 siendo sustituido por el almirante González Ubieta.
Apartado de la primera línea, pasa por diferentes cargos, para pasar a ocupar el puesto de Jefe del Estado Mayor de la Marina. En febrero de 1939 es llamado nuevamente a ocupar el mando de la flota.
LOS SUCESOS DE CARTAGENA AL FINAL DE LA GUERRA CIVIL
El 11 de febrero, en la ciudad de Valencia, Buiza se reúne con Negrín al que, según Zugazagoitia, comunica que toda resistencia es inútil. «La desmoralización es alta», le dijo, y Negrin le preguntó si se trataba de una opinión personal del marino, a lo que el marino respondió » De la Escuadra en pleno». Quince días después, Buiza fue uno de los mandos y dirigentes que se reunieron el aeródromo de los Llanos (Albacete) el 27 de febrero, junto a Negrín, Miaja, Matallana, Camacho y Casado, entre otros.
La mañana del 5 de marzo de 1939, el almirante Buiza, se encuentra a bordo del buque Cervantes, en la bahía de Cartagena, junto al grueso de la flota republicana. El cuartel de Artillería Naval y el Arsenal de la ciudad estaban en manos del general franquista Barrionuevo, después de dos días de desencuentros con el Presidente de la República Negrín y con el coronel Casado. Buiza da indicaciones al general Barrionuevo y al teniente coronel Espá (que luego le traicionaría), que procede dar la orden de salida de la flota Republicana, anclada en la Bahía de Cartagena, pidiendo a la artillería costera que no se hiciera fuego contra ellos. A las 12:08 h. la flota compuesta por los cruceros Cervantes, Libertad y Méndez Núñez y los destructores Lepanto, Gravina, Antequera, Jorge Juan, Miranda, Escaño y Ulloa abandona a Negrín y a la República rumbo a Argel.
A las 00:17 horas del día 6 capta la noticia de que el comunista Francisco Galán y la Brigada Mixta 206 han recuperado el puerto de Cartagena, para el Gobierno de la República. Poco después el mando del Antequera, le anuncia el éxito del golpe del coronel Casado en Madrid y la Formación de la Junta de Defensa Anticomunista, sugiriéndole una «cálida asistencia» a dicha junta. El almirante ya no varía el rumbo hacia las costas de Argelia.
En Cartagena, el 4 de marzo, como explica Tusell, «la confusión se tornó indescriptible». Hubo un momento en que las baterías de la base naval junto a la costa eran franquistas, la flota republicana y el mando de la base de tierra la había tomado Galán, de ideología comunista. Para acabar de complicar la situación, Franco decide un desembarco en la base naval y envía inmediatamente tropas desde Castellón de la Plana, en buques que carecen de protección, con la confianza de que las baterías de costa eran amigas. Uno de estos buques, el Castillo de Olite, fue hundido ante la costa y de esta manera, una sublevación que se había liquidado con escaso derramamiento de sangre, acabó trayendo los centenares de muertos mas absurdos de toda la guerra. No se puede exculpar de ello a Franco, apunta Tusell.
En la mañana del 6 de marzo, la flota republicana esperaba entrar en Argel, pero Buiza recibe órdenes de las autoridades francesas de seguir hasta el puerto de Bizerta, en Túnez. Al día siguiente llega a este puerto el submarino C-4, mandado por Eugenio Calderón. El día 26, Salvador Moreno, futuro ministro de Marina franquista en agosto de ese año, sale en el Ciscar para recuperar los buques, que fueron entregados el día 30, coincidiendo con la salida del coronel Casado y su grupo de Denia (Alicante) en el Galatea.
