«Cada día, al alba, asesinos con galones entran en una celda: el asesinato es la cuestión» (El hombre rebelde. Albert Camus) (1) Los militares republicanos No todos los militares republicanos profesamos idénticos valores, pero nos une un mismo ideal: el pueblo español. Nuestro republicanismo nace de nuestra radical vinculación con el pueblo, pues a él […]
en una celda: el asesinato es la cuestión»
(El hombre rebelde. Albert Camus) (1)
Los militares republicanos
No todos los militares republicanos profesamos idénticos valores, pero nos une un mismo ideal: el pueblo español. Nuestro republicanismo nace de nuestra radical vinculación con el pueblo, pues a él nos debemos. También de nuestra conciencia de pertenencia al género humano.
Para nosotros el concepto de pueblo español es el conjunto formado por la unión de los pueblos que fraternalmente habitamos este territorio llamado España. La unión libre de nuestros pueblos constituye el objeto de nuestro patriotismo, cuyo nexo de unión más sólido es el pueblo trabajador.
La fragilidad de la vida, su existencia efímera, hace que nos conmueva profundamente el destino de nuestra especie, su dolor. Náufragos de una patera, arrojados a la existencia, juntos braceamos perdidos en la tormenta. Seres vulnerables suspendidos entre el difuso límite del ser y la nada. Es la humanidad doliente la que inspira nuestro sentido de la vida. Con ella compartimos su angustia y también el anhelo de saber.
Opresores y oprimidos
A lo largo de la historia los grupos sociales dominantes han impuesto su forma de acumulación de riqueza explotando a otros grupos más débiles. Lo han llevado a cabo mediante la apropiación privada del trabajo de la mayoría. También han constituido ejércitos imperiales con los que expandir sus ansias de poder y riqueza, despojando de sus bienes y soberanía a otros pueblos. Ya sea mediante la invasión directa, ya sea mediante el chantaje de las armas, dotadas de un terrorífico poder de disuasión.
La opresión envilece en la medida que no es combatida por quienes la padecen. Por ello, en la historia de la humanidad, la lucha de los oprimidos contra sus opresores siempre ha constituido un motor de progreso y de esperanza.
Por ejemplo, la revuelta popular liderada por Jesucristo y sus apóstoles hace más de dos mil años -contra la opresión y a favor de los desposeídos- ha llegado hasta nuestros días. Generosas y arriesgadas religiosas -y religiosos- mantienen vivo con su ejemplo el mensaje de emancipación que Él nos legó. Sin embargo, una burocracia vaticana, corrupta e impostora, en manifiesta complicidad con el poder, pretende representar su memoria histórica, transmitiendo un mensaje adulterado.
El sistema
El origen de las lacerantes desigualdades, y del sufrimiento de una creciente masa de desposeídos, hunde sus raíces en la apropiación privada del trabajo social. También en el saqueo y agotamiento de los recursos no renovables del planeta.
El embrutecedor consumismo de la era neoliberal, impulsado por la economía de la especulación, del despilfarro y de la corrupción, ha derivado en una criminal estafa global, causante de la gigantesca crisis que padecemos. Economía de la especulación fundamentada en la sobreexplotación y miseria de otros pueblos. Pueblos sometidos al neocolonialismo, a los que no llega ni una sola migaja del gran saqueo internacional.
El sistema, lanzado a la desenfrenada carrera de la competencia, se desliza inevitablemente hacia un crecimiento ilimitado. Cuando se crece por debajo del 3 % el sistema genera en promedio paro y sufrimiento. Esa ilimitada necesidad de crecimiento origina despilfarro, agotamiento de los recursos no renovables del planeta y calentamiento global, que ponen en peligro de extinción a nuestra especie. Esa es la lógica del sistema. El empobrecimiento de los más para el enriquecimiento desmedido de los menos. Una ínfima minoría social que controla los resortes del poder financiero, militar y mediático.
El régimen monárquico
La Casa de Borbón retornó una vez más a la jefatura del Estado español. Esta vez por obra y gracia de un general genocida, que hundió a España en un baño de sangre, a las órdenes del III Reich alemán. Después la sometió a una dictadura de cuarenta años, con la complicidad del occidente capitalista, pretendidamente democrático. Aliados de Franco que explotaron nuestra patria a bajo coste, mediante la represión que les garantizaba la dictadura, instalando además humillantes bases militares en nuestro territorio. Finalmente, dejó como herencia envenenada la jefatura del Estado a la familia Borbón, usurpando esta institución al pueblo español.
El régimen de la Transición -que confirmó en el cargo hereditario a los borbones- se hunde irremediablemente. Treinta y seis largos años de gravísimos escándalos y presunto tráfico de influencias. En los que no es ajeno el Rey, blindado por una inaceptable inviolabilidad constitucional y una ilegítima «ley de punto final», la falsa ley de amnistía.
Un régimen fundamentado en las intrigas palaciegas, en la línea de la más rancia tradición borbónica. También en un control estricto de la abrumadora mayoría de los mandos militares que acceden a los más altos puestos de mando en la Fuerzas Armadas, así como de los profesionales de los medios de alcance nacional (prensa, radio y TV). Lo que constituye de hecho un rasgo más del totalitarismo hacia el que se desliza este régimen indecente. Una Familia Real que hace patéticos guiños a las burguesías secesionistas, en su intento desesperado por afianzar la Corona -su corona- apoyada en un bipartidismo inestable. (2)
Rey al que algunos generales monárquicos echan un capote de vez en cuando, bien torpemente, poniendo en evidencia la debilidad del régimen y su dependencia del Ejército. Intromisión consagrada en una Constitución monárquica pretendidamente pactada entre 1977 y 1978. En realidad redactada bajo el chantaje de un Ejército abrumadoramente franquista y afianzada bajo la burda manipulación armada del 23F. Época en la que el régimen monárquico colaboró con la sanguinaria dictadura del general Videla, el asesino temeroso de Dios, con fines aún no suficientemente aclarados ni investigados.
La corrupción institucional
Una corrupción devastadora -no tan sólo económica- ha carcomido todas las instituciones. Sus beneficiarios están llevando de forma temeraria a nuestra querida patria hacia su disolución. Los intereses del pueblo español están siendo traicionados frente a los representados por la Troika. Sus aliados locales, las oligarquías central y periféricas, están manifiestamente enfrentadas entre sí por el control y la explotación del pueblo trabajador. Las burguesías nacionalistas imponen su hegemonía cultural y política a las capas populares, hartas unas y otras de «la vieja España».
En su ofuscamiento y codicia, nos arrastran unos y otros hacia un suicidio colectivo. Es hora ya de decir basta, para que el pueblo español tome por fin las riendas de su destino.
Referencias:
-
El hombre rebelde. Albert Camus
-
Los militares olvidados por la democracia. Fidel Gómez Rosa
Manuel Ruiz Robles es capitán de navío de la Armada (retirado), ingeniero de la Ecole Supériure d’Electricité (Supélec), DEA Physique de l’Energie de l’Université de Paris, Licenciado en Ciencias por la UAM, membre bienfaiteur de l’ACER (Amigos de los Combatientes en la España Republicana), adherent du Musée de la Résistance Nationale, fue miembro de la Unión Militar Democrática (UMD).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.