Como explicar esta actuación del almirante Buiza, pue mas bien la conclusión es la siguiente: hacía semanas que Buiza avisaba a Negrín del creciente desánimo de la flota. Para la toma de esta decisión hay que ver en el contexto en que se desarrolló, la Ciudad de Cartagena, con el enemigo a las puertas, la República divida entre los seguidores de Negrín que querían resistir hasta el comienzo de lo que sería la II GM y los casadistas que querían poner fin a aquella carnicería. Por otra parte Cartagena estaba infiltrada por la quinta columna fascista, haciendo correr rumores de todo tipo, ya nadie sabía de quien fiarse. Finalmente hay que reconocer que no sólo salvó a los restos de la armada Republicana, si no que organizó el embarque del mayor número posible de refugiados civiles, hacia los puertos del Norte de Argelia, lo que salvó a millares de republicanos de una muerte segura.
Entre 1939 y 1941, según salas Larrazábal, 192 mandos de la Armada fueron juzgados, diez de ellos ejecutados.
NACE LA LEYENDA
Buiza no regresa con sus compañeros, siendo internado en el campo de concentración de Meknassy. En mayo de 1939 pide el ingreso en la Legión Extranjera Francesa, y excepcionalmente se le concede de entrada el grado de capitán. Al comenzar la II Guerra Mundial tenía el grado de comandante y en 1940 combate contra los alemanes. Sin embargo al poco tiempo dimite y se establece en Orán como tenedor de libros.
Tras el desembarco aliado en el Norte de África, en noviembre de 1942, se vuelve alistar en el Corps France, y manda una compañía en la campaña de Túnez, recibiendo la cruz de guerra con palmas en junio de 1943. poco después cayó gravemente enfermo y causó baja en el ejército.
SU COLABORACIÓN CON LAS ORGANIZACIONES JUDIAS
Tras la victoria aliada, se ofrece en 1947 a las organizaciones judías de la resistencia para transportar personas procedentes de de toda Europa y del norte de África, muchas de ellas huidas o supervivientes del genocidio nazi, a Palestina
Con pasaporte falso de judío apátrida y bajo el nombre de «Moisés Blue», comanda el mercante «Paducah». Es capturado por los británicos e internado en un campo de concentración en Haifa. Liberado en febrero de 1948, una vez es reconocido el Estado de Israel por las Naciones Unidas, vuelve a Orán para trabajar de nuevo como contable.
EL EXILIO EN FRANCIA
Fallece de cáncer de pulmón en un sanatorio de Hyères, cerca de Marsella, el 23 de junio de 1963, sin haber podido regresar nunca a su ciudad natal de Sevilla ni a España.
Bibliografía:
Biblioteca El Mundo: LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA MES A MES. MIGUEL BUIZA. Por José F. Leal.
Sevillanos Ilustres de los Siglos XIX y XX
Wikipedia.org
Alonso, Bruno. La flota republicana y la Guerra Civil de España (memorias de su comisario general). Sevilla, Espuela de Plata, 2006. ISBN: 84-96133-75-3.
Beevor, Antony (2005).La Guerra Civil Española. Barcelona: Crítica. ISBN9788484326656
Fernández Díaz, Victoria (2011). El exilio de los marinos republicanos. Valencia: Universitat de València. ISBN 978-84-370-8324-7.
Preston, Paul(2014). El final de la guerra. La última puñalada a la República. Trad.: Efrén del Valle, Francisco Ramos. Barcelona: Random House/Círculo de Lectores. ISBN 978-84-672-6266-7.
Thomas, Hugh; Historia de la Guerra Civil Española. Círculo de Lectores, Barcelona, 1976. ISBN 84-226-0874-X.
Un Libro para leer: Morir bajo dos Banderas, autor: Alejandro M. Gallo, Editorial: Rey Lear. Donde el autor describe de forma novelada, la vida que llevaron en el exilio los republicanos españoles y sus familias, desde los campos de internamiento, su alistamiento en la Legión extranjera francesa, o los batallones de trabajadores, pasando por las guerras de Indochina y Argelia para terminar en la Guerra de Vietnam.
Vicente A. Menéndez González es brigada de Ingenieros del Ejército, retirado y miembro del Colectivo Anemoi
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